Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net ¿También ustedes se quieren marchar? | |
Juan 6, 60-69. Pascua. Solo en Cristo encontraremos el lugar que esperamos. Él tiene palabras de vida eterna. | |
En aquel tiempo muchos discípulos de Jesús al oírle, dijeron: Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo? Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Oración introductoria Dios mío, no quiero ser de los que traicionan, porque ¿a quién iría? Sólo Tú me puedes dar la luz y fuerza que necesito para dejar mi autosuficiencia y mi egoísmo. Creo, espero y te amo, permite que pueda tener un encuentro contigo en esta oración. Petición Dios mío, no permitas que las preocupaciones del mundo me distraigan en mi oración. Meditación del Papa "¿También vosotros queréis marcharos?" Esta pregunta provocadora no se dirige sólo a los que entonces escuchaban sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas. También hoy muchos se escandalizan ante la paradoja de la fe cristiana. La enseñanza de Jesús parece "dura", demasiado difícil de acoger y de practicar. Entonces hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de adaptar su palabra a las modas desvirtuando su sentido y valor. "¿También vosotros queréis marcharos?". Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal. Jesús, de hecho, no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le basta una primera adhesión entusiasta; es necesario, por el contrario, participar durante toda la vida en su pensar y querer. Seguirle llena el corazón de alegría y dan sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente. (Benedicto XVI, 23 de agosto de 2009). Reflexión Varias personas piensan que la doctrina de la Iglesia es inaceptable. ¿Por qué el Papa no permite el aborto, ni la eutanasia, ni el uso de los anticonceptivos? ¿Por qué los curas no pueden casarse? Y por eso muchos deciden dar la espalda a la Iglesia. La historia se repite. Los discípulos de Jesús no podían con toda la doctrina. Sobre todo, aquello de comer el Cuerpo de Cristo. Por eso, muchos de ellos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Jesús se quedaba solo. Cada uno prefería buscar la felicidad por su cuenta, al margen de la voluntad de Dios. Apenas le quedaba una docena de seguidores, sus apóstoles. ¿Y vosotros, también queréis marcharos? Terrible pregunta. Pero estupenda respuesta: ¿A quien vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Es triste ver cómo miles de personas caen diariamente en manos de las sectas, buscando otras palabras diferentes a las de Cristo, que son las que defiende la Iglesia. Sin embargo, no debemos perder la esperanza de que un día se darán cuenta del engaño de esos grupos y decidirán regresar al seno de la familia católica, porque es allí donde se encuentran las verdaderas palabras de Jesús. Propósito Delicadeza y alegría para darle todo a Dios, y dárselo en el amor. Diálogo con Cristo Jesús mío, quiero seguirte día a día y servirte en los demás. No quiero marcharme ni quedarme atrás, quiero caminar al paso que necesita la Iglesia. Cumplir con mis deberes de estado y con mi apostolado de extender tu Reino por medio de la caridad. Por eso te doy gracias por este momento de oración que puede transformar mis deseos en una hermosa realidad. |
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sábado, 20 de abril de 2013
EL EVANGELIO DE HOY
20 PROMESAS A QUIENES LLEVEN EL ROSARIO
20 PROMESAS A QUIENES LLEVEN EL ROSARIO (FISICO).
Las 20 Promesas de la Virgen a quienes lleven consigo el santo Rosario :
1- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, los llevaré hasta Mi Hijo.
2- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, los ayudaré en sus empresas.
3-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, aprenderán a amar la Palabra y la Palabra los hará libres. Ya no serán esclavos.
4- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, amarán a Mi Hijo más y más.
5- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un conocimiento más profundo de Mi Hijo en sus vidas diarias.
6-
Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un deseo profundo
de vestir con decencia para no perder la Virtud de la modestia
7-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, crecerán en la virtud de la castidad.
8-Todos
los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán una conciencia más
profunda de sus pecados y tratarán sinceramente de enmendar sus vidas.
9-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un profundo deseo de difundir el mensaje de Fátima.
10- Sobre todos que lleven piadosamente el Rosario, derramaré las gracias de las que soy medianera.
11-Todos que lleven piadosamente el Rosario, serán llenados de un profundo deseo de rezarlo y meditar sobre los misterios.
12- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán paz en sus vidas diarias.
13-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, serán reconfortados en momentos de tristeza.
14-
Todos los que lleven piadosamente el Rosario, se les concederá el poder
de tomar decisiones sabias a través del Espíritu Santo.
15-
Todos los que lleven piadosamente el Rosario, los llenaré de un
profundo deseo de llevar el Escapulario café del Monte Carmelo.
16- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, venerarán Mi Inmaculado Corazón y el sagrado Corazón de Mi Hijo Jesús.
17-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, no tomarán el nombre de Dios en vano.
18-Todos
los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán una profunda compasión
por Cristo crucificado y crecerán en su amor por El.
19-
Muchos de los que lleven piadosamente el Rosario, serán sanados de
enfermedades físicas, mentales y emocionales; así que llevadlo a los
enfermos y moribundos.
20- Las familias que lleven piadosamente el Rosario, tendrán paz en sus hogares.
NO ES PESO SI HAY AMOR ....
NO ES PESO SI HAY AMOR
Un
arqueólogo fue al Himalaya de peregrinación. Por aquél entonces, los templos antiguos
situados a gran altura eran muy complicados de alcanzar y mucha gente simplemente ya no
volvía. Se llegaba a través de pequeños senderos al borde de precipicios
extraordinariamente profundos, con nieves perpetuas. Tan sólo un pequeño resbalón y
todo habría acabado. Ahora los caminos están en mejores condiciones, pero en el tiempo
del que hablamos eran muy difíciles. El arqueólogo iba cansado, aún llevando muy poco equipaje (porque llevar mucho equipaje a esas alturas se hace imposible). Además, según se asciende, se hace más difícil respirar.
Delante de él, vio a una niña que no tendría más de diez años, cargando a un niño, muy gordito, sobre sus hombros. Ella iba sudando, respirando pesadamente, y cuando el hombre pasó a su lado le dijo: Niña, debes debes estar muy cansada. Llevas mucho peso sobre ti.
La niña le respondió: Usted es quien lleva peso, esto no es un peso, esto es mi hermanito.
Moraleja: Muchas veces pensamos que no podemos presentarnos ante Dios por miedo a que seamos una carga para Él, pues pensamos que al igual que el nuestro, el amor de Dios es limitado y condicionado. El amor de Dios es tan grande que no lo podemos entender, solamente aceptar. Siempre que el enemigo te haga pensar que Dios no tiene tiempo para ti y que eres una carga para Dios, debes recordar que Dios no lleva "cargas", te lleva a ti que eres su creación, y en cuanto al tiempo es solamente una limitación de nosotros los humanos.
Afortunadamente el amor de Dios es permanente..
(WEB CATOLICO DE JAVIER)
MARÍA Y UNA PREGUNTA DE JESÚS....
Autor: Marír Susana Ratero | Fuente: Catholic.net María y una pregunta de Jesús… | |
¿Quién es mi Madre? Pues, la que hizo la Voluntad de mi Padre y si queréis ser realmente mi hermano, mi hermana y mi madre, debes hacerte, hijo de esta Madre. | |
Madre, en la Misa de hoy se ha leído una parte del Evangelio que mucho me cuesta comprender… y me quedo mirando tu imagen, buscando en ti las palabras que no hallo. Más, Tu siempre eres respuesta a tus hijos cuando la búsqueda es sincera, llena de amor y confianza.. - Ven, hija- y te sigo… ya se hace costumbre al alma el seguirte, porque siempre tu compañía me deja mejor trazado el camino hacia Tu Hijo… Llegamos a Cafarnaúm. Jesús está en casa. Se ha juntado tanta gente que ni siquiera puede comer. Nos acercamos sin entrar. Nos quedamos junto a la puerta. Allí también se hallan los primos de Jesús (la palabra "hermano", en hebreo, abarca a los primos y parientes) La gente reparó en ti. Es que tu presencia jamás pasa inadvertida para tus hijos. La Llena de Gracia, la que ganó por humildad los más grandes regalos de amor del Padre. La Llena de gracia y en la puerta… esperando, sin hacer ostentación de tus privilegios de Madre. Y Jesús te ve… y saca de tu presencia una profunda enseñanza… Le dice la gente "Tu Madre y tus hermanos te buscan, ahí afuera" La escena es clara, la distancia prudente… Y Jesús nos habla entonces acerca de ti… - ¿Quién es mi Madre?- Y sus ojos brillan de manera especial… como haciendo eco a esta pregunta, como diciendo: - ¿Sabéis vosotros quién es, realmente, esa simple mujer que todos conocen? ¿Sabéis acaso que Ella está en el Corazón del Padre desde antes de la Creación del mundo? ¿Sabéis que sólo en Ella hallé mi complacencia para venir del Padre hasta vosotros? ¿Conocéis que los días que habité en su purísimo vientre fueron los más serenos, los más parecidos a la Mansión del Padre de donde venía? - ¿Quién es mi Madre?-repite tu Hijo, María, y veo tu mirada baja, humilde, sencilla… Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, sentados esperando una palabra, un camino… si, Tu Hijo, Madre, les habla a los que se acercan a El y allí se quedan, en espera, Tu Hijo les muestra el camino. El camino que Tú has recorrido… - Pues, la que hizo la Voluntad de mi Padre (y Jesús volvió a escuchar en su Corazón tus palabras de la Anunciación "Hágase en mi Su Voluntad") y si queréis ser realmente mi hermano, mi hermana y mi madre, debéis haceros, en vuestro corazón, hijos de esta Madre… Extiendes tu Mano, Madrecita, buscando la mía, como siempre, como cada día aún cuando no lo noto, más aún cuando te creo ausente… Miro a Jesús a los ojos y mi corazón susurra un "gracias" tembloroso y emocionado, un silencioso "gracias"" que Jesús escucha en las profundidades de mi alma… Y me dejo llevar por Ti, María, para aprender, en Tu Corazón, el camino de la Voluntad del Padre… Amiga mía, amigo mío que lees estas líneas. María tiende hacia ti su Mano. Tómala confiado, que Ella te llevará por un camino corto, perfecto, fácil y seguro, donde Jesús te espera para decirte "hermana mía, hermano mío" |
DIOS ES UNA PERSONA
Dios es una persona
Hablar
con Dios es como hablar con las personas: el Padre, el Hijo, el
Espíritu Santo. Por que este es nuestro Dios, uno y trino, no un dios
indefinido y difuso, como un espray esparcido un poco por todas partes.
Este es el significado de la reflexión propuesta por el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la mañana del jueves 18 de abril en la Domus Sanctae Marthae, a la que asistieron los directores y funcionarios de la Inspección de Seguridad Pública del Vaticano.
Concelebraron con el papa, entre otros, el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado; los obispos Charles Scicluna, obispo auxiliar de Malta, y Flavio Roberto Carraro, obispo emérito de Verona. Asimismo, los prelados José Bettencourt, jefe de protocolo de la Secretaría de Estado, Antonio Scotti, jefe de la oficina de la primera sección de la Secretaría de Estado, y Giuseppe Saia, coordinador nacional de los capellanes de la Policía del Estado italiano.
La ceremonia estuvo dirigida por monseñor Guillermo Javier Karcher, maestro de ceremonias papales. Entre las personalidades presentes, estuvieron los prefectos Alessandro Marangoni, director adjunto de la Policía, y Salvatore Festa, director de la oficina de enlace entre el Vaticano y el Ministerio del Interior de Italia, así como Enrico Avola, director de la Inspección de Seguridad Pública
en el Vaticano.
Es el Señor quien "nos habla de la fe", comenzó así la homilía del papa. Él nos dice «creer en él. Pero primero nos dice algo más: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió”. Ir a Jesús, encontrar a Jesús, conocer a Jesús es un don del Padre. Es un regalo. La fe es un don. Un regalo que recibimos en el bautismo, pero que luego debe desarrollarse en la vida, crecer en nuestro corazón, extenderse en las obras que hacemos. La fe es un don, y los que tienen esta fe, tienen vida eterna. Podemos preguntarnos: "¿Tenemos fe?". "Sí, sí, yo creo en Dios." "¿Pero en cuál Dios tú crees?". "¡Bueno, en Dios!" ¿Cuántas veces escuchamos esto "en Dios"? Un dios difuso, un dios-espray, que está un poco en todas partes, pero no se sabe lo que es. Creemos en Dios que es Padre, que es Hijo, que es Espíritu Santo. Creemos en las personas, y cuando hablamos con Dios hablamos con personas: o hablo con el Padre, o hablo con el Hijo, o hablo con el Espíritu Santo. Y esta es la fe».
Refiriéndose a la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (8, 26-40), el papa se centró en la figura del eunuco etíope, tesorero de la reina Candace, quien tenía una fe poco madura y sólida, "una fe que se iniciaba”. Sin embargo, "tenía buena voluntad. Había venido a Jerusalén para orar, para adorar a Dios, y leía al profeta Isaías. Tenía una cierta inquietud en el alma. Se la había metido el Padre para atraerlo a Jesús. Y este hombre, cuando Felipe se acercó a él y le preguntó: "¿Entiendes lo que estás leyendo?", le responde que no. Y cuando Felipe le anuncia a Jesús, este hombre siente que esta es una buena noticia. Siente el gozo. Empieza a sentir una alegría especial. Y tan grande fue la alegría que al ver el agua, dice,
"¡Bautízame ahora! ¡Quiero seguir a Jesús!"
Esto, señaló el papa Francisco, es algo que debería hacernos reflexionar: «Pensemos: no era un hombre de la calle, un hombre común. Era un ministro de economía, ¡eh! Podemos pensar que estaba un poco apegado al dinero. También podemos pensar que era un 'arribista', porque había renunciado a la paternidad por su carrera, ¿no? Pero todo esto se viene abajo ante la invitación del Padre a encontrar a Jesús. Esta es la fe. Y después Jesús nos dice cómo es su camino, nos enseña las actitudes de los que le siguen: en las bienaventuranzas, después en nuestra actitud. "Para seguirme, estas son las cosas que hacer: las Bienaventuranzas». A lo que se añaden las actitudes descritas en el «capítulo 25 de Mateo, sobre el juicio final: "Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me ofrecieron agua, estuve enfermo y me visitaste" (Mateo 25, 31-46). Son las actitudes de los discípulos de Jesús. Quien tiene fe, tiene la vida eterna, tiene la vida. Pero la fe es un don, es el Padre quien la da. Nosotros debemos seguir por este camino».
Nos puede pasar también a nosotros, observaba el papa, el ir por ese camino, mientras estamos absortos en nuestros pensamientos. Además, "todos somos pecadores y siempre tenemos algunas cosas que no van", aunque el Señor nos perdona "si pedimos perdón siempre: ¡y hacia adelante, sin desanimarnos!".
Es posible, por lo tanto, que sobre dicho camino nos suceda lo mismo que pasó con el tesorero etíope. Una vez vuelto a salir del agua después del bautismo --dijo el papa Francisco--, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y él "no le vio más. Y lleno de alegría siguió su camino".
Era la alegría de la fe, "la alegría de haber encontrado a Jesús, la alegría que solo nos la da Jesús, la alegría que da paz: no la que da el mundo, la que da Jesús. Esta es nuestra fe", aquella que nos "hace fuerte, nos hace alegres", y que se alimenta siempre en la vida "con pequeños encuentros diarios con Jesús".
Al final de la Misa, después de la oración a san Miguel Arcángel, patrono de la Policía del Estado, el papa agradeció a todos los presentes "por el servicio que realizan en la sociedad. Un servicio difícil; un servicio para el bien común, para la paz común. Un servicio que es peligroso, también, para la vida. Un servicio que --como le hemos pedido a san Miguel Arcángel--, requiere rectitud de la mente, fuerza de voluntad, honestidad con los afectos, serenidad. Muchas gracias por este servicio. Que el Señor les
bendiga mucho".
Tomado de L'Osservatore Romano del 18 de abril de 2013
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.
Este es el significado de la reflexión propuesta por el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la mañana del jueves 18 de abril en la Domus Sanctae Marthae, a la que asistieron los directores y funcionarios de la Inspección de Seguridad Pública del Vaticano.
Concelebraron con el papa, entre otros, el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado; los obispos Charles Scicluna, obispo auxiliar de Malta, y Flavio Roberto Carraro, obispo emérito de Verona. Asimismo, los prelados José Bettencourt, jefe de protocolo de la Secretaría de Estado, Antonio Scotti, jefe de la oficina de la primera sección de la Secretaría de Estado, y Giuseppe Saia, coordinador nacional de los capellanes de la Policía del Estado italiano.
La ceremonia estuvo dirigida por monseñor Guillermo Javier Karcher, maestro de ceremonias papales. Entre las personalidades presentes, estuvieron los prefectos Alessandro Marangoni, director adjunto de la Policía, y Salvatore Festa, director de la oficina de enlace entre el Vaticano y el Ministerio del Interior de Italia, así como Enrico Avola, director de la Inspección de Seguridad Pública
en el Vaticano.
Es el Señor quien "nos habla de la fe", comenzó así la homilía del papa. Él nos dice «creer en él. Pero primero nos dice algo más: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió”. Ir a Jesús, encontrar a Jesús, conocer a Jesús es un don del Padre. Es un regalo. La fe es un don. Un regalo que recibimos en el bautismo, pero que luego debe desarrollarse en la vida, crecer en nuestro corazón, extenderse en las obras que hacemos. La fe es un don, y los que tienen esta fe, tienen vida eterna. Podemos preguntarnos: "¿Tenemos fe?". "Sí, sí, yo creo en Dios." "¿Pero en cuál Dios tú crees?". "¡Bueno, en Dios!" ¿Cuántas veces escuchamos esto "en Dios"? Un dios difuso, un dios-espray, que está un poco en todas partes, pero no se sabe lo que es. Creemos en Dios que es Padre, que es Hijo, que es Espíritu Santo. Creemos en las personas, y cuando hablamos con Dios hablamos con personas: o hablo con el Padre, o hablo con el Hijo, o hablo con el Espíritu Santo. Y esta es la fe».
Refiriéndose a la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (8, 26-40), el papa se centró en la figura del eunuco etíope, tesorero de la reina Candace, quien tenía una fe poco madura y sólida, "una fe que se iniciaba”. Sin embargo, "tenía buena voluntad. Había venido a Jerusalén para orar, para adorar a Dios, y leía al profeta Isaías. Tenía una cierta inquietud en el alma. Se la había metido el Padre para atraerlo a Jesús. Y este hombre, cuando Felipe se acercó a él y le preguntó: "¿Entiendes lo que estás leyendo?", le responde que no. Y cuando Felipe le anuncia a Jesús, este hombre siente que esta es una buena noticia. Siente el gozo. Empieza a sentir una alegría especial. Y tan grande fue la alegría que al ver el agua, dice,
"¡Bautízame ahora! ¡Quiero seguir a Jesús!"
Esto, señaló el papa Francisco, es algo que debería hacernos reflexionar: «Pensemos: no era un hombre de la calle, un hombre común. Era un ministro de economía, ¡eh! Podemos pensar que estaba un poco apegado al dinero. También podemos pensar que era un 'arribista', porque había renunciado a la paternidad por su carrera, ¿no? Pero todo esto se viene abajo ante la invitación del Padre a encontrar a Jesús. Esta es la fe. Y después Jesús nos dice cómo es su camino, nos enseña las actitudes de los que le siguen: en las bienaventuranzas, después en nuestra actitud. "Para seguirme, estas son las cosas que hacer: las Bienaventuranzas». A lo que se añaden las actitudes descritas en el «capítulo 25 de Mateo, sobre el juicio final: "Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me ofrecieron agua, estuve enfermo y me visitaste" (Mateo 25, 31-46). Son las actitudes de los discípulos de Jesús. Quien tiene fe, tiene la vida eterna, tiene la vida. Pero la fe es un don, es el Padre quien la da. Nosotros debemos seguir por este camino».
Nos puede pasar también a nosotros, observaba el papa, el ir por ese camino, mientras estamos absortos en nuestros pensamientos. Además, "todos somos pecadores y siempre tenemos algunas cosas que no van", aunque el Señor nos perdona "si pedimos perdón siempre: ¡y hacia adelante, sin desanimarnos!".
Es posible, por lo tanto, que sobre dicho camino nos suceda lo mismo que pasó con el tesorero etíope. Una vez vuelto a salir del agua después del bautismo --dijo el papa Francisco--, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y él "no le vio más. Y lleno de alegría siguió su camino".
Era la alegría de la fe, "la alegría de haber encontrado a Jesús, la alegría que solo nos la da Jesús, la alegría que da paz: no la que da el mundo, la que da Jesús. Esta es nuestra fe", aquella que nos "hace fuerte, nos hace alegres", y que se alimenta siempre en la vida "con pequeños encuentros diarios con Jesús".
Al final de la Misa, después de la oración a san Miguel Arcángel, patrono de la Policía del Estado, el papa agradeció a todos los presentes "por el servicio que realizan en la sociedad. Un servicio difícil; un servicio para el bien común, para la paz común. Un servicio que es peligroso, también, para la vida. Un servicio que --como le hemos pedido a san Miguel Arcángel--, requiere rectitud de la mente, fuerza de voluntad, honestidad con los afectos, serenidad. Muchas gracias por este servicio. Que el Señor les
bendiga mucho".
Tomado de L'Osservatore Romano del 18 de abril de 2013
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.
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