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viernes, 6 de enero de 2023
lunes, 4 de enero de 2021
LOS TRES REYES MAGOS
Los tres Reyes Magos
Una mágica noche de ilusión y alegría
un trío de hombres sabios contemplaba una estrella,
en el cielo el lucero dibujaba una huella
por sagrados senderos de fervor y armonía.
Encontraron un Niño, la noche se hizo día,
los hinojos hincaron, ante la visión bella
de Jesús entre pajas y su Madre doncella,
le entregaron presentes, nació la Epifanía.
En tropel el gentío al Portal se acercaba,
para adorar al Niño de semblante inocente
que, entre un buey y una mula, feliz se calentaba.
Salieron en silencio, sonriendo dulcemente,
desde el pobre pesebre el Niño les miraba
… y los tres Reyes Magos regresaron a Oriente.
(Francisco José Briz Hidalgo)
sábado, 4 de enero de 2020
¿QUÉ SABEMOS DE LA ESTRELLA DE LOS MAGOS DE ORIENTE?
¿Qué sabemos de la Estrella de los Magos de Oriente?
¿Qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario?
Por: Vicente Balaguer | Fuente: PrimerosCristianos.com
La estrella de los magos pudo ser una conjunción planetaria entre Jupiter y Saturno
La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).
Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” San Mateo.
Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos.
En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero.
El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.
En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.
¿Qué pudo ser la Estrella?
La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres:
1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra
2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella
3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.
Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969
domingo, 6 de enero de 2019
LOS REYES MAGOS SON EJEMPLO DE BÚSQUEDA SINCERA DE LA VERDAD
Los Reyes Magos son ejemplo de búsqueda sincera de la verdad
Así lo señala Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba.
Por: n/a | Fuente: ACI Prensa
Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba (España) asegura que la Epifanía es una fiesta misionera porque quienes se han encontrado con Jesús no se guardan la noticia, sino que la difunden, como es el caso de los catequistas, quienes sostienen la evangelización, y de los Reyes Magos, que fueron a adorar al Niño superando las dificultades, como “ejemplo de la búsqueda sincera de la verdad”.
“La Navidad concluye con la manifestación universal de Jesús, pues Él he venido para salvar a todos los hombres. La epifanía del Señor es una fiesta misionera, una fiesta de expansión de una luz que alumbra a todo el que se acerca. Dejémonos iluminar por él”, alienta el Prelado.
En la Epifanía, según explica, “son tres los misterios de la vida de Jesús que se actualizan: la adoración de los Magos venidos de Oriente, el bautismo en el Jordán y las bodas de Caná. Como si los tres tuvieran una conexión interna en la manifestación de Jesús al mundo”.
La adoración de los Magos, además de reyes que traen los regalos al Niño Jesús y los reparten a todos los demás, son “un ejemplo de búsqueda sincera de la verdad, esa búsqueda que todo hombre lleva en su corazón”.
Mons. Fernández afirma que los Magos “superan una dificultad tras otra hasta encontrarse con Jesús en los brazos de María su madre. Y lo superan atraídos por la estrella que tiene sus momentos de esplendor y sus momentos de ocultamiento, como pasa en la vida de cada persona”.
Ya que, apunta, “no todo es luz y claridad en la vida, también hay momentos de oscuridad, donde se nubla todo, hasta lo que un día vimos con plena claridad. Es momento entonces de perseverar en la búsqueda, y aparecerá de nuevo la estrella atrayente que ilumina los pasos que hemos de seguir dando en el camino hasta que veamos a Dios cara a cara en el cielo”.
El bautismo de Jesús en el Jordán supone el comienzo del ministerio público de Jesús, “sumergido en lo más hondo de la tierra y emergiendo con ánimo renovado por la unción del Espíritu Santo, que le conducirá durante toda su vida hasta la entrega suprema en la cruz y el fuego renovador de la resurrección”.
“La unción del Espíritu Santo en el bautismo del Jordán ha capacitado la carne de Cristo para ser plataforma de la gloria de Dios. En él se muestra Dios y su amor a los hombres, cubierto por el velo de una carne humillada, todavía no glorificada”, precisa y explica que al entrar Jesús en el Jordán y ser llenado del Espíritu Santo, “ha incendiado las aguas y las ha dotado de capacidad para engendrar la nueva vida de nuestro bautismo”.
Por último, con las Bodas de Caná, Jesús elige ese escenario “para expresarnos que ha venido para que la alegría del amor que viven los esposos no se agote nunca. Él es el verdadero esposo de nuestras almas, y si Él está presente el vino de la alegría no se acabará”.
La Virgen María tiene un papel fundamental en este misterio, “pues es la madre atenta a las necesidades de sus hijos”.
Mons. Fernández explica que estos tres acontecimientos constituyen “una epifanía, manifestación del Señor”, ya que Jesús “ha venido para todos, judíos y paganos, creyentes y agnósticos. Cuando una persona se encuentra con Jesús, su vida cambia”.
“Por eso, la epifanía es una fiesta misionera, porque si has conocido a Jesús, vas a comunicarlo a los demás, no te lo guardas”, asegura el Prelado y ha agradecido la labor que realizan miles de catequistas en todo el mundo que sostienen la evangelización y especialmente los catequistas nativos, “aquellos en los que la fe ha prendido y los convierte a su vez en testigos del Evangelio para sus coetáneos”, un trabajo “imprescindible en la transmisión de Evangelio a todas las naciones, a todas las culturas, a todas las lenguas”.
sábado, 5 de enero de 2019
LAS RELIQUIAS DE LOS REYES MAGOS
Las reliquias de los Reyes Magos
Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en el año 300 de nuestra era cuando...
Por: Jesús Bustamante Ibarra | Fuente: boletinturistico.com
En 1164, el emperador alemán Federico Barbarroja regaló a la ciudad de Colonia las reliquias de los Reyes Magos, mismas que fueron trasladadas desde la Tierra Santa a Milán, y desde ahí a Colonia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia para ver el rico tesoro de los legendarios Reyes Magos. Así, en 1248 inició la construcción de una catedral que estaría a la altura de tal tesoro, la de Colonia. Hoy, dicha catedral es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa cuya construcción duró más de 600 años.
Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en el año 300 de nuestra era cuando la emperatriz Elena —madre del emperador romano Constantino— se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Aunque no se sabe cómo, en Saba localizó los cadáveres de los Reyes Magos y ordenó su traslado a Constantinopla —la actual Estambul— donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa. Después, las reliquias fueron trasladadas a Milán para dar prestigio a dicha ciudad. Pero fue Federico Barbarroja quien, en sus guerras de conquista, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó consigo las reliquias a Colonia en un accidentado viaje.
Los peregrinos, como los turistas en la actualidad, se asombraban al ver las dimensiones y los fastuosos decorados de la iglesia. Y es que sus torres se elevan 157 metros por encima de la ciudad, sus puertas de bronce son colosales, y su longitud es de 144 metros por 45 de ancho y 43 de altura, lo que la coloca entre las 10 iglesias más grandes del planeta. Además de todos los datos arquitectónicos colosales de la catedral, el Tesoro de los Reyes Magos es igualmente importante. Está situado detrás del altar mayor y es una pieza de orfebrería medieval en oro macizo finamente decorada con personajes bíblicos. Contiene los restos y reliquias de Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos.
El relicario en forma de basílica tiene proporciones gigantescas para esta clase de urnas: dos metros 20 centímetros de longitud de oro y plata macizos, esmaltes y joyas de incalculable valor. El relicario fue realizado por el mejor artista francés de la época, Nicolás Verdún, y los maestros orfebres de Colonia la terminaron hace 800 años. Dentro del relicario reposan los cráneos de Melchor, Gaspar y Baltasar, en tres cajas forradas de terciopelo y brocado. Cada hueso está envuelto en la seda más fina y se considera que es el sarcófago más grande del mundo, domina toda la catedral. Su peso es de 350 kilos de oro, plata y vermeil —una mezcla de metales perciosos—, incrustaciones con piedras preciosas, esmaltes y figuras de marfil ricamente adornadas que representan a la Virgen María, a los Reyes Magos y a los profetas. Por estas reliquias, Colonia se ha convertido, junto con Roma y Compostela, en uno de los grandes centros cristianos de peregrinación. En la Capilla de los Tres Reyes, frente al Tesoro, hay un maravilloso vitral, el célebre retablo de “La adoración de los Reyes”, de Dombild, y una serie de alegorías relativas al momento en que los Reyes Magos arriban a Belén a ofrecer sus presentes al recién nacido Niño Jesús.
jueves, 5 de enero de 2017
NI ERAN REYES, NI ERAN TRES
Ni eran reyes, ni eran tres
Entrevista al historiador italiano Franco Cardini, autor del libro: Los Reyes Magos, historia y Leyenda
Simbología de los tres Reyes Magos en la tradición teológica e iconográfica occidental
Por: Franco Cardini | Fuente: Agencia EFE
Según explica el historiador italiano Franco Cardini, autor del libro Los Reyes Magos, historia y Leyenda, los Magos de Oriente que fueron a Belén a adorar a Jesús, no eran Reyes ni eran tres, y ni siquiera viajaban en dromedario, sino que todas estas singularidades les fueron atribuidas en interpretaciones teológicas posteriores al evangelio.
En una entrevista concedida a la agencia Efe, Franco Cardini resaltó que el único evangelio de los cuatro canónicos que hace referencia a estos populares personajes es el de San Mateo. El evangelista se limita a consignar que «unos magos que venían del Oriente», sin especificar cuántos, se presentaron en Jerusalén conducidos por una estrella, que señalaba el nacimiento del Rey de los Judíos.
Los historiadores consideran que, con el término «mago», San Mateo se refería a astrólogos o sacerdotes persas que profesaban el mazdeísmo, la religión de Zaratustra, explica Cardini en su libro, recientemente publicado en español por Península.
El evangelio de San Mateo especifica también que los magos ofrecieron al niño Jesús como presentes oro, incienso y mirra. A partir de aquí, explica Cardini, «el número de tres magos se fija bastante rápidamente» entre los Padres de la Iglesia, dado que «se hace una relación entre el número de regalos y el número de magos» No obstante, hasta entrado el siglo V, en algunos escritos seguían hablando aún de cuatro magos. El primero que convirtió en Reyes a los magos fue Tertuliano, quien descubrió en el Antiguo Testamento, concretamente en los Salmos de David, un pasaje que aseguraba que unos Reyes acudirían a ver al Mesías poco después de su nacimiento. El tratamiento de Reyes era mucho más aceptable para los teólogos que el de Magos que «se asociaba con nigromantes o brujos», explica Cardini.
San Agustín, por su parte, determinó que los Reyes habían llegado hasta Belén montados en dromedarios para salvar una incongruencia temporal. «Según la tradición cristiana occidental, la estrella subió al cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los Reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época», indica Cardini. Ante esta contradicción, y haciéndose eco de un evangelio apócrifo que aseguraba que los Magos viajaron en camellos, San Agustín dedujo que los Reyes debieron montar en dromedarios «porque él era africano y sabía que eran más veloces que los camellos».
Según Cardini, los Reyes Magos acabaron convirtiéndose en la tradición teológica e iconográfica occidental en «un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía». «Los tres Magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se convierte en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas: hay un europeo, un asiático y un africano», asegura el historiador italiano, quien precisa que, a partir, del siglo XII y XIII, se coloca ya habitualmente «un mago negro».
Franco Cardini relata como los Reyes Magos «son también símbolo del tiempo, del pasado, el presente y el futuro, y por eso sus figuras representan un hombre anciano, uno de mediana edad y uno joven». Además, los Magos son símbolos de la Trinidad y encarnan los tres papeles de Cristo como Dios (la divinidad), como Rey (el alma) y como hombre (el cuerpo), según el historiador italiano. Asimismo, sus regalos representan el poder político (oro), la divinidad (el incienso) y la resurrección (la mirra).
LOS MAGOS MAESTROS DE HUMILDAD, NO CONFIARON EN SU SABIDURÍA
Los Magos maestros de humildad, no confiaron en su sabiduría
Estos personajes no son los últimos, sino los primeros que saben reconocer el mensaje de la estrella.
Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
Los Magos, maestros de humildad
No confiaron sólo en su propia sabiduría
Los Magos fueron los primeros de la larguísima fila de aquellos que han sabido encontrar a Cristo en su propia vida y que han conseguido llegar a Aquel que es la luz del mundo, porque tuvieron humildad y no confiaron sólo en su propia sabiduría.
A Belén, no los poderosos y los reyes de la tierra, sino unos Magos, personajes desconocidos, quizás vistos con sospecha, en todo caso indignos de particular atención.
Estos personajes procedentes de Oriente no son los últimos, sino los primeros de la gran procesión de aquellos que, a través de todas las épocas de la historia, saben reconocer el mensaje de la estrella, saben caminar por los caminos indicados por la Sagrada Escritura y saben encontrar, así, a Aquél que es aparentemente débil y frágil, pero que en cambio es capaz de dar la alegría más grande y más profunda al corazón del hombre.
En Él, de hecho, se manifiesta la realidad estupenda de que Dios nos conoce y está cerca de nosotros, de que su grandeza y poder no se expresan en la lógica del mundo, sino en la lógica de un niño inerme, cuya fuerza es sólo la del amor que se nos confía.
Los dones de los Magos, acto de justicia
Los Magos llevaron en regalo a Jesús oro, incienso e mirra. "No son ciertamente dones que respondan a necesidades primarias", en aquel momento la Sagrada Familia habría tenido ciertamente mucha más necesidad de algo distinto que el incienso y la mirra, y tampoco el oro podía serle inmediatamente útil.
Estos dones, sin embargo, tienen un significado profundo: son un acto de justicia.
Según la mentalidad oriental, representan el reconocimiento de una persona como Dios y Rey: es decir, son un acto de sumisión.
La consecuencia que deriva de ello es inmediata. Los Magos no pueden ya proseguir por su camino. Han sido llevados para siempre al camino del Niño, la que les hará desentenderse de los grandes y los poderosos de este mundo y les llevará a Aquel que nos espera entre los pobres, el camino del amor que por sí solo puede transformar el mundo.
No sólo, por tanto, los Magos se han puesto en camino, sino que desde aquel acto ha comenzado algo nuevo, se ha trazado una nueva vía, ha bajado al mundo una nueva luz que no se ha apagado.
Esa luz, no puede ya ser ignorada en el mundo: los hombres se moverán hacia aquel Niño y serán iluminados por la alegría que solo Él sabe dar.
La importancia de la humildad
Sin embargo, aunque los pocos de Belén que reconocieron al Mesías se han convertido en muchos a lo largo de la historia, los creyentes en Jesucristo parecen ser siempre pocos.
Muchos han visto la estrella, pero son pocos los que han entendido su mensaje.
¿Cuál es la razón por las que unos ven y encuentren, y otros no? ¿Qué es lo que abre los ojos y el corazón? ¿Qué les falta a aquellos que permanecen indiferentes, a aquellos que indican el camino pero no se mueven?
El obstáculo que lo impide, es la demasiada seguridad en sí mismos, la pretensión de conocer perfectamente la realidad, la presunción de haber ya formulado un juicio definitivo sobre las cosas volviendo cerrados e insensibles sus corazones a la novedad de Dios.
Lo que falta es la humildad auténtica, que sabe someterse a lo que es más grande, pero también el auténtico valor, que lleva a creer a lo que es verdaderamente grande, aunque se manifieste en un Niño inerme.
Falta la capacidad evangélica de ser niños en el corazón, de asombrarse, y de salir de sí para encaminarse en el camino que indica la estrella, el camino de Dios.
El Señor sin embargo tiene el poder de hacernos capaces de ver y de salvarnos,
Pido a Dios que nos de un corazón sabio e inocente, que nos consienta ver la estrella de su misericordia, nos encamine en su camino, para encontrarle y ser inundados por la gran luz y por la verdadera alegría que él ha traído a este mundo.
Benedicto XVI, Solemnidad de la Epifanía del Señor
miércoles, 4 de enero de 2017
EL MEJOR DON DE LOS MAGOS FUE SU FE
El mejor don de los Magos fue su fe
La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas como los Magos a la estrella. Carta a cada Rey Mago.
Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net
El seguimiento de Cristo significa dejar algo y buscar algo
Como todo movimiento el seguimiento de Cristo implica un punto de partida y un punto de llegada. Para hacerlo hay que dejar algo y tender hacia algo. Es responder en la fe al llamado de Dios. El episodio de los Magos ha sido el paradigma de la fe. La fe nos lleva a dejar algo atrás para buscar el ideal. Es como el barco que debe dejar el puerto para poder atravesar el mar y llegar a su destino.
Los Magos eran sabios de oriente, tal vez de Arabia. Allí había muchos estudiosos de diferentes materias: la medicina, la agricultura, la astronomía... Se ve, por el relato evangélico, que estos Magos estudiaban las estrellas. Seguramente fueron estimados por los otros estudiosos y vivían una vida acomodada y holgada. Todo esto resalta el mérito de estos hombres, pues, dejaron todo para seguir una estrella incierta, una señal vaga, un signo borroso. En el firmamento que cubría la tierra árabe, había muchas estrellas. Sin embargo, los Magos se fijaron en una solamente. Así es la dinámica de la fe: es una preferencia por la Palabra de Dios entre muchas otras palabras que uno podría aceptar.
No hay duda de que la noche de cada uno de nosotros está poblada de muchas estrellas. Tenemos muchas posibilidades, muchos ideales que nos totalizan. Dios, con su Revelación, nos interpela como un día lo hizo con Abrahám, como lo hizo con los profetas, como lo hizo con María y San José...
La fe siempre es una opción y ésta a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas. No nos gusta nadar en las aguas profundas porque preferimos tener unas agarraderas. En la vida espiritual la única agarradera es la veracidad y fidelidad de Dios.
Para mí creer es lanzarme en la oscuridad de la noche, siguiendo una estrella que un día vi, aunque no sepa a dónde me va a llevar. Para mí creer es sobrellevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en Él.
La fe se templa con las dificultades
Para templar una espada hay que meterla en el fuego. La fe también se forja en la tribulación. Hay gente que quiere tener una fe gigante, pero sin chamuscarse. Es como el atleta que quiere ganar la carrera, pero sin entrenarse, sin sufrir, sin lastimarse nunca.
La fe es un camino hermoso tapizado de rosas que están llenas de espinas. Los Magos tuvieron una experiencia profunda de la fe. Podemos imaginarlos llegando a un oasis para cargar provisiones y agua. Seguramente les vino a la mente la posibilidad de desistir. Tal vez en sus noches fueron visitados por sueños que les acosaban como fantasmas. El recuerdo de las burlas de sus compatriotas, el escepticismo de sus compañeros de estudios les perseguía. Hubo momentos de titubeos, de incertidumbre, de duda...
Sin embargo, siempre venció su fe. De hecho, su brújula no era tanto el astro luminoso en la bóveda de la noche, sino la luz de su fe encendida en sus almas.
En nuestros momentos de dificultad, también tiene que prevalecer la luz de la fe. Creer cuando todo va viento en popa es fácil; creer cuando el temporal de la adversidad choca cruelmente contra nuestra pequeña embarcación es más difícil. Pero, esto es lo que nos hace gigantes en la fe. Nunca ha existido un santo sin una fe probada, como nunca ha existido un atleta que haya tenido éxito sin esforzarse en los momentos de desánimo.
Este mundo es como un gran gimnasio en el cual, el cristiano tiene que ejercitarse en la fe: un día puede ser la penuria económica, otro día el sufrir el látigo cruel de la maledicencia propagada por nuestro mejor amigo, otro día el desamor de un ser querido...
La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas
Después de viajar muchos kilómetros, los Magos encontraron al Rey de los Judíos, el Salvador del mundo, el Rey de reyes, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en una cueva de una aldea de mala muerte, fuera de la ciudad de Jerusalén.
Era suficiente para obligar al corazón bajar a los pies. Sin embargo, lo aceptaron plenamente: se arrodillaron delante de Él. Vieron a Dios en un bebé que lloraba.
El Catecismo nos habla del sentido de la Epifanía (manifestación de Cristo) en el n.528:
La epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente. En estos “magos”, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la encarnación, la Buena Nueva de la salvación.
Un día alguien dijo a un amigo que había encontrado el teléfono de Dios. El amigo se sorprendió y muy irónicamente le preguntó cual era. Recibió una respuesta sublime: el teléfono de Dios es la fe.
Con la fe puede uno “conectarse” con Dios en cualquier momento. Al contemplar la belleza de la naturaleza, el estruendo del mar, la brisa entre los árboles... se puede ver a Dios si uno tiene fe.
También se le puede ver en el sacerdote que se sienta en el confesionario para escuchar nuestra miseria moral y darnos con seguridad el perdón de Dios. Con la fe se ve a Cristo presente en el Pan sagrado, en las manos del ministro en la Misa. La fe permite ver a Cristo en su Vicario en la tierra, el Santo Padre....
La fe abre horizontes y nos hace ver más lejos de lo que podríamos con la sola luz de la razón. Nuestra pobre razón es como el ojo desnudo que sólo ve un poco del universo al contemplar las estrellas que desfilan delante de él en la noche clara. Pero con un telescopio potente se puede penetrar en los espacios siderales y descubrir mundos nuevos. Así es la fe para un creyente: es un nuevo ojo para ver. En lo que parece sólo un trozo de pan le permite ver el Cuerpo de Cristo; en el vagabundo que toca a la puerta pidiendo una ayuda le revela la presencia del Cristo Místico; en el jefe enojón que da un mandato, la manifestación de la Voluntad de Dios...
El mejor don de los Magos fue su fe
Impresiona el regalo costoso del oro, incienso y mirra. Pero más impresionante todavía fue la fe, tamaño gigante, de estos hombres. Aquel día cuando los Magos se acercaron a la cueva de Belén y pidieron permiso para traspasar el dintel más pobre que habían visto en su vida, los papás del Niño accedieron a la petición de personas tan ilustres. Se maravillaron al verlos caer al suelo, manchar su ropa, e inclinar la cabeza delante del Bebé.
Cuando nosotros lleguemos al Cielo, ciertamente no vamos a entrar con unos lingotes de oro, una caja de incienso y un bote de mirra. Lo que vamos a llevar va a ser, como dijo San Pablo, nuestra fe, esperanza y caridad.
No juzguemos el valor de nuestra vida por las cosas que tenemos o las obras que hacemos. Lo que es la fe y el amor con que obramos eso es lo que vale delante de Dios. Mejor ir pobre al Cielo que rico al Infierno; mejor ir analfabeta al Cielo que con un doctorado al Infierno. Desde un punto de vista espiritual, el valor de los Magos no era el tamaño de sus dones materiales, sino la medida de su fe.
Unas preguntas
1. ¿Cómo es nuestra fe? ¿lánguida? ¿depende de como nos sentimos? ¿una fe fuerte?
2. ¿Si la fe exige dejar algo para seguir más de cerca a Cristo, ¿qué nos está pidiendo Cristo que dejemos?
3. ¿Está nuestra fe basada en la Palabra de Dios o en una serie de sentimientos movedizos?
martes, 3 de enero de 2017
DIFICULTADES DEL CAMINO
Dificultades del camino
No fue nada fácil para los Magos encontrarse con Cristo. Tuvieron que sortear muchas contrariedades y peripecias.
Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholicnet
No fue nada fácil para los Magos encontrarse con Cristo, porque "Jesucristo es profundo. No es la flor de la mañana que se corta y nos entrega a la primera todo su perfume, y pasada la ilusión nos deja con unos pétalos marchitos entre las manos y una sensación de caducidad y de esperanzas rotas . Tuvieron que sortear muchas contrariedades y peripecias.
Una primera dificultad que encontraron en su odisea fueron, sin duda alguna, las burlas de sus conocidos y vecinos, cuando dijeron que ellos se iban de sus palacios y se ponían en camino. Tuvieron que hacer frente a todas las risotadas y comentarios irónicos de la gente que les trataba de locos aventureros, de soñadores que no estaban en sus cabales." ¿A quién se le ocurre esto? ¡Irse al oeste! Definitivamente locos de remate". ¡Y todo por una dichosa estrella, detrás de la cual divisaron a Dios! ¡Y todo porque una estrella se encendió en sus almas! Pero ellos no se amilanaron ni se encogieron, al contrario, su decisión era clara, porque sentían dentro de sí el impulso de la inspiración divina y la fuerza de la verdad a la que ellos servían desde que se habían consagrado a la investigación de los cielos y de las estrellas. Esta dificultad es dura e ingrata. Vivir nuestro cristianismo con coherencia, con honradez; ser fiel a lo que Dios nos vaya pidiendo en nuestra vida, a lo que nos vaya inspirando en nuestra conciencia y en nuestro corazón; ese ir contra corriente en cuestiones de religión y de moral católica, cuando los demás piensan lo contrario y dicen lo contrario y hacen lo contrario...provocará risas y habladurías y comentarios hirientes de los que están a nuestro alrededor. ¡No hagamos caso! Venzamos todo respeto humano y sigamos la voz de nuestra recta conciencia, iluminada por Dios. Esto hicieron los Magos y encontraron lo que buscaban.
El viaje. No es fácil viajar cuando no se conoce el camino. Incertidumbre, sobresaltos, miedo, dudas, tentaciones de volverse atrás. La búsqueda de Dios no es fácil. Es una verdadera aventura en la que todo no puede, no debe ser claro, conocido, lógico, evidente a nuestra pobre mente, pues Dios está más allá de la lógica humana; es más, El tiene su lógica, su pedagogía. Lo importante es seguir adelante, guiados por esa luz interior de la fe en ese Dios que nos llama y que no puede engañarse ni engañarnos.
Después, la estrella desaparece. Ocurre en determinados momentos de nuestra vida. Momentos de crisis, de reajustes, de oscuridad interior, de cansancio, de hesitaciones; se nos oculta el brillo de la evidencia y de lo razonable, y sólo vemos lo gris de la vida. Dios puede y quiere probar la fe de sus seguidores a fin de comprobar que le siguen con fe auténtica, con corazón sincero. ¿Qué hacer en esos momentos? Seguir activos en la búsqueda de ese Rey Mesías y preguntar a quienes pueden aconsejarnos.
También el país extranjero, la lengua extranjera, las personas extranjeras fueron un obstáculo, no pequeño, para estos Magos No entendían el idioma, no comulgaban con las costumbres de esos pueblos. Otro mundo, otro abismo para ellos que les llenaba de desconcierto y de inseguridad. ¿A quién acudir? ¿Con quién comunicarse? ¡Qué inseguridad sentimos cuando estamos en tierra extraña! Inseguridad que a veces se convierte en zozobra, en miedo, en angustia. Algo de esto tuvieron que experimentar nuestros ilustres personajes de Oriente. Sin embargo, era más grande el amor y la esperanza que brillaban en sus corazones y les lanzaban a buscar al esperado de las naciones. ¿Qué nos dice esto a nosotros? Iremos, sin duda alguna, a países desconocidos por nosotros, de idioma distinto, de mentalidad diferente...y tenemos que comunicar la buena nueva del Evangelio. Cuántas veces también nosotros, en nuestro afán misionero de llevar a Cristo a los hombres, de predicarlo, de dar testimonio de El a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que los destinatarios de ese mensaje hablan otro idioma distinto, no sintonizan con nuestra onda, están en otra galaxia; en definitiva, parece que vivimos en distinto planeta, como les pasó a los Magos. No obstante, no debemos desalentarnos ni acomplejarnos; llevemos con coraje y decisión nuestra fe en Dios Creador, Salvador y Santificador. Quienes nos crean, se salvarán.
Otra dificultad fue el cansancio del camino y de la búsqueda. Buscar cuesta. Seguir buscando, cuesta. Pero seguir buscando a pesar de todo, cuesta mucho más y provoca cansancio físico y también espiritual. ¿Quién no ha sentido el cansancio de una subida escarpada, de una caminata bajo el sol abrasador y con una sed mortal e imperdonable? ¿No hemos experimentado alguna vez que el trabajo, todo trabajo, pero especialmente el trabajo espiritual, cuesta y a veces produce cansancio, sobre todo si es monótono y siempre igual? Ahora bien, los magos vencieron este sentimiento de cansancio gracias al amor y a la ilusión que ardía en sus corazones, pues el amor, nos dirá el Kempis, todo lo vence . No permitieron que este sentimiento negativo y sensible afectara a su zona espiritual ni tocara sus convicciones y su fe profunda. Sintieron, sí, cansancio físico, pero siempre conservaron en su alma el entu¬siasmo y el primer amor de cuando comenzaron la búsqueda. Cuando el cansancio, sea físico sea espiritual, toque a nuestra puerta, no hagamos caso; más bien, redoblemos el paso entonando la canción del amor.
Dura fue, por otra parte, la inconsciencia de Herodes y de los sabios que le rodeaban cuando esos Magos preguntaron por el Rey apenas nacido: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? (Mt 2, 2). Para Herodes fue una noticia sorpresiva e inesperada: "¿Cómo un Rey? Es la primera noticia que tengo, pues hasta el momento el rey soy yo. Ni siquiera los sabios que tengo a mi disposición saben de esto, o al menos no me han informado". Para los Magos ya era un hecho que el Mesías Rey había nacido; sin verlo, habían creído. Unos cuantos años antes de que Cristo dijera al incrédulo Tomás "Bienaventurados los que creen sin haber visto" (Jn 20,29), ya estos hombres desconocidos cumplían a la perfección esta nueva bienaventuranza, bajo la inspiración divina.
¡Qué tremendo golpe nos asesta este siglo, embebido en la indiferencia religiosa, emborrachado por la ambición, alcoholizado de materialismo y postrado en una tristísima inconsciencia que clama al cielo! Este obstáculo, la inconsciencia de muchos hombres, nos visitará en nuestro peregrinar. Los hombres de hoy saben que necesitan ser redimidos de muchas esclavitudes; esperan, casi sin darse cuenta, a alguien que les reconstruya interiormente y les dé la paz y la estabilidad interiores, pero es tal la inconsciencia en la que están sumergidos que cuando se les ofrece la respuesta a sus muchas inquietudes y anhelos, Dios, se destartalan, comienzan a tambalearse porque temen perder sus propias y acariciadas seguridades, al igual que Herodes que tuvo pánico de perder el trono y la corona al ser informado por los magos sobre el nacimiento de un nuevo rey, del verdadero rey del mundo y de los corazones.
Terminemos este punto diciendo que quien no clavalos ijares a su caballo, quien no va más allá de sus horizontes mezquinos, quien no sigue la ruta de la estrella ni galopa al campás de sus sueños e ilusiones nobles...llevará una vida gris y un alma polvorienta, experimentará el cansancio de su pereza y la inutilidad de sus bienes, y, lo que es más triste, no se encontrará con Cristo.
jueves, 7 de enero de 2016
LAS RELIQUIAS DE LOS REYES MAGOS
Las reliquias de los Reyes Magos
Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en el año 300 de nuestra era cuando...
Por: Jesús Bustamante Ibarra | Fuente: boletinturistico.com
En 1164, el emperador alemán Federico Barbarroja regaló a la ciudad de Colonia las reliquias de los Reyes Magos, mismas que fueron trasladadas desde la Tierra Santa a Milán, y desde ahí a Colonia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia para ver el rico tesoro de los legendarios Reyes Magos. Así, en 1248 inició la construcción de una catedral que estaría a la altura de tal tesoro, la de Colonia. Hoy, dicha catedral es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa cuya construcción duró más de 600 años.
Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en el año 300 de nuestra era cuando la emperatriz Elena —madre del emperador romano Constantino— se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Aunque no se sabe cómo, en Saba localizó los cadáveres de los Reyes Magos y ordenó su traslado a Constantinopla —la actual Estambul— donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa. Después, las reliquias fueron trasladadas a Milán para dar prestigio a dicha ciudad. Pero fue Federico Barbarroja quien, en sus guerras de conquista, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó consigo las reliquias a Colonia en un accidentado viaje.
Los peregrinos, como los turistas en la actualidad, se asombraban al ver las dimensiones y los fastuosos decorados de la iglesia. Y es que sus torres se elevan 157 metros por encima de la ciudad, sus puertas de bronce son colosales, y su longitud es de 144 metros por 45 de ancho y 43 de altura, lo que la coloca entre las 10 iglesias más grandes del planeta. Además de todos los datos arquitectónicos colosales de la catedral, el Tesoro de los Reyes Magos es igualmente importante. Está situado detrás del altar mayor y es una pieza de orfebrería medieval en oro macizo finamente decorada con personajes bíblicos. Contiene los restos y reliquias de Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos.
El relicario en forma de basílica tiene proporciones gigantescas para esta clase de urnas: dos metros 20 centímetros de longitud de oro y plata macizos, esmaltes y joyas de incalculable valor. El relicario fue realizado por el mejor artista francés de la época, Nicolás Verdún, y los maestros orfebres de Colonia la terminaron hace 800 años. Dentro del relicario reposan los cráneos de Melchor, Gaspar y Baltasar, en tres cajas forradas de terciopelo y brocado. Cada hueso está envuelto en la seda más fina y se considera que es el sarcófago más grande del mundo, domina toda la catedral. Su peso es de 350 kilos de oro, plata y vermeil —una mezcla de metales perciosos—, incrustaciones con piedras preciosas, esmaltes y figuras de marfil ricamente adornadas que representan a la Virgen María, a los Reyes Magos y a los profetas. Por estas reliquias, Colonia se ha convertido, junto con Roma y Compostela, en uno de los grandes centros cristianos de peregrinación. En la Capilla de los Tres Reyes, frente al Tesoro, hay un maravilloso vitral, el célebre retablo de “La adoración de los Reyes”, de Dombild, y una serie de alegorías relativas al momento en que los Reyes Magos arriban a Belén a ofrecer sus presentes al recién nacido Niño Jesús.
miércoles, 6 de enero de 2016
SIETE COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DE LA EPIFANÍA Y LOS FAMOSOS REYES MAGOS
7 cosas que tal vez no sabías de la Epifanía y los famosos Reyes Magos
Por Abel Camasca
(ACI).- “Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra”, dice San Mateo (2,1-18) en el pasaje que se refiere a los tres magos. Aquí 7 cosas que tal vez no sabías de los sabios de oriente y la Epifanía.
1. La Iglesia celebra tres Epifanías
La fiesta de los reyes magos o “bajada de reyes” es comúnmente llamada Epifanía, palabra que en griego significa manifestación, en el sentido de que Dios se revela y se da a conocer.
No obstante, la Iglesia celebra como Epifanías tres manifestaciones de la vida de Jesús: la Epifanía ante los magos de oriente (manifestación a los paganos), Epifanía del Bautismo del Señor (manifestación a los judíos) y la Epifanía de las bodas de Caná (manifestación a sus discípulos).
2. Es la segunda fiesta más antigua
La Fiesta de la Epifanía es una de las más antiguas de los cristianos, muy probablemente la segunda después de la Santa Pascua. Se inició en oriente y luego pasó a occidente por el siglo cuarto.
Se dice que en un principio los cristianos conmemoraban las tres epifanías en una misma fecha. En algunas iglesias orientales incluso le dieron a esta fiesta un carácter celebrativo del nacimiento de Cristo, pero este sentido se fue aminorando cuando se insertó la festividad romana de la Navidad por el siglo cuarto.
En la Edad Media la Epifanía poco a poco pasó a conocerse más como la fiesta de los Reyes Magos. Actualmente la Iglesia Católica celebra las tres epifanías en diferentes tiempos del calendario litúrgico.
3. Un santo definió la fecha
Estudios sostienen que la Epifanía se fijó para el 6 de enero debido a que en este día se celebraba el nacimiento de Aión, dios patrono de la metrópoli de Alejandría, que al parecer estaba relacionado con el dios sol. Asimismo, también porque desde tiempos antiguos en Egipto, se celebraba el solsticio de invierno el 6 de enero.
San Eusebio de Cesarea y San Jerónimo en el siglo cuarto, al igual que San Epifanio en el siglo sexto dicen que los reyes arribaron a ver al Niño antes que Jesús cumpliese los dos años.
Sin embargo, San Agustín (siglos cuarto y quinto) en sus sermones de la Epifanía afirmó que llegaron el día 13 después del nacimiento del Señor. Es decir, el 6 de enero del calendario actual.
4. Reyes por tradición
San Mateo, el único que habla de los magos en la Biblia, explica que fueron de “oriente”, una zona que para los judíos eran los territorios de Arabia, Persia o Caldea. Por otro lado, los orientales llamaban “magos” a los doctores.
“Mago” en lengua persa significaba “sacerdote” y justamente los magos (“magoi” en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. Ellos no conocían la revelación divina como los judíos, pero estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios.
La tradición les llamó “reyes” a los magos en referencia al Salmo 72 (10 -11) que dice: “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones”.
5. Pudieron ser más de tres
San León Magno y San Máximo de Turín, siglos cuarto y quinto respectivamente, hablan de tres magos probablemente no por basarse en alguna tradición, sino tal vez por los tres regalos que describe el evangelista.
En los primeros siglos hay representaciones pictóricas en los que aparecen dos, cuatro, seis y hasta ocho magos. No obstante, el fresco más antiguo de la adoración de los magos data del siglo segundo y se encuentra en un arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila y allí aparecen tres.
6. El origen de sus nombres, fisonomías y regalos
Los nombres de los magos no aparecen en las Sagradas Escrituras, pero la tradición les ha dado ciertos nombres. En un manuscrito de París a fines del siglo siete aparece que se llamaban Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo nueve se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.
Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de la zona Europea y ofrece al Niño el oro por la realeza de Cristo. Gaspar representa a la zona asiática y porta el incienso por la divinidad de Jesús. Mientras que Baltazar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres y símbolo de la humanidad del Señor.
En la época que se les empezó a pintar con estas características no se tenía conocimiento de América. Además, los tres hacen referencia a las edades del ser humano: juventud (Gaspar), madurez (Baltazar) y vejez (Melchor).
7. La estrella habría sido una conjunción de planetas
Sobre la estrella de Belén que vieron los Reyes Magos se han construido varias hipótesis. Antes se decía que fue un cometa, pero estudios astronómicos indican que al parecer se debió a la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis.
En este sentido, los Reyes Magos posiblemente deciden viajar en busca del Mesías porque, en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo; la constelación de Piscis, como el signo del final de los tiempos; y el planeta Saturno en Oriente, como la estrella de Palestina.
En suma, se presume que los “sabios de Oriente” entendieron que el Señor del final de los tiempos se aparecería ese año en Palestina.
Es probable que los Reyes Magos supieran algunas profecías mesiánicas de los judíos y por eso llegaron a Jerusalén, al palacio de Herodes, preguntando por el rey de los judíos.
LA ESTRELLA DE LA VOCACIÓN
La estrella de la vocación
Benditos los que saben adónde van, para qué viven y qué es lo que quieren, aunque lo que quieran sea pequeño
Por: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Razones para la alegría
Si yo tuviera que decir cuál es la mayor de las bienaventuranzas de este mundo señalaría, sin vacilar, que la de poder vivir de lo que uno ama. A continuación añadiría que una segunda y formidable bienaventuranza, aunque de segunda clase, es llegar a amar aquello de lo que uno vive.
Pero, curiosamente, parece que son pocos los que disfrutan de la primera y no muchos más los que conquistan la segunda. Porque charlas con la gente y casi todos te hablan mal de sus trabajos.- son abogados, pero sueñan ser escritores; médicos, pero les hubiera entusiasmado ser directores de orquesta; obreros, pero habrían sido felices siendo boxeadores o futbolistas. Son pocos, en cambio, los que reconocen haber nacido para ser lo que son y los que no se cambiarían de tarea si volvieran a nacer.
Pero aún es más grave descubrir que un altísimo porcentaje de los humanos se muere sin llegar a descubrir cuál era su verdadera vocación. Y uso esta palabra en todo su alto y hermoso sentido. Porque, curiosa y extrañamente, es éste un vocablo que en el uso común se ha restringido a las vocaciones sacerdotales y religiosas, cuando en realidad "todos" los hombres tienen no una, sino varias vocaciones muy específicas.
Todos hemos sido llamados, por de pronto, a vivir. Entre los miles de millones de seres posibles fuimos nosotros los invitados a la existencia. Si nuestros padres no se hubieran cruzado "aquel" día, en "aquella" esquina, o en "aquel" baile, hoy no existiríamos. Y si nuestro padre se hubiera casado con otra mujer, habría nacido "Otra" persona distinta de la que nosotros somos. Alguien -decimos los creyentes- o algo -dicen los materialistas- se trenzó para que esta persona concretísima que cada uno de nosotros es llegara a la existencia. Y ésta fue nuestra primera y radical vocación-. a nacer, a realizarnos en plenitud, a vivir en integridad el alma que nos dieron. Ya esto sólo sería materia más que suficiente para llenar de entusiasmo toda una existencia, por oscura y desgraciada que sea.
Fuimos, después, llamados al gozo, al amor y a la fraternidad, otras tres vocaciones universales. Colocados en mundo que, aunque haya de vivirse cuesta arriba, estalla de placeres (la luz, el sol, la compañía y medio millón más), ¿cómo entender el aburrimiento de los que han llegado a convencerse de que son vegetales o animales de carga?
Y fuimos finalmente llamados a realizar en este mundo una. tarea muy concreta, cada uno la suya. Todas son igualmente importantes, pero para cada persona sólo hay una -la suya- verdaderamente importante y necesaria.
Porque la vocación no es un lujo de elegidos ni un sueño de quiméricos. Todos llevan dentro encendida una estrella. Pero a muchos les pasa lo que ocurrió en tiempos de Jesús: en el cielo apareció una estrella anunciando su llegada y sólo la vieron los tres Magos. Y es que --como comenta Rosales en un verso milagroso-- "la estrella es tan clara que 1 mucha gente no la ve".
Efectivamente, no es que la luz de la propia vocación suela ser oscura. Lo que pasa es que muchos las confunden con las tenues estrellas del capricho o de las ilusiones superficiales. Y que, con frecuencia, como les ocurrió también a los Magos, la estrella de la vocación suele ocultarse a veces -y entonces hay que seguir buscando a tientas- o que avanza por los extraños vericuetos de las circunstancias.
Y, sin embargo, ninguna búsqueda es más importante que ésta y ninguna fidelidad más decisiva. Unamuno decía que la verdadera cuestión social no es un problema de mejor reparto de las riquezas, sino un asunto de reparto de vocaciones.
Dejo aquí de lado las vocaciones a la santidad -que éstas, sí, casi siempre se realizan por caminos diversos a los lógicos y previsibles, porque ahí Dios guía casi siempre a ciegas- y me refiero a las pequeñas y cotidianas vocaciones humanas. En éstas el primer elemento decisivo es la libertad. En ningún campo son más graves las violaciones que en las decisiones del alma. Y por eso yo entiendo mal a la gente que anda "pescando" curas o médicos o poetas. Todas las grandes cosas o salen de una pasión interior o amenazan inmediata ruina.
Supone después capacidad, coraje y lucha. Una vocación no es un sueño, un caprichillo pasajero, menos un afán de notoriedad. Todas las aventuras espirituales son calvarios. Y el que se embarque en una verdadera vocación sabe que será feliz, pero no vivirá cómodo.
Supone, sobre todo, terquedad en la entrega. Un escritor que se desanima al segundo fracaso mejor es que no intente el tercero, porque no nació para eso. Sólo tiene vocación el que no sería capaz de vivir sin realizarla.
Y supone también realismo. ¡Cuántas veces una gran vocación ha de vivir "protegida" por una segunda tarea práctica que nos dé los garbanzos mientras la otra vocación construye el alma!
Pero benditos los que saben adónde van, para qué viven y qué es lo que quieren, aunque lo que quieran sea pequeño. De ellos es el reino de estar vivos.
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