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domingo, 22 de diciembre de 2024

¡YA VIENE EL SALVADOR! - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 22 DE DICIEMBRE DE 2024



 ¡Ya viene el Salvador!


¡Qué tranquilidad experimentamos, cuando está a punto de cumplirse la promesa hecha por alguien de quien nos podemos fiar plenamente! Del cumplimiento no nos cabe ninguna duda. Tan solo nos resta esperar la hora.

 

Éste es el sentimiento predilecto que nos propone vivir, hoy, la Liturgia que celebramos, mientras oramos para que se adelante el tiempo de la salvación, como leemos en Isaías: ‘Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra y prodúzcanse la salvación y la justicia’.

 

El profeta Miqueas señalaba ya con el dedo el pueblo de Belén, lugar del nacimiento, diciéndonos que el que vendrá, nos trae la paz y la liberación. Ahora que se acerca la Navidad, hemos de preparar nuestro corazón para celebrar con gozo y profundidad la venida del Liberador.

 

Para ello, mientras que mucha gente se preocupa únicamente de comprar, regalar, felicitar, enderezar su casa y adornarla, programar comidas de hermandad y viajes, nosotros, sin despreciar nada de todo aquello, pondremos nuestra determinación más generosa en prepararnos nosotros mismos por dentro, mientras pedimos con ahínco al Señor que nos renueve y nos permita ver el resplandor de su mirada, para que seamos salvos.

 

La segunda lectura nos ha revelado que Jesús viene para entregarse por nosotros y que, eliminando los sacrificios de animales y otros ofrendas, ahora se ofrece a sí mismo, desde el momento de su concepción, saliendo fiador a favor nuestro, para purificarnos del pecado y enriquecernos con el bálsamo de su divinidad. Desde aquel momento, queda en evidencia que está dispuesto a llegar por nosotros hasta la ofrenda de su cuerpo, hecha de una vez para siempre, para

cumplir la voluntad de Dios.

 

Éste es el resumen del misterio salvador de Jesús: El Niño que nace en Belén, dándonos motivos entrañables de meditación y de gozo, es el mismo que, al final de su vida pública, se entregará por la salvación de la humanidad. De este modo nos da a entender cuál es el camino que nos conviene elegir: vivir para los demás y para Dios de tal manera, que no nos contentemos con dar de lo nuestro (nuestras cosas), antes nos equipemos de tal generosidad, que seamos capaces de darnos a nosotros mismos, contribuyendo a que la gente sea más feliz, en un mundo cada día más hermoso.

 

Hoy hacemos una mención especial de María, la Madre de Jesús. El estado de ánimo de una madre que espera, la fe en el Mesías de quien ella es portadora, la actitud misionera acercando su misterio a Isabel para que participe de él desde el primer momento, convierte a María en portadora de Dios a los otros, en anunciadora de la Buena Noticia, en evangelizadora universal. La eficacia de su presencia se manifiesta inmediatamente, pues el hijo de Isabel ha recibido la influencia del Mesías con la sola presencia de María y salta de gozo en las entrañas de su madre. En adelante, ninguno estará cerca de Jesús sin sentir los efectos de su salvación; y nadie estará cerca de María, sin percibir al mismo tiempo la presencia benéfica de Jesús.

 

¿Estamos nosotros tan cerca de María por la devoción confiada y tan cerca de Jesús por la fe y la esperanza, como para poder experimentar los efectos de la salvación a semejanza de Juan el Bautista?

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Mons. Eric Prat

IV DOMINGO DE ADVIENTO - 22 DE DICIEMBRE DE 2024 - ORACIÓN PARA ENCENDER LA CUARTA VELA DE ADVIENTO




 Hoy celebramos el Cuarto Domingo de Adviento 2024: “Dichosa tú, que has creído”

 ACI Prensa

22 de diciembre de 2024



Hoy celebramos el Cuarto Domingo de Adviento y la Iglesia nos invita a contemplar a María Virgen, pronta a dar a luz.

Ella, desde aquel "¡Sí!" con el que respondió al ángel el día de la Anunciación, empezó a preparar su humilde hogar al mismo ritmo con el que iba preparando el corazón para acoger a su Hijo Jesús, el Salvador.

Y, ahí no queda todo. La Doncella de Nazareth no se queda ensimismada, apartada de las necesidades de los demás: sale al encuentro de su prima Isabel sin temor, llevando a su bebé, Jesús, en el vientre. La "Virgen del Adviento" acude en ayuda de quien está en necesidad. Todo el amor del mundo se está gestando en el vientre de María. ¡Benditos nueve meses!

Así, con consideraciones como estas, la Iglesia, en su sabiduría, nos recuerda que es Ella, María Santísima, quien nos abre de par en par las puertas de la Navidad. Ella es la garantía de que podemos alcanzar el cielo.


Sugerencia práctica

Es hora de acudir a la Virgen María. Ella está por dar a luz y lleva nada menos que a Dios en su vientre. Ese niño será reconocido como el Salvador de las Naciones. ¡Cuánto gozo habrá experimentado la Madre de Dios!


Acompañemos a la Virgen con nuestra oración: te recomendamos que hagas la Oración Familiar del Cuarto Domingo de Adviento. ¡Que sea ocasión para amar más a Jesús, y contemplar cómo María lo amó!


Lectura del Evangelio del Cuarto Domingo de Adviento según San Lucas:

(Lc 1, 39-45)

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.



Oración familiar para el Cuarto Domingo de Adviento ACI Prensa

Redacción Central



Este 22 de diciembre es el Cuarto Domingo de Adviento, la espera está por concluir y el Señor está más cerca que nunca de nosotros. Vivamos estos días que faltan junto a Santa María y San José. Como ellos, centremos la mirada en lo que está por suceder y dejemos todo lo que quedó atrás. 

En la Oración familiar de hoy encenderemos la cuarta y última vela de la Corona como símbolo de esperanza porque Dios estará en medio de su pueblo trayendo la alegría y la paz. Por eso, oremos junto a María, “Morada de la Luz”, y pidamos la gracia que necesitamos para acoger al Niño Jesús con amor y humildad. Ella nos recuerda que “... la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros” (Jn 1, 14).


Antes de la oración

Te recomendamos poner la corona de Adviento en un lugar especial de la casa, en torno al cual se reúnan los miembros de la familia. Al lado de la corona se puede colocar una imagen de la Virgen, procurando iluminar el ambiente con una luz cálida, que favorezca el espíritu de recogimiento.

No olvides revisar el texto de la Oración familiar previamente. Se debe nombrar un MONITOR para que dirija la oración -puede ser el papá o la mamá-, así como un LECTOR (o lectores, según se desee, para distribuir las distintas partes de la oración, de manera que puedan participar el mayor número de personas). Los demás participarán con sus respuestas, cantando o haciendo peticiones.

Las velas correspondientes a los TRES domingos anteriores deben estar encendidas antes de iniciar la Oración familiar. Uno de los participantes encenderá la cuarta y última vela de la Corona de Adviento durante la cuarta estrofa de la canción “Hoy se enciende una llama”.

NOTA: Te sugerimos leer o revisar previamente el texto completo de la Oración familiar, especialmente las indicaciones en letra cursiva dentro del texto, que no deben ser leídas en voz alta, pero que siempre deben ser tomadas en cuenta por el MONITOR. Cuando todo esté coordinado se prosigue a iniciar la oración.


Liturgia para el Cuarto Domingo de Adviento 2024

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.


MONITOR:

Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la salvación. La espera llega a su fin, por eso hoy encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús. ¡Dios Hecho Niño viene a reconciliar los corazones y estamos alegres! ¡Crece la esperanza! Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado).


TODOS CANTAN:

CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.


1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol, 

recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.


2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió, 

Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.


3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz,

la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.


LECTOR:

Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho grandes cosas en mí: ¡su Nombre es santo!» (Lc 1, 39-49).


MONITOR:

La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano; es Ella quien refleja la Luz de su Hijo y permite que esta llegue hasta nosotros, iluminando nuestras vidas. Cantemos ahora HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado):


TODOS CANTAN:

(Al inicio de la cuarta estrofa del canto, la persona designada previamente enciende la cuarta vela)****


HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA

EN LA CORONA DE ADVIENTO,

QUE ARDA NUESTRA ESPERANZA

EN EL CORAZÓN DESPIERTO

Y AL CALOR DE LA MADRE

CAMINEMOS ESTE TIEMPO.


Un primer lucero se enciende

anunciando al Rey que viene

preparad corazones,

allánense los senderos.

Crecen nuestros anhelos al ver

la segunda llama nacer.

Como dulce rocío vendrá

el Mesías hecho Niño.

Nuestro gozo hoy quiere cantar

por ver tres luceros brillar

con María esperamos al Niño

con alegría.

Huyen las tinieblas al ver

cuatro llamas resplandecer

ya la gloria está cerca

levanten los corazones.


MONITOR:

Elevemos ahora nuestras peticiones a Dios, acudiendo a la intercesión de la Virgen María. Respondamos después de cada petición: POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.

(Peticiones libres)

Recemos ahora un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.

MONITOR:

Digamos juntos la Oración de petición como preparación para el Jubileo 2025:

TODOS:

Señor, fuente de toda sabiduría, 

guíanos durante este Año dedicado a la Oración 

en el camino que nos llevará a celebrar el próximo Jubileo. 

Dónanos corazones abiertos y mentes iluminadas 

para comprender y vivir plenamente 

los dones de la misericordia y del perdón.

Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


domingo, 15 de diciembre de 2024

NOS ALEGRAMOS PORQUE ÉL ESTÁ CERCA - MEDITACIÓN DEL III DOMINGO DE ADVIENTO



 Nos alegramos porque Él está cerca


A lo mejor saben que este tercer domingo de Adviento se llama "Domingo de Gaudete" o, en español, "Domingo de la Alegría". Hoy debemos alegrarnos por un par de razones. Primero, hemos pasado más de la mitad del tiempo de espera hacia la Navidad. Pero aún más importante, la alegría caracteriza todo el tiempo de Adviento. Permítanme explicar esto con más detalle.

 

Hace siglos, en Francia, el Adviento se consideraba un tiempo de penitencia. Durante esta temporada, los catecúmenos se preparaban para ser bautizados en la Fiesta del Bautismo del Señor. Por esta razón, la comunidad ayunaba junto con los candidatos al bautismo. Sin embargo, esta no era la costumbre en Roma donde se celebraba Adviento como preparación de Navidad. Después de que la Iglesia Romana unificó las celebraciones, quedó claro que el Adviento no es un tiempo de penitencia, sino de alegría. Esto se refleja en las primeras lecturas de hoy. Y encontramos una razón para la alegría en el evangelio.

 

En la primera lectura, el profeta Sofonías llama a Jerusalén a alegrarse, explicando: “Tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti”. San Pablo, en su carta a los Filipenses (segunda lectura), también exhorta a la alegría con una razón similar: “El Señor está cerca”. Hoy nos alegramos porque sentimos la inminente llegada del Señor entre nosotros.

 

El evangelio de hoy nos exhorta a realizar obras buenas. Todos debemos ayudar a los necesitados, actuar con justicia impecable y decir siempre la verdad. Cuando actuamos de esta manera, sentimos una profunda satisfacción por haber llevado a cabo la justicia a la cual el Señor nos llama en nuestro corazón. Además, nos llenamos de alegría porque la llegada del Señor nos trae la promesa de una recompensa eterna.

 

En estos días de preparación para la Navidad, muchos buscan el placer. Compran licores, preparan comidas especiales y planean vacaciones. Estos placeres no son malos en sí mismos, pero no ofrecen la alegría que el Adviento nos invita a experimentar. Es importante distinguir entre placer y alegría, ya que este entendimiento nos ayuda a crecer espiritualmente.

 

El placer es una emoción del apetito sensual, algo que sentimos al entrar en contacto con un bien exterior. Sin embargo, su efecto es pasajero y, generalmente, individualista. Por ejemplo, ver un hermoso amanecer nos da un momento de placer, pero no podemos compartir esa sensación con nadie que no lo haya visto.

 

La alegría, en cambio, es una emoción del alma, del apetito espiritual. Surge de actos virtuosos, de comprender una verdad profunda o de amar la bondad. A menudo, la alegría perdura en la memoria porque no depende de cosas materiales. Nacido del esfuerzo, la alegría puede compartirse con otras personas que han tenido el mismo tipo de experiencia. Por ejemplo, la satisfacción de haber alcanzado un título académico puede durar por años y compartirse con otros que han trabajado mucho para lograr una meta.

 

En estos días antes de Navidad, experimentaremos la alegría si realizamos obras de caridad. Los feligreses que preparan bolsas de alimentos para los pobres sienten esta satisfacción del alma. Regresan a sus casas contentos porque han respondido al mandato del Señor de alimentar a los hambrientos. Sienten que Jesús está cerca para recompensarlos.

 

Sin embargo, no es necesario realizar grandes obras para experimentar la alegría navideña. Solo necesitamos creer que Cristo está a mano para salvarnos de nuestra locura.

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P. Carmelo Mele O.P.  

ACRÓSTICO DE ADVIENTO










 

GENEROSIDAD, DAR A LOS DEMÁS LO MEJOR


 

Generosidad, dar a los demás lo mejor

Enseñar a poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir con los demás

Por: Francisco Cardona 


Definición

La generosidad es la virtud que nos conduce a dar y darnos a los demás de una manera habitual, firme y decidida, buscando su bien y poniendo a su servicio lo mejor de nosotros mismos, tanto bienes materiales como cualidades y talentos.

La solidaridad es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.


Meta

Formarnos en la generosidad, el desprendimiento y en el dar lo mejor de sí, contrarrestando los efectos del egoísmo. Salir de sí mismos y experimentar la felicidad que proporciona el donarse a los demás y vivir el valor del servicio, que implica una participación y solidaridad profunda con el otro.

Sentir la felicidad de los demás como propia, porque esto nos hará más felices en la vida porque compartiremos no sólo los propios éxitos y logros sino los de los demás.

Sólo se podrá ser realmente feliz haciendo felices a los demás, preocupándonos por los otros aún si nosotros mismos nos encontramos en el sufrimiento. Y como fruto de esta comprensión y convencimiento, nos comprometemos con los demás, viviendo la generosidad y la solidaridad

Somos responsables de la felicidad de los demás, que lo que hagamos o dejemos de hacer siempre tendrá repercusiones positivas o negativas en los que nos rodean, y como fruto de este convencimiento debemos optar por participar buscando siempre el bien común.




¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la generosidad?

- Porque experimentaremos que hay más alegría en dar que en recibir, y podremos optar por una vida de generosidad que nos brindará una mayor felicidad y realización personal.

- Porque asumiremos que también somos

-Porque descubriremos que el valor de la persona no se mide por la cantidad que da sino por la alegría y la generosidad que manifiesta en sus detalles. La manera de dar vale más que lo que se da. Y así seremos capaces de ver a las personas no en función de lo que tienen sino de lo que son.

- Porque aprenderemos que ser generosos es saber dar, acompañando lo que damos con ternura, afecto y alegría. Que se debe poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir y viviremos la verdadera generosidad en nuestra relación con todas las personas.

- Porque dar es el acto en que se expresa el amor y una persona que sabe amar es generosa. Comprenderemos que compartir no se limita a dar cosas materiales, sino que involucra el tiempo, la atención, el amor, los sentimientos, etcétera y estaremos capacitados a amar con madurez y sinceridad, sin egoísmo.

- Porque no se trata únicamente de aprender a dar cosas, sino de aprender a darse uno mismo. Ser generoso no es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. Este es el fundamento de la felicidad humana.

- Porque es enriquecer a los que nos rodean con nuestros propios valores, colaborando en la transformación de la sociedad, sin permitir que se desperdicien los dones y cualidades que Dios ha dado a cada uno.

- Porque compartir implica estar atento y saber reconocer la necesidad del otro, abriéndose a los demás y abriendo el propio interior al amor de los otros.

- Porque la solidaridad debe ser una actitud habitual, firme y perseverante de servicio, de poner atención en las necesidades de los demás, aún a costa de los beneficios propios.

- Porque valorar y ayudar a los compañeros y participar con ellos llevará a la solidaridad y a la generosidad.

- Porque la solidaridad implica un compromiso que en muchas ocasiones nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien común. Este compromiso lo debe llevar a buscar siempre los mejores medios, comprometiendo a la persona para servir y trabajar con generosidad por los demás.


- Porque ser generoso en el servicio a los demás da sentido a la propia vida.

- Porque al vivir esta virtud no desde un punto de vista teórico, sino práctico, lograremos una mayor armonía en la familia y en la sociedad, trabajando y luchando juntos y capacitaremos a los demás a formar la propia familia con más posibilidades de estabilidad, éxito y felicidad.

Vivir la generosidad significa

- Dar con alegría.

- Compartir de buen modo.

- Dar algo que es valioso para mí.

- Guardar parte de mi dinero o de mis cosas para ayudar a quien lo necesite.

- Compartir con una sonrisa aunque me sienta mal.

- Compartir mi tiempo escuchando con atención lo que otros tengan que decirme, aunque yo tenga otras cosas que hacer o realmente no me interese mucho lo que dicen.

- Estar siempre pendiente de las necesidades de los demás, más que de las mías.

- Estar siempre dispuesto a dar lo mejor de mí ante las necesidades de los demás.

- Ayudar sin que nadie me lo pida.

- Compartir mi tiempo ayudando aunque tenga que dejar de hacer otras cosas que me gustan.

- Estar pendiente de las necesidades de los demás.

- Hacer algo cada día por el bien de los demás, buscando la manera mejor y más eficaz de hacerlo, dando siempre lo mejor de mí.


Qué facilita la vivencia de esta virtud

Las virtudes de:


- Servicio, y las capacidades de desprendimiento y disponibilidad que nos ayudan a ser capaces de dar y darnos en el momento en que se necesite.

- Alegría y amabilidad que nos lleva a ser generosos dando siempre lo mejor de nosotros.

- Compañerismo y participación que nos ayudan a buscar y trabajar por el bien común y a contrarrestar el ambiente de egoísmo que prevalece en la sociedad.

- Comprensión y responsabilidad que nos ayudan a entender las necesidades de los demás, y a sentir que somos responsables de dar una respuesta comprometida y seria ante las necesidades de los otros.

- Gratitud y hospitalidad que nos conducen a darnos cuenta de los dones que tenemos, dar gracias por ellos y compartirlos con otros.

- Magnanimidad, que nos lleva a tener miras altas en el servicio a los demás.

- Fomentar un ambiente en donde se atiendan las necesidades de los demás antes que las propias.

- Ejercitarse en actos de servicio voluntario.

Qué dificulta la vivencia de esta virtud

- La competitividad mal entendida y egoísta que lleva a pensar en el otro es enemigo en potencia.

- Ambiente de egoísmo e individualismo.

- Pusilanimidad, estrechez de miras.

- Dureza de corazón .

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2024 - III DOMINGO DE ADVIENTO



Domingo 3 (C) de Adviento

Domingo 15 de diciembre



1ª Lectura (Sof 3,14-18a): Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temerás mal alguno. Aquel día dirán a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!». El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.




Salmo responsorial: Is 12

R/. Gritad jubilosos, porqué es grande en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación». Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.


«Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso».


Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.


2ª Lectura (Flp 4,4-7): Hermanos: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Versículo antes del Evangelio (Is 61,1): Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 3,10-18): En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado». Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada».

Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.




«Viene el que es más fuerte que yo»

Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.

(Città del Vaticano, Vaticano)


Hoy la Palabra de Dios nos presenta, en pleno Adviento, al Santo Precursor de Jesucristo: san Juan Bautista. Dios Padre dispuso preparar la venida, es decir, el Adviento, de su Hijo en nuestra carne, nacido de María Virgen, de muchos modos y de muchas maneras, como dice el principio de la Carta a los Hebreos (1,1). Los patriarcas, los profetas y los reyes prepararon la venida de Jesús.


Veamos sus dos genealogías, en los Evangelios de Mateo y Lucas. Él es hijo de Abraham y de David. Moisés, Isaías y Jeremías anunciaron su Adviento y describieron los rasgos de su misterio. Pero san Juan Bautista, como dice la liturgia (Prefacio de su fiesta), lo pudo indicar con el dedo, y le cupo —¡misteriosamente!— hacer el Bautismo del Señor. Fue el último testigo antes de la venida. Y lo fue con su vida, con su muerte y con su palabra. Su nacimiento es también anunciado, como el de Jesús, y es preparado, según el Evangelio de Lucas (caps. 1 y 2). Y su muerte de mártir, víctima de la debilidad de un rey y del odio de una mujer perversa, prepara también la de Jesús. Por eso, recibió él la extraordinaria alabanza del mismo Jesús que leemos en los Evangelios de Mateo y de Lucas (cf. Mt 11,11; Lc 7,28): «Entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan Bautista». Él, frente a esto, que no pudo ignorar, es un modelo de humildad: «No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Lc 3,16), nos dice hoy. Y, según san Juan (3,30): «Conviene que Él crezca y yo disminuya».


Oigamos hoy su palabra, que nos exhorta a compartir lo que tenemos y a respetar la justicia y la dignidad de todos. Preparémonos así a recibir a Aquel que viene ahora para salvarnos, y vendrá de nuevo a «juzgar a los vivos y a los muertos». 

HOY ES DOMINGO DE GAUDETE - III DOMINGO DE ADVIENTO 2024








 

domingo, 8 de diciembre de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 8 DE DICIEMBRE DE 2024 - II DOMINGO DE ADVIENTO


Domingo 2 (C) de Adviento 

8 de Diciembre de 2024


 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Bar 5,1-9): Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción que llevas, y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te concede. Envuélvete en el manto de la justicia de Dios, y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos habitan bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: “Paz en la justicia” y “Gloria en la piedad”. En pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos: el Santo los reúne de oriente a occidente y llegan gozosos invocando a su Dios.

A pie tuvieron que partir, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real. Dios ha mandado rebajarse a todos los montes elevados y a todas las colinas encumbradas; ha mandado rellenarse a los barrancos hasta hacer que el suelo se nivele, para que Israel camine seguro, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos que den sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.



Salmo responsorial: 125

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.


Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


Recoge, Señor, a nuestro cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.


Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

2ª Lectura (Flp 1,4-6.8-11): Hermanos: Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena la obra, llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.

Versículo antes del Evangelio (Lc 3,4.6): Aleluya. Preparad el camino del Señor, haced rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 3,1-6): En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios».





«Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)



Hoy, por boca de Juan el Bautista, el Evangelio nos urge a prepararle el camino al Señor Jesús. Pero, ¿nosotros hemos de abrirle una ruta a Dios? ¿No soy yo, más bien, quien necesita ser auxiliado por Dios? Ciertamente no podemos hacer nada sin Él, pero a la vez Él nos quiere necesitar: «Enderezad sus sendas» (Lc 3,4). ¿Cómo es eso? Porque el amor no se puede imponer; en todo caso, se puede proponer: «Él que te creó sin ti, no te salvará sin ti» (San Agustín).

Jesús está a punto de llegar a la tierra, y lo encontraremos hecho un niño pequeño, "indefenso", reclinado sobre un pesebre: tan pequeño que no podrá escalar los muros de soberbia de mi corazón, ni emerger por encima de las olas de mi sensualidad…

En palabras de Benedicto XVI, «la fe cristiana nos ofrece precisamente el consuelo de que Dios es tan grande que puede hacerse pequeño». Pero, insisto, tan pequeño que, si no nos empequeñecemos también nosotros, no lo veremos ni siquiera pasar, o, incluso, podríamos llegar a tenerle miedo (como Herodes). Así, pues, hemos de enderezar nuestros corazones para que podamos «discernir lo mejor, a fin de que seamos puros y sin falta hasta el día de Cristo» (Flp 1,10).

«Enderezad sus sendas!». No es nueva esta petición. Ya hace muchos siglos —en tiempos del profeta Baruc— que Yavéh-Dios lo pedía a Israel. Lo podemos notar en la primera lectura de hoy: «Dios mandó allanar toda alta montaña y las rocas eternas, y rellenar todo valle hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios» (Bar 5,7). Del mismo modo que el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, si apartamos los obstáculos (colinas de soberbia, valles de tibieza…), nosotros cantaremos con lágrimas en los ojos: «El Señor ha hecho con nosotros cosas grandes: estamos llenos de alegría» (Sal 125,3). 

ORACIÓN PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO



 Oración para el Segundo Domingo de Adviento

Por: Catholic.net



La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.


La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.


Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.



ORACIÓN PARA EL SEGUNDO DOMINGO

ENTRADA. Se entona algún canto. Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.

Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.

Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...


LITURGIA DE LA PALABRA.

Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz". Palabra de Dios.

Breve pausa para meditar


Reflexión

Guía: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento? ¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?


ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!


PADRE NUESTRO.

Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...


CONCLUSION.

Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.

Todos: Y seremos salvados. Amén.

FELIZ DOMINGO!!!!! II DOMINGO DE ADVIENTO 8 DE DICIEMBRE DE 2024




 

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