miércoles, 11 de mayo de 2011

A JESÚS POR MARÍA

A Jesús por María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo

“María es siempre el camino que conduce a Cristo” (Pablo VI).

Toda la razón de ser de las prerrogativas de María está en su función de Madre de Dios.

Todo el que se ha acercado a María es para terminar en Jesús. no se puede concebir un amor a María, que no germine en un amor a Cristo, ya que Él es el centro de nuestra vida y todo lo demás son medios para acercarnos a Él.

En la vida ordinaria vemos la lección, uno que es auténtico devoto de María, no puede menos de amar a Jesús. La experiencia nos la podrían contar todos los santuarios marianos, lugares de regeneración espiritual para muchos que llegan allí hechos un desastre en su conducta y que salen rejuvenecidos dispuestos a dar un sentido a su vida.

Nuestro amor a la Madre, si es auténtico, no se puede concebir sin el mismo amor al Hijo, ya que si amamos de verdad a una persona, tenemos que amar lo que Ella ama.

Nuestro acudir a María es sencillamente, porque Ella puede alegar sus méritos y su vida a favor nuestro ante su Hijo. Ella es licenciada en pleitos divinos-humanos.

Acudimos a María para llegar a Jesús. porque es acomodadora de la misericordia y del perdón.

Como el niño acude al regazo de la madre para buscar su protección, así los cristianos acudimos a María para ir de su mano a Dios, pues, nuestra condición de pecadores nos da vergüenza, si nos acercamos directamente.

María es un atajo seguro, que desemboca en Cristo, quien va de su mano tiene la certeza de que tarde o temprano se unirá a Jesús.

María consciente de su puesto de Medianera de todas las gracias está siempre a nuestra total disposición. Ella fue la que sirvió de enlace, para que Dios bajase a nosotros y sigue siendo el acceso que tenemos los hombres para llegar a Dios.

NO MENOSPRECIES A NADIE...


No menosprecies a nadie
Autor: Tiberio López Fernández

Una nena, diariamente, va y vuelve caminando a la escuela.
A pesar del mal tiempo de aquella mañana y de las nubes que se estaban formando, ella hace su camino diario.

Con el pasar del tiempo, los vientos aumentaron junto a rayos y truenos.
La madre pensó que su hija podría tener mucho miedo en el camino de vuelta, pues ella misma estaba asustada con los rayos y truenos.
Preocupada, la madre rápidamente entro en su auto
y se dirigió por el camino en dirección a la escuela.

En el camino ella vio a su hija caminando, y notó, que a cada relámpago, la
niña paraba, miraba hacia arriba y Sonreía !!!.
Otro y otro trueno y en cada uno, ella paraba, miraba hacia arriba y Sonreía!!!
Finalmente, la niña entro en el auto y la madre curiosa le fue preguntando:

-" Que estabas haciendo?"

La niña respondió:

-"Sonriendo! Dios no para de sacar fotos mías!!"

Dejemos que toda inocencia florezca en nuestros corazones para que podamos ver la bella y real felicidad que está en los momentos de simplicidad...

ORACIÓN PARA UN NIÑO RECIEN NACIDO


ORACIÓN PARA UN NIÑO RECIÉN NACIDO

Señor nuestro Jesucristo,
Hijo de Dios Vivo,
que engendrado antes de todos los siglos,
en el tiempo quisiste ser niño
y amas la inocencia propia de la infancia;
Tú, Señor, que abrazabas con amor
a los niños que te presentaban,
y los bendecías,
cuida a este niño con tierna bendición
y no permitas que la malicia
pervierta su corazón.
Concédele, Señor, que,
creciendo en edad, sabiduría y gracia,
siempre te agrade.
Tu que siendo Dios vives y reinas
con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo
por todos los siglos de los siglos.
Amén.

CRISTO NOS INVITA DESDE LA MONTAÑA


Autor: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net
Cristo nos invita... desde la montaña.
Si quieres ser feliz, siembra hoy para cosechar mañana; lucha hoy, para triunfar en el futuro; sacrifícate ahora para recibir los frutos después.

En el Sermón de la Montaña, Cristo desborda su corazón, revela los misterios del Reino. Nos da a conocer la sabiduría de Dios y la clave de la felicidad: sembrar con paciencia para recoger los frutos llegado el tiempo, pagar el precio justo.

Es impresionante cómo ha ido cambiando nuestro mundo y con qué rapidez. Para los hombres de hace medio siglo, sería una verdadera fantasía el pensar en la informática, tan avanzada y al alcance de todos. Nuestros bisabuelos nunca se imaginaron los nuevos artefactos de guerra tan sofisticados, tan precisos. Jamás soñaron con nuestros medios de transporte tan seguros y veloces...

Los hombres de hace cincuenta o sesenta años sabían que si alguien quería una buena cosecha, tendría que trabajar muy duro durante todo el otoño y pasarse la primavera escardando sus campos. El alfarero, el zapatero, el herrero, todos ellos tenían muy bien sabido que si querían producir más, les hacían falta más horas de trabajo, más mano de obra...

Nosotros, con nuestra tecnología, nos hemos acostumbrado a lo automático, a lo fácil, lo cómodo. A encender la televisión desde la cama con un botón, a abrir la puerta de casa desde el coche, a viajar cómodamente con la visa... pagando después.

A la gente de nuestra época se le atrae así. Si quieren vendernos algo, que sea rápidamente y sin complicaciones.

Si algo ha de producirnos comodidad, alegría, felicidad, placer, tiene que ser al instante, sin tardar. Si se oprime el botón, es para que el trabajo quede listo en un momento. No queremos trabajos sin frutos inmediatos. Queremos la mayor cantidad de bienes con el menor esfuerzo. Es la moda.

Y sin embargo, Cristo, desde la montaña, usa un vocabulario completamente opuesto: Si quieres ser feliz, siembra hoy para cosechar mañana; lucha hoy, para triunfar en el futuro; sacrifícate ahora para recibir los frutos después.

Cristo nos propone abandonarnos a nosotros mismos para seguir su Evangelio. No consentir a las pasiones. No ser tan delicados. Aguantar y ser firmes ante el sufrimiento. Ser generosos y aceptar el dolor por amor a Él, como un medio seguro para conseguir la ansiada felicidad. El Reino de los cielos no se consigue con palancas y botones sino con sacrificio y amor a Cristo.

Nuestra misma sociedad puede explicarnos muy bien lo que Cristo nos invita a hacer desde la montaña. La vida actualmente es muy cara, muy difícil. Hay que pagar por todo. Nada se regala. También nuestra felicidad tiene un precio: pisar las mismas huellas de Cristo. Aunque más de una vez nuestros pies sangren.

Señor, quiero desde hoy trabajar con paciencia y generosidad, sembrar sin prisas, para alcanzar con mi sacrificio la verdadera felicidad.
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