sábado, 14 de marzo de 2020

CON SUS HERMANOS Y AMIGOS


Con sus hermanos y amigos



Hoy te cuento el caso de una familia que se marchó detrás de Cristo, dejando castillos, riquezas y títulos de nobleza. Es el comienzo de la historia de san Bernardo, Padre de la Iglesia por la calidad de sus escritos, abad del monasterio de Claraval por muchos años y legado del Papa para restablecer la paz y la unión entre los reinos de Europa.

Bernardo volvió a su familia a contar la decisión que había tomado y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y treinta amigos de la nobleza que dejaron todo para unirse a Cristo. Dicen que cuando anunciaron a Nervando, el hermano menor, que se iban de religiosos, el joven les dijo: "¡Ajá! ¿Ustedes se van para ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo acepto". Y poco después, también él se hizo religioso del Císter.

Esa familia se decidió a seguir con generosidad a Cristo pobre, casto y obediente. Sintieron y siguieron el llamado a una vida entregada totalmente a dar testimonio de los valores del Evangelio. Los bautizados estamos llamados a ser testigos de que el amor a Cristo puede llenar nuestra vida en cualquier condición nos encontremos. También tú, amigo/a.


* Enviado por el P. Natalio

EL TAZÓN DE MADERA


El tazón de madera






El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían que alimentarse fuera un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Se le acercó y le preguntó dulcemente: -"¿Qué estás haciendo?" Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos." Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a su padre de tal forma que quedó sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. El padre contó lo sucedido a su esposa y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir. La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir.

He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja tres cosas: un día lluvioso, el equipaje perdido y las luces del arbolito enredadas. He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo. He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo. He aprendido que aún tengo mucho que aprender y que deberíamos pasar esto a todos los que nos importan. Yo acabo de hacerlo.

LLORAR...


Llorar
Talentos Trabajando


Por: Katlheen Velasco | Fuente: Catholic.net




Después de un excelente retiro espiritual del Triduo Sacro y con la alegría de la resurrección, me disponía a regresar a casa junto con mi hermana, el camino era largo, el camión un poco estrecho e incómodo pero el corazón estaba lleno y la mentalidad más santa.

La primera parada del camión era para que aquellos lugares vacíos se ocuparan. Un matrimonio joven con dos pequeños se sentaron a la izquierda de nuestros asientos, nos acomodamos como pudimos, cubrimos nuestro cuerpo y rostro con la colcha e intentamos dormir.

No pasó mucho para que la más pequeña de los niños que los acompañaban comenzara a llorar, por un momento pensé en lo incómodo que era aquello, había sido un fin de semana agotador y las horas de viaje eran tantas que de verdad quería aprovecharlas para descansar, pero el llanto de la pequeña hacía mi deseo de descanso complicado.

La pequeña no se callaría durante un largo rato, así que dejé de pensar en mí y comencé a pedir a Dios por la pequeña, de seguro sus padres estaban apenados por la situación, la niña lloraba cada vez más intensamente y me di el tiempo para la siguiente reflexión.

Hoy en día tanto para hombres como para mujeres llorar es de débiles, los únicos que pueden llorar “en paz” son los niños, y se les perdona que lo hagan porque son pequeños y “berrinchudos”. Pero la realidad es que no importa la edad que tengas, todos siempre necesitamos llorar las situaciones difíciles.


 Mientras la pequeña lloraba, pude clasificar el llanto en cinco etapas que describiré aquí.


La primera etapa la nombre valentía, porque sin duda alguna con la situación actual que vivimos, llorar es para valientes. Dejar que la primera lágrima recorra tu mejilla y dejar que el nudo en la garganta se desenrede requiere valor. Sobre todo cuando te encuentras rodeado de personas, efectivamente tu rostro y tu cuerpo cabizbajo indican tu tristeza, pero vas con la mirada alta hasta llegar al coche a soltar el primer lamento. Así es señores, llorar no es de débiles, llorar es de valientes.

Cuando uno está en una crisis fuerte y ya has decidido comenzar el llanto se entra a la etapa de la incomprensión, es ese momento en el que la pregunta ¿Por qué? se repite en la cabeza en incluso en voz alta las veces necesarias y todas esas veces sin conseguir ninguna respuesta. Decidí llamarla así, porque el dolor de la situación causa en nosotros el pensamiento individual y esto nos lleva a sentirnos incomprendidos y un poco frustrados por no entender lo que está pasando.

Entonces con todo el dolor y la incomprensión sembrados en el momento, llegamos a la etapa de la desesperanza. Ésta etapa es la más larga de todo el desahogo, pues ya no importa el porqué de la situación y tampoco importa quién te está viendo llorar, lo único que importa es el dolor de la derrota que se siente en el corazón por la situación. Porque efectivamente, no importa cuánto  intentes entenderlo ni mucho menos cuanto quieras cambiar el pasado para no llegar al punto, lo único que importa es desahogar el alma mediante los gritos de desaliento que tus cuerdas bucales pueden cantar y las lágrimas cristalinas que emanan de tus ojos y recorren tu rostro.

Entonces con la derrota abrazada se llega a la etapa del cansancio. Ésta etapa es la más cercana a la victoria, pero también la que está a un paso de la desesperanza, dicho esto, quiero dar a entender que del cansancio se puede regresar a la etapa anterior si el corazón aún no está listo para la victoria de la última etapa. Cansancio es algo que todos hemos sentido, pero en cuanto a la del corazón se refiere es uno muy pesado, pues te has cansado incluso de la desesperanza antes vivida y se puede llegar a creer que después de éste no hay forma de levantarse y seguir, incluso el famoso “mal de corazón” que tu respiración cortada al inhalar pausadamente indica refleja dicho cansancio.

Pero entonces viene la última etapa, la etapa del amor. Cuando el corazón ha sufrido lo suficiente, se ha cansado de hacerlo y por ende se ha entregado a las manos de su creador. El creador con su infinita misericordia premia al corazón herido con más amor que el que tiene, sellando con su preciosa sangre derramada en la cruz la herida que pudo haberle dejado la batalla. Y así con calma y en silencio, la tormenta llega a su final dejando un corazón cicatrizado en el amor y con mayor preparación para la siguiente batalla.

Mientras escuchaba a la pequeña vivir las cinco etapas antes descritas, pude imaginarme a mí llorando mis batallas, pude imaginar a Jesús y María consolándome en cada una de ellas, incluso en la tercera etapa de la pequeña pude sentir el dolor de su dolor y pude entender lo difícil que es para Dios vernos sufrir, pero la certeza de que es por nuestro bien lo alienta a dejarnos vivir el dolor, pues sabe que cuando lleguemos al punto del amor de las mismas, después del desahogo, el corazón estará fortalecido.

 Agradecí a Dios la luz que me había proporcionado respecto a éste método tan criticado, pero tan sanador de reparación de corazón y pensé en lo difícil que seguro era para mi hermana la situación, su método para terminar la situación fue tomar una cajita de leche que había guardado para más tarde y regalársela al papá de la pequeña con mucho amor para ver si el llanto podría venir del ayuno de la niña, efectivamente luego de recibir alimento, la pequeña llegó a la etapa del amor y su sufrimiento llegó a su fin.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 14 DE MARZO DE 2020




Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 14 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado,
al rebaño de tu heredad,
que anda solo en la espesura,
en medio del bosque;
que se apaciente como antes
en Basán y Galaad.
Como cuando saliste de Egipto,
les haré ver prodigios.
¿Qué Dios hay como tú,
capaz de perdonar el pecado,
de pasar por alto la falta
del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera,
pues le gusta la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros,
destrozará nuestras culpas,
arrojará nuestros pecados
a lo hondo del mar.
Concederás a Jacob tu fidelidad
y a Abrahán tu bondad,
como antaño prometiste a nuestros padres.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de marzo de 2020
CR



Henri J.M. Nouwen ha desgranado con una maestría admirable el contenido de este texto bíblico inmortalizado por Rembrandt en el cuadro “El Regreso del Hijo Pródigo”. Y llega a decir: “En él está todo el evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios”.

Esta parábola nos hace entrar en el mundo de las relaciones familiares, de las que cualquier lector puede hablar por experiencia. Habla de herencia, tema siempre delicado en la armonía de las familias. Habla de un hijo, el menor, que quiere disfrutar cuanto antes del patrimonio, y habla de un padre que, en un alarde de enorme generosidad, le entrega su parte; lo malgasta todo y cuando se ve en la ruina física y moral, se acuerda de su padre y le pide perdón.

El mayor, por su parte, cree que ha hecho méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, pues no ha faltado ni a uno solo de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado. De su hermano no quiere ni saber.

Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor.

Lo escandaloso de la parábola es cómo Jesús muestra al hijo menor acaparando el amor del padre a pesar de todo lo que ha hecho.

Es el legalismo el que no permite al hijo mayor descubrir la gratuidad del amor divino, un amor que no se exige como pago a una buena conducta, sino que se recibe como gracia.

Hace años en un encuentro de los cursillos de cristiandad oí el testimonio de un hombre, camionero de profesión, que dijo: “Yo he vivido en mi familia esta parábola, pero al revés: yo eché a mi hijo de casa. Escuchando hoy la lectura de este evangelio me he dado cuenta de mi gran error”. Las lágrimas no le dejaron continuar. Pero todos entendimos que este hombre, curtido en la dura vida de la carretera, había llegado a entender el corazón de Dios.

LA MISA PRESIDIDA POR EL PAPA FRANCISCO SE TRANSMITIRÁ EN DIRECTO UNA SEMANA MÁS POR EL CORONAVIRUS


La Misa presidida por el Papa se transmitirá en directo una semana más por el coronavirus
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco ha decidido prorrogar una semana la emisión de la Misa celebrada todos los días en Casa Santa Marta a las 7,00 de la mañana (hora local) como medida de prevención contra la difusión del coronavirus COVID-19.

Se trata de una forma de facilitar a los fieles la participación en la eucaristía, ya que las Misas están suspendidas en toda Italia.


Según un comunicado difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el rezo del Ángelus dominical del 15 de marzo y la Audiencia General del miércoles 18 de marzo también se transmitirán en directo, al igual que la Misa en Santa Marta, a través de la señala de Vatican Media.

Posteriormente, las imágenes serán distribuidas entre todos los medios que las soliciten, de forma que la Misa presidida por el Pontífice pueda llegar a todo el mundo.

BUENOS DÍAS !





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