viernes, 19 de julio de 2013

YO SEGUIRÉ CREYENDO


ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES A LA VIRGEN MARÍA



ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES 
A LA VIRGEN MARÍA

Madre querida, Virgen María, acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén.

DAME TUS PECADOS


DAME TUS PECADOS

San Jerónimo era un romano (o mejor dicho del Imperio Romano) de los primeros siglos de la Iglesia. Un hombre entusiasta de los libros, que un día se dio cuenta que estaba gastando la vida en cartuchos que no apuntaban a nada.

Tomó en serio su cristianismo. Lo tomó de una manera total. Él era de la zona de Dalmacia y tenía un carácter de mil demonios. A veces se bandeaba un poco, lo que le sucedía a menudo como a mí y como a alguno de ustedes. El le decía al Señor: 
-Miserere mei domine quia dátmata sum- (Perdóname Señor, soy Yugoslavo)... El mismo se reconocía de carácter fuerte.

Se hizo monje y pasó una Cuaresma de penitencias, de ésas a rajatabla: ayuno, vigilias, nostalgias, ansiedades. Toda la perrada se le despertó. 
El Viernes Santo a las tres de la tarde, hora en que murió el Señor, había puesto una cruz de palo grande en un arbolito. Como a la misma hora tuvo una visión: vio al Señor Jesús boqueando en la agonía de la cruz...

Se le acercó y Jesús le dijo: -¡Jerónimo! ¡Mira cómo estoy por vos!- Y Jerónimo le contestó: -Si, Señor, por eso vine.- 
-Jerónimo, ¿qué serías capaz de darme para que me ayude en el momento en el que estoy?- 

Y Jerónimo le dijo: -Señor, no sé, te doy mis ayunos, mis penitencias, mis noches sin dormir, todo lo que hice en esta Cuaresma.- 
Le habló Jesús: -Sois un buen muchacho. Pero comprende que eso en este momento no me ayuda para nada.-

-Y, no sé, Señor, te regalo la nostalgia de todo lo que dejé allá en Roma, mis amigos, familia, el hogar que no hice.-

-Gracias Jerónimo. Sois un buen muchacho, pero comprende que a mí en este momento...¿De qué me sirve?-

-No sé, Señor, te regalo todo lo que me espera en la vida. Me pongo a tu disposición para lo que sea.

-Está bien, gracias. Pero en este momento, que yo necesito algo de vos ¿qué serías capaz de darme? 
Y Jerónimo quedó como con la pólvora mojada y sin perros.

-Señor, no sé qué es lo que vos quisieras en este momento.

Entonces Jesús lo miró y le dijo: -Jerónimo, dame tus pecados para no morir a disgusto.

P. Mamerto Menapace , osb

VENCIDO POR EL MIEDO


VENCIDO POR EL MIEDO

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa". 

Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

—"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

Y le responde el rey:

—"Dime soldado". 

—"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?". 

—"Ve y mira tú mismo", respondió el rey. 

El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía: 

—"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta". 

¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgarnos?. 
¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?


¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?

En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: 

"Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza ,van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no  ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos  quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?"  Después de mucho pensar uno de ellos dijo:

 "Ah!! ya sé!. Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamas".

Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del  monte mas alto del mundo"; a lo que inmediatamente  respondió otro: "no, recuerda que les dimos fuerza, alguna  vez alguien subirá, y la encontrará; y si la encuentra  uno, ya todos sabrán dónde está".

Otro dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la  Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que les dimos  inteligencia, y un día alguien construirá una nave en  la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirán,  y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a Nosotros ".

El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las  propuestas de los demás dioses, analizó en silencio  cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la  encuentren"; todos voltearon asombrados y preguntaron  al unísono: "¿Dónde? ". 

"La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan  ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán".Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido  así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad  sin saber que la trae consigo...

EL EVANGELIO DE HOY: 19.07.2013

Autor: H. Stefan Wise | Fuente: Catholic.net
Yo quiero misericordia y no sacrificios
Mateo 12, 1-8. Tiempo Ordinario. Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.
 
Yo quiero misericordia y no sacrificios
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8 

En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado». 

Oración introductoria 

Jesús, tú me conoces muy bien; sabes que no soy digno de estar en tu presencia, pero quiero pasar unos minutos contigo. En esta meditación, ayúdame a acercarme más a ti, a conocerte más y ser más como tú. Pongo en tus manos a todas las almas que me has encomendado.

Petición

Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.

Meditación del Papa

Es tal la importancia de esta expresión del profeta, que el Señor la cita nuevamente en otro contexto, a propósito de la observancia del sábado. También en este caso, Jesús asume la responsabilidad de la interpretación del precepto, revelándose como "Señor" de las mismas instituciones legales. Dirigiéndose a los fariseos, añade: "Si comprendierais lo que significa: -Misericordia quiero y no sacrificios-, no condenaríais a personas sin culpa". Por tanto, Jesús, el Verbo hecho hombre, "se reconoció", por decirlo así, plenamente en este oráculo de Oseas; lo hizo suyo con todo el corazón y lo realizó con su comportamiento, incluso a costa de herir la susceptibilidad de los jefes de su pueblo. Esta palabra de Dios nos ha llegado, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos. (Benedicto XVI, 8 de junio de 2008).

Reflexión 

Jesús en este evangelio nos invita a fijar la mirada en una realidad impresionante: el hambre. Pero no es el hambre que sentimos después de un largo día de trabajo o después practicar un deporte durante varias horas. Se trata del hambre que mucha gente no reconoce: la felicidad. Cuántos de nosotros deseamos una vida más profunda. Tenemos hambre de Dios porque él nos creó para sí mismo. Quisiéramos amar más y ser más amados. Quisiéramos ser más felices y ver a los demás felices.

Jesús mismo es el secreto de nuestra felicidad: él nos sacia. Es el pan que sacia un hambre espiritual que percibimos con poca facilidad. Cuando estamos con él, cuando pensamos en él, cuando lo amamos con actos concretos de amor, entonces nuestra vida tiene sentido y es cuando estamos alegres.

Cuando los fariseos juzgan a los discípulos de Jesús, sale a su encuentro y les defiende. «Yo quiero misericordia y no sacrificios». Hay tantas almas que no conocen a Jesús, quieren algo más en su vida, sufren porque no saben de dónde vienen ni a dónde van. Cuántas almas podemos ayudar simplemente dando testimonio de la vida que llevamos, de nuestra alegría, nuestra sonrisa o nuestros actos de caridad.

Propósito

Encomendaré en un momento de silencio a mis conocidos que están alejados de la fe.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por ser mi amigo, pero este don es demasiado grande para mí. Quiero compartirlo con todos mis conocidos. Eres el sentido de mi vida, un sentido que quiero entregar a mis amigos. Soy verdaderamente feliz; quiero dar testimonio de mi alegría a mis familiares. Poseo la felicidad duradera; daré una sonrisa a todos los que están tristes. Tú sacias mi hambre; sacia el hambre de mis almas.


«Los grandes éxitos de la técnica y de la ciencia, que han mejorado notablemente las condiciones de vida de la humanidad, no ofrecen soluciones a las preguntas más profundas del espíritu humano. Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede saciar la sed de verdad y de felicidad de nuestro corazón» (Benedicto XVI).



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