Siempre avanzar
En la vida es imposible parar. Aun cuando decidimos no avanzar, la vida avanza. Y a veces tenemos la impresión que ella corre. Y en ese nuestro vivir, encontramos diariamente caminos en frente nuestro. En cada situación hay siempre una opción de caminos. Escogemos entonces el más largo, el más corto, el más fácil, el más difícil... somos guiados por voluntades, necesidades, corazonadas, emociones... y en verdad no siempre sabemos dónde nos llevará el camino escogido.
Y es preciso cada día, a cada paso, seguir nuestro sentir y asumir. Nadie, nadie más puede o debe ser responsable por nuestras decisiones. Y aún que escuchemos a un amigo, a los padres, la decisión final será responsabilidad nuestra.
Muchas veces sufrimos porque creemos que escogimos el camino errado. Y sabemos que después de la elección no hay vuelta atrás, y que siempre tendremos un resultado y la opción de dirigir nuestros pasos para direcciones diferentes. Y entonces una nueva opción se da. Con todos los riesgos posibles.
Amar a alguien, sentir amistad por alguien, no es una decisión por lo menos voluntaria, de nuestra mente. Es del corazón, del sentir, pues no tenemos un control, no podemos negar el sentir ese amor o esa amistad. Mas podemos decidir seguir ese amor o esa amistad. Eso también es una escuela, o camino.
Lo verdaderamente importante es no parar. Leí una vez que "el agua que se estanca se pudre", y pienso que a nadie le gustaría vivir como agua estancada. Deberemos ser entonces como el agua de los ríos, corriendo siempre en alguna dirección, regando flores que nacen a nuestro lado, matando la sed de los pájaros y de los hombres, desembocando en grandes mares. Y así sigue nuestra vida...
Cabe a cada uno la responsabilidad de escoger diariamente. Y todo lo que se puede decir con certeza es que no hay errores posibles en el momento de escoger, a la hora de seguir el Gran, el Verdadero Camino, que sabemos es JESÚS. Para los otros, que la sabiduría esté en los corazones de cada uno para que las opciones escogidas estén lo más cerca posible de aquello que llamamos de felicidad.