viernes, 21 de febrero de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 26



PENSAMIENTO DE SAN JUAN BOSCO

Un apoyo grande para vosotros, un arma poderosa contra las insidias del demonio la tenéis, queridos jóvenes, en la devoción a María Santísima. 

San Juan Bosco

BASTA UNA CEBOLLA


Basta una cebolla
Autor: Padre José Luis Martín Descalzo


¿Conocen ustedes la fábula rusa de la cebolla? Cuentan los viejos cronicones ortodoxos que un día se murió una mujer que no había hecho en toda su vida otra cosa que odiar a cuantos la rodeaban. Y que su pobre ángel de la guarda estaba consternado porque los demonios, sin esperar siquiera al juicio final, la habían arrojado a un lago de fuego en el que esperaban todas aquellas almas que estaban como predestinadas al infierno. ¿Cómo salvar a su protegida? ¿Qué argumentos presentar en el juicio que inclinasen la balanza hacia la salvación? El ángel buscaba y rebuscaba en la vida de su protegida y no encontraba nada que llevar a su argumentación. Hasta que, por fin, rebuscando y rebuscando se acordó de que un día había dado una cebolla a un pobre. Y así se lo dijo a Dios, cuando empezaba el juicio. Y Dios le dijo: "Muy bien, busca esa cebolla, dile que se agarre a ella y, si así sale del lago, será salvada."

Voló precipitadamente el ángel, tendió a la mujer la vieja cebolla y ella se agarró a la planta con todas sus fuerzas. Y comenzó a salir a flote. Tiraba el ángel con toda delicadeza, no fuera su rabo a romperse. Y la mujer salía, salía.

Pero fue entonces cuando otras almas, que también yacían en el lago, lo vieron. 
Y se agarraron a la mujer, a sus faldas, a sus piernas y brazos, y todas las almas salían, salían.

Pero a esta mujer, que nunca había sabido amar, comenzó a entrarle miedo, pensó que la cebolla no resistiría tanto peso y comenzó a patalear para liberarse de aquella carga inoportuna. Y, en sus esfuerzos, la cebolla se rompió. Y la mujer fue condenada.

Sí, basta una cebolla para salvar al mundo entero. Siempre que no la rompamos pataleando para salvarnos nosotros solitos.

EL PADRE NUESTRO PARA IMPRIMIR


OPTIMISMO


Optimismo


En el deporte y en otras áreas no ganan siempre los más dotados sino los más dedicados y los que más ganan ponen.

Ganan los que son entusiastas y perseverantes; los que aprenden de las caídas y son ricos en confianza.

Por eso yo necesito cada día fortalecer mi optimismo con buenas lecturas, la oración y pensamientos positivos. Necesito un filtro para las malas noticias y una gran grabadora para todo lo que brinda ánimo y resolución.

Me conviene alejarme de aquellos que todo lo ven oscuro y que con su negativismo aumentan el mal que critican.

Me hace bien no ver el país o la ciudad con la óptica sombría de ciertos noticieros que jamás destacan todo lo bueno.

Necesito una fe firme y una esperanza sólida para ganar donde pierden los pesimistas y los temerosos.

Cada día tengo el reto y la misión de mirar el sol aunque lo tapen las nubes. Todo es posible para el que cree, decía Jesucristo.

OBSTÁCULOS


Obstáculos
Autor: Jorge Bucay


Este texto que reproduzco aquí no es en realidad un cuento, sino más bien una meditación guiada, diseñada en forma de ensueño dirigido, para explorar las verdaderas razones de algunos de nuestros fracasos. Me permito sugerirte que lo leas lentamente, intentando detenerte unos instantes en cada frase, visualizándote en cada situación.


Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.

Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.

Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. 

Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.Temo... dudo.

Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino.Me detengo. Imposible saltarlo

Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.

Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...

Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.

Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.  

Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.  

Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?    

El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?

Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.

¿CÓMO VIVIR EL AYUNO?



Autor: P. Raniero Cantalamessa, OFM Cap | Fuente: fluvium.org
¿Cómo vivir el ayuno?
Lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –estar a pan y agua- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario



El ayuno se ha convertido en una práctica ambigua. En la antigüedad no se conocía más que el ayuno religioso; hoy existe el ayuno político y social (¡huelgas de hambre!), un ayuno saludable o ideológico (vegetarianos), un ayuno patológico (anorexia), un ayuno estético (para mantener la línea). Existe sobre todo un ayuno impuesto por la necesidad: el de los millones de seres humanos que carecen de lo mínimo indispensable y mueren de hambre.

Por sí mismos, estos ayunos nada tienen que ver con razones religiosas y ascéticas. En el ayuno estético incluso a veces (no siempre) se «mortifica» el vicio de la gula sólo por obedecer a otro vicio capital, el de la soberbia o de la vanidad.

Es importante por ello intentar descubrir la genuina enseñanza bíblica sobre el ayuno. En la Biblia encontramos, respecto al ayuno, la actitud del «sí, pero», de la aprobación y de la reserva crítica. El ayuno, por sí, es algo bueno y recomendable; traduce algunas actitudes religiosas fundamentales: reverencia ante Dios, reconocimiento de los propios pecados, resistencia a los deseos de la carne, solicitud y solidaridad hacia los pobres... Como todas las cosas humanas, sin embargo, puede decaer en «presunción de la carne». Basta con pensar en la palabra del fariseo en el templo: «Ayuno dos veces por semana» (Lucas, 18, 12).

Si Jesús nos hablara a los discípulos de hoy, ¿sobre qué insistiría más? ¿Sobre el «sí» o sobre el «pero»? Somos muy sensibles actualmente a las razones del «pero» y de la reserva crítica. Advertimos como más importante la necesidad de «partir el pan con el hambriento y vestir al desnudo»; tenemos justamente vergüenza de llamar al nuestro un «ayuno», cuando lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –estar a pan y agua- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario, sobre todo si se trata de pan fresco y agua limpia.

Lo que debemos descubrir son en cambio las razones del «sí». La pregunta del Evangelio podría resonar, en nuestros días, de otra manera: «¿por qué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no ayunan?» (es archisabido con cuánta seriedad los musulmanes observan su Ramadán).

Vivimos en una cultura dominada por el materialismo y por un consumismo a ultranza. El ayuno nos ayuda a no dejarnos reducir a puros «consumidores»; nos ayuda a adquirir el precioso «fruto del Espíritu», que es «el dominio de sí», nos predispone al encuentro con Dios que es espíritu, y nos hace más atentos a las necesidades de los pobres.

Pero no debemos olvidar que existen formas alternativas al ayuno y a la abstinencia de alimentos. Podemos practicar el ayuno del tabaco, del alcohol y bebidas de alta graduación (que no sólo al alma: también beneficia al cuerpo), un ayuno de las imágenes violentas y sexuales que televisión, espectáculos, revistas e Internet nos echan encima a diario. Igualmente esta especie de «demonios» modernos no se vencen más que «con el ayuno y la oración». 

TRAS UNA DESILUCIÓN, VUELTA AL TRABAJO


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Tras una desilusión, vuelta al trabajo
En el horizonte no se ven nuevas oportunidades. Uno, entonces, puede sentirse hundido, sin ganas de trabajar.
 
Tras una desilusión, vuelta al trabajo


Pusimos nuestra mirada en un hecho futuro y el corazón se llenó de esperanza. Tras ese próximo cambio en el trabajo, después de la cita con el dentista, con las lluvias que están a la puerta, cuando nos visite aquel pariente tan generoso... 

El hecho en el que pusimos tanta esperanza llegó, y no logramos esa mejora que anhelábamos. Tantas ilusiones, tantos sueños, tantos deseos de mejora: todo quedó esfumado en unos minutos. 

En el horizonte no se ven nuevas oportunidades. Uno, entonces, puede sentirse hundido, sin ganas de trabajar. ¿Para qué esforzarse? En lo íntimo del alma suena una vocecita humilde y discreta: "pues precisamente si aquello en lo que pusiste tanta esperanza no resultó, es ahora el momento de ponerse a trabajar". 

Sí: poner esperanzas en cambios políticos, en lo imprevisible del clima, en la volubilidad de un conocido, nos lleva a desilusiones. Pero no tiene que convertirse nunca en un motivo para cruzarse de brazos y darlo todo por perdido. 

Otras veces, hay que reconocerlo, aquello tan esperado parecía la última playa de salvación. Bueno, tampoco la última... Sabemos que tras un tratamiento que no funcionó, la enfermedad avanzará hasta el momento de la muerte, y antes de la misma podemos ponernos en paz con Dios, con los familiares, con los amigos. Y, si somos sensatos, buscaremos esa paz desde ahora, sin esperar la llegada de una situación terminal. 

En la vida hay muchas desilusiones y muchos reinicios, pero sólo un hecho resulta definitivo: el que queda plasmado tras la muerte. Más allá de ella, nos espera un juicio, que depende de nuestras opciones. Castigo, si el egoísmo y el desamor fueron nuestras últimas palabras. Premio y cielo eterno con Dios y con los santos, si acogimos la misericordia y nos lanzamos a recorrer el camino del amor. 

Un hecho tan esperado se ha desvanecido como niebla ante el sol. Tengo unas manos, un corazón, un tiempo, unos amigos y familiares buenos, y un Dios que cuida a cada uno de sus hijos. Sólo me queda reemprender el trabajo con la mirada puesta en quien me cuida y me ama como Padre bueno y lleno de misericordia. 


Preguntas o comentarios al autor
P. Fernando Pascual LC 

EL EVANGELIO DEL DIA: 21.02.2014

Autor: Diego Calderón, L.C | Fuente: Catholic.net
La cruz nos lleva a Jesucristo
Marcos, 8, 34―9,1. Tiempo Ordinario. Jesús nos invita a tomar nuestra cruz de cada día y seguirle. Sólo con Él nuestra nuestra carga se hace ligera.
 
La cruz nos lleva a Jesucristo
Del santo Evangelio según san Marcos, 8, 34―9,1

Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios»

Oración introductoria

Gracias, Padre Santo, por esta oportunidad que me das de ponerme en tu presencia. Ilumina mi mente y mi corazón con la luz de tu amor. Dame la gracia de escucharte y de aceptar con sencillez tu voluntad en mi vida. Señor enséñame a entender que la cruz de cada día es una oportunidad para crecer en la fe, la confianza y el amor a ti. Ayúdame, Dios mío, a buscar no una vida sin cruces y sin dificultades sino que esas mismas contrariedades y sufrimientos me lleven a ver y encontrar tu mano amorosa.

Petición

Señor Jesús, permíteme entender que la cruz y el sufrimiento son elementos connaturales a nuestra existencia humana. Por eso te pido, Dios mío, que me ayudes a enfrentar la experiencia de la cruz con fe y amor, de manera que se convierta en un camino de conversión e intimidad contigo.

Meditación del Papa Francisco

La Cruz nos da miedo también en la obra de evangelización, pero está la "regla" que el discípulo no es más grande del Maestro. Está la regla que no hay redención sin la efusión de la sangre, no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz. Quizá nosotros pensamos, cada uno de nosotros puede pensar: "Y a mí, ¿a mí qué me sucederá? ¿Cómo será mi Cruz?" No sabemos. No sabemos, ¡pero estará! Debemos pedir la gracia de no huir de la Cruz cuando venga: con miedo ¡eh! ¡Eso es verdad! Eso nos da miedo. Pero seguir a Jesús termina allí. Me vienen a la mente las últimas palabras que Jesús ha dicho a Pedro, en esa coronación pontificia en el Tiberiades: ´¿Me amas? ¡Alimenta! ¿Me amas? ¡Alimenta!.... Pero las últimas palabras eran esas: te llevarán donde no quieres ir. La promesa de la Cruz. María, muy cercana a Jesús, en la Cruz, era su madre, su mamá. Quizá hoy, el día que nosotros la rezamos, será bueno pedirle la gracia no de quitar el miedo - eso debe venir, el miedo de la Cruz... - sino la gracia de no asustarse y huir de la Cruz. Ella estaba allí y sabe cómo se debe estar cerca de la Cruz. (S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta). 

Reflexión 

Cuando tomamos una postura sobrenatural ante la cruz y el sufrimiento hacemos una experiencia de purificación que nos lleva a madurar y crecer en la fe, la esperanza y el amor. El dolor, como el jardinero, poda las ramas secas y enfermas del árbol para que florezca y dé abundantes frutos. En el sufrimiento, aceptado con fe, tenemos una oportunidad única para valorar y apreciar mejor la vida humana. De esta forma, nos hacemos más sensibles y compasivos ante el dolor ajeno.

Propósito

Enfrentaré las dificultades y problemas con un profundo sentido sobrenatural, viendo en esos un camino de confianza en Dios y de salvación.

Diálogo con Cristo

Señor, Tú que has dicho: «el quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», te pido que me ayudes a comprender que el sufrimiento es una experiencia que forma parte íntima de nuestra existencia. Dios mío enséñame a responder con fe y esperanza ante la realidad de la cruz, pues «¿dónde podrá el hombre buscar la respuesta a las cuestiones dramáticas como el dolor, el sufrimiento de los inocentes y la muerte, sino en la luz que brota del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo?» (Juan Pablo II, Fides et Ratio, n. 12).


Él nos exhorta a cada uno de nosotros a tomar cada día nuestra cruz y a seguirlo por el camino del amor total a Dios Padre y a la humanidad. (Benedicto XVI, Audiencia general, 11 de agosto de 2010)



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