miércoles, 15 de junio de 2016

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 15 DE JUNIO DEL 2016


La verdadera recompensa
Tiempo Ordinario


Tiempo Ordinario. Cuando se hace algo bueno, instintivamente nace el deseo de ser estimados y admirados.


Por: Benjamín Meza Reyes | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.  16 - 18
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 

Oración introductoria
Señor Jesús, ¡qué valioso es un corazón sincero! A ti te gustan los corazones sinceros, desinteresados. La recompensa que Tú das a los que obran con recta intención es muy grande. Tú que puedes ver el fondo de mi corazón, purifícalo desde dentro.

Petición
Jesús, abre mi alma, hazla más grande. Que no se quede en cosas egoístas, raquíticas, mezquinas. Enséñame a practicar el bien por amor a ti, y no para que me vean.

Meditación del Papa Francisco
En el pasaje de Mateo, Jesús relee las tres obras de piedad previstas en la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno. Y distingue el hecho externo del hecho interno, de ese llanto del corazón. A lo largo del tiempo estas prescripciones habían sido corroídas por la herrumbre del formalismo exterior o, incluso, se habían transformado en un signo de superioridad social. Jesús pone de relieve una tentación común en estas tres obras, que se puede resumir precisamente en la hipocresía (la nombra tres veces): “Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas… Cuando recen, no sean como los hipócritas a quienes les gusta rezar de pie para que los vea la gente… Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas”. Sepan, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de lágrimas.
Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto”. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).
Reflexión 
No puedo hacer el bien sólo para que me vean. Necesito buscar la gloria de Dios cuando haga las cosas, ésta es la verdadera recompensa. Jesucristo lo dice bien claro: "no practiquéis la justicia delante de los hombres". La sinceridad de vida exige la pureza de intención. Ésta se consigue en la «intimidad con el Padre», es decir en la oración. Cuando realice actos, sea cuales sean, no puedo quedarme tan sólo con el premio de un buen pensamiento de parte de los demás; eso es actuar por vanidad. Sin embargo, cuando mi objetivo es glorificar a Dios con mi vida, mis obras recibirán "un premio en el cielo". Porque Él sí ve lo que los demás no ven: los sacrificios ocultos, el sufrimiento secreto, los trabajos que nadie -ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis hijos- ve. Estos son los actos que Dios premiará en la otra vida. De ahí brota la urgencia de vivir delante de Dios y no de los demás.

Propósito

En la siguiente actividad que haga, voy a decirle a Dios: “Señor, esto lo hago por amor a ti, no para que me vean”.

Diálogo con Cristo 
¡Qué fácil busco mi propia gloria, Señor! Me preocupo por si los demás han notado mi esfuerzo, por lo que piensan de mí cuando hago las cosas. Señor, no quiero perder la recompensa que Tú dices. Quiero que Tú, que ves el interior de mi corazón, seas el que me premie, y no la opinión de los demás.

Jamás será pobre una casa caritativa. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna)

TRES CLAVES PARA ENTENDER EL ROL DE LA FE EN LA PELÍCULA EL CONJURO 2

3 claves para entender el rol de la fe en "El Conjuro 2"

Por Diego López Marin








REDACCIÓN CENTRAL, 14 Jun. 16 / 04:09 pm (ACI).- Recientemente se estrenó El Conjuro 2, uno de los filmes de terror más esperados del año, que se basa en un polémico caso real de actividad paranormal en una casa del distrito de Enfield en Londres, Inglaterra, a finales de los años '70s.
La película intenta repetir el éxito de taquilla de su primera parte "El Conjuro" (2013) y vuelve a presentar a los actores Vera Farmiga y Patrick Wilson, como Lorraine y Ed Warren, una pareja de esposos investigadores católicos que esta vez tratan de ayudar a una madre soltera que vive con sus 4 hijos en una casa infestada por demonios.
La película es nuevamente dirigida por James Wan y se inspira en archivos de casos investigados por los Warren.
La campaña publicitaria sobre la película se esfuerza en presentarla como casi histórica y ha causado mucha expectativa entre el público joven por recurrir a la fe. Compartimos tres claves para evitar confusiones sobre este filme:
1. El filme contiene elementos ficticios y reales
Si bien hay partes de la película que son reales, es importante tener cuidado. Desde Hollywood se suele generar sensacionalismo en torno a historias de este tipo y con frecuencia los malos espíritus o demonios son caracterizados como "fascinantes" o “geniales”, esto lleva a muchos a olvidar que lo oculto también puede ser peligroso.
Los casos de posesión demoníaca son inusuales pero cuando ocurren requieren un exorcismo formal que solo puede ser realizado por un obispo o sacerdote autorizado. Los laicos no pueden realizar exorcismos en la Iglesia Católica.
Si bien los casos de posesión son poco frecuentes, los exorcismos no suelen realizarse de forma instantánea como se muestra en la película. Por lo general, el exorcismo es un proceso largo que implica que el poseído ore y ayune.
Para evitar posesiones, los católicos deben acudir constantemente a lossacramentos, orar regularmente y permanecer unidos a Dios.
Un dato curioso es que durante la filmación de la primera cinta, los cineastas aseguran haber vivido hechos extraños y decidieron acudir a un sacerdote amigo de uno de los investigadores para que bendiga al elenco y las locaciones.
2. No es una película cristiana pero plantea una batalla existencial entre el bien y el mal
Si algo se puede rescatar del filme es que debido a la popularidad del género de terror, “El Conjuro 2” es una oportunidad para hablar sobre la realidad del bien y del mal, de la fe y de Dios.
Según el crítico de cine Carl Kozlowski, “la capacidad de estas películas para llegar a un público de terror que normalmente se abstiene de todo lo religioso la hace una de las películas más valiosas de Hollywood en estos días”.
En una columna de opinión publicada en Catholic News Agency, Kozlowski considera que "más allá del factor de impacto habitual en este tipo de películas de posesión demoníaca", los realizadores "plantearon una batalla existencial centrada alrededor del bien contra el mal”.
“La idea detrás de todo esto es que cuando la gente buena no hace nada, Satanás prevalece. Para Ed y Lorraine la fe era su arma”, añadió.
Chad Hayes, uno de los guionistas, explicó que las dos partes del filme “no son directamente películas cristianas, sino que es la fe la que está integrada en ellas".
3. Los investigadores eran católicos devotos pero solo tenían aprobación eclesial para investigar
Ed Warren falleció en 2006 y su viuda Lorraine es quien asesoró a los realizadores de El Conjuro. Los Warren se dedicaron por muchos años a analizar actividades demoníacas o posesiones. No realizaban exorcismos.
Los Warren eran de los pocos laicos autorizados oficialmente por la Iglesia para realizar la investigación y los informes de este tipo de fenómenos. En 1985, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmó una carta en la que se prohibió explícitamente que los laicos practiquen exorcismos y se reservó este rito a sacerdotes y obispos.
En la vida real, los Warren aseguran que animaron al clero y a seminaristas para que tomen en serio los supuestos casos de familias afectadas por actividad demoníaca. También alentaron la oración por las personas que sufren estos ataques.
Los Warren utilizaban la tecnología para identificar y documentar sus experiencias, pero en última instancia dicen que se basaron en la fe y la oración para hacer frente a las fuerzas del mal.

ORACIÓN A SAN JOSÉ


ORACIÓN A SAN JOSÉ

San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza.

Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.

Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obténme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.

Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme día a día al modelo de la plena humanidad: EL SEÑOR JESÚS.

PAPA FRANCISCO: ALLÍ DONDE ESTÁ JESÚS SIEMPRE HAY LIBERACIÓN Y SALVACIÓN


Papa Francisco: Allí donde está Jesús siempre hay liberación y salvación
Por Alvaro de Juana



VATICANO, 15 Jun. 16  (ACI).- Este miércoles en la Plaza de San Pedro tuvo lugar una nueva Audiencia General con el Papa Francisco, quien dedicó su catequesis a la parábola del ciego de Jericó y explicó que cuando pasa Jesús “siempre hay liberación, siempre hay salvación”.

“El Evangelista Lucas cuenta que el ciego estaba sentado en el borde del camino mientras mendigaba. Un ciego en aquel tiempo –pero también hasta hace poco– sólo podía vivir gracias a las limosnas”, explicó.

Francisco dijo que “la figura de este ciego representa a muchas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una desventaja física o de otro tipo”.

El ciego del Evangelio “está separado de la gente, está allí sentado mientras la gente pasa metida en sus pensamientos… y en tantas otras cosas; y la calle, que puede ser un lugar de encuentro, para él sin embargo es lugar de soledad”.


“Es triste imaginar a un marginado, sobre todo en el contexto de la ciudad de Jericó, la espléndida y exuberante como un oasis en el desierto”, manifestó el Papa.


“Esa ciudad representa la puerta de entrada en la tierra prometida” porque "es donde el pueblo de Israel terminó el éxodo", aclaró después.

Volviendo al ciego, el Santo Padre recordó que “grita llamando a Jesús” pero “la gente lo regañaba para que estuviera en silencio”. “No tienen compasión por él, es más, les parece molesto sus gritos. La indiferencia y la hostilidad hace ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor”.

El Pontífice comentó cómo alguien de la muchedumbre –según el relato– le dice al ciego que está “pasando Jesús”. Sobre esto, el Papa señaló que “el paso de Jesús es indicado con el mismo verbo que en el Libro del Éxodo donde se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en Egipto”.

Para el ciego cuando pasa Jesús “es como si viniese anunciada su pascua. Sin dejarse intimidar, el ciego grita más veces hacia Jesús reconociéndolo como el Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, abriría los ojos a los cielos”.

“A diferencia de la gente, este ciego ve con los ojos de la fe” y “gracias a ella su súplica tiene una potente eficacia”, añadió.

Jesús al oírlo se para y hace que el centro de atención sea el ciego. “Se realiza aquí un doble paso: por un lado, la gente había anunciado una buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia de que el buen anuncio implica poner en el centro de la propia calle a aquel que estaba excluido”.

Por otro lado, “el ciego no veía, pero su fe le abre la vía de la salvación y él se encuentra en medio de cuantos han bajado a la calle a ver a Jesús”.

Por tanto, “el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos en torno a Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consuelo”.

El Papa comentó que las palabras que Jesús dirige al ciego “¿qué puedo hacer por ti?” son “impresionantes”: “El Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo”. “Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús no llamándolo más ‘Hijo de David’ sino ‘Señor’, el título  que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado”.

Entonces, “el ciego pide poder ver de nuevo y su deseo viene cumplido: ‘¡Que puedas ver de nuevo!, tú fe te ha salvado’”.

“Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús”, afirmó el Papa. “Por eso el relato termina diciendo que el ciego comenzó a seguirlo glorificando a Dios: se hace discípulo, de mendigo a discípulo”.

Pero “se da otro milagro: lo que le ocurre al ciego hace que la gente también vea. La misma luz ilumina a todos aunándolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia a todos aquellos con los que se encuentra: los llama, los atrae hacia sí, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso”. 

GOTITAS DE AMOR


Gotitas de amor


Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. Se sabe de personas que fueron ofendidas y supieron perdonar. Todos conocemos esas personas… y su secreto es amar. Amigo/a, pasa por el mundo desparramando gotitas de amor.

Un gran bosque de bambú se incendió. Llamaradas impresionantes se levantaban al cielo. Un pajarito diminuto fue al río, mojó sus alas y, regresando al incendio, las empezó a agitar para apagarlo. Iba y venía sin cansarse. Dios que lo veía con admiración, envió a un ángel a llamarlo. Y le dijo: “Oye, ¿por qué te fatigas? ¿Crees acaso que con esas gotitas puedes apagar un incendio tan grande?”. Y el ave contestó con humildad: “El bosque me ha dado tanto, lo amo tanto… Este bosque me ha dado todo lo que soy. En él nací, en él he vivido. Moriré rociándolo con gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar”. Ante tanto amor, Dios derramó sobre el bosque una lluvia torrencial.

“El amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio es huraño; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor canta, el odio espanta; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera, el odio desespera; el amor suaviza, el odio irrita”. Amigo/a, elige siempre el amor.


* Enviado por el P. Natalio

REFLEXIÓN SOBRE LA OBEDIENCIA


Reflexión sobre la obediencia
La obediencia supone confianza en el que obedece y responsabilidad en el que manda; observancia y docilidad en el que acata y justicia y humildad en el que ordena. Obediencia y autoridad son virtudes en relación permanente.


Por: Jorge Enrique Mújica, LC | Fuente: GAMA-Virtudes y valores 



“He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad” (Hb 10, 9). Nada más repugna al hombre de nuestro tiempo que cumplir una voluntad que no sea la propia. En el fondo subyace esa actitud tan actual de rechazo a todo aquello que frene “la libertad”. En definitiva: que obedecer no está de moda.

Y sin embargo todos los días nuestra vida pasa girando en torno a la obediencia. Es más, desde que nacemos hasta que nos despedimos de este mundo vivimos en actitud constante de obediencia: obediencia a leyes del mundo que ordenan nuestra relación para con la naturaleza; obediencia a unas leyes del Estado que regulan las relaciones entre los hombres; obediencia a una ley interior que regula nuestra relación con Dios.

Ciertamente, para que se dé la obediencia como virtud hace falta mucho más que la simple vivencia inconsciente. Obedecer la ley de la gravedad no tiene mérito. Se vive y ya. Por mucho que alguno deseara omitirla, por más que mueva los brazos, no volará. Sí hay valor en el vivir la obediencia en relación a los demás hombres y en relación con Dios. Es aquí donde nos encontramos con maneras de obedecer que le darán el toque de virtud.

Se puede obedecer por miedo a un castigo, por el prurito de un premio o por amor. Durante el régimen de Hitler muchos se enrolaban en el ejército por temor a ser asesinados en caso de rehusarse: obedecían por temor. En la Edad Media muchos príncipes y caballeros se alistaban en los ejércitos convocados por los reyes y Emperadores pensando en el botín que alcanzarían en caso de ganar la batalla: obedecían por el prurito de un premio. En la guerra cristera mexicana los “soldados” se incorporaban a los regimientos por amor a su fe (que era amor a Dios).

¡He aquí la diferencia! ¡He aquí el detalle donde radica la virtud al obedecer! Y es que la obediencia supone confianza en el que obedece y responsabilidad en el que manda; observancia y docilidad en el que acata y justicia y humildad en el que ordena. Obediencia y autoridad son virtudes en relación permanente. En buena medida, si en el plano de las relaciones entre los hombres se ha dado una crisis en la obediencia es porque antes hubo una crisis en la autoridad. Todos obedecen con ecuanimidad donde hay personas dignas. Mas como todos ejercitamos el mando-autoridad en algún momento de nuestra existencia, en magnitudes y sobre números de personas distintos, no estamos como para echarle la culpa de esta crisis a los otros y sí para comprometernos en un buen desempeño de ella y en una mejora de su imagen.

En el plano de nuestras relaciones con Dios no tenemos nada que argüir. Ante Él no queda más que repetir aquello que decía Virgilio en la Eneida (5, 467): “Cede Deo” (“cede ante Dios”). ¿Y cómo saber ante qué debo ceder? ¿Qué modelos de obediencia puedo tomar de ejemplo? ¿Qué actitudes tomar cuando obedecer me cueste?

Sabemos qué debemos obedecer. Ya lo decía Jesús: “Ya sabes los mandamientos: no cometerás adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre” (Lc 18, 20); y además nuestro interior nos lo dicta: hacer el bien y evitar el mal. Obedecer sólo tiene sentido y plenitud cuando de las intenciones se baja a los hechos. ¿Modelos? Abraham, Moisés, María… ¿Actitudes? Las del amor y la confianza. Dios jamás pedirá algo que esté fuera de nuestro alcance, algo que no podamos darle. Podrá parecernos humanamente imposible pero no será así en el fondo. Uno que ama sólo pedirá al amado más amor.

Obediencia también dice relación con la fe. ¿Cómo entender sino los modelos antes mencionados? A Abraham Dios le prometió una descendencia más grande que las arenas del mar y las estrellas del cielo. Y cuando tuvo a su hijo Isaac ¡Dios le pide sacrificárselo! ¿Cómo no imaginar la lucha interior, el humano pensamiento donde la razón no da para comprender aquellas palabras divinas, “multiplicaré tu descendencia”, y la petición de sacrificio del vástago prometido? Vamos, que si Abraham fuese un chavalito tendría tiempo de sobra para tener más hijos que ofrecerle a Dios y multiplicarse según aquellas promesa; pero era hombre anciano como su esposa Sara. Y qué decir de María: dijo que se hiciera en ella la voluntad de Dios, ¡obedeció libremente! Su sí no era uno cualquiera; no lo estaba dando a una orden de hamburguesas en el restaurante como quien no se entera de lo que está aceptando. Con su respuesta se jugaban muchas otras cosas…; tenía 15 años, era hija única, estaba comprometida… y de repente, ¡embarazada! “¿De quién es María?”, debieron preguntarle sus padres y el mismo José. Y qué iba a responder ella sino la verdad. Verdad verdadera –valga la redundancia- pero costosísima de creer. Y todo por obedecer porque amaba y confiaba en Dios.

Sabemos en qué terminaron aquellas historias: en la paz, en la serenidad de quien sabe ha obedecido. En Cristo hallamos el modelo más perfecto de obediencia -¡y qué obediencia!-. Y mirad qué beneficios nos dio su obedecer la voluntad de Dios al morir de la forma como lo hizo: la paz de sabernos redimidos. Como decía el lema del Papa Juan XXIII: “obediencia y paz”. La consecuencia de la obediencia es la paz. Tan sencillo y tan profundo como eso. Y no se puede olvidar.

EN EL SILENCIO ESCUCHÉ A DIOS


En el silencio escuché a Dios
Todo empezó en el silencio de un oratorio.



Todo empezó en el silencio de un oratorio.

Aprendí a querer a Jesús desde niño. Estudié en un colegio franciscano. Las dulces monjas nos relataban anécdotas de san Francisco. Y hacían vibrar mi corazón infantil con deseos de santidad.

Frente a mi casa las Siervas de María tenían una capilla. Solía visitarla, por las mañanas antes de ir al colegio. Era la gran ilusión de mi vida. Estar con Jesús.

Al crecer estos sueños de santidad se enfriaron. Me han dicho que cuando te alejas de la luz todo lo que te queda es la oscuridad. Y yo andaba en esa oscuridad, buscando respuestas a mis inquietudes.

Me ocurrió como a san Agustín. Buscaba la verdad cuando la llevaba conmigo.

Una mañana, cansado de buscar me senté en la banca de un parque y le dije:

"Bueno, aquí estoy. Haz de mí lo que quieras. A partir de hoy mi vida es tuya. Ya no quiero más que lo que tú quieras".

Estaba extenuado.

Me sentía como Elías en el Sinaí, cuando cansado le dice a Dios que ya no puede más.

A partir de ese instante sucedieron una cantidad impresionante de hechos. Eran tantos y tan maravillosos que no pude dejar de pensar: "Una vez, es casualidad, dos veces es casualidad, veinte veces seguidas, es Dios".

Y me decidí a escribir sobre mis vivencias con Dios. Contaba con sencillez las experiencias cotidianas de un papá de 4 hijos, casado, expuesto a las vicisitudes del mundo

¿QUÉ QUIERES DE MÍ?

Sabía que Dios buscaba algo de mí, como busca algo de ti.

Había leído la vida de Sor María Romero, una santa que se acercó al Sagrario y le preguntó a Jesús: "´¿Quién soy yo?" y escuchó una voz salida del Sagrario que le respondió: "Tú eres la predilecta de mi Madre y la consentida de mi Padre". Y de ti, quién soy? "¡Mi amada…!"

Se me ocurrió hacer lo mismo. Fui a verlo y le pregunté: "¿Qué quieres de mí?". En medio del silencio escuché una voz interior, dulce, maravillosa, que respondía:

"Escribe. Deben saber que los amo".

Aquella experiencia me dejó marcado, pero al tiempo la olvidé, dejando que otras prioridades movieran mi vida y mis anhelos. Las experiencias con la gracia y la Providencia se multiplicaron. Era como Dios quisiera llamar mi atención. Es un Dios celoso, de nuestro amor.

Ocurrió una tarde que fui a un supermercado a buscar a mi esposa Vida. Me telefoneó que la pasara a recoger. Le había dicho a Dios: "Si quieres que escriba me lo tienes que decir directamente". Vaya que a veces nos comportamos como unos perfectos tontos.

Llegué algo cansado por el trabajo. Me bajé del auto y frente a mí una señora que no conocía me preguntó: "¿Usted es Claudio de Castro?" Sonreí amablemente y añadió: "¿Qué ocurre? ¿Po qué no está escribiendo? Escriba". Aquello me sorprendió. "No puede ser", me decía. Entré al supermercado. Aún me veo caminando por sus pasillos cuando otra señora se me acerca. "¿Usted es el que escribe en Panorama Católico?... ¿Por qué no escribe? Debe escribir". A esta altura mis dudas se habían disipado. Me quedó claro lo que debía hacer. Me acerqué a mi esposa que conversaba con una prima y ésta al verme me dijo: "Tengo algo importante que decirte". "Mensaje recibido", exclamé riendo. "Me vas a decir que escriba". Ella me miró asombrada y preguntó: "¿Cómo lo sabes?" Entonces le conté.

Esa tarde regresé a mi casa y me senté a escribir. Desde entonces no me he detenido.

No pasa un día sin que tenga una experiencia maravillosa con Dios.

Una vez un amigo me preguntó: "´¿Acaso te crees especial?" "Por supuesto", le respondí. "Como tú, soy hijo de Dios, y eso nos hace especiales a todos".

Un amigo dijo estas palabras en un programa de radio: "En mi corazón hay un sello y ese sello dice: Jesús". Me pasó igual. Jesús selló mi alma con su infinito Amor. Encontré un tesoro interminable y ahora no lo cambio por nada.


Para mayor información visite

www.tuslibroscatolicos.com
www.edicionesanab.net

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 15 -



Nardo del 15 de Junio
!Oh Sagrado Corazón, Corazón del Uno y Trino Dios!

Meditación: Corre una brisa fresca y parece que junto al pequeño río algo de naturaleza despierta...es el Jordán...un pequeño gentío, allí está el Bautista...se acerca imponente mi Jesús, sin pompas, con sencillez pues es el Verdadero Rey. Se miran, se dicen unas pocas palabras y en ese instante el Cielo habla...se abrieron los Cielos y descendió el Espíritu de Dios. Al mismo tiempo se oyó una Voz que desde el Cielo dijo: "Este es Mi Hijo, el Amado, este es Mi Elegido" (Mateo 3-16).
La misma Trinidad se presentaba en la tierra Santa, mostrándonos en lo pequeño un gran misterio. Tres personas distintas y Un sólo Dios. Jesús, al decirle Sus discípulos "muéstranos al Padre" respondería: "hace tanto tiempo estoy entre ustedes y todavía no me conocen". Nuestra limitada naturaleza no puede entender la ilimitada magnificencia de Dios, Uno en el Otro está, y el mismo Corazón es de nuestro Unico Dios. 

Pidamos al Corazón del Hijo conocer el Amor del Padre, y encerrarnos en El, cubiertos con las Alas del Espíritu Santo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Hagamos la oración de los pastorcitos de Fátima:

 Oh Dios mío, yo creo, espero, adoro y Os amo y Os pido perdón por todos los que no creen, no esperan, no adoran y no Os aman (repetir tres veces). Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, Os adoro profundamente y Os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los Tabernáculos de la tierra en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales El mismo es ofendido, y por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María Os pido por la conversión de los pecadores. Amén

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

FELIZ DÍA!!


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...