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viernes, 23 de enero de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 23 DE ENERO DEL 2015
Elección de los doce
Tiempo Ordinario
Marcos 3, 13-19. Tiempo Ordinario. Ser mensajeros del amor de Dios con nuestra vida, nuestro modo de actuar, de hablar, de pensar.
Por: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
Oración introductoria
Jesús, gracias por también pensar en mí, por llamarme y buscarme para que en este momento de oración pueda experimentar tu amor. No dejes que te defraude, dame tu gracia para poder escucharte y cumplir con tu voluntad, siempre.
Petición
Ayúdame, Señor, quiero quedarme contigo, permite que sea fiel a mi vida de gracia.
Meditación del Papa Francisco
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
Oración introductoria
Jesús, gracias por también pensar en mí, por llamarme y buscarme para que en este momento de oración pueda experimentar tu amor. No dejes que te defraude, dame tu gracia para poder escucharte y cumplir con tu voluntad, siempre.
Petición
Ayúdame, Señor, quiero quedarme contigo, permite que sea fiel a mi vida de gracia.
Meditación del Papa Francisco
Jesús reza, Jesús llama, Jesús elige, Jesús envía a sus discípulos, Jesús sana la multitud. Dentro de este templo, Jesús que es la piedra angular hace todo este trabajo: es Él quien lleva a la Iglesia adelante así. Como decía Pablo, esta Iglesia está edificada sobre el fundamento de los apóstoles. Los que Él ha elegido, aquí: eligió doce. Todos pecadores, todos. Judas no era el más pecador: no sé quién era el más pecador… Judas, pobrecillo, es el que se ha cerrado al amor y por esto se convirtió en traidor. Pero todos escaparon en el difícil momento de la Pasión y dejaron solo a Jesús. Todos son pecadores. Pero Él, elige.
Jesús nos quiere “dentro” de la Iglesia no como huéspedes o extranjeros, sino con el derecho de un ciudadano. En la Iglesia no estamos de paso, estamos enraizados ahí. Nuestra vida está ahí. (Cf. S.S. Francisco, 28 de octubre de 2014, homilía en Santa Marta).
Reflexión
Siendo Dios, Cristo nos podría haber salvado de muchas maneras. Le habría bastado un soplo, un abrir y cerrar de ojos, el simple deseo de redimirnos. Pero sus caminos no son como los nuestros. Quiso obrar “a su manera”.
Los hombres pedimos ayuda cuando la necesitamos, cuando no podemos hacer algo por nosotros mismos. Cristo quiso que le ayudáramos, aunque Él podía hacerlo todo. Y sin duda, podía hacerlo mejor que nosotros.
Eligió a doce hombres. Detrás del nombre de los doce apóstoles, yacen escondidos los de miles y millones de hombres elegidos por Dios para continuar su misión. Y no sólo se trata de sacerdotes y almas consagradas. Todos los bautizados estamos llamados a ser sus apóstoles.
Con esta elección, no recibimos un título honorífico. Ante todo se trata de un compromiso. El de ser mensajeros del amor de Dios con nuestra vida, con nuestro modo de actuar, de hablar, de pensar... Al llamarnos, Cristo no nos impone una carga. Al contrario, nos da la oportunidad de dar un sentido pleno a nuestra vida en este mundo, buscando lo más llevadero y trascendente. La mejor empresa a la que podemos dedicarnos: ayudarle a Cristo en la salvación de la humanidad.
Propósito
Que mi testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a reemprender siempre el camino, quiero ser tu discípulo y misionero y para ello necesito ser fiel, cada día, en los detalles, en las cosas pequeñas, que valen mucho para construir la fidelidad, y por medio de ella, la santidad. Renueva mi decisión de apoyarme siempre en Ti más que en mis propias fuerzas. Que acuda siempre a mis compromisos, a mi formación, a mi dirección espiritual, dispuesto a dejarme moldear por Ti.
Siendo Dios, Cristo nos podría haber salvado de muchas maneras. Le habría bastado un soplo, un abrir y cerrar de ojos, el simple deseo de redimirnos. Pero sus caminos no son como los nuestros. Quiso obrar “a su manera”.
Los hombres pedimos ayuda cuando la necesitamos, cuando no podemos hacer algo por nosotros mismos. Cristo quiso que le ayudáramos, aunque Él podía hacerlo todo. Y sin duda, podía hacerlo mejor que nosotros.
Eligió a doce hombres. Detrás del nombre de los doce apóstoles, yacen escondidos los de miles y millones de hombres elegidos por Dios para continuar su misión. Y no sólo se trata de sacerdotes y almas consagradas. Todos los bautizados estamos llamados a ser sus apóstoles.
Con esta elección, no recibimos un título honorífico. Ante todo se trata de un compromiso. El de ser mensajeros del amor de Dios con nuestra vida, con nuestro modo de actuar, de hablar, de pensar... Al llamarnos, Cristo no nos impone una carga. Al contrario, nos da la oportunidad de dar un sentido pleno a nuestra vida en este mundo, buscando lo más llevadero y trascendente. La mejor empresa a la que podemos dedicarnos: ayudarle a Cristo en la salvación de la humanidad.
Propósito
Que mi testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a reemprender siempre el camino, quiero ser tu discípulo y misionero y para ello necesito ser fiel, cada día, en los detalles, en las cosas pequeñas, que valen mucho para construir la fidelidad, y por medio de ella, la santidad. Renueva mi decisión de apoyarme siempre en Ti más que en mis propias fuerzas. Que acuda siempre a mis compromisos, a mi formación, a mi dirección espiritual, dispuesto a dejarme moldear por Ti.
EL TRABAJO DEL PAPA FRANCISCO
El trabajo de Francisco
Al Papa Francisco le gusta madrugar. En Buenos Aires se levantaba a las cuatro y media de la mañana, y dedicaba largos ratos a rezar y estudiar antes de celebrar la misa. Ahora, como Papa, tiene que descansar un poco más.
Se levanta en torno a las cinco, reza en privado y celebra cada día la misa de las siete de la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. Suelen concelebrar algunos sacerdotes y asisten los empleados de la Casa, aparte de grupos de invitados: los barrenderos del Vaticano, los jardineros, las telefonistas, los periodistas y los fotógrafos de «L’Osservatore Romano».
Al terminar la misa, el Papa se sienta entre los fieles en los bancos del fondo de la capilla para hacer un rato de acción de gracias en silencio por haber recibido la comunión. A los diez minutos sale de la capilla y espera en la puerta para saludar a cada uno de los asistentes. Así empieza su día.
A continuación baja a desayunar al comedor de la casa-residencia en la que vive y hace sus comidas, muy contento de vivir con medio centenar largo de personas –sacerdotes y obispos- que trabajan en el Vaticano. Lo considera mucho más vivificante que estar aislado en lo alto del Apartamento pontificio.
Uno de los primeros días de trabajo, el Papa llegó a las oficinas de la secretaria de Estado poco después de las ocho de la mañana. No había ningún monseñor ni ningún oficial. Tan sólo un bedel. Y estaban todas las luces encendidas. El Papa pregunto por qué estaban encendidas, y el bedel le contesto que «siempre se ha hecho así».
Francisco respondió que «con el dinero que se gasta de modo inútil se podría pagar el sueldo de un sacerdote», y fue apagando personalmente las luces innecesarias. El suceso circuló por la Curia vaticana como la pólvora, y ahora la gente empieza a darse cuentan de los derroches innecesarios, y a evitarlos.
Como el Papa no quiere trasladarse por ahora al Apartamento pontificio, situado en el tercer piso del Palacio Apostólico, su jornada de trabajo empieza a eso de las ocho y media en su apartamento de la Casa Santa Marta, donde recibe cada día a jefes de los departamentos vaticanos y altos responsables de la secretaria de Estado.
Para recibir visitas, en cambio, se desplaza a la biblioteca privada del Papa, en el segundo piso del Palacio Apostólico. Es el lugar habitual, donde celebraban las audiencias todos sus predecesores. Francisco sube al tercer piso, al estudio privado del Papa para rezar el Ángelus de los domingos desde la ventana habitual.
El gobierno de la Iglesia universal no se lleva a cabo en reuniones colectivas, sino en encuentros personales del jefe de cada Congregación o de cada Pontificio Consejo con el Papa. Francisco les dedica la primera mitad de la mañana, dejando para la segunda mitad las audiencias a visitantes.
El Papa tiene la sensación de que el horario del Vaticano va con mucho retraso pues en Buenos Aires comenzaba a recibir gente a las siete de la mañana.
En Roma sigue comiendo temprano y de modo frugal. Está con un poco de sobrepeso por la falta de ejercicio. Normalmente se reposa una media hora o cuarenta minutos después del almuerzo y reanuda después el trabajo que, en estos días, realiza a destajo.
Cuando por fin llegue la calma quizá asuma la costumbre de Benedicto XVI de rezar el Rosario paseando ante la gruta de la Virgen de Lourdes, en la parte alta de los jardines Vaticanos, a primera hora de la tarde. Es un lugar tranquilo y reparador.
La diferencia con Buenos Aires es que allí dedicaba la tarde a visitar parroquias o personas, mientras que ahora tiene que dedicarla a preparar homilías, y a nuevas reuniones de trabajo con sus colaboradores.
Los Papas trabajan los domingos en que, aparte del Ángelus, suele haber otras ceremonias, y dedican los lunes a recibir visitas. Su «día libre» es el martes. Cada vez que podía, Juan Pablo II se escapaba a esquiar o al menos a caminar por la montaña en las cercanías de Roma para oxigenarse un poco. Benedicto XVI, en cambio, prefería la tranquilidad doméstica: estudiar y escribir trozos del «Jesús de Nazaret».
Hasta ahora el Papa Francisco no ha tenido tiempo ni de respirar [...] Hasta ahora no se conoce su horario definitivo de trabajo pero, conociéndole, será más bien «tempranero». En contrapartida, le gusta cenar también temprano y retirarse a descansar cuando se pone el sol. La Curia vaticana tendrá que acostumbrarse a madrugar.
Juan Vicente Boo / Abc
A VECES...
A VECES...
A veces nos invade el pesimismo, la tristeza o la sensación de que todo va mal… en el mundo, en mi trabajo, en mi familia, en mi vida.
Y es que somos frágiles, y el maligno siempre está atento para aprovecharse de esa fragilidad y procurar hacernos sentir que las cosas no funcionan o que no vale el esfuerzo por hacerlas mejores… ¡Pero no es así!
Cada nuevo amanecer o cada niño que nace, es una prueba más que Dios renueva su confianza en nosotros y nos otorga una nueva oportunidad de encaminar nuestros pasos hacia Él corrigiendo errores, superando dificultades, venciendo fragilidades propias de nuestra humana condición.
Dios quiere mostrarnos que más allá de todo lo malo y negativo que hay en el mundo, todavía hay muchas personas buenas, muchas familias bien constituidas, mucha gente que ama y ayuda al prójimo, muchas buenas noticias que superan a las malas, muchos cristianos que rezan y muchos no cristianos que se convierten, muchos motivos para renovar la fe, la esperanza y el amor.
Demos gracias a Dios porque nos permite a cada momento experimentar Su presencia llena de amor misericordioso en nuestras vidas. Él renueva todos los días su alianza con nosotros, y nos dice: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).
¿QUÉ ES UN ESCAPULARIO?
¿Qué es un escapulario?
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición!
Por: Padre Sergio G. Román | Fuente: www.mariologia.org
Actualmente es común ver a jóvenes lucir al cuello no uno, sino muchos escapularios que cuelgan allí hasta que se caen de viejos y de sucios: de la Virgen, de san Juan Diego, de san Judas y de San Charbel; escapularios rojos, verdes, azules, blancos, amarillos y de todos los colores habidos y por haber.
Y es que no cabe duda: los escapularios están de moda, una moda impuesta por el ingenio y la creatividad de los comerciantes en artículos religiosos para incrementar sus ventas.
Hace tiempo le pregunté a un joven por qué usaba tantos escapularios.
-“Porque me dan protección, son poderosos”, me contestó.
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición! Y yo, sacerdote, me sentí culpable por no haber explicado suficientemente a mis fieles el uso de los escapularios, antigua tradición de la Iglesia convertida ahora en práctica de magia y brujería.
Si mis fieles supieran lo que significa un escapulario no usarían tantos y, si aceptaran usar uno solo, lo llevarían con más devoción y respeto.
¿Qué es un escapulario?
Literalmente es una prenda que se lleva sobre los hombros colgando por delante y por detrás. Es una tira de tela que los monjes y monjas llevan sobre el hábito y en la que se borda el escudo de la comunidad a la que se pertenecen. El que lleva un escapulario es porque quiere pertenecer a esa orden o comunidad religiosa.
Cuando surgieron las órdenes religiosas, a finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media, se fundaron la “primera orden”, para varones; la “segunda orden”, para mujeres, y la “tercera orden”, para laicos de ambos sexos, que anhelaba pertenecer a la orden religiosa, pero que querían hacerlo desde su estado de vida propio.
Las “terceras órdenes” agruparon a muchos fieles laicos que se comprometían en un tipo especial de vida, en la pobreza, en la castidad dentro del matrimonio y en la obediencia a Dios y a sus ministros. Mediante la oración, la mortificación y las obras buenas, aunadas a ciertas prácticas características de la orden, buscaban su santificación en medio del mundo. Se organizaban bajo la dependencia de la orden religiosa e incluso hacían una especie de votos que renovaban año con año.
Estos fieles no podían usar el hábito completo de la orden, pero se les concedía usar un “mini hábito”, es decir, el escapulario reducido a su mínima expresión.
Hay escapularios de los dominicos, mercedarios, franciscanos, agustinos, carmelitas y demás órdenes y comunidades religiosas.
Y es que no cabe duda: los escapularios están de moda, una moda impuesta por el ingenio y la creatividad de los comerciantes en artículos religiosos para incrementar sus ventas.
Hace tiempo le pregunté a un joven por qué usaba tantos escapularios.
-“Porque me dan protección, son poderosos”, me contestó.
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición! Y yo, sacerdote, me sentí culpable por no haber explicado suficientemente a mis fieles el uso de los escapularios, antigua tradición de la Iglesia convertida ahora en práctica de magia y brujería.
Si mis fieles supieran lo que significa un escapulario no usarían tantos y, si aceptaran usar uno solo, lo llevarían con más devoción y respeto.
¿Qué es un escapulario?
Literalmente es una prenda que se lleva sobre los hombros colgando por delante y por detrás. Es una tira de tela que los monjes y monjas llevan sobre el hábito y en la que se borda el escudo de la comunidad a la que se pertenecen. El que lleva un escapulario es porque quiere pertenecer a esa orden o comunidad religiosa.
Cuando surgieron las órdenes religiosas, a finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media, se fundaron la “primera orden”, para varones; la “segunda orden”, para mujeres, y la “tercera orden”, para laicos de ambos sexos, que anhelaba pertenecer a la orden religiosa, pero que querían hacerlo desde su estado de vida propio.
Las “terceras órdenes” agruparon a muchos fieles laicos que se comprometían en un tipo especial de vida, en la pobreza, en la castidad dentro del matrimonio y en la obediencia a Dios y a sus ministros. Mediante la oración, la mortificación y las obras buenas, aunadas a ciertas prácticas características de la orden, buscaban su santificación en medio del mundo. Se organizaban bajo la dependencia de la orden religiosa e incluso hacían una especie de votos que renovaban año con año.
Estos fieles no podían usar el hábito completo de la orden, pero se les concedía usar un “mini hábito”, es decir, el escapulario reducido a su mínima expresión.
Hay escapularios de los dominicos, mercedarios, franciscanos, agustinos, carmelitas y demás órdenes y comunidades religiosas.
UNA ORACIÓN ESPECIAL
Una oración especial
Que tus pies te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlos.
Que tus ojos reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga, seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que lo nombra.
Que tus manos se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean.
Que tus oídos sea tan fieles a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia.
Que tus rodillas te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de descanso.
Que tu espalda sea tu mejor soporte y no la carga más pesada.
Que tu boca refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes.
Que tus dientes te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en menoscabo de los demás.
Que tu lengua encuentre las palabras más exactas, para expresarte sin que te malinterpreten.
Que tus uñas crezcan lo suficiente para protegerte, sin lastimar a nadie.
Que tu piel te sirva de puente y no de valla.
Que tu pelo le dé abrigo a tus ideas, para que siempre adornen más que un buen peinado.
Que tus brazos sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie.
Que tu corazón toque su música con amor, para que tu vida sea un paso del universo hacia delante.
LA SOLEDAD, COMPAÑERA DE LA VIDA
La soledad compañera de la vida
La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....
Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.
La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad
La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!
Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.
Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.
La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...
Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.
En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.
Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
SÉ FELIZ
SÉ FELIZ...
“Sé feliz porque la piedra nunca es tan grande.
Porque las injusticias se pagan.
Porque el dolor se supera.
Porque el amor llega.
Porque la verdad insiste.
Porque el coraje te levanta.
Porque el miedo te fortalece.
Porque los errores te enseñan.
Porque nadie es perfecto.
Porque nunca estarás solo.
Y porque la vida siempre da una segunda oportunidad.
Y pone a cada uno donde debe estar.
Recuerda siempre:
Que tu vida es más grande que tus miedos.
Que tus fuerzas son mayores que tus dudas.
Que aunque tu mente esté confundida, tu corazón siempre sabrá la respuesta.
Que con el tiempo lo que hoy es difícil, mañana será un tesoro.
Pelea por lo que realmente te llene el alma
y ten la virtud de saber esperar, porque todo lo que tiene que ser, será”.
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