domingo, 30 de octubre de 2011

DECALOGO DE LA SERENIDAD

Decálogo de la Serenidad
Autor: Juan XXIII

1. SOLO POR HOY:   Trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

2. SOLO POR HOY:   Tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.

3. SOLO POR HOY:   Seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.

4. SOLO POR HOY:   Me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

5. SOLO POR HOY:   Dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. SOLO POR HOY:   Haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. SOLO POR HOY:   Haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

8. SOLO POR HOY:   Me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré a cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. SOLO POR HOY:   Creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.

10. SOLO POR HOY:   No tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad. Puedo hacer bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida. 

REINA CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL

Reina concebida sin pecado original

El privilegio de la Inmaculada Concepción. Estamos muy de acuerdo con que Dios hiciera una excepción con su Madre, que también es nuestra Madre. Nuestra Madre nació igual a nosotros en todos menos en el pecado original. ¡Bendita Tú, que no pasaste por la amargura del pecado! Así, no manchada por nada, puedes ayudar más eficazmente a los manchados con todos los pecados. Vemos que los doctores y enfermeras se ponen guantes y tapabocas para no contagiarse y poder curar mejor.

María no necesita de eso. No necesita antivirus. Más bien los virus mueren en el acto en su presencia. A veces podría uno pensar que, como uno es pecador, si intenta tocar o dar un beso o una flor a María la contamina. No es cierto. Ella no se contagia de nuestra basura, sino que nosotros nos contagiamos de su pureza y de su santidad.
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