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domingo, 1 de enero de 2023

MARÍA, MADRE DE DIOS - 1 DE ENERO



MARÍA, MADRE DE DIOS

1 DE ENERO



María, escogida para ser la “Theotokos”, vocablo griego que significa “La que ha engendrado a Dios”.

San Juan Pablo II señaló que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.

María, madre de Dios, es también y por consecuencia Madre de La Iglesia. Jesús mismo nos ha dado a María, su madre, para nuestro consuelo y socorro, para que la amemos y acojamos como madre nuestra. ¿Cómo no podríamos aceptar este gran regalo, viniendo del corazón de Jesús?

Que este año y siempre, sepamos ver en María la auténtica madre de Dios y madre nuestra, y con confianza nos dejemos sostener como niños en sus manos para aprender a caminar en el camino de la fe.

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS - 1 DE ENERO DE 2023



¡Feliz Solemnidad de María, Madre de Dios!

1 de enero de 2023



El 1 de enero comienza un nuevo año civil y la Iglesia Católica lo inicia celebrando la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Con esto, la Iglesia Católica se encomienda, desde el primer día, a los cuidados maternales de María, Madre de Dios. La Virgen, quien tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador, es también la que protege a todos sus hijos en Cristo, los asiste y acompaña durante su peregrinar en este mundo.


La “Theotokos”

A continuación presentamos algunos datos que pueden ayudarnos a entender cómo es que surge este título en honor a la Virgen, y lo que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.

La celebración dedicada a “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la más antigua que se conoce en Occidente. En las catacumbas de Roma -los subterráneos que sirvieron de refugio a la cristiandad primigenia y donde los cristianos se reunían para celebrar la Santa Misa- han sido halladas numerosas inscripciones y pinturas que dan cuenta de la antigüedad de esta celebración mariana.

Por otro lado, de acuerdo a un antiguo escrito del siglo III, los cristianos de Egipto ya se dirigían a María como “Madre de Dios”, usando las siguientes palabras: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita". Esta oración está recogida en la Liturgia de las Horas desde hace siglos.

Para el siglo IV, el título de “Madre de Dios” ya estaba incorporado en la oración de los fieles y se usaba con frecuencia tanto en la Iglesia de Oriente (Theotokos) como en la de Occidente (Mater Dei). Para ese entonces, era parte del sentir común de la cristiandad dirigirse a la Virgen María como “Madre de Dios”; o dicho en otras palabras, los cristianos habían hecho suyo aquel título mariano y lo consideraban parte integral de su devoción e identidad.


María, Madre elevada por encima de toda controversia

A pesar de la mencionada convicción de los fieles, en el siglo V Nestorio cuestionó que María pudiese ser llamada Madre de Dios, porque -a su modo de ver- no lo era realmente: “¿Entonces Dios tiene una madre? En consecuencia no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”, sugería el también arzobispo de Constantinopla.

Lo que quizás Nestorio no logró avizorar por completo, arrastrado por el error, fue que su cuestionamiento tenía implicancias cristológicas, es decir, no solo deshonraba a la Virgen María al poner en entredicho que fuese, efectivamente, madre de la “persona” de Cristo, una y única; sino que su celo desmedido por “proteger” la divinidad del Señor le terminó jugando en contra.

Claramente, Nestorio había incurrido en un gravísimo error que desembocará en los mares turbulentos de la herejía. El arzobispo de Constantinopla había introducido una separación -o más bien una ruptura- entre las dos naturalezas –divina y humana– presentes en Jesús.

Para la Iglesia, María no podía ser solo “madre” de la humanidad de Cristo y no serlo de su divinidad sin que quede afectado el ser más íntimo del Señor, segunda Persona de la Trinidad; y con ello, distorsionar toda comprensión de la obra salvífica -empezando por el acontecimiento de la Encarnación-.


Concilio de Éfeso

Los obispos de aquel tiempo, por su parte, reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo; y declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es Dios".

Aquel día, los padres conciliares, acompañados por el pueblo y portando antorchas encendidas, realizaron una gran procesión al canto de: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".


Respuestas mariológicas del Magisterio reciente

San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, señalaba lo siguiente: “La expresión Theotokos, que literalmente significa ‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina”. Luego añadía:

“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con 'El. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”.

Asimismo, el Pontífice señalaba que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.


¡Intercede por nosotros, Madre nuestra!

Para terminar, es importante recordar que María no es sólo Madre de Dios, sino que también es Madre nuestra porque así lo quiso Jesucristo, voluntad expresada en su testamento desde la cruz.

Por ello, pidámosle a María, al comenzar el nuevo año, que nos ayude a ser cada vez más como su Hijo, el Señor Jesús.  

viernes, 31 de diciembre de 2021

IMÁGENES DE MARÍA MADRE DE DIOS - 1 DE ENERO





















 

SIETE DATOS PARA ENTENDER LA SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS, LA THEOTOKOS



7 datos para entender la Solemnidad de María, Madre de Dios, la “Theotokos”

Redacción ACI Prensa




“Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios”, dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium (Num. 66) de la Iglesia.


Aquí 7 datos sobre la "Solemnidad de Santa María, Madre de Dios" que se celebra cada primero de enero.


1. Con esta solemnidad concluye la Octava de Navidad

Con esta Solemnidad se concluye la Octava de Navidad, un conjunto de ocho días, desde el 25 de diciembre, en los que la Iglesia actualmente celebra el Nacimiento de Jesús.

En el Antiguo Testamento (Gen. 17,9-14) se puede leer que hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo era la circuncisión al octavo día después del nacimiento.

El Hijo de Dios así también lo vivió y recibió en ese momento el nombre anunciado a la Virgen María.

“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción” (Lc. 2,21).


2. María era llamada "Theotokos" por los primeros cristianos

Los primeros cristianos solían llamar a la Virgen María como la “Theotokos”, que en griego significa “Madre de Dios”.

Este título aparece en las catacumbas debajo de la ciudad de Roma y en antiguos monumentos de oriente (Grecia, Turquía, Egipto).

Los Obispos reunidos en el Concilio de Éfeso (431), ciudad donde según la tradición la Virgen pasó sus últimos años antes de ser asunta al cielo, declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".


3. El título de Madre de Dios proviene de las primeras oraciones cristianas

“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios” dice una de las antiguas oraciones marianas de los cristianos de Egipto del siglo III.

Cabe resaltar que ese título de “Madre de Dios” (“Theotokos”) no existía y que fue creado por los cristianos para expresar su fe.


4. Es una de las más antiguas fiestas marianas

La “Maternidad de María” es una de las primeras fiestas marianas que se dio en la cristiandad. Se dice que por el siglo V, en Bizancio, había una “memoria de la Madre de Dios” que se celebraba el 26 de diciembre, al día siguiente de la Navidad.

Poco a poco se fue introduciendo en la liturgia romana en un día de la Octava de Navidad y ya por el siglo VIII  se encuentran para esta conmemoración antifonales con el título de “Natale Sanctae Mariae”, así como oraciones y responsorios con los que se honraba la divina “Maternidad de María”.


5. En el mismo día también se celebra la Jornada de la Paz

Con el tiempo, esta memoria de la Virgen fue desplazada para conmemorar la “Circuncisión del Señor”, pero se mantendría el acento mariano. En 1931 el Papa Pío XI la reestableció para el 11 de octubre con ocasión del XV centenario del Concilio de Éfeso y le dio una categoría equivalente a la Solemnidad actual.

Años después, en esta fecha, San Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II (1962).

Con la reforma litúrgica de 1969, la “Maternidad de María” pasó a celebrarse al 1 de enero, día en que se inicia el “calendario civil”. Un año antes, en 1968, el Beato Pablo VI instituyó para este día la Jornada Mundial de la Paz. Es así que el primer día del año se celebra a María y se ora por la paz.


6. Es el dogma mariano más importante

El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante dogma sobre la Virgen María y todos los demás dogmas marianos encuentran su sentido en esta verdad de fe.

Los otros dogmas marianos son que María tuvo una Inmaculada Concepción, Perpetua Virginidad y que fue llevada en cuerpo y alma al cielo (Asunción).

Asimismo, Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado y todas las alabanzas contenidas en las letanías del Santo Rosario.


7. María dio su consentimiento para ser la Madre de Dios

En noviembre de 1996 San Juan Pablo II explicó que “la expresión ‘Madre de Dios’ nos dirige al Verbo de Dios, que en la Encarnación asumió la humildad de la condición humana para elevar al hombre a la filiación divina”.

“Pero ese título, a la luz de la sublime dignidad concedida a la Virgen de Nazaret, proclama también la nobleza de la mujer y su altísima vocación. En efecto, Dios trata a María como persona libre y responsable y no realiza la encarnación de su Hijo sino después de haber obtenido su consentimiento”, afirmó. 

PAPA FRANCISCO: MARÍA SONRÍE Y NOS PIDE SEGUIR A SU HIJO QUE NO DEFRAUDA JAMAS



Papa Francisco: María sonríe y nos pide seguir a su Hijo que no defrauda jamás

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa




En su última homilía de este año 2021, antes del inicio del Año Nuevo 2022, el Papa Francisco afirmó que la Virgen María sonríe a todos, muestra al Niño Jesús que ha nacido en Navidad, y alienta a seguirlo en la vida cotidiana con confianza y esperanza.

Así lo indicó el Santo Padre en la homilía de las Vísperas de la Solemnidad de María Madre de Dios, oración presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, este viernes 31 de diciembre en la Basílica de San Pedro.

“Hermanas y hermanos, hoy la Madre, la Madre María y la Madre Iglesia, nos muestra al Niño. Nos sonríe y nos dice: ‘Él es el camino. Síganlo, tengan confianza’. Sigámoslo en el camino cotidiano”, dijo el Papa Francisco en su homilía.

“Él da plenitud al tiempo, da sentido a las obras y a los días. Tengamos confianza, en los momentos alegres y en los dolorosos, la esperanza que Él nos da es la esperanza que no defrauda jamás”, resaltó.

El Papa precisó que “los problemas no han desaparecido, las dificultades y las preocupaciones no faltan, pero no estamos solos: el Padre ‘ha enviado a su Hijo’ (Gal 4,4) para rescatarnos de la esclavitud del pecado y restituirnos la dignidad de hijos”.

“Él, el Unigénito, se ha hecho primogénito entre muchos hermanos, para reconducirnos a todos nosotros, perdidos y dispersos, a la Casa del Padre. Este tiempo de pandemia ha incrementado en todo el mundo el sentido de pérdida”.

Francisco destacó que “luego de una primera fase de reacción, en la que nos hemos sentido solidarios en la misma marca, se ha difundido la tentación del ‘sálvese quien pueda’, pero gracias a Dios hemos reaccionado de nuevo con el sentido de responsabilidad”.

“Verdaderamente podemos y debemos decir ‘gracias a Dios’ porque la elección de la responsabilidad solidaria no viene del mundo: viene de Dios, de hecho viene de Jesucristo, que ha impreso una vez y para siempre en nuestra historia la ‘ruta’ de su vocación originaria: ser todos hermanas y hermanos, hijos del único Padre”.

El Papa también dedicó parte de su homilía a alentar a Roma a ser acogedora y solidaria, especialmente para con quienes están en las periferias de la llamada “Ciudad Universal”, como la llamó hoy el Santo Padre.


La Navidad

El Papa recordó que “en estos días la Liturgia nos invita a despertar en nosotros el estupor por el misterio de la Encarnación. La fiesta de la Navidad es tal vez aquella que mayormente suscita esta actitud interior: el estupor, la maravilla, el contemplar, como los pastores de Belén, que primera reciben el luminoso anuncio angélico y luego corren y encuentran efectivamente el signo que se les había indicado: el Niño envuelto en pañales dentro de un pesebre”.

En la Iglesia Católica, la Navidad se celebrar durante ocho días en lo que se conoce como Octava de Navidad, desde la tarde del 24 de diciembre hasta el 1 de enero, Solemnidad de María Madre de Dios.

Además, el tiempo de Navidad se extiende hasta la fiesta del Bautismo del Señor, en el domingo siguiente a la Epifanía que suele celebrarse el 6 de enero.

En su homilía, el Papa dijo que los pastores de Belén “con lágrimas en los ojos se arrodillan ante el Salvador recién nacido. Pero no solo ellos, también María y José están llenos de santa maravilla por aquello que los pastores cuentan haber oído del ángel sobre el Niño”.

“Es así: no se puede celebrar la Navidad sin estupor, pero un estupor que no se limite a una emoción superficial, ligada a la exterioridad de la fiesta, o peor aún, al frenesí consumista. Si la Navidad se reduce a esto, nada cambia: mañana será igual que ayer, el próximo año será como el pasado, y así”, advirtió el Santo Padre.

Hacer esto, dijo, “sería como calentarse por unos instantes ante el fuego de una sartén y no exponernos con todo nuestro ser ante la fuerza del Acontecimiento, no captar el centro del misterio del nacimiento de Cristo. Esto es el centro: ‘El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’ (Jn 1, 14)”.

“Lo escuchamos repetir en esta liturgia vespertina con la que se abre la Solemnidad de María Madre de Dios. Ella es la primera testigo, la primera y la más grande, y al mismo tiempo la más humilde. La más grande porque es la más humilde. Su corazón está lleno de estupor, pero sin sombra de romanticismos, ni edulcorantes ni espiritualismos. No”.

El Papa resaltó luego que “la Madre nos devuelve a la realidad, a la verdad de la Navidad, que está contenida en estas tres palabras de San Pablo: ‘nacido de mujer’ (Gal 4,4)”.

“El estupor cristiano no se origina en los efectos especiales ni en mundos fantásticos sino en el misterio dela realidad: ¡no hay nada más maravilloso y asombroso que la realidad! Una flor, un poco de tierra, una historia de vida, un encuentro, el rostro arrugada de un viejo y el rostro recién florecido de un niño. Una mamá que tiene en brazos a su niño y lo amamanta”.

Francisco destacó que “el misterio brilla allí. Hermanos, hermanas, el estupor de María, el estupor de la Iglesia, está lleno de gratitud. La gratitud de la Madre que, contemplando al Hijo, siente la cercanía de Dios, siente que Dios no ha abandonado a su pueblo, ha venido, está cerca, es Dios-con-nosotros”.

Luego del rezo de las Vísperas, se realizó la adoración del Santísimo, la bendición y se entonó el tradicional Te Deum en acción de gracias por el fin del año 2021. La celebración concluyó con el villancico “Cristianos vayamos” en latín.

 

viernes, 1 de enero de 2021

¡FELIZ SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS! 1 DE ENERO 2021



¡Feliz Solemnidad de María, Madre de Dios!
Redacción ACI Prensa




Comienza un nuevo año y la Iglesia, cada 1 de enero, lo inicia celebrando la Solemnidad de María, Madre de Dios. La Iglesia católica se encomienda así, desde el primer día, a los cuidados maternales de María, verdadera Madre de Dios. La Virgen, quien tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador, es también la que protege a todos sus hijos en Cristo, los asiste y acompaña durante su peregrinar en este mundo.

A continuación presentamos algunos datos que pueden ayudarnos a entender cómo es que surge este título en honor a la Virgen, y lo que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.

La celebración dedicada a “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la más antigua que se conoce en Occidente. En las catacumbas de Roma -los subterráneos que sirvieron de refugio a la cristiandad primigenia y donde los cristianos se reunían para celebrar la Santa Misa- han sido halladas numerosas inscripciones y pinturas que dan cuenta de la antigüedad de esta celebración mariana.

Por otro lado, de acuerdo un antiguo escrito del siglo III, los cristianos de Egipto ya se dirigían a María como “Madre de Dios”, usando las siguientes palabras: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita". Esta oración está recogida en la Liturgia de las Horas desde hace siglos.


Para el siglo IV, el título de “Madre de Dios” ya estaba incorporado en la oración de los fieles y se usaba con frecuencia tanto en la Iglesia de Oriente (“Theotokos”) como en la de Occidente (”Mater Dei”). Para ese entonces, era parte del sentir común de la cristiandad dirigirse a la Virgen María como “Madre de Dios”; para decirlo de algún modo, los cristianos habían hecho suyo dicho título mariano y lo consideraban integrante de su devoción e identidad.

Sin embargo, en el siglo V, Nestorio -quien incurrió en herejía- cuestionó que María pudiese ser llamada Madre de Dios, porque -a su modo de ver- no lo era. “¿Entonces Dios tiene una madre? En consecuencia no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. El cuestionamiento de Nestorio tenía implicancias cristológicas, es decir, no solo deshonraba a la Virgen María, sino que ponía en entredicho que fuese efectivamente madre de la “persona” -una y única- de Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad.

Nestorio había caído en un gravísimo error. Había introducido una separación -más bien una ruptura- entre las dos naturalezas –divina y humana– presentes en el Señor Jesús. María no podía ser solo “madre” de la humanidad de Cristo sin afectar toda la obra salvífica de la encarnación.

Los obispos, por su parte, reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo; y declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Aquel día, los padres conciliares, acompañados por el pueblo y portando antorchas encendidas, realizaron una gran procesión al canto de: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, señaló lo siguiente: “La expresión Theotokos, que literalmente significa ‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina”. Luego añadió:


“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”.

Asimismo, señaló que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.

Para terminar, es importante recordar que María no es sólo Madre de Dios, sino que también es madre nuestra porque así lo quiso Jesucristo en la cruz. Por ello, al comenzar el nuevo año, pidámosle a María que nos ayude a ser cada vez más como su Hijo.
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