domingo, 22 de junio de 2025

CUANDO VISITE A UN SACERDOTE - REFLEXIÓN



CUANDO VISITE A UN SACERDOTE:

recuerde que no está casado ni tiene familia propia: sin esposa, sin hijos.

Su familia son sus feligreses.

Es un padre espiritual en la fe de la comunidad a la que sirve.

Su futuro implica celebrar la Eucaristía diariamente, escuchar confesiones, ungir a los enfermos y servir a aquellos que acuden a él en busca de ayuda. Un sacerdote puede permanecer en una parroquia solo por un mínimo de cinco a siete años, luego podría ser transferido a otra parroquia o asignado a un rol diferente en la Iglesia. Se apoya en su equipo de voluntarios, personal y fieles laicos, así que no espere que esté siempre disponible solo para usted.

Cuando da dinero a la Iglesia, es importante saber que no es para el sacerdote, ya que ninguno recibe un salario fijo. Reciben un estipendio para cubrir gastos básicos como alimentación, vestimenta y viaje. Ahorran cada centavo para vacaciones, y gran parte del dinero proviene de amigos, familiares y simpatizantes, ya que no tienen licencia pagada como el resto de los trabajadores. Aunque trabajamos por un número fijo de horas con dos días libres a la semana, se espera que los sacerdotes estén disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Así que no se enoje si no responde cuando lo necesite; ellos también son humanos con fragilidades.

Si escucha a alguien hablar mal de un sacerdote en particular, corrija a esa persona y no participe en chismes sin conocer los hechos. Recuerde que están solos y a veces necesitarán compañía. Preste atención a sus necesidades emocionales, físicas y mentales. Acompáñelos si es necesario u ofrézcales una mano amiga o incluso un aventón. No es fácil salir solo a las 2 o 3 de la mañana, especialmente en barrios peligrosos, para aconsejar o ungir a alguien en su lecho de muerte. Si alguien acude a ellos a esa hora en busca de ayuda, deben levantarse de su sueño profundo y aún se espera que celebren la Misa por la mañana. ¿Quién está ahí para ellos cuando están enfermos o tienen emergencias en medio de la noche? Sin embargo, están obligados a cumplir con sus deberes porque, si no ellos, ¿quién?

Recuerde sus cumpleaños, aniversarios de ordenación y eventos importantes en sus vidas. Celebre con ellos, llore con ellos. Ofrezca un hombro en el que apoyarse. Si se caen, no juzgue ni critique. Levántelos y ayúdelos en su viaje en la vida. No se ofenda si no están a la altura de sus expectativas. Ningún sacerdote es perfecto.

Cuide, pues, de sus sacerdotes, recuerde a aquellos que le bautizaron, confirmaron, casaron y ungieron. Los que ofrecen misas por sus intenciones y oran por usted. Que Dios bendiga a nuestros sacerdotes en el nombre de Jesús, nuestro eterno Sumo Sacerdote. 

IMÁGENES DE CORPUS CHRISTI




 




CRISTO TE HACE CRECER



Cristo que te hace crecer

Por: Rafael Moya 



Hay heridas que el mundo no comprende.

Errores que otros usan para etiquetar.

Y momentos que incluso tú crees imperdonables.


Pero Cristo no se escandaliza de tus quiebres.

Él no se acerca a ti por lo que hiciste bien,

sino porque te ama tal como estás.


Tus heridas no son un obstáculo para su gracia.

Son el terreno donde puede obrar con más fuerza.

Donde otros ven fracaso,

Él ve tierra fértil para un milagro.


 

DENLES DE COMER - MEDITACIÓN DE CORPUS CHRISTI



Denles ustedes de comer


Hoy es la fiesta del Corpus o de la Eucaristía. Decir Eucaristía es decir algo importantísimo y central en nuestra religión. Se llama del “Corpus” o “del Cuerpo y la Sangre” de Cristo, porque en el lenguaje semita del tiempo de Jesús solían decir “el cuerpo y la sangre” para significar toda la persona. Jesús, al instituir la Eucaristía, consagró primero el pan y luego el vino, como significando su muerte, realidad que representamos en la Misa, aunque Cristo está vivo resucitado. Así nos lo narra hoy san Pablo en la segunda lectura, unos 20 años después, diciendo que era algo muy precioso que había recibido en tradición desde Jesús por medio de los apóstoles.

 

De hecho la fiesta principal de la Eucaristía es el Jueves Santo, día de la Institución; pero ese día tiene sombras de tristeza porque está inminente la muerte de Jesús en el Viernes Santo. Por eso surgió esta fiesta, al terminar el tiempo de Pascua, tiempo de alegría, para honrar la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía. En este día se saca a Cristo sacramentado en procesión por las calles o junto al templo para que todos le podamos honrar y celebrar con nuestros cantos y actos de fe.

 

La ocasión para esta fiesta fue un milagro muy célebre, el de Bolsena, cuando un sacerdote, que dudaba de su fe, diciendo Misa, vio cómo la Sagrada Hostia sangraba en abundancia. El papa, al constatar que era un verdadero milagro, ordenó hacer la fiesta y encargó los textos litúrgicos e himnos a Santo Tomás de Aquino. La Eucaristía tiene muchas realidades importantes; pero en esta fiesta celebramos sobre todo la permanencia de Jesús, no sólo en la Misa y cuando comulgamos, sino después cuando permanece en el sagrario para que le visitemos y adoremos. Nuestra fe nos dice que allí está Jesús, no sólo por lo que hizo el jueves santo, sino por el don que les dio a sus apóstoles y sucesores. Así lo ha creído siempre nuestra Iglesia, habiendo muchos que han dado su fe proclamándolo, y Dios ha hecho muchos milagros para confirmarlo.

 

El evangelio de este año correspondiente al ciclo C, nos habla del milagro de la multiplicación de panes y peces. Siempre se ha visto este milagro como un símbolo de la Eucaristía. San Juan narra el discurso que tiene Jesús anunciando la Eucaristía al día siguiente del milagro. Jesús se quedó entre nosotros, no sólo para que le visitemos, sino principalmente para ser alimento especial para nuestra vida en el espíritu. Desgraciadamente muchos le reciben, siendo enemigos suyos, y en algunos lugares ha sido vilmente ultrajado, habiendo sido derramadas por el suelo y pisoteadas las Sagradas Hostias. Jesús respeta la libertad; pero esta fiesta debe servirnos, en la comunión y en la procesión, para que le desagraviemos. Uniéndonos a Jesús, debemos reparar esos ultrajes, con nuestra fe y sobre todo con nuestro amor.

 

Este milagro de la multiplicación de panes y peces tiene también un signo comunitario, como lo tiene la Eucaristía. Jesús les dice a los apóstoles que ellos den de comer a la gente. Ellos tienen sólo unos pocos panes y peces; pero lo dan a Jesús. Es su colaboración; pero con ello Jesús alimenta a la multitud. El día del Corpus es día también de la caridad. Por la Eucaristía adquirimos el compromiso de compartir. Y no sólo el de compartir, sino el de reconocer en el otro la dignidad de la persona humana.

 

En la Misa hay varios momentos especiales en que podemos expresar nuestra fe en la presencia de Cristo. Después de la Consagración, en la elevación miramos a la Hostia Sagrada y miramos al cáliz donde está la Sangre de Cristo, junto con su Cuerpo y Divinidad, y proclamamos que Él es nuestro Señor, que significa estar a sus órdenes en todo, ya que ello es al mismo tiempo nuestra mayor felicidad. Cuando Le recibimos en la Comunión, el sacerdote nos dice: “El Cuerpo de Cristo”, a lo cual nosotros respondemos con el “Amén”, que significa un acto de fe en la presencia de Cristo.

 

Asistamos este día con dignidad y entusiasmo a la veneración de Cristo presente en la Eucaristía para que un día le veneremos más visiblemente en el Cielo.

P. Silverio Velasco 

EL PAPA LEÓN XIV TRAS LOS BOMBARDEOS DE ESTADOS UNIDOS A IRÁN: LA HUMANIDAD GRITA E INVOCA LA PAZ



El Papa León XIV tras los bombardeos de Estados Unidos a Irán: “La humanidad grita e invoca la paz”

El Papa se mostró preocupado tras la participación de Estados Unidos en la guerra entre Irán e Israel

Por Victoria Cardiel




Tras el rezo del Ángelus, el Papa León XIV expresó su profunda preocupación por la creciente tensión en Medio Oriente, con especial atención a la situación en Irán. “Llegan noticias alarmantes desde Oriente Medio, especialmente desde Irán”, advirtió el Pontífice al comienzo de su mensaje.

Sus declaraciones llegan poco después de que se produjeran los primeros bombardeos estadounidenses este fin de semana a varias instalaciones nucleares iraníes, tras más de 45 años de contención en las tensas relaciones entre Washington y Teherán.

Los ataques han agravado el conflicto entre Israel e Irán. De hecho, el Papa enmarcó estos acontecimientos dentro del contexto más amplio de los conflictos en la región: “En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento cotidiano de la población, especialmente en Gaza y en los demás territorios, donde la urgencia de un adecuado apoyo humanitario se hace cada vez más apremiante”.

León XIV renovó su llamado para que se ponga fin al conflicto subrayando que “hoy más que nunca, la humanidad grita e invoca la paz”. Este clamor, dijo, “es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por palabras retóricas que incitan al conflicto”.

En ese contexto, el Santo Padre reclamó el compromiso activo de todos los actores internacionales: “Cada miembro de la comunidad internacional tiene una responsabilidad moral: detener la tragedia de la guerra antes de que se convierta en un abismo irreparable”.

Con firmeza, recordó que “no existen conflictos lejanos cuando la dignidad humana está en juego”. Y añadió: “La guerra no resuelve los problemas, al contrario, los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar”.

Sigue en vivo la Misa y procesión por Corpus Christi presididas por el Papa León XIV el 22 de junio

El Papa también evocó las consecuencias humanas más desgarradoras de la violencia: “Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños y el futuro robado”.

Finalmente, renovó su llamamiento a la diplomacia y al compromiso por la paz: “Que la diplomacia haga callar las armas, que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia y los conflictos sangrientos”. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 22 DE JUNIO - SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI - CUERPO Y SANGRE DE CRISTO



Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (C)

Domingo 22 de junio de 2025



1ª Lectura (Gén 14,18-20): En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: «Bendito sea Abram de parte del Dios altísimo, creador de cielos y tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos». Y Abram le dio el diezmo de todo lo que había rescatado.



Salmo responsorial: 109

R/. Tú eres sacerdote para siempre.

Esto ha dicho el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha; yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies».


Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú dominarás al enemigo.


Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba.


Juró el Señor y no ha de retractarse: «Tú eres sacerdote para siempre como Melquisedec».




2ª Lectura (1Cor 11,23-26): Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que os he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Haced esto en memoria mía siempre que bebáis de él». Por eso, cada vez que comáis de este pan y bebáis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Versículo antes del Evangelio (Jn 6,51): Aleluya. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 9,11b-17): En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».


Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.




«Dadles vosotros de comer»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).


Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».


Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos. 

LOS CUERPO DE CRISTO - IMÁGENES


 







Los Cuerpos de Cristo

FELIZ DOMINGO!!!! CORPUS CHRISTI





 

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