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lunes, 25 de julio de 2022

EL SENTIDO DE IR A MISA



 El sentido de ir a Misa


Una persona que siempre iba a Misa, escribió una carta al editor de un periódico quejándose de que no tenía ningún sentido ir a Misa todos los domingos.

He ido a la Iglesia por 30 años, escribía; en ese tiempo he escuchado algo así como unos 3.000 sermones. Pero, por mi vida, no puedo recordar uno solo de ellos. Por eso pienso que estoy perdiendo mi tiempo y los sacerdotes están perdiendo su tiempo dando sermones.

Para al deleite del editor, esto empezó una verdadera controversia en la columna de "Cartas al Editor". Esto continuó durante semanas hasta que alguien escribió esta nota:

"He estado casado por 30 años. Durante ese tiempo mi esposa me ha cocinado unas 32.000 comidas. Pero no puedo recordar el menú entero de todas esas comidas.  Pero sé una cosa: esas comidas me nutrieron y me dieron la fuerza necesaria para hacer mi trabajo. Si mi esposa no me hubiera dado todas esas comidas, estaría físicamente muerto hoy. Igualmente, si no hubiera ido a la iglesia para nutrirme ¡estaría espiritualmente muerto hoy!"

Cuando tú no estás en nada... ¡Dios sí está en algo!  La fe ve lo invisible, cree lo increíble y recibe lo imposible. ¡Da gracias a Dios por nuestra nutrición física y espiritual!

Y cuando Satanás toque a tu puerta, simplemente di: Jesús, ¿podrías atender la puerta por favor?

Creo en Dios como un ciego cree en el sol, no porque lo ve, sino porque lo siente. 

miércoles, 29 de septiembre de 2021

¿TE CUESTA ENTENDER LO QUE PASA EN LA MISA? TE LO EXPLICAMOS DE FORMA SENCILLA



 ¿Te cuesta entender lo que pasa en la Misa? 

Te lo explicamos de forma sencilla 

Escrito por: P. Juan José Paniagua


La Misa es el sacrificio de Cristo que se ofreció a si mismo una vez para siempre en la Cruz. Es el centro de nuestra vida cristiana y la acción de gracias que presentamos a Dios por su gran amor hacia nosotros. No es otro sacrificio, no es una repetición. Es el mismo sacrificio de Jesús que se hace presente. Es una re-presentación del Calvario, memorial, aplicación de los méritos de Cristo.

Tiene dos partes: la liturgia de la palabra (después de estar bien preparados por la petición de perdón de los pecados) y la liturgia de eucaristía, que es el  ofrecimiento al Padre por parte de Jesús y nuestra, pues también nosotros somos hijos de Dios.

Para saber aprovechar los grandes frutos espirituales que se nos dan a través de la Celebración Eucarística, hay que conocerla, entender sus gestos y símbolos, y participar en ella con reverencia.

Aquí te ofrecemos la primera entrega de una muy buena explicación que puede ayudarte a participar mejor en este sacrificio 🙂


1. Ritos iniciales

• Canto de entrada


Nos preparamos para comenzar la misa con el canto de entrada. Es un canto que nos une a todos porque a la misa venimos personas de distintos lugares, culturas, edades y cantamos a una voz, como un cuerpo que somos en torno a Cristo. Nos unimos para celebrar uno de los dones más grandes que Jesús nos dejó: la Eucaristía.



• Señal de la cruz

La misa empieza propiamente con la señal de la cruz y terminará también de la misma manera, cuando recibimos la bendición final. Hacer la señal de la cruz nos recuerda que le pertenecemos a Cristo. En el lenguaje bíblico, el nombre representa a la persona misma. Empezar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo no es sólo mencionar el nombre de Dios, sino ponernos en su presencia.



• Acto penitencial

Puestos en la presencia de Dios, la Iglesia nos invita a reconocer con humildad que somos pecadores. Porque como dice san Pablo: “Mi proceder no lo comprendo, pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rm 7, 15). Algo así nos sucede a todos… Por eso, al empezar la Eucaristía reconocemos humildemente frente a todos nuestros hermanos, que somos pecadores. Y para pedirle perdón a Dios, usamos las palabras del ciego que oyó que Jesús pasaba cerca, y como sabía que no podía curarse a sí mismo, sino necesitaba del auxilio de Dios, se puso a gritar en medio de la multitud: “Señor, ten piedad de mí”. Así, con confianza en la misericordia de Dios, rezamos también el “Señor ten piedad”.



• Canto del Gloria

En los domingos y solemnidades se reza este himno, que resume el sentido máximo de la vida cristiana: darle gloria a Dios. Alabar a Dios, no sólo porque es bueno, o porque nos ayuda, o por las cosas que nos da. Darle gloria por quién es Él, porque es Dios. Nos ayuda a estar bien orientados, a afirmar que el sentido máximo de nuestra vida es Él.


• Oración colecta

Este no es el momento en el que se pasa la limosna, eso viene después. Se trata de la oración colecta. Es el momento en el que el sacerdote invita a toda la comunidad a rezar pidiendo. Por eso al empezar la oración el sacerdote dice a todos: “oremos”. Y extiende las manos en señal de súplica. Es el momento de recogernos todos en silencio y pedirle también al Señor por nuestras necesidades. Al terminar la oración colecta todos nos unimos a lo que el sacerdote ha pedido, diciendo juntos: Amén! Se llama colecta porque es la oración que recoge las peticiones de todos. Porque como dice el Señor en el Evangelio: “Si dos de Uds se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, lo conseguirán de mi Padre que está en los Cielos” (Mt 18, 19-20). Y es una oración que nos une con la Iglesia toda, ya que en cualquier rincón del mundo donde se celebre la misa ese día, se pedirá por lo mismo.


2. Liturgia de la Palabra

El Señor Jesús, antes de alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre en la mesa del sacrificio, nos alimenta primero en la mesa de la Palabra. A través de las lecturas, vamos a escuchar directamente a Dios que nos habla a nosotros, que somos su pueblo.


• Lecturas


La primera lectura está tomada de alguno de los libros del Antiguo Testamento. Es importante meditarlas, porque por estas palabras, Dios fue preparando a su Pueblo para la venida de Cristo. Y también nos preparan a nosotros para escuchar a Jesús, ya que la primera lectura está directamente relacionada con el Evangelio que se va a leer.

Después de la primera lectura, se lee el salmo. Los salmos siempre han sido una oración muy importante en la historia de la Iglesia, porque cuando rezamos con los salmos rezamos con las mismas palabras de Dios, palabras que Él pone en nuestra boca para que sepamos cómo pedir, cómo expresarnos. Con los salmos aprendamos a rezar, aprendemos a hablar con Dios, usando sus mismas palabras, que se convirtieron en oración.

La segunda lectura está tomada del Nuevo Testamento: de las cartas de San Pablo, o las Epístolas Católicas o del libro de los Hebreos o el Apocalipsis. Es decir, son los escritos de los apóstoles, escuchamos la predicación de los primeros hombres a los que Jesús les dijo: “Vayan y hagan discípulos míos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.” (Mt 28, 19-20).




• Evangelio

En la primera lectura Dios nos habló por sus profetas, en la segunda por sus apóstoles, ahora en el Evangelio nos habla directamente por medio de su Hijo Jesucristo. Es el momento más importante de la liturgia de la Palabra, vamos a escuchar directamente a Jesús hablando, enseñando, curando. La palabra Evangelio significa “buena noticia” y esta buena noticia no es sólo un mensaje, ¡es Jesús mismo! ¡La mejor noticia que ha existido! Es un momento muy importante, por eso nos ponemos de pie, cantamos con alegría el aleluya y el Evangelio es proclamado por el sacerdote. Lo escuchamos de pie, en señal de atención y de la prontitud que queremos tener para seguirlo. Y al iniciar, nos hacemos la señal de la cruz en la frente, la boca y el pecho, como diciendo que recibimos la Palabra de Dios en la mente, la confesamos con la boca y la guardamos en el corazón.


• Y por último … La Homilía

No basta oír la Palabra de Dios, sino que también necesitamos que nos sea explicada de manera adecuada. Homilía viene de una palabra griega que significa “diálogo”, “conversación”. Es el momento en el que el sacerdote explica los pasajes proclamados para poder ahondar en ellos. Si en el Evangelio Dios nos habla por su Hijo Jesucristo, en la homilía nos habla por su Iglesia.


3. Liturgia de la Eucaristía



Presentación de dones

Es el momento en el cual se lleva al altar el pan y el vino, dos alimentos muy sencillos, que el sacerdote ofrecerá a Dios para que Cristo se haga presente en la Eucaristía. La sencillez de estos alimentos nos recuerda al niño que le llevó a Jesús sus ofrendas, cinco panes y dos peces. Era todo lo que tenía, pero esa pequeñez, puesta en las manos de Jesús, se convirtió en abundancia y alcanzó para alimentar a una multitud inmensa e incluso sobró. Así nuestras sencillas ofrendas de pan y vino, puestas en las manos del Señor, también se convertirán en abundancia, en lo más grande, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo para alimentar a una gran multitud que está hambrienta de Dios. En cada misa, ¡nosotros somos esa multitud! Junto a este pan y vino, le presentamos también a Dios, de manera simbólica, algo de nosotros mismos. Le ofrecemos nuestros esfuerzos, sacrificios, alegrías y dolores. Le ofrecemos nuestra fragilidad para que Él haga obras grandes con nosotros. Para que cuando Dios convierta el pan y el vino en el Cuerpo y al Sangre, también nos convierta a nosotros, nos haga mejores, más semejantes a Él.



Oración secreta

Terminada la presentación de dones, el sacerdote se inclina ante el altar y dice una oración secreta. Es secreta pero no en el sentido que nadie la pueda conocer, sino en que la dice en voz baja. Son varios los momentos en los que el sacerdote dice una oración secreta. En esta ocasión dice: “Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”. Es un momento importante porque manifiesta que cuando el sacerdote celebra la misa, está rezando, no simplemente repite gestos mecánicos, sino está dialogando con Dios.




Prefacio

Esta palabra viene de dos palabras en latín: pre – factum, que significa literalmente “antes del hecho”. Y se llama así porque está justamente antes del hecho más importante de toda la misa: la plegaria eucarística, que son todas las oraciones que rodean el momento de la consagración. En el prefacio hay un diálogo con el sacerdote, que siempre dice: “Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor”. Es que en el prefacio hemos dado gracias a Dios, hemos reconocido sus obras de amor y lo alabamos. Todo esto verdaderamente eleva nuestro corazón. Ésa es la actitud interior a la que la liturgia nos conduce, elevar el corazón para estar listos para el momento más importante: cuando Cristo se haga presente con su Cuerpo y su Sangre. Por eso el Papa Benedicto decía: “Debemos elevar nuestro corazón al Señor no sólo como una respuesta ritual, sino como expresión de lo que sucede en este corazón que se eleva y arrastra hacia arriba a los demás”.



Santo

El prefacio termina con este canto de alabanza a Dios. La letra está tomada totalmente de las Sagradas Escrituras. La primera parte, es un canto que hemos aprendido del coro de los ángeles, que el profeta Isaías oyó que le cantaban a Dios junto a su trono. El tres veces santo repetido, nos recuerda las tres personas divinas de la Santa Trinidad. Y la segunda parte es la aclamación que le dicen a Jesús cuando está entrando montado en un burrito a Jerusalén el domingo de Ramos: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor, hossana!” Estaban felices aclamando Jesús, el rey esperado, que entraba a su ciudad. Nosotros en la misa también aclamamos a Cristo que está a las puertas de hacerse presente ante nosotros. Por eso podemos decir que el santo, es un canto de hombres y ángeles, que nos unimos para alabar a Dios.



Epíclesis

Es el momento en el cual se invoca al Espíritu Santo para que santifique las ofrendas de pan y vino que hemos presentado. Por eso en ese momento el sacerdote extiende e impone las dos manos sobre las ofrendas. Así como el Espíritu Santo descendió sobre la Virgen María para que concibiera e hiciera presente a Jesús en su seno, ahora invocamos al Espíritu Santo para que descienda sobre estos dones y también haga presente a Cristo entre nosotros.




Relato de la institución y consagración

Hemos llegado al corazón de la plegaria eucarística, al momento más importante de la misa. Siguiendo el mandato que Jesús le dijo a sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, el sacerdote, actuando en la persona misma de Cristo, pronuncia las palabras de la institución de la Eucaristía, las mismas que Jesús pronunció el día de la Última Cena. Y esas palabras tienen el poder de transformar la realidad. Así como cuando Dios dijo: “que se haga la tierra”, y la tierra se hizo. Cuando Jesús le dijo al paralítico: “toma tu camilla, levántate y anda” y el paralítico que nunca había podido caminar, se puso de pie y empezó a caminar. O cuando le dijo a su amigo Lázaro que llevaba 3 días en la tumba: “¡Lázaro sal fuera!” y Lázaro volvió a la vida y salió de la tumba. Así como Dios, cuando pronuncia su Palabra, la Creación le obedece, en la misa, cuando Dios pronuncia su Palabra a través del sacerdote: “tomen y coman que esto es mi cuerpo…”, “tomen y beban que esto es mi sangre…”, su Palabra, que es eficaz, transforma la realidad y las ofrendas de pan y vino dejan de serlo y se convierten realmente, en el cuerpo y la sangre del Señor Jesús. Verdaderamente Cristo, en su cuerpo, sangre, alma y divinidad.




Padre nuestro

Antes de recibir la comunión, la Iglesia nos invita a rezar la oración que Cristo nos enseñó. San Cipriano decía: “¿Qué oración podría escuchar el Padre más gustosamente que aquella en la que escucha la voz de su Hijo único, de Jesucristo?”. Cuando rezamos el Padre nuestro, el Padre reconoce la voz de su Unigénito en nosotros. Y es así, porque cuando rezamos el Padre nuestro, estamos rezando no con nuestras palabras, sino con las palabras de Dios, con las mismas palabras con las que Jesucristo nos enseñó a rezar. La oración no es Padre mío, sino nuestro. Es una invitación al amor entre nosotros, a la fraternidad, a la hermandad, a la reconciliación. El Papa Francisco lo ha dicho muy claramente: “Esta es una oración que no se puede rezar con enemigos en el corazón, con rencores con el otro”. Es una oración que prepara nuestro corazón, porque nos invita a la comunión.



Comunión

Cuántas veces hemos dicho: ¡me muero de hambre! Tanto así nuestro cuerpo rechaza la experiencia de tener el estómago vacío, que nos expresamos así. Pero tenemos un hambre más profundo aún. El hambre de Dios. Cristo se hace alimento, porque no quiere dejarnos vacíos, Él ha venido a traernos vida y vida en abundancia. Es el momento de la comunión. Es cuando el sacerdote se acerca a distribuir el alimento de la Eucaristía. Se le llama también comunión porque al recibir el cuerpo de Cristo, entramos en una íntima y profunda común – unión con Él. Cuando alguien come algo, eso que ha comido se convierte en parte de tu cuerpo y se hace uno contigo y ya nadie lo puede separar. Cuando recibimos el Cuerpo de Cristo, con este alimento sucede algo distinto, no sólo se vuelve parte de nosotros, sino sobre todo nosotros nos volvemos en aquello que comemos, nos Cristificamos, nos hacemos más como el Señor. Este es el verdadero alimento, el alimento de vida eterna, que quien lo reciba, vivirá para siempre.



Bendición final y despedida

La misa termina como la empezamos, con la señal de la cruz. Podemos ir en paz, porque hemos visto a Dios, nos hemos encontrado con Él y estamos renovados para seguir en la misión que Dios nos encarga. Al terminar la misa el sacerdote nos da la bendición final. La palabra bendición viene de dos palabras: bien y decir. Decir bien de alguien. Generalmente cuando alguien nos halaga, eso no nos hace ni mejores ni peores personas. Pero cuando Dios dice bien de nosotros, su Palabra sí nos hace distintos, nos da esa gracia para librar el buen combate de la fe. Así termina la misa y estamos listos para seguir adelante con nuestra vida cristiana.

domingo, 18 de julio de 2021

PAPA FRANCISCO ESTABLECE RESTRICCIONES A MISAS EN LA FORMA EXTRAORDINARIA


 

Papa Francisco establece restricciones a Misas en la forma extraordinaria

Redacción ACI Prensa

Foto: Vatican Media



El Papa Francisco promulgó este 16 de julio el motu proprio “Traditiones Custodes”, que establece restricciones para la celebración de las Misas en latín en la forma extraordinaria previa a la reforma de 1970, usando el Misal Romano de 1962.

Este motu proprio está acompañado por una carta de Papa que explica a los obispos del mundo el porqué de los cambios que rigen desde este 16 de julio.

En ambos textos el Santo Padre hace referencia también al motu proprio Summorum Pontificum promulgado por Benedicto XVI en 2007.

Francisco recordó que “San Juan Pablo II y Benedicto XVI concedieron la posibilidad de utilizar el Misal Romano promulgado por San Pío V, editado por San Juan XXIII en 1962, para la celebración del Sacrificio Eucarístico”.

“La facultad, concedida por un indulto de la Congregación para el Culto Divino en 1984 y confirmada por San Juan Pablo II en el motu proprio Ecclesia Dei de 1988, estaba motivada sobre todo por el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento liderado por el arzobispo Lefebvre”, explicó Francisco.

Asimismo, con Summorum Pontificum, Benedicto XVI “pretendía introducir ‘una regulación jurídica más clara’ en la materia, concediendo una ‘posibilidad más amplia’ para utilizar el Misal de 1962”. “Reconoció plenamente que ‘el Misal promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la lex orandi de la Iglesia católica de rito latino’”, añadió.

El Papa recordó que Benedicto XVI “se sintió reconfortado en su discernimiento por el hecho de que quienes deseaban ‘encontrar la forma, para ellos querida, de la sagrada Liturgia’, ‘aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y eran fieles al Papa y a los Obispos’”.

Sin embargo, trece años después, el Papa Francisco pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe enviar un cuestionario sobre la aplicación de Summorum Pontificum. “Las respuestas recibidas pusieron de manifiesto una situación que me duele y preocupa, y confirmaron la necesidad de intervenir”, expresó.

El Papa Francisco dijo que “lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que pretendían ‘hacer todo lo posible para que todos los que desean verdaderamente la unidad puedan permanecer en ella o redescubrirla’, ha sido a menudo gravemente ignorada”.

Francisco también advirtió “los abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia” y por ello pidió a los obispos “procurar que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos”.

“Las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es el 'sacramento de la unidad’, por lo que deben hacerse en comunión con la Iglesia”, escribió el Santo Padre.

En este sentido, el Papa Francisco dijo a los obispos que “en el ejercicio de mi ministerio al servicio de la unidad, tomo la decisión de suspender la facultad concedida por mis Predecesores, y les pido que compartan conmigo esta carga como forma de participación en la preocupación por toda la Iglesia”.

“En el motu proprio he querido afirmar que corresponde al Obispo, como moderador, promotor y guardián de la vida litúrgica en la Iglesia, de la que es principio de unidad, regular las celebraciones litúrgicas. Por tanto, les corresponde a ustedes, como ordinarios locales, autorizar en sus Iglesias el uso del Misal Romano de 1962, aplicando las normas del presente motu proprio. Sobre todo, les corresponde trabajar por el regreso a una forma unitaria de celebración, verificando caso por caso la realidad de los grupos que celebran con el Misal Romano de 1962”, escribió el Papa.

Al mismo tiempo, solicitó que los seminaristas y los nuevos presbíteros sean educados en la fidelidad del Misal y a los libros litúrgicos del Concilio Vaticano II.


Motu Proprio

El Motu Proprio “Traditiones Custodes” está formado por ocho artículos.

El primero señala que “los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”.

El segundo, que el obispo diocesano es el “moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica en la Iglesia particular que le ha sido confiada”, por lo que “le corresponde la regulación de las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis”. “Es de su exclusiva competencia autorizar el uso del Missale Romanum de 1962 en la diócesis, siguiendo las orientaciones de la Sede Apostólica”, señaló.

En esta línea, cada sede episcopal deberá “nombrar a un sacerdote que, como delegado del obispo, se encargue de las celebraciones y de la atención pastoral de dichos grupos de fieles”. Este presbítero debe conocer el latín y estar animado por “una viva caridad pastoral y de un sentido de comunión eclesial”.

Por ello, el Santo Padre estableció en el artículo cuarto que “los presbíteros ordenados después de la publicación del presente motu proprio, que quieran celebrar con el Missale Romanum de 1962, deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, que consultará a la Sede Apostólica antes de conceder la autorización”.

“Los presbíteros que ya celebran según el Missale Romanum de 1962, pedirán al obispo diocesano la autorización para seguir manteniendo esa facultad”, describe el artículo quinto.

En este sentido, “la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, para los asuntos de su competencia, ejercerán la autoridad de la Santa Sede, vigilando la observancia de estas disposiciones”, indica el séptimo artículo.

Por último, el Santo Padre subrayó que “quedan abrogadas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores que no se ajusten a las disposiciones del presente motu proprio” que “entra en vigor inmediatamente”.


Antecedentes

En una carta enviada en 2007 a los obispos del mundo, Benedicto XVI explicó que el motu proprio Summorum Pontificum permite a los sacerdotes celebrar Misa de acuerdo al Misal de 1962 como “forma extraordinaria” del Rito Romano.

El ahora Papa Emérito destacó entonces que el Misal publicado por el Papa San Pablo VI seguiría siendo la “forma ordinaria” del Rito. 

Benedicto XVI, que renunció al pontificado en 2013, insistió en que el motu proprio no se retractaba de las reformas litúrgicas solicitadas por el Concilio Vaticano II.

También rechazó algunas posturas que consideraban que causaría divisiones en las comunidades parroquiales.

“Este temor es infundado”, escribió el Pontífice y aseguró que “el uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo”.  

“Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no solo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles”.

Los rumores sobre posibles restricciones a Summorum Pontificum se difundieron a fines de mayo luego de que el Papa Francisco sostuviera una reunión, a puertas cerradas, de preguntas y respuestas con obispos de la Conferencia Episcopal Italiana reunidos en Roma para su asamblea plenaria anual.

Según dos obispos que estuvieron en el encuentro, el Papa insinuó nuevas regulaciones, aunque no dio ningún detalle al respecto.

En junio, el Cardenal chino Joseph Zen-ze kiun, Obispo Emérito de Hong Kong, se refirió a los rumores como “noticias bastante preocupantes”. El Purpurado insistió en que la forma extraordinaria no es divisiva.

“De hecho, nos une a nuestros hermanos y hermanas de todas las épocas, a los santos y a los mártires de todos los tiempos, a aquellos que han luchado por su fe y que han encontrado en ella un nutriente espiritual inagotable”, escribió el Cardenal en su blog.

Por su parte, el Cardenal Robert Sarah, cuya renuncia al cargo de prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos fue aceptada en febrero, publicó el 8 de julio varios comentarios en su cuenta de Twitter, en defensa de Summorum Pontificum.

“A partir del motu proprio Summorum Pontificum y pese a las dificultades y las resistencias, la Iglesia ha iniciado un camino de reforma litúrgica y espiritual que, aunque lenta, es irreversible”, escribió el Purpurado africano.

“Pese a las intransigentes actitudes clericales de oposición a la venerable liturgia latino-gregoriana, actitudes típicas de ese clericalismo que el Papa Francisco ha denunciado en repetidas ocasiones, una nueva generación de jóvenes emergió en el corazón de la Iglesia”, indicó el Cardenal Sarah.

“Esta generación es la de las familias jóvenes que demuestran que esta liturgia tiene un futuro porque tiene un pasado, una historia de santidad y de belleza que no se puede borrar ni abolir de la noche a la mañana”, aseguró.

En 2020, la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) en el Vaticano pidió a los obispos del mundo que informen sobre la aplicación de Summorum Pontificum en sus diócesis.

El Cardenal Luis Ladaria, prefecto de la congregación, escribió el 7 de marzo de 2020 a los presidentes de las conferencias episcopales pidiéndoles distribuir un cuestionario de nueve puntos.

La encuesta de la CDF incluía preguntas como “En su opinión, ¿hay aspectos positivos o negativos en el uso de la forma extraordinaria?” y “¿Cómo ha influido el motu proprio Summorum Pontificum en la vida de los seminarios (el seminario de la diócesis) y otras casas de formación?”.

El cuestionario también preguntaba si la forma extraordinaria responde “a una verdadera necesidad pastoral” o es “promovida por un solo sacerdote”.

A los obispos se les preguntó si ellos personalmente usan el Misal de 1962 y qué consejo ofrecerían sobre la forma extraordinaria.

En su carta de presentación, el Cardenal Ladaria escribió: “Trece años después de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI, Su Santidad el Papa Francisco desea ser informado sobre la aplicación actual de dicho documento”.

El Cardenal pidió a los obispos enviar sus respuestas hasta el 31 de julio de 2020.

En su carta de 2007, Benedicto XVI alentó a los obispos del mundo “a escribir a la Santa Sede un informe sobre vuestras experiencias tres años después de que entre en vigor este motu proprio”, es decir en 2010.

La Pontificia Comisión Ecclesia Dei publicó en 2011 la nota explicativa Universae Ecclesiae, en la que se clarifica algunos aspectos de Summorum Pontificum.

En marzo de 2020, la CDF anunció la publicación de dos decretos con nuevos prefacios eucarísticos y una provisión para la celebración opcional, en la forma extraordinaria, de los santos más recientes.

El decreto Quo magis proporcionó siete nuevos prefacios eucarísticos para la forma extraordinaria de la Misa, que pueden ser usados para ocasiones particulares, como Misas votivas o los días de fiesta de los santos.

El segundo decreto, Cum sanctissima, establece una provisión para la celebración de las fiestas de tercera clase de los santos canonizados después de julio de 1960, cuyos memoriales se establecieron luego del Misal Romano de 1962.


Traducido y adaptado por Mercedes De La Torre y Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA

domingo, 7 de febrero de 2021

¿QUÉ QUIERE DECIR MISA?



 ¿Qué quiere decir Misa?

Cada domingo a la Misa ¿Pero sabemos el significado de esa palabra?


Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org



Pregunta:

Enviamos este mail para consultar si uds. saben la etimología, o el origen exacto de la formación de la palabra ‘misa’. Hemos tratado de averiguarlo, y lo único que nos hemos enterado es que esta palabra ‘no pertenece al latín’. Nos interesa mucho saber si ustedes pueden iluminarnos al respecto, saludos y gracias E. y M. M.D. Argentina

Respuesta:

Estimados:

El Sacrificio Eucarístico recibió diversos nombres en el transcurso de los siglos. A partir del s. IV el nombre más frecuente es el de Misa, palabra que proviene del verbo latino mittere, que significa enviar. Es una forma derivada y vulgar de la palabra misión. La expresión misa la derivan algunos de las oraciones dirigidas o enviadas a Dios; otros de la dimisión o despedida de los catecúmenos (los que se están preparando para el bautismo), que no podía asistir a la celebración del misterio eucarístico, sino sólo a la introducción hasta el Credo. Según parece, al principio designaba únicamente la ceremonia de despedida de los catecúmenos; después significó las ceremonias e instrucciones que la precedían (misa de los catecúmenos); más tarde, la celebración del misterio eucarístico (misa de los fieles), y que es el sentido actual.

Según enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 1332, se denomina al sacrificio eucarístico con la palabra Misa ‘porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de los fieles (del verbo ‘missio’, enviar) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana’.

jueves, 4 de febrero de 2021

PAPA FRANCISCO: LA MISA NO PUEDE SER SOLO ESCUCHADA COMO SI FUÉRAMOS ESPECTADORES


 

Papa Francisco: La Misa no puede ser “solo escuchada” como si fuéramos espectadores

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



Durante la audiencia general de este miércoles 3 de febrero, el Papa Francisco advirtió que la expresión “yo voy a escuchar Misa” no es correcta porque la Misa no puede ser “solo escuchada, como si fuéramos solo espectadores”.

“La Misa no puede ser solo ‘escuchada’ como si nosotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. ¡El centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su acción, porque es Él, Cristo, es el Protagonista de la liturgia”, indicó el Papa.

Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Santo Padre reflexionó en la oración con la liturgia y destacó que “la vida está llamada a convertirse en culto a Dios, pero esto no puede suceder sin la oración, especialmente la oración litúrgica”.

En esta línea, el Pontífice señaló que “la liturgia, precisamente por su dimensión objetiva, pide ser celebrada con fervor, para que la gracia derramada en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de cada uno”.

Además, el Santo Padre reconoció que en la historia de la Iglesia ha existido “en más de una ocasión, la tentación de practicar un cristianismo intimista, que no reconoce a los ritos litúrgicos públicos su importancia espiritual” y añadió que esa tendencia reivindicaba “la presunta mayor pureza de una religiosidad que no dependiera de las ceremonias exteriores, consideradas una carga inútil o dañina”.

Sin embargo, el Papa recordó la Constitución del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium que “reafirma de forma completa y orgánica la importancia de la divina liturgia para la vida de los cristianos, los cuales encuentran en ella esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Persona viviente, y su Misterio un evento histórico”.

“La oración de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvación. Podríamos decir que podemos orar con el cuerpo, el cuerpo entra en la oración”, afirmó el Papa.

En este sentido, el Santo Padre citó el Catecismo de la Iglesia Católica para destacar que “la misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora”.

“La liturgia, en sí misma, no es solo oración espontánea, sino algo más y más original: es acto que funda la experiencia cristiana por completo y, por eso, también la oración. La liturgia es evento, es acontecimiento, es presencia, es encuentro con Cristo”, añadió.

De este modo, el Papa subrayó que “Cristo se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia es un cristianismo sin Cristo” y agregó que “incluso en el rito más despojado, como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el escondite de una casa durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles”.

“Que este pensamiento nos ayude a todos: cuando se va a la Misa los domingos, voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bautismo, por ejemplo, Cristo está allí que bautiza. ‘No Padre esta es una idea, es un modo de decir’. No, no es un modo de decir, Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está a tu lado”, concluyó el Papa.

domingo, 5 de julio de 2020

12 CONSEJOS PARA PORTARSE Y VIVIR MEJOR LA MISA


12 consejos para portarse y vivir mejor la Misa
Para poder aprovechar al máximo los grandes frutos espirituales que se recibe en la Misa se debe participar en ella con reverencia.


Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa




Para poder aprovechar al máximo los grandes frutos espirituales que se recibe en la Misa se debe participar en ella con reverencia.

Aquí 12 reglas de oro o consejos prácticos que servirán para aprovechar la Misa al máximo y participar, activa y reverentemente, en la Eucaristía.

1. No usar el celular: No lo necesitas para hablar con Dios

Los teléfonos celulares nunca deben utilizarse en Misa para hacer llamadas o enviar mensajes de texto. Es posible contestar una llamada de emergencia, pero fuera del templo. Por otro lado, sí es posible usar el teléfono para lecturas espirituales u oraciones, aunque se debe ser discreto.

2. Ayunar antes de la celebración eucarística

Consiste en abstenerse de tomar cualquier alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción del agua y de las medicinas.

Los enfermos pueden comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior. El propósito es ayudar a la preparación para recibir a Jesús en la Eucaristía.

3. No comer ni beber en la iglesia

Las excepciones serían: alguna bebida para niños pequeños o leche para los bebés, agua para el sacerdote o para los miembros del coro (con discreción) y para los enfermos.

Llevar un bocadillo a la iglesia no es apropiado, porque el templo es un lugar de oración y reflexión.

4. No mascar chicle

Al hacer esto se rompe con el ayuno, ocurre una distracción, se es descortés en un entorno formal, y no ayuda en la oración.

5. No usar sombrero

Es descortés usar un sombrero dentro de una iglesia. Si bien esta es una norma cultural, debe cumplirse. Así como nos sacamos el sombrero cuando se hace un juramento, igual debe hacer en la iglesia como un signo de respeto.

6. Santiguarse con agua bendita al entrar y salir del templo

Este es un recordatorio del Bautismo, sacramento por el que renacemos a la vida divina y somos hechos hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Es necesario estar plenamente consciente de lo que sucede al santiguarse, y debe hacerse diciendo alguna oración.

7. Vestir con modestia

A los católicos se les invita a asistir vestidos adecuadamente ya que, si es algo que se suele hacer comúnmente para una fiesta o algún otro tipo de compromiso, no hay razón para no hacer lo mismo al asistir a Misa.

8. Llegar algunos minutos antes del inicio de la Misa

Si por alguna razón no se puede llegar a tiempo, es recomendable sentarse en la parte de atrás para no molestar a las demás personas. Llegar a la Misa temprano permite orar y prepararse mejor para recibir a Cristo.

9. Arrodillarse hacia el Sagrario al entrar y salir del templo

Al permitir que nuestra rodilla toque el piso, se reconoce que Cristo es Dios. Si alguien es físicamente incapaz de hacer la genuflexión, entonces un gesto de reverencia es suficiente. Durante la Misa, si se pasa delante del altar o del tabernáculo, se debe inclinar la cabeza con reverencia.

10. Permanecer en silencio durante la celebración

Al ingresar al templo se debe guardar silencio. Si se tiene que hablar, hágalo de forma silenciosa y breve. Recuerde que mantener una conversación puede molestar a alguien que está orando.

Si tiene un niño o un bebé, puede sentarse cerca de alguna salida ante cualquier contratiempo.

Recuerde que no hay razón para sentir vergüenza por tener que calmar o controlar a su hijo, dentro o fuera de la iglesia. Enséñeles a comportarse, especialmente con su propio ejemplo.

11. Inclinarse al recibir la comunión

Si es Dios, entonces se puede mostrar respeto inclinando cabeza como reverencia. Si lo desea puede hacer una genuflexión. Esta es una práctica antigua que ha continuado hasta el día de hoy.

12. Espere a que la Misa termine

Debemos permanecer en la Misa hasta la bendición final. Recuerde que uno de los mandamientos de la Iglesia es oír Misa entera los domingos y fiestas de guardar.

Es una buena costumbre, aunque no requerida, ofrecer una oración de acción de gracias después de la celebración.

Finalmente, la salida debe ser en silencio a fin de no molestar a otras personas que deseen permanecer en el templo rezando.
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