miércoles, 3 de julio de 2013

OÍR Y ESCUCHAR


Oír y escuchar

Una pareja celebraba sus bodas de oro, y estuvieron todo el día de fiesta, celebrando con cantidad de familiares y amigos que acudieron a felicitarle. Por eso, se sintieron aliviados cuando al anochecer, pudieron quedarse solos en el jardín contemplando la puesta de sol y descansando del ajetreo de todo el día.

En un determinado momento, el anciano se quedó mirando afectuosamente a  su mujer y le dijo:
- "¡Querida, estoy orgulloso de ti!"

- "¿Qué has dicho?" preguntó la anciana. Ya sabes que soy un poco dura de oído. Habla más alto.

- "¡Estoy orgulloso de ti!"

- "Me parece muy lógico", dijo ella con un gesto despectivo. 
"También yo estoy harta de ti".

Querido Amigo:

Por desgracia, frecuentemente ni siquiera oímos lo que el otro está diciendo. La perfecta escucha consiste en escuchar tanto a los demás, como a uno mismo.

 La perfecta visión consiste en mirar tanto a los demás como a uno mismo.

 Porque nunca comprenderán a los demás quienes no se han escuchado a sí mismos; ni podrán ver la realidad de los demás quienes no se han explorado a sí mismos. El perfecto oyente te escucha, aunque no digas nada.

HABLAR

Habla de tal modo que cuando hables, tus palabras sean una bendición. 

Si algún día entendiéramos la importancia y el alcance que tienen las palabras que salen de nuestra boca; el mundo sería distinto.

Con la boca: 
Podemos derrotar al más cruel enemigo o levantar a nuestro mejor amigo.
Podemos ser medicina o veneno mortífero.
Podemos curar o sangrar una herida.
Podemos dar alivio o causar dolor permanente.
Podemos vivir o morir eternamente.

Si pudiéramos elevar nuestra voz con proclamaciones sinceras de nuestro corazón, si pudiéramos sonreír luego de elevar nuestra voz después de haberle dicho algo a alguien, entonces seriamos felices.

¿Cuál es el sabor del dolor ajeno? ¿Cuál es la razón de ser veneno? 
¿Por qué atacamos al que está a nuestro lado, cuando sabemos que mañana  podremos necesitarlo?

- Porque nos creemos suficientes y por eso menospreciamos al otro, y por si ésto fuera poco, tratamos de hundirlo para poder subir nosotros.

¿Estamos subiendo peldaños con dolor y egoísmo? ¿Estamos tan ciegos que no podemos ver nuestro egoísmo?

- A tu lado tienes personas que Dios ha puesto en tu camino para que no te sientas solo, para que tengas con quien construir un futuro, formar relaciones, ya sean pasajeras o de por vida y para que intercambies tus pensamientos, obras y sentimientos.

¿Cuál es tu actitud con los que te rodean? ¿Te atreverás a ser diferente y a brindar amor?

- Recuerda que no estás solo y tampoco querrás estarlo. Cómo vivirás y cómo te sentirás mañana, depende de lo que hagas hoy

TOMÁS, PERSEGUIDO POR CRISTO

Autor: P. Juan J. Ferrán | Fuente: Catholic.net
Tomás, perseguido por Cristo
Vamos a contemplar la figura de Santo Tomás a la luz de ese amor de Dios, hoy que celebramos su fiesta.
Tomás, perseguido por Cristo
El Apóstol llamado Tomás en los Evangelios (Mt 10, 3; Mc 3,18, Lc 6,15) es apodado "Dídimo" que significa "gemelo" (Jn 11,16). Entra casi en el Evangelio de una forma silenciosa. Sus primeras palabras afirman en una ocasión su deseo de morir con Jesús (Jn 11, 16).

Posteriormente se manifiesta con un estilo racionalista ante las palabras de Jesús, asombrándose de cómo se puede conocer un camino, no sabiendo a dónde se va (Jn 14,4). Finalmente conocemos su incredulidad ante el hecho de la Resurrección ( Jn 20, 24-29) y su presencia en la aparición de Jesús en el lago de Tiberíades (Jn 2, 1-14).

Tras la Ascensión lo contemplamos en Jerusalén con los demás apóstoles. La tradición le asigna como actividad misionera Persia y la India. La ciudad hindú de Calamina, donde se supone que murió, no ha sido identificada. Santo Tomás murió mártir Sus restos fueron traslados a Edesa.

Vamos a contemplar la figura de Sto. Tomás a la luz de ese amor de Dios que siempre persigue al hombre para que se salve y llegue al conocimiento de la verdad. Es una de las formas más bellas de ver la misericordia divina.

Dios siempre persigue al hombre cuando éste se sale del camino del amor y de la verdad que él le ofrece. La misericordia no es tanto una actitud pasiva de Dios, siempre dispuesto a perdonar, cuanto una acción de Dios positiva consistente en buscar la oveja perdida una y otra vez. El Evangelio está lleno de imágenes bellísimas de este estilo de Dios. Desde el buen Pastor que abandona el rebaño a buen recaudo para ir a buscar a la oveja perdida, hasta ese Cristo que providencialmente se hace presente siempre allí donde alguien le necesita, la realidad es que Dios persigue al hombre una y otra vez ofreciéndole su Corazón abierto para que vuelva.

La misericordia divina, -un atributo precioso de Dios-, se convierte así en esa larga persecución de Dios al hombre a lo largo de toda la vida por medio de innumerables gracias que respetan indudablemente la libertad del hombre. No se resigna a perder a nadie. Dios no abandona a nadie, a no ser que alguien le abandone a él.

Desde el momento en que Dios crea a cualquier ser humano, esa persona se convierte en objeto inmediato del amor de Dios. A partir de ahí Dios se hace garante de un compromiso destinado a lograr, respetando la libertad humana, la salvación del hombre. Jamás desiste Dios de este compromiso, suceda lo que suceda y pase lo que pase. Es tal el amor de Dios hacia el hombre que, aun rechazado, olvidado, abandonado, blasfemado, Dios sigue llamando a las puertas del corazón una y otra vez, hasta el último momento de la vida. Este comportamiento divino se encierra en una palabra: "alianza". Dios ha hecho una alianza de amor con el hombre que él siempre respetará.

Desgraciadamente el hombre con frecuencia toma a broma este amor de Dios. Cree que la misericordia divina consiste en burlarse del amor de Dios que siempre terminará perdonando, incluso sin que medie la petición de perdón. Así muchos seres humanos juegan inconscientemente a lo largo de la vida con la misericordia divina, olvidándose de aquellas palabras de S. Pablo: "Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación". En esta actitud se da un equívoco de fondo. Nada tiene que ver la Misericordia infinita de Dios con la certeza de que el hombre va a estar dispuesto a pedir perdón un día. La Misericordia divina siempre estará asegurada; no así la petición de perdón del hombre. La Misericordia divina necesita la actitud humilde del hombre que reconoce su mentira, su equivocación, su deslealtad al amor de Dios.

A pesar de los pecados cometidos, una y otra vez, nunca hay motivo o razón para dudar de la Misericordia divina. El amor de Dios es más grande que nuestros pecados, por terribles que fueran. Ahí tenemos a Pedro, a Zaqueo, a la mujer adúltera, a tantas personas pecadoras con quienes Cristo se encontró. Nunca encontraron en él el reproche amargo, el rechazo cruel, la crítica amarga. Al revés, todos los pecadores, que reconocieron su pecado, encontraron en Cristo el perdón, el aliento, el ánimo, la esperanza que tanto les ayudó a encontrar el camino de la paz y del bien. No deja de tener un significado muy consolador esa imagen del Crucificado, en la que Cristo, clavado en la Cruz, tiene los brazos abiertos para siempre, convirtiéndose así en la imagen de ese Dios que siempre espera, que siempre acoge, que siempre abraza.



Preguntas y comentarios al autor de este artículo 

RESERVADO PARA SUS AMIGOS


Reservado para sus amigos
Autor: Santa Clara de Asís


"Coloca tus ojos ante el espejo de la eternidad,
coloca tu alma en el esplendor de la gloria,
coloca tu corazón en aquel que es figura de la sustancia divina
y transfórmate totalmente, por medio de la contemplación,
en la imagen de su divinidad.

Entonces también tú experimentarás
lo que está reservado únicamente a sus amigos,
y gustarás la dulzura secreta que Dios mismo ha reservado
desde el inicio a los que lo aman.

Sin conceder siquiera una mirada a las seducciones,
que en este mundo falaz y agitado
tienden lazos a los ciegos para atraer hacia ellas su corazón,
con todo tu ser ama a aquel que por tu amor se entregó"

FRESA ESTUPENDA


Fresa estupenda
Autor:  Padre Justo López Melús


El pobre pesimista todo lo ve al revés. Para él el día está emparedado entre dos noches. Y un vaso que contiene agua hasta la mitad, para él está medio vacío. Como aquel fariseo recalcitrante que, en vez de asombrarse al ver a Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret, exclamó: «Dice que es Hijo de Dios, y ni siquiera sabe nadar».

Un optimista, en cambio, perseguido por un tigre, llegó corriendo a un precipicio y se colgó agarrado a una raíz. El tigre le olfateaba desde arriba. El hombre miró hacia abajo, y en el fondo le esperaba otro tigre. Dos ratones empezaron a roer la raíz. Entonces encontró a su lado una fresa estupenda. Se agarró a la raíz con una mano, y con la otra cogió la fresa. ¡Qué rica estaba!

ORACIÓN A SANTO TOMÁS APÓSTOL


EL EVANGELIO DE HOY: 03.07.2013

Autor: P José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net
Dichosos los que no han visto y han creído
Juan 20, 24-29. Fiesta de Santo Tomás. La bendición de la fe es también para nosotros, los que estamos a más de dos mil años de distancia de los apóstoles.
 
Dichosos los que no han visto y han creído
Del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29


Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».

Oración introductoria

Señor Jesús, cuánto me parezco a Tomás. Quiero respuestas inmediatas a mis peticiones. Quiero experimentar tu presencia en la oración, sin ponerme humildemente en tu presencia, sin guardar el silencio, interior y exterior, sin estar atento ni ser dócil a tus inspiraciones. Mi pobre actitud quiere cambiar, con tu gracia, lo puedo lograr.

Petición

¡Señor mío y Dios mío! Aumenta mi fe.

Meditación del Papa

Él, está vinculada a la fe de la Iglesia: no somos creyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. El Credo que proclamamos cada domingo en la Eucaristía nos protege precisamente del peligro de creer en un Dios que no es el que Jesús nos ha revelado: En aquel momento Jesús exclama: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto". Pensaba en el camino de la Iglesia, fundada sobre la fe de los testigos oculares: los Apóstoles. Comprendemos ahora que nuestra fe personal en Cristo, nacida del diálogo con "Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros". Agradezcamos siempre al Señor el don de la Iglesia; ella nos hace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida. Benedicto XVI, Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, 2011.

Reflexión

"Dichosos aquellos que crean sin haber visto". Parece mentira que uno de los elegidos del Señor, no crea la palabra de los apóstoles, sino que al contrario busque creer solamente por los signos sensibles.

Tomás parece una persona de nuestro tiempo porque solamente cree aquello que le presenten los sentidos.

Los sentidos son muy buenos, porque nos ayudan a aprender más cosas, a saborear, oler, contemplar, sentir..., pero en el campo de la vida espiritual, estos nos estorban, como le sucedió a Santo Tomás, que no quería creer hasta no ver ni tocar.

Aquí es donde viene la bendición de Dios para aquellos que sin ver crean. La bencidión de la fe es también para nosotros, los que estamos a dos mil años de distancia de los apóstoles. Para nosotros vendrán las bendiciones de Dios, si creemos en todo lo que Él nos ha prometido. Pidamosle que aumente nuestra fe, para que seamos dignos de recibir tales bendiciones.

Propósito

Ser testigo de la esperanza cristiana en mi familia, en mi grupo de amigos, trabajo o lugar de estudio.

Diálogo con Cristo

Señor, como a Tomás me pides una fe viva. Una actitud activa, un corazón abierto, una vida mantenida siempre en pie de lucha, perseverante y fiel, aun en medio de las dificultades. Aquí estoy Señor, cuenta conmigo para colaborar en la nueva evangelización. 
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