viernes, 18 de diciembre de 2020

IMÁGENES DE PORTADAS PARA TARJETAS DE NAVIDAD






 
























¿CONOCES EL SIGNIFICADO DE LAS ESFERAS DEL ÁRBOL DE NAVIDAD?


 

¿QUÉ SON LAS ANTÍFONAS MAYORES DE ADVIENTO O LAS ANTIFONAS DE LAS O?











 Las antífonas mayores de #Adviento o las antifonas de las “O”:

 ✨ son 7️⃣ antífonas latinas propias de la Liturgia de las Horas según el rito romano.  Se cantan como antífonas del Magnificat en vísperas y como verso aleluiático del Evangelio en la Misa de las fiestas mayores de Adviento, del 17 al 23 de diciembre.  

Todas inician con “O” - qué significa: dirigido al Señor Jesús.

 ¡Ven Señor Jesús!

ESCUCHA A TU ÁNGEL




 Escucha a tu Ángel Gabriel

No basta con escuchar, tampoco basta con creer, pues es necesario responder


Por: Marlene Yañez Bittner | Fuente: Catholic.net


“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1,38). Enorme ejemplo, divina entrega, eterna gratitud hacia una mujer que escuchó y creyó…

Escuchó la voz del Señor a través de un Ángel y creyó en sus palabras, pues su fe siempre firme, no la hizo titubear. Luego, lanza una respuesta de total entrega a pesar de que su camino sería difícil; su afirmativa respuesta, supondría atravesar muchos obstáculos y ella sin duda lo sabía.

No basta con escuchar, tampoco basta con creer, pues es necesario responder. Ahí está el abandono, la verdadera prueba de fe, ahí está la fe de Nuestra Madre María.

“… la respuesta de María es una frase corta, que no habla de gloria, no habla de privilegio, sino solo de disponibilidad y servicio.” (Papa Francisco)

Quizás pensemos que nunca se nos ha aparecido un Ángel diciéndonos algo. Ni en sueño, ni estando despiertos. Simplemente, no hemos tenido aquella experiencia que podríamos denominar “divina”. Sin embargo, el Señor nos habla permanentemente y de variadas formas. Quizás no nos envíe un Ángel visible que nos hable con palabras que podamos escuchar, pero si lo hace a través de una lectura, de una persona, de una situación o de cualquier otra manera.

Podríamos imaginar que todo lo que el Señor nos habla procede de un Ángel Gabriel. Aquel Ángel que pide una total entrega a la voluntad de Dios, así como lo hizo con María. No nos da la noticia de que concebiremos al hijo de Dios, pero nos pide el mismo abandono en los brazos amorosos del Padre, la misma confianza que se logra mediante la fe, la misma esperanza de que entraremos en el Santo Reino de Dios, la misma paz que nos da pensar que estamos cobijados bajo su sombra.

¿Escuchas a tu Ángel Gabriel y logras una entrega total a Dios? Nada de fácil, pues nos cuesta trabajo despojarnos de nuestras seguridades. Aquellos amuletos palpables con los que nos protegemos: el trabajo, la profesión, la casa, los afectos familiares, el dinero, etc. Parece más sencillo descansar sabiendo que tenemos un “buen pasar económico”, que descansar nuestra alma en aquello que sí nos garantiza una seguridad duradera, eterna.

“Sólo en Dios descansa mi alma, de Él me viene la salvación.” (Sal 62,2)

Qué mejor momento es éste, en tiempo de Adviento, para dejar en aquel Establo en donde nace nuestro salvador, todos aquellos elementos en los que depositamos nuestra seguridad y cambiarlos por los verdaderos tesoros que Dios nos regala junto con el nacimiento de su hijo. La paz que sólo se encuentra en Él, la seguridad de poder alcanzar el Reino de los Cielos y la capacidad de amar como Jesús lo hizo al venir al mundo, sin límites y entregándose a los demás. En eso consiste dar la misma respuesta de María a nuestro Padre. Un “sí” sin condiciones, sin dudas… una confianza absoluta.

Y ¿Cómo lograrlo? Dios se encargará de ello… sólo debemos disponer nuestros corazones para recibirlo mediante la oración y la meditación. Adorar a aquel que vino a salvarnos de nuestros pecados con un infinito amor, siguiendo el ejemplo de los Reyes Magos:

“Venid a adorarlo, hinquemos las rodillas delante del Señor, nuestro creador.” (Salmos 95,6)

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 18 DE DICIEMBRE DEL 2020

 



 Lecturas de hoy 18 de Diciembre. Feria de Adviento

Hoy, viernes, 18 de diciembre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):


MIRAD que llegan días —oráculo del Señor—

en que daré a David un vástago legítimo:

reinará como monarca prudente,

con justicia y derecho en la tierra.

En sus días se salvará Judá,

Israel habitará seguro.

Y le pondrán este nombre:

«El-Señor-nuestra-justicia».

Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.


V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud. R/.


V/. Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres. R/.


V/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

el único que hace maravillas;

bendito por siempre su nombre glorioso;

que su gloria llene la tierra.

¡Amén, amén! R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):


LA generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:

«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo

y le pondrán por nombre Emmanuel,

que significa “Dios-con-nosotros”».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.


Palabra del Señor



«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, la liturgia de la palabra nos invita a considerar el maravilloso ejemplo de san José. Él fue extraordinariamente sacrificado y delicado con su prometida María.

No hay duda de que ambos eran personas excelentes, enamorados entre ellos como ninguna otra pareja. Pero, a la vez, hay que reconocer que el Altísimo quiso que su amor esponsalicio pasara por circunstancias muy exigentes.

Ha escrito el Papa San Juan Pablo II que «el cristianismo es la sorpresa de un Dios que se ha puesto de parte de su criatura». De hecho, ha sido Él quien ha tomado la “iniciativa”: para venir a este mundo no ha esperado a que hiciésemos méritos. Con todo, Él propone su iniciativa, no la impone: casi —diríamos— nos pide “permiso”. A Santa María se le propuso —¡no se le impuso!— la vocación de Madre de Dios: «Él, que había tenido el poder de crearlo todo a partir de la nada, se negó a rehacer lo que había sido profanado si no concurría María» (San Anselmo).

Pero Dios no solamente nos pide permiso, sino también contribución con sus planes, y contribución heroica. Y así fue en el caso de María y José. En concreto, el Niño Jesús necesitó unos padres. Más aún: necesitó el heroísmo de sus padres, que tuvieron que esforzarse mucho para defender la vida del “pequeño Redentor”.

Lo que es muy bonito es que María reveló muy pocos detalles de su alumbramiento: un hecho tan emblemático es relatado con sólo dos versículos (cf. Lc 2,6-7). En cambio, fue más explícita al hablar de la delicadeza que su esposo José tuvo con Ella. El hecho fue que «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,19), y por no correr el riesgo de infamarla, José hubiera preferido desaparecer discretamente y renunciar a su amor (circunstancia que le desfavorecía socialmente). Así, antes de que hubiese sido promulgada la ley de la caridad, san José ya la practicó: María (y el trato justo con ella) fue su ley.

SANTORAL DE HOY VIERNES 18 DE DICIEMBRE DEL 2020

 

Malaquías, SantoMalaquías, Santo
Profeta, 18 de Diciembre
Julia Nemesia Valle, BeataJulia Nemesia Valle, Beata
Virgen y Formadora de Jóvenes, 18 de diciembre
Flavio (o Flavito), SantoFlavio (o Flavito), Santo
Eremita, 18 de diciembre
Modesto, SantoModesto, Santo
Restaurador de Jerusalén, 17 de diciembre
Rufo y Zósimo, SantosRufo y Zósimo, Santos
Mártires, 17 de octubre
La Expectación del PartoLa Expectación del Parto
El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto.
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