lunes, 19 de septiembre de 2016

CON LOS OJOS FRESCOS DE UN NIÑO


Con los ojos frescos de un niño
Quizá haga falta, como dijo Jesús, hacernos otra vez como los niños...


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net 




Los niños saben descubrir cosas que los mayores quizá ya no vemos. La abeja que gira y gira para conseguir un poco más de miel entre las margaritas y los tréboles de un jardín. El chapulín que se limpia las patas de atrás antes de volver a iniciar su "concierto". El pichón que canta, monótonamente, en lo alto de un poste de luz. El remolino de polvo y basura que avanza hacia un poblado y que seguramente dejará sucia toda la ropa que se encontraba tendida después de un día de limpieza general...

¿Por qué son curiosos los niños? Quizá tendríamos que hacer otra pregunta: ¿por qué a veces dejamos de ser curiosos los mayores? Los años de escuela, la preparación profesional, el matrimonio, el trabajo, ¿nos copan tanto que ya no tenemos tiempo para mirar las estrellas, para escuchar a los grillos, para observar los colores de las alas de una mariposa, para seguir con la mirada los vuelos caprichosos de una golondrina?

Una hormiga arrastra una pesada rama. Un niño observa. El viento juega con la rama. La hormiga, una y otra vez, "vuela" lejos del hormiguero, su meta soñada, mientras el niño se entusiasma ante la energía y la testarudez de un insecto tan pequeño y laborioso.

El sol se esconde, tras las montañas, todas las tardes. El viento acaricia las espigas. Las moscas buscan con inquietud un poco más de comida. Un corderillo de pocos días llama con sus balidos a su madre, que come despreocupada unos metros más adelante... Una serpiente toma el sol junto al camino, y una golondrina planea, gira y gira, mientras los zancudos llenan poco a poco su sistema digestivo.

Millones de realidades brillan a nuestro alrededor. Son como llamadas, diminutas o grandes, que nos quieren elevar a mundos desconocidos. No hemos nacido para apretar tuercas, ni para encimar ladrillos, ni para archivar papeles o deshacer y rehacer programas de computadoras. Un soplo misterioso, eterno, nos lleva y nos impulsa hacia cosas grandes, y nos invita a descubrir el mundo de un modo nuevo.

Si son hermosas las amapolas, las luciérnagas, los cangrejos y los petirrojos, tienen una luz especial los ojos de los que viven a nuestro lado. El niño que nos mira a través del cristal del coche para pedirnos un poco de dinero. La señora que compra, rodeada de cuatro hijos pequeños que giran continuamente, un poco de comida para la semana. El anciano que se sienta fuera de su casa todas las tardes para tomar los rayos del sol que agoniza. El policía que mantiene un poco de orden en la esquina cerca de mi casa. Y el médico que nunca tiene prisa, pues sabe que cuando llegue a su destino el paciente ya estará empezando a mejorar o ya no habrá nada que hacer...

El cariño del esposo o de la esposa, el beso de los hijos antes de dormirse, la emoción de la carta que nos llega del ausente, la alegría ante las notas de quien estudia una carrera difícil. Miles de detalles escriben nuestras vidas, y el cariño de los demás nos importa mucho más que todos los arcoiris que puedan dar un tinte sugestivo a las tardes tropicales.

Detrás de todo, con un respeto y un silencio que nos aturden, Dios. En medio de las espigas, entre las plumas de los halcones, en lo misterioso del mar y en lo grande del cielo, en la frente que suda en medio de los campos o en una calle de una ciudad enloquecida: una presencia enorme y sencilla nos conforta y nos permite descubrir que la vida es hermosa, que vale la pena sufrir, que el amor es lo más grande.

Un niño mira por la ventana. Las gotas de lluvia rompen contra la terraza y forman cientos de burbujas que nacen y que mueren, mientras las calles se transforman en arroyos y la gente corre veloz entre los portales. Detrás, delante, arriba y abajo, se esconde el Amor que nos sostiene a todos. No todos lo descubren. Quizá haga falta, como dijo Jesús, el Nazareno, hacernos otra vez como los niños...

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 19 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 19


El que dice es muy inferior al que hace. Mejor es hacer que decir.
Has dicho muchas veces que te ibas a corregir de tus defectos. Que no serías tan impetuoso, tan violento, tan irreflexivo, tan..., lo has dicho muchas veces y te lo has dicho a ti mismo.

¿No habrá llegado el tiempo de hacer más que de decir? Todas las palabras no pesan como una sola obra.

Cuando has hablado a los otros, les has dicho cómo deben ser consigo mismo, con sus familiares, con todos los demás... ¿No será tiempo de que no hables tanto y hagas tú lo que les dices que deberían hacer ellos?

Indudablemente la promesa tiene su valor; al menos denota una buena voluntad que siempre debemos suponer sincera. Pero si la promesa es buena, mucho mejor es la realización.

“Todo el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena” (Mt 7,26). No basta escuchar la palabra del Señor: es preciso practicarla, por eso María fue proclamada feliz, no tanto por haber escuchado cuanto por haber practicado la palabra del Señor
 (Lc 11, 28).


* P. Alfonso Milagro

BUENAS NOCHES!!!

domingo, 18 de septiembre de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DEL 2016


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc 16,1-13



DINERO

La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra.  Solo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.

En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos.

Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.

¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas? Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido.«Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas».

Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.

Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.

Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su vida.

Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto pues olvida a los más pobres.

LECTURAS BÍBLICAS Y EL EVANGELIO DEL DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DEL 2016


XXV del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Domingo 18 de Septiembre de 2016

“Tú eliges “tener cara” o cruz“



Primera lectura
Lectura de la profecía de Amos (8,4-7):

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 112,1-2.4-6.7-8

R/. Alabad al Señor, que alza al pobre

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,1-8):

Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

Palabra de Dios

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Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (16,1-13)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.” El administrador se puso a echar sus cálculos: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.” Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Éste respondió: “Cien barriles de aceite.” Él le dijo: “Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.” Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Él contestó: “Cien fanegas de trigo.” Le dijo: “Aquí está tu recibo, escribe ochenta.” Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»

Palabra del Señor

sábado, 17 de septiembre de 2016

NUBES DE TORMENTA


Nubes de tormenta
La dificultad toca día a día a nuestra puerta. Se abre paso en nuestra vida, como las nubes en el cielo claro.


Por: Gustavo Velázquez, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores 




Una pequeña embarcación pesquera se debate en medio de la tormenta. Forcejea por mantenerse a flote entre el hervir de las olas. El capitán, firme frente al timón, recibe sereno los embates de la naturaleza. Sus brazos están agotados, pero no desiste en sus esfuerzos sobrehumanos. Sabe que la vida de sus hombres está en sus manos; no les puede fallar. De vez en cuando, recorre la cubierta con la mirada, admirado ante la valentía de cada marinero. Es, entonces, cuando de su corazón brotan nuevas fuerzas. Pero las más de las veces, suplica silencioso, anhelando que el sol le regale una mirada…

Las tormentas son fabulosas vistas desde la casa; pero terribles, soportadas a la intemperie. A nadie le incomoda ver los rayos y el granizo detrás de una ventana; pero sí, cuando caen sobre su cabeza. Pero aun así, las borrascas externas no representan casi nada comparadas con las internas. Cualquier enfermo preferiría mil veces vivir entre enfermos a estarlo; así como el lisiado preferiría compartir su casa con varios lisiados a estarlo. Cuando alguien cae enfermo, se le recomienda que tome reposo y medicinas. Pero cuando se cae en la angustia, lo recomendable es conservar la paz y tomar una fuerte dosis de “motivación” para sobrellevarla.

La dificultad toca día a día a nuestra puerta. Se abre paso en nuestra vida, como las nubes en el cielo claro. No hay hombre capaz de escondérsele, así como no hay ciudad capaz de evadir la lluvia. Por esto, resulta extraño soñar con una vida fácil, libre de complicaciones. Los caminos fáciles no existen, todos tienen sus inconvenientes: unas veces será una grieta, una curva, una subida; otras, el clima, el tráfico o el terreno. Los obstáculos son utilísimos. Sin ellos, viviríamos en una
monotonía infernal.

Los problemas nos desoxidan y nos quitan el sarro acumulado. Si a un ciclista novato le cuesta horrores recorrer una nueva pista, tal vez no se deba tanto a la pista cuanto a su falta de experiencia. Quien haya dejado por años la bicicleta y después la haya vuelto a retomar, sabrá por experiencia que los primeros pedaleos son torpes. Apenas si se guarda el equilibrio, culebreando por el camino a una velocidad lenta y con grandes esfuerzos. Después de unos días más, se recobrará gran parte de la agilidad perdida, con unas piernas cada vez más desentumecidas.

Las dificultades no hacen al hombre -según el pensamiento de muchos-, sino que muestran que lo es. ¿Cuándo se ha visto que de los enérgicos temblores, nazcan edificios? Los terremotos no se dedican a edificar, sino a destruir y a comprobar la solidez de las construcciones. Por eso, es en el momento de la prueba, cuando cada quien se demuestra quién es. Los periodos de tempestad son unos momentos preciosos de auto-examen. Lo fascinante es que son sorpresa. Así que debemos estar siempre preparados, pues la nota es exacta y no se aceptan sobornos.

Las contrariedades doblegan lo superficial… lo doblegable. Los ventarrones pueden echar por los suelos a una planta en maceta, pero no podrán contra el árbol montañés. No tanto por su corteza, vigor o tamaño, sino por sus raíces. Se necesitan raíces firmes y profundas, para no sucumbir. Si una planta no se preocupa por abrirse paso en la tierra, sino que se limita a absorber nutrientes, será muy vulnerable. Bastará cualquier pequeño aprieto para hacerla palidecer.

Es muy arriesgado decidir en tiempos de tempestad. La mente no está en sus mejores momentos, sino que desvaría mareada de un lado a otro. Está borracha de desgracias y alucina salidas por todos lados. Es difícil decidir. Un giro falso al timón puede resultar fatal. Lo mejor es mantenernos firmes, aunque sangre el corazón o se queje el entendimiento. Porque no sólo nuestra vida corre peligro, sino también la de nuestra tripulación y la del barco.

“Al buen tiempo, buena cara…”. Cualquier hombre se alegra con el día, ¿a quién le cobran por la luz del sol? Pero, en la noche, es distinto. En la oscuridad, brillan las estrellas. Podemos preguntarnos: “¿durante el día hay estrellas?” Sí. No las vemos, porque el astro rey las opaca. Resplandecen camufladas; sin la oscuridad, jamás las apreciaríamos. Hay quienes brillan en la oscuridad y quienes se entenebrecen en las tinieblas.

Las dificultades exigen lo mejor de nosotros mismos: requieren una preparación continua. Nunca nos sobrepasarán. Basta con mantenernos firmes y evitar las decisiones precipitadas; porque, de lo contrario, la tormenta se apoderará de nuestro ánimo y nos devastará. La única consigna válida para los momentos angustiosos debe ser: “Renovarse o morir”, sobreponerse o naufragar; conscientes de que llevamos entre manos más de un destino: el nuestro y el de cuantos nos rodean.

CORRER A DIOS


Correr a Dios
Has corrido a Dios de tu mundo, y te estás muriendo. ¿A quién vas a recurrir ahora?.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Hay en nuestro mundo una costumbre que se va agudizando cada vez más. Y es la costumbre, incluso diría yo la manía, de ir corriendo a Dios de nuestro mundo. Correrlo de la familia, porque no nos sirve, porque estorba, porque es molesto. Correrlo de la sociedad, correrlo del mundo cultural, correrlo incluso de las iglesias. No queremos saber nada de El.

¿Por qué? Porque nos estorba, nos fastidia, nos molesta. Porque no lo necesitamos ya. Más aún, hay gente que presume de haber logrado este gran triunfo: Ya hemos puesto al hombre en su lugar. No necesitamos de Dios.

Pero, ¿qué es lo que realmente sucede? El que pierde no es El. El que pierde es el hombre. Y, así, podemos constatar estadísticamente que los lugares donde Dios está ya casi fuera, el hombre se ha vuelto contra sí mismo. Hay, casualmente, más suicidios. Casualmente más egoísmo. Hay, casualmente también, más guerras, más violencia.

¿Por qué en nuestro siglo ha habido tantas guerras, hay tantos desastres, hay tantos suicidios? ¿No será por esa manía de dar un puntapié a Dios y correrlo de nuestro mundo?

Repito que el que pierde no es El, porque El está tranquilo. El nos ve, El dice: A ver que puede hacer el hombre solo, sin Mí. Y el resultado es trágico. Por eso, hay todavía algunos que le queremos decir a El: No te vayas, por favor, porque entonces nos va a ir muy mal.

¡Pobre hombre! Has corrido a Dios de tu mundo, y te estás muriendo. ¿A quién vas a recurrir ahora?.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 17 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 17


Muchos oyen hablar de los santos y no saben lo que es un santo.
Un santo es una apacible mirada que se posa en todos con bondad y para repartir bondad.

Es un rostro abierto para recibir a cuantos se le acerquen.
Es un par de oídos atentos siempre a escuchar la pena de los demás, los problemas de los angustiados.

Es un corazón que se hace lágrimas con el que llora y risas con el que goza.

Es una mano que se tiende blanda y acariciadora para brindar la ayuda que el prójimo necesita y que no se atreve a pedir.
Un santo es un hombre que ha sabido convertirse en un crucifijo de la voluntad de Dios.

¿Estás camino de la santidad? Ves que el camino ni es imposible, ni es tan difícil que digamos...

“Así como aquel que los llamó es santo, así también ustedes sean santos en toda su conducta, de acuerdo a lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo” (1 Pe 1,15-16). No basta ser bueno, con una bondad intransigente; es preciso llegar a ser santo, es decir, un fiel cumplidor de la voluntad de nuestro Padre y esto, por amor.


* P. Alfonso Milagro

FELICES SUEÑOS!!! BUENAS NOCHES Y FELIZ DOMINGO!!!


viernes, 16 de septiembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 16 DE SEPTIEMBRE 2016 - LAS MUJERES ACOMPAÑAN A JESÚS

Las mujeres acompañan a Jesús
Tiempo Ordinario


Lucas 8, 1-3. Tiempo Ordinario. Son el reflejo del amor a toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Oración Introductoria
Qué dicha la de los Doce y de las mujeres que supieron reconocerte y por ello dejaron todo para acompañarte y servirte. Permite que encuentre la luz y la fortaleza en esta oración para permanecer siempre fiel a tu gracia, aun cuando se presenten dificultades y problemas.

Petición
Jesucristo, ayúdame a escucharte, acompañandote en la oración, en el Santísimo Sacramento.

Meditación del Papa Francisco
Es indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia.
El modo mismo con el cual Jesús ha considerado a las mujeres -el evangelio lo indica así- era un contexto menos favorable del nuestro, porque en esos tiempos la mujer era puesta en segundo lugar. Pero Jesús la considera de una manera que da una luz potente que ilumina un camino que lleva lejos, del cual hemos recorrido solamente un tramo. Aún no hemos entendido en profundidad cuales son las cosas que nos puede dar el genio femenino de la mujer en la sociedad. Tal vez haya que ver las cosas con otros ojos para que se complemente el pensamiento de los hombres. Es un camino que es necesario recorrer con más creatividad y más audacia. (Audiencia de S.S. Francisco, 15 de abril de 2015).
Reflexión

Tres mujeres en primera línea. Cada una con su vocación particular y las tres seguidoras incansables de las huellas de Jesús.

María Magdalena pasó a la historia por ser la primera persona que vio a Cristo resucitado. Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto al sepulcro; el Señor que se le aparece como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y el anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la apasionada discípula que está junto a la cruz en el Calvario, junto a la Virgen y san Juan.

Había otras mujeres que seguían al Maestro de Nazaret. Juana también le acompañó desde los tiempos felices de los milagros hasta el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era una persona importante en la ciudad. Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo tiempo, entre la alta sociedad de la época y entre los pobres que escuchaban las palabras del Mesías.

También Susana ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del Reino de los Cielos.

Son mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.

Propósito
Acompañar a Cristo en el Santísimo Sacramento y llevar a los demás un mensaje de amor de Jesús.

Diálogo con Cristo
Permite, Señor, que tanto los hombres como las mujeres de hoy tengamos una gran necesidad de Ti y seamos apóstoles que propaguen tu mensaje de verdad y de caridad.

BREVE NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, DEL 15 AL 23 DE SEPTIEMBRE



NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Soberana Virgen María, Reina de los Ángeles, Emperatriz de los cielos, elegida Madre de Dios, concebida en gracia, a quien rinden veneración todos los coros de los Ángeles y Santos del cielo. A Ti me acerco para rogarte que, puesto que bajaste del cielo a la tierra declarando que eres Madre de Merced y de las Misericordias, usa tu piedad con este humilde devoto tuyo. Y para más obligarte, Madre de pecadores, consuelo de los afligidos, socorro de todas las necesidades, me consagro una vez más a ti, como esclavo y servidor tuyo. Dirígeme, encamíname y ampárame, Señora y Madre mía, para que acierte a servirte y logre lo que en esta novena pido y deseo, si es del agrado de tu precioso Hijo Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:


DÍA PRIMERO 

Señor, Dios Omnipotente y Misericordioso, que así para librar a tu pueblo escogido de la esclavitud de Egipto hablaste a Moisés en el monte Horeb, desde una zarza que ardía sin consumirse, así mismo hablaste en Barcelona al Patriarca San Pedro Nolasco para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera tu Santísima Madre, la Virgen María, que bajó del cielo y desde el primer instante de su vida fue como zarza milagrosa, pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió la hermosura de la gracia, ni su original pureza; te ruego que por la intercesión de la misma Santísima Madre tuya, no se abrase mi cuerpo en las llamas de la impureza, ni se manche mi alma con el pecado de la sensualidad, para que, a imitación de esta celestial Señora, exhale mi corazón fragancias de pureza.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA SEGUNDO 

Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA TERCERO 

Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA CUARTO 

¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA QUINTO 

Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA SEXTO  

Señor, Dios de la Misericordia, que por medio de la reina Esther libraste a los israelitas de la sentencia de muerte dictada por Asuero; te rogamos, piadoso dueño de nuestras almas, que por la intercesión de la Santísima Virgen María de la Merced, nos libres de la muerte del pecado, concediéndonos la libertad de los Hijos de Dios y vivir en gracia hasta que podamos gozar eternamente en la gloria. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA SÉPTIMO 

Eterno y Omnipotente Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronaste a la Santísima Virgen María de estrellas y la vestiste de Gloria y Majestad, dándole poder contra todos nuestro enemigos; te suplicamos con la mayor confianza, nos otorgues el favor de considerarnos como devotos y esclavos de tan esclarecida Señora, pues la invocamos como Madre de la Merced y Misericordia, para que así nos veamos libres de las asechanzas del enemigo infernal ahora y en la hora de nuestra muerte y podamos conseguir la Gloria eterna. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA OCTAVO

Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)



DÍA NOVENO 

Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

(Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.)

    
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Salutaciones. Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...


Oración. ¡Oh, Bendita Virgen María de la Merced! ¿Quién podrá darte las debidas gracias y alabanzas por la solicitud tan maternal con que siempre has atendido a todas las almas? ¿Qué alabanzas podrá tributarte el frágil mortal que no haya aprendido de ti, Madre mía?

Dígnate aceptar nuestras plegarias que con todo fervor te dirigimos para agradecerte tantos y tan grandes favores que hemos recibido de tu maternal bondad. Son pobres y desproporcionadas a tus beneficios, pero no pongas tus ojos en ellos, piensa más bien que somos tus hijos y que, como hijos muy amantes te las dirigimos. A recibirlas alcánzanos el perdón de nuestros pecados y redímenos del castigo por ellos tenemos merecido. Escucha propicia nuestras plegarias y haz que consigamos la dicha eterna.

Recibe nuestras ofrendas, accede a nuestras súplicas, disculpa nuestras faltas, pues eres la única esperanza de los pecadores. Por tu intercesión ante tu Hijo esperamos el perdón de nuestros pecados y en ti, oh Madre celestial, tenemos toda nuestra esperanza. Virgen excelsa de la Merced; socorre a los desgraciados, fortalece a los débiles, consuela a los tristes, ruega por nuestra Patria, intercede por el Papa, por los Obispos, por los Sacerdotes, por los presos y sus familias; que experimenten tu protección maternal todos cuantos se acerquen a ti con devoción y confianza. Está siempre dispuesta a escuchar las oraciones de los que acuden a tus plantas, de manera que vean siempre cumplidos sus deseos. Ruega sin cesar por todo el pueblo cristiano tú, oh Virgen dichosa, que mereciste llevar en tus entrañas purísimas al Redentor del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


VEN Y VERÁS


“Ven y verás”


Sin camino no se anda, sin verdad no se conoce, sin vida no se vive. Si andas perdido sin encontrar el rumbo, si sientes que en lugar de vivir arrastras la vida o lo que sería peor eres muerto en vida, éste es el momento de lanzarte en pos de Cristo, de acercarse al Señor, luz para iluminar tu vida, en el seno de una comunidad creyente.

Cristo vino a salvarnos de nuestros vacíos interiores, de nuestras desesperanzas, de nuestra inseguridad existencial… Cristo nos da sólidas razones para llevar una vida con sentido, y se nos entrega él mismo como “camino, verdad y vida”. Los primeros apóstoles llevaban a sus amigos a donde estaba Jesús de Nazaret con estas convincentes palabras: “Ven y verás”.

Como a sus discípulos, Jesús te envía a comunicar la alegría de la salvación, y transmitir con fuerza tu experiencia personal de fe. Se trata de conducir a los extraviados y confundidos al encuentro con Jesús vivo en su Palabra, en los sacramentos y en la comunidad eclesial. Persuádelos diciéndoles “ven y verás”.


* Enviado por el P. Natalio

VENCER EL MIEDO


Vencer el miedo



No debemos tener miedo porque Dios está con nosotros, si vivimos en su gracia y amistad, y nada pueden las criaturas contra un hijo de Dios.

Pero hay alguien que está muy interesado en que tengamos miedo, y ese alguien es el diablo, que como vive él mismo y sus demonios en el miedo, también quiere inculcarlo en las almas.

Trató de infundirle miedo al mismo Hijo de Dios, y lo hizo sudar sangre en el Huerto de los Olivos. También lo hará con nosotros. Pero no debemos ceder ante los engaños y amenazas del Maligno, sino ser valientes, con la valentía de los hijos de Dios, y presentar batalla al diablo y al miedo, porque también tenemos que reconocer que muchos de nuestros miedos no vienen del demonio, sino de nosotros mismos, de nuestras dudas e inseguridades, y quizás también de una mala educación.

Sea lo que fuere, tenemos que aprender a no tener miedo, porque Dios y su Madre nos protegen, y los destinos de nuestras vidas están en las manos de Dios, que no permitirá que seamos vencidos, si confiamos en Él.

¡Cuántas decisiones en la vida las tomamos por miedo! ¡Cuántas oportunidades en la vida perdemos por miedo!

Es tiempo de adoptar aquel lema que nos diera el Papa Juan Pablo II cuando comenzó su pontificado: “No tengáis miedo”.

Y es que el miedo hace cometer muchas imprudencias y nos estorba para ser felices y plenos, para vivir valientemente nuestra fe ante quien sea.

Hay gente que es valiente ya de nacimiento, y benditos sean ellos. Pero quizás nosotros no seamos valientes por naturaleza; y entonces será el momento de comenzar a trabajar nuestros miedos para conquistar la valentía en todas las cosas.

Debemos decir como decían los Santos: “¿Miedo o temor? Sólo al pecado”.

Es cierto que para muchos de nosotros será un reto no pequeño el llegar a ser valientes y dejar de tener miedos. Pero sabemos que la vida cristiana no es fácil, es una lucha continua en todos los campos. Así que a no desanimarnos y adelante, sabiendo que Dios está con nosotros, y que todo lo bueno que queremos lograr para mejorarnos y santificarnos, es bien visto por Dios, que no niega Su ayuda si tenemos buena voluntad.


* Sitio Santísima Virgen.

QUIÉN PUEDE HACER EXORCISMOS EN LA IGLESIA CATÓLICA?


¿Quién puede hacer exorcismos en la Iglesia Católica?


 (ACI).- El sacerdote misionero del Instituto de los Servidores de la Palabra, P. Modesto Lule, explicó que “los únicos que pueden hacer exorcismos sin necesidad de consultarlo con alguien son los Obispos de la Iglesia Católica”.

El exorcismo es el acto de expulsar demonios o espíritus malignos fuera de las personas, sitios u objetos que son supuestamente poseídos o plagados por ellos.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) detalla en el numeral 1673 que “cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo”.

El P. Modesto aseguró que ni pastores ni laicos pueden realizar un exorcismo, pero sí algunos sacerdotes.


“No todos, pues para poder realizarlo necesitan el permiso o la delegación de su Obispo. Si el Obispo no lo delega, no podrán hacer más que una oración de liberación”, expresó citando el canon 1172 §1 del Derecho Canónico.

Para corroborar sus afirmaciones en el SIAME, el sacerdote se refirió al Evangelio de San Mateo 10, 1, cuando Jesús llama a sus doce discípulos y les da la autoridad para expulsar los espíritus impuros. “En la actualidad, los Obispos son los representantes de los apóstoles. La Iglesia Católica es la única que desciende desde los apóstoles”, precisa.

Sobre delegar esta facultad a los presbíteros citó Hechos 6, 1-6, donde se especifica que se “reunieron los doce apóstoles y les dijeron a los seguidores que ellos ya no se podían ocupar de todo, así que escogieran a unos de entre ellos para que les ayudaran”.

“Escogieron a siete, los llevaron ante los apóstoles y les impusieron las manos. Los sacerdotes en la actualidad son ordenados por los Obispos, y éstos les dan la facultad para poder hacer exorcismos a algunos de ellos”, agregó.

Según el canon 1172 §2 del Derecho Canónico, el exorcista debe ser un Obispo o un sacerdote “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.

El P. Lule reiteró que el acto de exorcizar solo fue encomendado a los apóstoles y sus sucesores, citando Hechos 19, 13-20.

“Aquí se habla de siete hijos de un sacerdote judío que se dedicaban a expulsar demonios en nombre de Jesucristo, pero en cierta ocasión el espíritu maligno los enfrentó y les dijo que únicamente conocía a Jesucristo y a Pablo. Después de decirles que no los conocía les dio tremenda golpiza que hasta desnudos los dejó y salieron corriendo”. En este caso, “los que andaban expulsando demonios no habían sido delegados por el apóstol y recibieron tremendo susto”, dijo el sacerdote.


“En el numeral 395 del Catecismo dice que: el que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero ‘nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman’”, agregó.

Finalmente se refirió a las oraciones de liberación, que puede ser realizadas por “todos los obispos, sacerdotes y hasta laicos”.

“Una oración de liberación no es igual que un exorcismo. Exponerse a un exorcismo sin las debidas licencias es colocarse en un estado muy frágil donde los demonios pueden hacer presa a alguna de las almas”, concluyó.

EL ALMA DE UN NIÑO


El alma de un niño
Aprendamos de ellos y no permitamos que pierdan su esencia por falta de atención, amor, educación o disciplina de parte de nosotros los adultos responsables de ellos


Por: Maleni Grider | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico 




En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?” Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos, y declaró: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos”. Mateo 18:1-4

Mucho se dice que “los niños son crueles”, y en la vida práctica suele en ocasiones ser verdad. Pero esto sólo ocurre cuando, de manera colectiva, los niños son incitados por alguien más, o cuando la falta de atención, amor y educación por parte de los padres los impulsa a cometer actos irresponsables, de poca conciencia, o de carácter irrespetuoso.

Sin embargo, en general, y cuando los niños reciben el cuidado que merecen, ellos son completamente capaces de crecer saludables y madurar en personas de bien, exitosas y llenas de cualidades y dones. La responsabilidad de llevarlos por ese camino es principalmente de los padres o de quienes estén a cargo de ellos, así como de las instituciones educativas y de la iglesia, en menor grado.

Un niño sabe reír de manera natural, ante situaciones simples, graciosas o placenteras. Un niño disfruta de pequeñas cosas como correr, jugar, cantar, ver a sus amigos, leer un cuento, comer un dulce, recibir un regalo, encontrar algo parecido a un juguete, columpiarse, bañarse en el mar, ver el sol, oler las flores, acariciar una mascota, etcétera.

Un niño aprende rápido, porque está ávido de todo lo que lo rodea y ansioso por saber. No cree que lo sabe todo ni se preocupa por su propio ego. Un niño no hace preguntas complicadas, sino que de manera natural quiere saberlo todo y, con inocencia, hace las preguntas más básicas de la existencia. Todo lo cree, y no necesita explicaciones complejas para quedar satisfecho.



Un niño, cuando es lastimado, perdona rápidamente. Y olvida. No pierde el tiempo en resentimiento, sino que deja de llorar fácilmente y vuelve a sus juegos en unas horas. Un niño se adapta fácilmente al cambio, por más extremo que éste sea; se adapta a las circunstancias con pocas quejas y tiene la capacidad de ser feliz en ellas.

Un niño ríe mucho más de lo que llora y disfruta más de lo que se queja. Un niño tiene una magia en la voz, un brillo en la mirada, y su apariencia se renueva cada día. Un niño busca de manera incansable, y se maravilla con cada descubrimiento. Quiere siempre experimentar y su curiosidad está tan viva como su energía. El niño se cansa sólo cuando su cuerpo físico se agota, pero su espíritu nunca. Se levanta muy temprano y busca la diversión, no se apaga fácilmente.

Los adultos solemos quejarnos, estar insatisfechos, tener amargura, guardar resentimiento, sonreír poco y estresarnos mucho, jugar poco y trabajar demasiado, sentirnos agotados, dejar de sorprendernos, abandonar los intentos y desanimarnos con facilidad ante las nuevas circunstancias.

Es por eso que Jesús afirmó que debemos volvernos como niños para entrar en el Reino de los Cielos. Cambiar nuestro corazón a uno sencillo, dispuesto a amar, fácil para perdonar, ávido de aprender y no soberbio, propenso a disfrutar de todo lo que Dios ha creado, agradecido con lo que tiene, en pocas palabras: listo para ser feliz y buscar la felicidad de otros.

Aprendamos de ellos y no permitamos que pierdan su esencia por falta de atención, amor, educación o disciplina de parte de nosotros los adultos responsables de ellos.
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