domingo, 29 de enero de 2012

EL PENSAMIENTO DEL DÍA


PENSAMIENTO DE GANDHI

PENSAMIENTO DE GANDHI

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso, si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor.....si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí !

 Mahatma Gandhi.

NO PIENSES MAL DE TI...

No pienses mal de ti
Autor: Walter Ríso



Se más benigno con tus acciones.
Afortunadamente no eres perfecto.

No te insultes ni te irrespetes.
Lleva un registro sobre tus autoevaluaciones negativas. Detecta cuáles son justas, moderadas y objetivas.

Si descubres que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
Reduce tus autoverbalizaciones a las que realmente valgan la pena.

Ejerce el derecho a equivocarte.
Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo-error.

Algunas personas creen que el aprendizaje humano debe ser por
ensayo-éxito. Eso es mentira.
El costo de crecer como ser humano es equivocarse y "meter la pata" . Esta ley universal es inescapable.

Decir: "No quiero equivocarme", es hacer una pataleta y un berricheinfantiles.
Es imposible no equivocarte, como lo es que no haya aceleración de la gravedad.

Los errores no te curten. Sólo te recuerdan que eres humano.
Nuestra cultura pareciera preferir personas psicológicamente perturbadas pero exitosas, a personas psicológicamente sanas pero fracasadas. Sin embargo, el éxito aquí es secundario. De nada sirve si no se puede disfrutar de él.

La insatisfacción frente a los propios logros y la ambición desmedida actúan como un motor, pero por funcionar de manera sobreacelerada, suele quemarse antes de tiempo.

Eres una máquina especial dentro del universo conocido, no te maltrates.
Exígete, pero dentro de límites razonables.
No reniegues de tiSe más benigno con tus acciones.
Afortunadamente no eres perfecto.

No te insultes ni te irrespetes.
Lleva un registro sobre tus autoevaluaciones negativas. Detecta cuáles son justas, moderadas y objetivas.

Si descubres que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
Reduce tus autoverbalizaciones a las que realmente valgan la pena.

Ejerce el derecho a equivocarte.
Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo-error.

Algunas personas creen que el aprendizaje humano debe ser por ensayo-éxito.
Eso es mentira. El costo de crecer como ser humano es equivocarse y "meter la pata". Esta ley universal es inescapable.

Decir: "No quiero equivocarme", es hacer una pataleta y un berriche infantiles. Es imposible no equivocarte, como lo es que no haya aceleración de la gravedad.

Los errores no te curten. Sólo te recuerdan que eres humano.
Nuestra cultura pareciera preferir personas psicológicamente perturbadas pero exitosas, a personas psicológicamente sanas pero fracasadas. Sin embargo, el éxito aquí es secundario. De nada sirve si no se puede disfrutar de él.

La insatisfacción frente a los propios logros y la ambición desmedida actúan como un motor, pero por funcionar de manera sobreacelerada, suele quemarse antes de tiempo.

Eres una máquina especial dentro del universo conocido, no te maltrates. Exígete, pero dentro de límites razonables.
No reniegues de ti

"Test" para saber si me salvo

Autor: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
"Test" para saber si me salvo
Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas
 


Lo único necesario, según Dios, es nuestra salvación eterna. Pero uno se puede preguntar, se debe preguntar: ¿Ese último día, el día en que se van a repartir los puestos del cielo, de la felicidad eterna o de la infelicidad eterna, ¿dónde estaré yo? ¿Estaré a la derecha? ¿Estaré a la izquierda?

Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas. Una vez que se responden, puede uno, de manera relativamente segura, adivinar si ese día estará a la derecha o estará a la izquierda.

La primera pregunta es: ¿Qué me dice mi pasado? Por pasado se puede entender toda la vida desde el uso de razón: aproximadamente desde los siete u ocho años hasta el día de ayer. ¿Qué me dice esa vida? ¿Me deja tranquilo, no me preocupa? ¿Puedo seguir igual, o debería cambiar radicalmente, para lograr un día llegar a la puerta del cielo?. Esa sería la primera pregunta: ¿Qué me dice mi pasado? Para los más jóvenes este pasado es breve, para otros es el período quizá más largo; por lo tanto ese pasado tiene mucho que decirme.

La segunda pregunta es: ¿Qué me dice mi presente? Por presente podemos tomar en cuenta lo que llevamos de este año. ¿Qué me dice ese presente? ¿Puedo decir que es el mejor año; puedo decir que está siendo ya un año muy malo, el peor incluso? ¿Puedo continuar igual y no habrá problemas, o realmente debo de dar un cambio radical?.

Tercera pregunta: ¿Qué me dice mi futuro? Ciertamente el futuro no se puede adivinar fácilmente; sin embargo, hay una manera de auscultarlo, una manera de adivinarlo y es el preguntarme si, a medida que pasa el tiempo, voy mejorando o voy empeorando; porque la línea tiende a seguir en la misma dirección. Si voy mejorando, lo normal es que continúe mejorando. Si voy cada vez peor, lo normal es que la línea siga bajando, que siga empeorando. Por eso uno puede adivinar el futuro de su propia vida, viendo cómo va esa línea. Va hacia arriba, va hacia abajo: así tenderá a seguir.

La cuarta pregunta puede ser ésta: ¿Qué me dice mi ambiente? Por ambiente tomo todo el entorno social en que me muevo, comenzando por mi familia, mi esposo, esposa, mis hijos, mis otros parientes, lecturas que tengo, lugares de diversión, lugares de esparcimiento, viajes, trabajo profesional, amistades y todo lo que me rodea. ¿Qué me dice ese ambiente?, o dicho de otra manera, si sigo con ese ambiente, yendo a esos lugares, leyendo lo que leo, viendo lo que veo, teniendo los amigos que tengo, ¿qué va a ser de mí? Muchas veces sucede aquello de :"dime con quién andas, y te diré quién eres”. Muchas veces ocurre que un buen ambiente mejora a las personas, pero también se da el caso de que personas muy buenas y muy sanas se van corrompiendo, cada vez más, con un ambiente adverso.

¿Qué me dice mi pasado, mi presente, mi futuro? ¿Qué me dice mi ambiente? Cada uno puede responder a esas cuatro preguntas, y adivinar, de una manera más o menos convincente, dónde se encontrará ese día: a la derecha o a la izquierda.

Recordemos, para concluir, que Dios no dice: “Hay una cosa muy importante”, sino: “hay una sola cosa necesaria, que es nuestra salvación”. El que logra arreglar este punto, ha logrado arreglar todo; pero el que arregla todo menos esto, su propia salvación, podría recordar aquella frase del mismo Maestro, ¿"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma ¨?.


¿Qué te dice tu pasado, tu presente, tu futuro, tu ambiente? Tú lo sabes. Sabes ahora que lo más probable es que te salves... o que no te salves.


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  • P. Mariano de Blas LC
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