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miércoles, 16 de mayo de 2012
CARTA A LA VIRGEN MARÍA
Carta a la Virgen María
Padre Marcelino de Andrés, L.C.
Muy querida Virgen María:
No sé si Jesús me haya guardado un secreto que le comuniqué hace poco con relación a ti. Siendo como es, me imagino que sí. Le prometí que yo mismo te lo haría saber dándote la sorpresa. Así que, aquí me tienes para contártelo.
Padre Marcelino de Andrés, L.C.
Muy querida Virgen María:
No sé si Jesús me haya guardado un secreto que le comuniqué hace poco con relación a ti. Siendo como es, me imagino que sí. Le prometí que yo mismo te lo haría saber dándote la sorpresa. Así que, aquí me tienes para contártelo.
Quería decirte que he escrito este libro sobre ti. Supuse que por tu profunda humildad, seguramente te hubieras opuesto a la idea. Por eso se lo conté antes a Jesús y le pedí que no te dijese nada al respecto. Ahora ya está hecho. Espero que te guste, o al menos que no tengas nada en contra.
Sé que no te agradan mucho los piropos, pero tú misma predijiste que te llamarían dichosa todas las generaciones. Yo te he llamado, además de dichosa, algunas otras cosas bonitas que sin duda te mereces. No era mi deseo sacarte los colores...
Te confieso que, repasando ahora lo que he descrito de ti, me doy cuenta de que me he quedado muy corto. A lo mejor tú dirás que no. Pero sé que es cierto. Y te pido perdón por ello. De verdad, siento mucho no haber podido expresarme mejor de ti. Te merecías mucho más.
Sabe al menos que mi intención era buena. Quería demostrarte la admiración, el aprecio y cariño inmenso que guardo hacia ti; y deseaba además lograr que otros muchos también te admiren y te amen. Espero haber logrado, al menos un poco, ambas cosas. ¡Qué dichoso me sentiría de saber que así ha sido!
Bueno, Virgen María, ya me despido. Soy muy feliz de tenerte como Madre y de saberme bajo tu mirada y continua protección.
Dale de mi parte un fuerte abrazo a Jesús.
EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO
El agua que quería ser fuego.
“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama.”
Así pensaba en septiembre el agua de un río de montaña.
Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios y pedir que cambiara su identidad.
“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente.
Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser?
Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego en la tierra. No recuerdo que te compararas con el agua.
Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal...”
El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios.
Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y lo leyó:
“Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tu preparas el camino del fuego. Mi espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego.”
Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella.
Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta.
Ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, solo lo tiene el agua limpia...
Suspiró y dijo: “Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu espejo. Gracias.
“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama.”
Así pensaba en septiembre el agua de un río de montaña.
Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios y pedir que cambiara su identidad.
“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente.
Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser?
Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego en la tierra. No recuerdo que te compararas con el agua.
Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal...”
El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios.
Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y lo leyó:
“Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tu preparas el camino del fuego. Mi espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego.”
Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella.
Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta.
Ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, solo lo tiene el agua limpia...
Suspiró y dijo: “Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu espejo. Gracias.
¿QUÉ ES DIÁLOGO?
¿Qué es diálogo?
* Diálogo es la capacidad de estar con los otros (esposo, esposa, hijos, familia...) de modo que se den cuenta de nuestro interés por ellos.
* Diálogo es hacer sentir al otro que es aceptado, querido, valorado por mí, aunque no esté de acuerdo con su opinión.
* Diálogo es acercarme al otro cuando está triste, preocupado, enfadado... y tener gestos que expresen que estoy con él: una palmadita, una mirada acogedora, un beso...
* Diálogo es expresar al otro con palabras o con gestos lo bueno que ha hecho, animándole, y cuando hace algo mal, hablar con él con muchos respeto y amor, sin reprocharle, mostrando siempre CONFIANZA en él, pero invitándole a la reflexión, al cambio.
* Diálogo es ponerme siempre en el lugar del otro, haciéndole sentir que todo lo de él me interesa, sin haciéndole sentir que todo lo de él me interesa, sin dejarme llevar de mi buen o mal humor.
* Diálogo es expresar mis sentimientos y pensamientos y dejar que el otro los exprese e invitarle a que lo haga, con respeto a su intimidad.
* Diálogo es MIRAR, ESCUCHAR, dejar que el otro se exprese sin cortarle cuando está hablando.
* Diálogo es reconoce que me he equivocado y pedir disculpa, siendo PACIENTE ante las dificultades de la vida diaria.
DIALOGA quien dedica:
– Tiempo a estar junto a su esposa, esposo e hijos.
– Tiempo para preguntarles e invitarles a contar sus preocupaciones, alegrías..., con mucho amor e interés.
– Tiempo para jugar con ellos, hijos, esposo, esposa, familia...
– Tiempo para MIRARLOS y contar las propias preocupaciones, alegrías, inquietudes...
– Tiempo para ESCUCHAR...
* Diálogo es la capacidad de estar con los otros (esposo, esposa, hijos, familia...) de modo que se den cuenta de nuestro interés por ellos.
* Diálogo es hacer sentir al otro que es aceptado, querido, valorado por mí, aunque no esté de acuerdo con su opinión.
* Diálogo es acercarme al otro cuando está triste, preocupado, enfadado... y tener gestos que expresen que estoy con él: una palmadita, una mirada acogedora, un beso...
* Diálogo es expresar al otro con palabras o con gestos lo bueno que ha hecho, animándole, y cuando hace algo mal, hablar con él con muchos respeto y amor, sin reprocharle, mostrando siempre CONFIANZA en él, pero invitándole a la reflexión, al cambio.
* Diálogo es ponerme siempre en el lugar del otro, haciéndole sentir que todo lo de él me interesa, sin haciéndole sentir que todo lo de él me interesa, sin dejarme llevar de mi buen o mal humor.
* Diálogo es expresar mis sentimientos y pensamientos y dejar que el otro los exprese e invitarle a que lo haga, con respeto a su intimidad.
* Diálogo es MIRAR, ESCUCHAR, dejar que el otro se exprese sin cortarle cuando está hablando.
* Diálogo es reconoce que me he equivocado y pedir disculpa, siendo PACIENTE ante las dificultades de la vida diaria.
DIALOGA quien dedica:
– Tiempo a estar junto a su esposa, esposo e hijos.
– Tiempo para preguntarles e invitarles a contar sus preocupaciones, alegrías..., con mucho amor e interés.
– Tiempo para jugar con ellos, hijos, esposo, esposa, familia...
– Tiempo para MIRARLOS y contar las propias preocupaciones, alegrías, inquietudes...
– Tiempo para ESCUCHAR...
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