Mostrando entradas con la etiqueta LOS SACRAMENTOS - RECONCILIACIÓN O PENITENCIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LOS SACRAMENTOS - RECONCILIACIÓN O PENITENCIA. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de abril de 2019

GUÍA PARA HACER UNA BUENA CONFESIÓN


Guía para hacer una buena confesión
Para facilitar el examen de conciencia, presentamos una guía en forma de preguntas.


Por: Redaccion | Fuente: reflexionesparaelalmaryp.blogspot.mx 




Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonado;
a quienes los retengáis,
les quedan retenidos.
(Jn20,23)



Preparación para la confesión
¿ Que se necesita para confesarse bien ?

Examen de conciencia: Que consiste en recordar todos los pecados que hemos cometido desde la última confesión.

Arrepentimiento: Que consiste en sentir sincero dolor de haber ofendido a Dios; y detestar el pecado. (Para alcanzar el arrepentimiento hay que pedírselo a Dios)

Propósito de la enmienda: Que consiste en decidirse firmemente a no volver a pecar; en estar dispuestos a evitar el pecado, cueste lo que cueste.

Confesión: Que consiste en decirle al Sacerdote todos los pecados que hemos descubierto en el examen de conciencia.

Esta confesión de pecados debe ser:
Sincera: Es decir, sin querer engañar al Sacerdote, pues a Dios es imposible engañarlo.

Completa: Es decir, sin callarse ningún pecado.

Humilde: Es decir, sin altanería ni arrogancia.

Prudente: Es decir, que debemos usar palabras adecuadas y correctas, y sin nombrar personas ni descubrir pecados ajenos.
Breve: Es decir, sin explicaciones innecesarias, y sin mezclarle otros asuntos.

Satisfacción: Que consiste en cumplir la penitencia que nos impone el sacerdote, con la intención de reparar los pecados cometidos. Es obligatorio cumplir la penitencia, porque es parte del mismo sacramento.

Guía para el examen de conciencia:
Para facilitar el examen de conciencia, se presenta a continuación una guía en forma de preguntas. LEA DESPACIO y MEDITE cada pregunta, y si lo desea, haga una lista de sus pecados para que ninguno se le olvide cuando llegue el momento de confesarlos ante el Sacerdote.

¿Cuanto tiempo hace que me confesé la última vez?
¿Cumplí completamente la penitencia que me impuso el Sacerdote?
¿Qué se me olvidó o que pecado grave callé en confesiones anteriores?

1.- AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
"Yo, el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto,
de la casa de la servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mi.

No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos,
Ni de lo que hay abajo en la tierra. No te postraras ante ellas ni les darás culto"
(Ex 20,2-5; Dt 5, 6-9)

"Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, solo a El darás culto"
(Mt 4,10)


¡AMARÁS al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas!
(Lc 10,27; Dt 6,5)

¿Creo en Dios? ¿Doy testimonio de El? ¿Tengo en El una fe y una confianza firme y completa?

¿Dudo o rechazo como verdadero lo que Dios ha revelado en las Escrituras (La Sagrada Biblia)?

¿Me he desesperado, llegando a dudar de la bondad de Dios, de su justicia, de sus promesas y de su misericordia?

¿He presumido de que Dios me salvará de todas maneras, aún son conversión y sin mérito?

¿He sido indiferente, despreciando la acción y la fuerza de Dios en mi vida?

¿He respondido al amor de Dios con tibieza?
¿He cultivado un enfermizo orgullo propio, que me ha llevado a odiar a Dios?

¿Le he dedicado suficiente tiempo a Dios en la oración personal y comunitaria?

¿He hecho las cosas que requieren sacrificio, - con verdadero amor - y ofreciéndoselas al Señor?

¿He cumplido en todo o en parte, alguna promesa hecha a Dios o a su iglesia?

¿He sido supersticioso, o sea que le he atribuido una importancia de algún modo mágico, a ciertas prácticas legítimas o necesarias?
¿He creído y/o consultado y/o usado: supersticiones, hechicerías, brujería, magia, (incluso la blanca), adivinos, quiromancia, "médium", agüeros, horóscopos, cartas de naipe, "tazas de chocolate" y cosas parecidas; al igual que riegos, sahumerios, talismanes, "pencas de sábila", filtros, maleficios, sortilegios, cábala, tarot, "carta astral", alquimia, tabla ouija, santería, amuletos, vudú, gurúes, shamanismo, numerología, espiritismo, "yo soy", necromancia, cuarzos, piedras, mantras, etc., y todo tipo de "objetos con poder". (Dt 18, 10-12; Jr 29, 8)
¿He honrado y/o reverenciado y/o adorado a una criatura (cualquiera que sea) en lugar de Dios?.   Como por ejemplo al dinero, al poder (o a los poderosos) al placer, o a las cosas materiales (como automóviles y pertenencias que se colocan por encima de todo, incluso de Dios).

¿He puesto fe, o he practicado, o me he dejado llevar por grupos, sectas o movimientos no Cristianos o que mezclan la verdad de Jesucristo con otras ideologías que contienen verdades, pero algunas mentiras muy disfrazadas por el demonio?   Por ejemplo: El poder mental, la reencarnación, la falsa metafísica, el método Silva, el ocultismo, el espiritismo, la astrología, el tarot, la meditación trascendental, el yoga, el gnosticismo, el i-chin, "los viajes astrales", los gurús, el inside, el avance, la dianética, la medicina holística, la parapsicología, la sofrología; la radiastesia, la homeopatía, la acupuntura y la acuprensión cuando van acompañadas de prácticas esotéricas. También la hipnosis y autohipnosis, las regresiones, la lectura del áurea, la terapia de olores y esencias florales, el esoterismo, la teosofía, LA MASONERÍA, el rosacrucismo, el budismo, el hare krishna, la "canalización de espíritus o cháneling", el tao, el feng sui y todo lo relacionado con el "new age" o la "nueva era". Igualmente son movimientos o sectas no cristianas LOS MORMONES Y LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ que no creen en Jesucristo como hijo de Dios. (2Tim 4, 3-4; 1Tim 4, 1)

¿He tentado a Dios, o sea que lo he puesto a prueba, dudando de su palabra, o de su obra, o de su bondad, o de su omnipotencia, o de su amor o poder?

¿He cometido sacrilegio?   O sea que ¿he profanado o tratado indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas (sacerdotes y religiosos) las cosas y los lugares consagrados a Dios?

¿He tratado sacrílegamente LA EUCARISTÍA?

¿He comprado o vendido artículos religiosos bendecidos?

¿He sido ateo, o materialista práctico (agnóstico), he rechazado o negado la existencia de Dios?

¿He orado muy poco o casi nada, olvidándome de ofrecerle al TODO PODEROSO mi trabajo amoroso y de darle gracias en oración al levantarme, al acostarme, y al recibir los alimentos?
¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?

2.-  NO JURAR SU SANTO NOMBRE EN VANO
"No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios".
(Ex 20, 7; Dt 5,11; Lv 19,12)

"se dijo a los antepasados: no perjurarás...
pues yo digo que no juréis en modo alguno".
(Mt 5, 33-34)

¿He empleado el nombre de Dios en cosas diferentes a Alabarlo, Bendecirlo y Glorificarlo?

¿He abusado del nombre de Dios, es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, o de Jesucristo, o de la Santísima Virgen María, o de algún Santo?

¿He hecho promesas a otras personas en nombre de Dios, comprometiendo el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divina? ¿he sido infiel a esas promesas?

¿He blasfemado; o sea que he proferido contra Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, o de desafío?   ¿He injuriado a Dios, faltándole al respeto en las expresiones?

¿He jurado en falso, sin necesidad, sin prudencia, o por cosas de poca importancia?

¿He perjurado, o sea que he hecho una promesa que no tengo intención de cumplir?

¿He jurado hacer algún mal? ¿He tratado de reparar el daño que haya podido seguirse?

3.-  SANTIFICAR LAS FIESTAS
"Recuerda el día sábado (hoy domingo) para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos,
Pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios.
No harás ningun trabajo"
(Ex 20, 8-10; Dt 5, 12-15)

"El Sábado ha sido instituido para el hombre
y no el hombre para el sábado.
De suerte que el Hijo del Hombre también es Señor del sábado"
(Mc 2, 27-28)

¿He trabajado o he hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto?

¿He utilizado mi tiempo del día del precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir familiar y crecimiento espiritual?   (Estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión, meditación, cultura, etc., que favorecen el crecimiento de la vida interior, familiar y cristiana).

¿He faltado deliberadamente a la celebración eucarística (La santa Misa) de algún domingo o día festivo?

¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía, y/o he asistido físicamente, pero con el "corazón y la mente en otro lugar"?

¿He observado la abstinencia los viernes de cuaresma?   ¿He ayunado el miércoles de ceniza y el viernes santo?
¿Me he confesado al menos una vez al año?   ¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados?
¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar?
¿Me he confesado lo antes posible, después de cometer algún pecado mortal?
¿He ayudado a la Iglesia en sus necesidades, en la medida que puedo?

 Hasta aquí los mandamientos son referentes a nuestro AMOR a Dios. En adelante, los mandamientos nos piden AMAR a los demás y a nosotros mismos

 4.- HONRAR A PADRE Y MADRE
"Honra a tu padre y a tu madre,
para que se prolonguen tus días sobre la tierra
que el Señor tu Dios, te va ha dar" (Ex 20, 12).

"Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo"
"Honra a tu padre y a tu madre",
tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa:
"para que seas feliz, y se prolongue la vida sobre la tierra"
(Ef 6, 1-3; Dt 5, 16)

Examen como HIJOS

¿He irrespetado a mis padres? ¿He tenido sinceras actitudes de gratitud y amor por ellos?

¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes?
¿He tenido un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis padres, simplemente porque me lo mandan?   ¿Me doy cuenta que esta reacción esta causada por la soberbia?

¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obras, o les he deseado algún mal grave o leve?

¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, pudiéndolo hacer, esforzándome?

¿Me enfado y peleo con mis hermanos y compañeros? ¿He dejado de hablarme con ellos, y no pongo los medios necesarios para la reconciliación?

¿He dado mal ejemplo a mis hermanos o compañeros; y he sido egoísta o envidioso, queriendo siempre sobresalir, tener razón, etc.
¿Me dejo llevar por el mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado?

¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad, y cumpliendo con todo en el plantel educativo?

¿Respeto toda autoridad a la que estoy sometido, y miro a estos superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones? (Rm 13, 1-2)

Examen como PADRES

¿He degradado el amor conyugal a una simple e irresponsable procreación de hijos, sin importarme ni hacer algo por la educación moral y la formación espiritual de dichos seres fecundados?

¿He dado mal ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, o profesionales?

¿He corregido a mis hijos siempre con firmeza, con justicia y con amor, por su bien?

He cumplido la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, enseñándoles los misterios de la fe, mediante el testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio?

¿He prevenido e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, enseñándoles los peligros?

¿Los he forzado a recibir algún sacramento, sin la debida preparación?

¿He impedido que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para ellos; les he puesto obstáculos o los he aconsejado mal a propósito?

¿Permito que estudien o trabajen, en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?

¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa?

¿Procuro hacerme amigo de mis hijos?   ¿Les doy a conocer cómo es el origen de la vida, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprensión?

¿En la familia, me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con extraños?

¿He reñido con mi cónyuge? ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra?

¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos o padres?

¿He dejado de ayudar en las necesidades espirituales o materiales a las personas que me rodean; pudiendo hacerlo -aun- con esfuerzo?
¿He procurado ganar lo suficiente, y no malgastarlo, para poder mantener dignamente a mi familia?

¿He elegido un establecimiento educativo, donde BIEN se nos ayuda, en la tarea de educar cristianamente a nuestros(s) hijo(s)?
¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado o establecido cosas contrarias a la dignidad de las personas y a la ley natural?

5.- NO MATAR
"No mataras"
(Ex 20, 13)

"Habéis oído que se dijo a los antepasados:
"No mataras";
y aquel que mate, será reo ante el tribunal.
Pues yo os digo:
Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal"
(Mt 5, 21-22)

La vida humana es sagrada. ¿He matado?   ¿Me he atribuido el derecho de matar de modo directo y voluntario a un ser humano; sea el que sea?

¿Le he hecho a alguna persona, algo, con intención de provocar indirectamente su muerte?

¿Le he negado la asistencia a cualquier persona en estado de peligro?

¿He llegado a herir a alguien? ¿he conducido irresponsablemente cualquier vehículo, colocando en riesgo mi vida y la de los acompañantes?

¿He participado indirectamente y con conocimiento previo en cualquier acto donde se asesine alguna persona, y no he puesto mi total empeño para prevenirlo?

¿He participado directa o indirectamente en algún aborto provocado? (Jr 1,5). (se incurre en excomunión ipsofacto reservada al Obispo; o sea que es una forma como la Iglesia, manifiesta la gravedad de este crimen).

¿He practicado la eutanasia, o sea, que he puesto fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas, o he consentido o ayudado a ello por acción o por omisión?

Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado..... ¿He intentado suicidarme?. ¿He colaborado voluntariamente en el suicidio de alguien?

El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal.   El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo; y puede ocasionarle la muerte espiritual.....   Por acción o por omisión... ¿He escandalizado a alguien arrastrándolo a una falta grave, o sea, haciéndolo pecar? (Tm 18,6)

¿Considero mi cuerpo como un "valor absoluto", llegando a sacrificar todo a él, o he llegado a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo en un relativo "culto al cuerpo"?

¿He abusado de la comida, del alcohol o licores, del tabaco o del cigarrillo, o de las medicinas?

¿He usado drogas o sustancias alucinógenas?  ¿He producido, o traficado o negociado con sustancias que incitan a prácticas graves, contrarias a la ley moral?

¿He utilizado mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas?

¿He puesto en peligro mi salud mental y espiritual, al querer distraerme con música que contiene mensajes subliminales que incitan a prácticas de violencia, rebeldía, y otras contrarias al verdadero amor que invita a practicar Jesucristo?

¿He participado directa o indirectamente en secuestros, actos de terrorismo o torturas?

¿He participado en amputaciones, mutilaciones, o esterilizaciones forzosas a personas inocentes?

¿He ayudado a los moribundos a permanecer dignamente sus últimos momentos, acompañándolos en oración, y cuidando que reciban a tiempo los sacramentos?

¿Tengo en mi corazón un deseo de venganza por el mal que me han causado? (Mt 5,22)

¿Siento odio, rencor o resentimiento por alguien; le he deseado el mal? ¿Quiero sanarme de esos sentimientos? (Mt 5, 44 - 45)
¿He evitado todo conflicto, pelea o guerra, en la medida de mis capacidades?

6.- NO COMETER ACTOS IMPUROS
"No cometerás adulterio"
(Ex 20,14; Dt 5,17)

Habéis oído que se dijo:
"No cometerás adulterio"
Pues Yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola,
Ya cometió adulterio con ella en su corazón.
(Mt 5, 27 - 28)

¿Me he dejado dominar por las pasiones? (para dominar las pasiones se requiere primero que todo, contar con la gracia de Dios, y hacer un esfuerzo reiterado en todas las etapas de la vida. Se requiere también la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales, y en espacial, la fidelidad en la oración)

¿He faltado a la castidad por lujuria? (deseo o goce desordenado del placer sexual) ¿Por masturbación?   ¿Por pornografía? (actores, comerciantes, publico).

¿He mal usado los adelantos tecnológicos como la Internet, para charlas impuras, y acciones que llevan al vicio de la lujuria?   ¿Me he percatado que a través del mal uso de estos medios hago pecar a otros?

¿He fornicado?   (Acto sexual entre hombre y mujer no vinculados en matrimonio sacramental)

¿He manchado mi cuerpo en la prostitución?   ¿Vendiendo o comprando placer? ¿Propicio la prostitución o negocio con ella?
¿He forzado o agredido con violencia la intimidad sexual de una persona (incluso cónyuge) ¿He cometido incesto? (Relación sexual o violación cometida por los padres o educadores con los niños a su cargo) ¿He cometido "pedofilia"? (Relación sexual con niños)
¿He tenido relaciones carnales homosexuales? (Rm 1, 24-27; 1Co 6,10; 1Tim 1,10; Gn 19, 1-29)

Si tengo tendencias homosexuales instintivas..... ¿He unido en oración mis dificultades al sacrificio de la cruz de Cristo, buscando siempre la práctica de la castidad, mediante el dominio de si mismo, y ayudado mediante la gracia sacramental en la practica constante de la comunión y demás sacramentos?.

ESPOSOS

¿He sido completamente fiel en mi matrimonio? (Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1Co 6, 9-10; 1Co 6, 9-10; Os 2,7)

¿He roto, el libre contrato matrimonial con el divorcio? (Mc 10, 9)
¿He vivido en poligamia? ¿He dejado esas relaciones conyugales ilícitas? ¿Estoy cumpliendo con los deberes contraídos con esa(s) mujer(es) y los hijos?

¿He tenido relaciones carnales cometiendo el grave incesto? (1 Co 5, 1 4-5; Lv 18, 7-20)

¿He vivido en unión libre? O ¿He vivido en concubinato o en unión a prueba?

No tengo hijos, y ¿He evitado la fecundidad en mi matrimonio?
¿He usado métodos anticonceptivos diferentes a los que exige una continencia periódica (parar las relaciones sexuales por pocos días) y una auto observación; permitiendo así utilizar el recurso de los períodos infecundos? (son contrarios, por ejemplo: condones, pastas, espumas, óvulos, inyecciones, y todo tipo de fármacos anti- ovulantes, etc.)

¿He usado o propiciado métodos anticonceptivos micro abortivos que obligan a salir del útero el feto ya fecundado en las trompas? (por ejemplo: la "T", la "S", y demás objetos físicos que se introducen en el útero).

¿He utilizado técnicas reprobables de fecundación artificial, o de esterilización directa (ligadura de trompas, vasectomía)

¿He practicado el onanismo? o ¿el coito interrupto? (ver Génesis 38, 9-10)

7.- NO ROBAR
"No robarás"
(Ex 20, 15; Dt 5, 19)

"No robarás"
(Mt 19, 18)

¿He tomado, retenido o cogido injustamente cualquier bien ajeno, contra la voluntad razonable de su dueño?

¿He defraudado, engañado o estafado a alguien en algún negocio o actividad mercantil?

¿He pagado salarios injustos, que no estén de acuerdo al desempeño de la persona?

¿He elevado los precios de mis bienes, especulando con la ignorancia o las necesidades ajenas?

¿He participado de alguna manera en la corrupción, mediante la cual se trata de cambiar el proceder correcto, por el que mas convenga?

¿He trabajado mal?, ¿he robado tiempo en mi trabajo?, ¿he defraudado a mis patrones?

¿He defraudado físicamente al Estado, en los impuestos justos y razonables que se revierten en beneficio de la comunidad? (ver justicia conmutativa y justicia distributiva 2409 - 2413 del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica)

¿He falsificado documentos o utilizado actos engañosos?

¿He despilfarrado mis bienes o los que he tenido a cargo? ¿he gastado en exceso o en cosas suntuarias, buscando desmedido placer o prestigio?

¿He causado daño a las propiedades o bienes públicos o privados?
¿He incumplido promesas o contratos moralmente justos? ¿he faltado sin justa causa en contratos comerciales, de compra o venta, de arriendo o de trabajo etc.?

¿He apostado injustamente, o he hecho trampas en juegos de azar, causando perjuicio?

¿He invertido en mascotas, sumas de dinero muy altas, que ayudarían a remediar mejor la miseria humana?

¿He hecho sufrir inútilmente a algún animal? ¿He sacrificado sin necesidad la vida de algún animal?

Al trabajar, ¿He colocado el lucro personal como la norma exclusiva y el fin único de mi actividad económica; olvidándome de los derechos fundamentales de mis trabajadores o compañeros, y olvidándome de realizar mi trabajo como servicio a los demás? "No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt 6, 24; Lc 16, 13)
¿He ayudado con amor a los pobres? ¿he practicado las obras de misericordia y la caridad?

8.- NO LEVANTAR FALSO TESTIMONIO NI MENTIR
"No darás testimonio falso contra tu prójimo"
(Ex 20, 16)

"Sea vuestro lenguaje "Si, si"; "No, no":
que lo que pasa de aquí viene del maligno"
(Mt 5, 37)

¿He dicho mentiras? ¿He dicho mentiras con la intención de engañar? (Ef 4, 25)

¿He dado un falso testimonio públicamente? (Pr 19, 9)
¿He cometido "perjurio", o sea, he dicho bajo juramento cosas contrarias a la verdad?

¿He dañado la reputación de alguien, con actitudes o palabras injustas?

¿He enjuiciado (o juzgado) un defecto moral del prójimo, incluso tácitamente, sin tener fundamento suficiente para realizar dicho juicio?

¿He cometido "maledicencia", o sea, que sin razón objetivamente válida, he manifestado los defectos y faltas del prójimo a otras personas que no conocían dichos defectos? (Si 21, 28)

¿He calumniado, mediante palabras contrarias a la verdad, dañando la reputación de otros?

¿He halagado o adulado -a otra persona-, en la malicia de sus malos actos, y en la perversidad de su conducta, haciéndome cómplice de vicios y pecados graves?

¿He faltado contra la verdad por vanagloria o jactancia; o por ironía?

¿He faltado, al revelar los secretos profesionales?; ¿O al no guardar las confidencias hechas bajo secreto? (Si 22, 22)

¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que la mantenían? ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos contra la voluntad de sus dueños?

¿He hablado mal de los demás; con el pretexto de que me contaron o de que se dice por ahí?

9.- NO CONSENTIR PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS, y NO DESEAR LA MUJER DEL PRÓJIMO.
"No codiciarás la casa de tu prójimo,
ni codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su siervo, ni su sierva, ni su buey ni su asno,
ni nada que sea de tu prójimo"
(Ex 20, 17)

"El que mira a una mujer deseándola,
ya cometió adulterio con ella en su corazón"
(Mt 5, 28)

¿He aborrecido la concupiscencia de la carne, es decir, he rechazado ese deseo o apetito sensible de la carne que lucha contra el espíritu? (Ga 5, 16-17 24; Ef 2, 3)

¿He orado para alcanzar de Dios la gracia de la pureza y la limpieza de corazón?

¿He luchado por la pureza de la mirada exterior e interior(imaginación); mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros? "la vista despierta la pasión de los insensatos" (Sb 15, 5)

¿He faltado contra el pudor del cuerpo, que es modestia y discreción; así como contra el pudor de los sentimientos?

¿Me he dejado llevar por las presiones de la moda, usando públicamente vestidos o prendas que excitan sensualmente a personas del otro sexo, y causan miradas, deseos y/o pensamientos indecorosos?

¿He participado de alguna manera en pornografía, o en actos o espectáculos exhibicionistas?

¿He mal usado el Internet, la televisión u otros medios de comunicación para charlas o "distracciones" que llevan a deseos, pensamientos, y/o actos impuros?

¿He irrespetado y/o lesionado el pudor de niños o adolescentes?

10. NO CODICIAR LOS BIENES AJENOS
"No codiciarás nada que sea de tu prójimo"
(Ex 20, 17)

"Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón"
(Mt 6, 21)

¿He codiciado o deseado enfermizamente los bienes ajenos?

¿He caído en la avaricia, o sea la pasión inmoderada por las riquezas materiales, y el poder sobre ellas? "el ojo del avaro no se satisface con su suerte" (Si 14,9)

¿He sentido envidia, o sea, he sentido como "tristeza" ante el bien o el triunfo de los demás, y un deseo desordenado de poseer u obtener lo mismo, aunque sea en forma indebida?

¿He deseado un mal grave al prójimo?

¿He estado muy apegado a las cosas terrenales (dinero, vehículos, casas, terrenos, computadores etc) y ocupo casi todo mi tiempo en acumular esas "cosas materiales"?

Para ampliar con detalles los interrogantes aquí planteados, y el porqué se consideran pecados, consulte por favor

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
 del numeral 1846 al 2557

DIFERENCIA ENTRE PECADO MORTAL Y VENIAL
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida - a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida.

Toda iniquidad es pecado, pero hay pecado que no es de muerte.
(1Jn 5, 16-17)

EL PECADO MORTAL
Destruye el principio vital de la caridad en el corazón del hombre, por una infracción grave de la ley Divina. Aparta al hombre de Dios, que es su fin último.

Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones:
    Violar uno de los mandamientos en materia grave.
    Plena conciencia
    Entero conocimiento.

El pecado mortal si no es borrado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Dios, y la muerte eterna del infierno.

EL PECADO VENIAL
Deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere. El pecado venial impide el progreso del alma; y quien lo comete merece penas temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone rápidamente o poco a poco a cometer pecado mortal.

El pecado venial no rompe la alianza con Dios; no priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni por lo tanto, de la bienaventuranza eterna.

Oración para pedir a Dios el arrepentimiento
Señor y Dios mío: Ayúdame a descubrir el mal que he hecho, y el bien que he dejado de hacer; Toca mi corazón para que con sinceridad me convierta a Ti.
Restaura en mi tu amor para que resplandezca en mi la vida a la imagen de tu hijo Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos...... amén.

Acto de Contrición
"JESÚS hijo de Dios, apiádate de mi que soy pecador;
me duele haberte ofendido y no haberte amado".

Oración mientras se recibe la absolución
Jesús, mi Señor y Redentor, YO ME ARREPIENTO de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno, propongo firmemente y con la ayuda de tu gracia no volver a pecar, y confió en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna....amén.

Oración después de la confesión
Gracias te doy Señor por tu gran misericordia; es cierto que mi ingratitud ha sido muy grande, pero infinita es tu clemencia; en lugar del castigo merecido, me has llamado a la penitencia y me has dado tu perdón. ¡Seas alabado y bendecido Señor!. De ahora en adelante quiero demostrarte mi amor y mi fidelidad. Virgen María, madre mía, refugio de pecadores; ya que por tu intercesión maternal Dios quiso perdonarme, alcánzame la gracia de ser constante y firme en los buenos propósitos hasta la muerte. Por Jesucristo Nuestro Señor...amén.

Ahora cumple la penitencia.

"Vete y no peques más"
(Jn 8, 11)

Asiste diariamente a la eucaristía
y aliméntate espiritualmente con la comunión
y el rezo cotidiano, despacio y meditado del Santo Rosario
y serás FELIZ

lunes, 19 de noviembre de 2018

LA VERGÜENZA INVENCIBLE AL CONFESARSE


La vergüenza invencible al confesarse
El Padre Fortea ofrece una solución


Por: P. Antonio Fortea | Fuente: BlogDelPadreFortea.blogspot.com 




El P. José Antonio Fortea, famoso teólogo español, propuso una práctica solución para quienes tienen una “vergüenza invencible”, que les impide recurrir normalmente al sacramento de la Reconciliación, y que “preferirían hacer una peregrinación de cien kilómetros antes que tener que confesar cara a cara determinadas acciones que les humillan de un modo terrible y espantoso”.

A continuación, el texto completo del artículo publicado por el P. José Antonio Fortea bajo el título de “La vergüenza invencible al confesarse”:

Hay personas que, al tener que confesar pecados muy vergonzantes, sienten como si hubiera un muro que les impide hacerlo. Preferirían hacer una peregrinación de cien kilómetros antes que tener que confesar cara a cara determinadas acciones que les humillan de un modo terrible y espantoso.

Los pastores deben ser paternales con este tipo de personas que llevan estas cargas sobre sus conciencias. De manera que en cada ciudad, al menos, debe haber un confesionario donde en vez de rejilla haya una plancha con agujeros que haga totalmente imposible ver a la persona que se confiesa.

No solo eso, sino que la persona debe poder arrodillarse en el confesionario sin ser visto al acercarse, y sin ser visto al alejarse. En la ciudad de Alcalá de Henares donde resido este confesionario existe en tres iglesias.

Y en una de esas iglesias, ese confesionario cuenta con siete confesores fijos que se turnan cada día de la semana desde las 22:00 a las 23:00. El vidrio de la puerta del sacerdote no es transparente, de forma que no ve quien entra o sale del confesionario.

Con esta medida, la inmensa mayoría de los fieles pueden resolver el problema de la vergüenza. Aun así, hay casos más raros en los que la vergüenza puede convertirse en una obstáculo invencible.

Para esos casos, verdaderamente muy raros, lo mejor es llamar por teléfono, de forma anónima, a un sacerdote de la ciudad y comentarle este problema. En muchos casos la conversación telefónica bastará para que el penitente cobre confianza y pueda acercarse a un confesionario del tipo antes citado.

Pero si la vergüenza de decir los pecados continuara siendo algo insuperable, en estos casos, el penitente y el sacerdote pueden quedar un día en el confesionario para entregarle los pecados escritos de un modo claro y breve.

En el confesionario de Alcalá que he mencionado, es posible que el penitente corra la portezuela de la pantalla un poco, unos milímetros, para deslizar una hoja.

La confesión escrita, preferiblemente, no debería exceder más allá de una hoja como máximo. Mejor si se da impresa, para poder leerla con más claridad.

El sacerdote dará los consejos, la penitencia y la absolución sin necesidad de cruzar ninguna pregunta al penitente. En este caso hacer preguntas sería contraproducente.

Esa confesión es perfectamente posible en casos de vergüenza invencible, puesto que a los sordos y a los mudos siempre se les ha permitido hacer la confesión por escrito. Y un caso como el descrito se asemeja en todo al caso de imposibilidad por cuestiones físicas. La imposibilidad psicológica puede ser tan real como la física.

La norma general es que la confesión debe hacerse de forma oral, es decir hablando. Pero, ante una situación de extraordinaria tensión por parte del penitente, se puede hacer lícitamente del modo que he dicho.

Habiendo llamado previamente por teléfono a un sacerdote, éste le dirá en qué confesionario resulta posible deslizar una cuartilla de papel por la rejilla y cuando pueden quedar para ello.

Lo que sí que no es posible es confesarse por teléfono. Uno puede confesarse incluso con intérprete, si no desea esperar a tener un sacerdote de su lengua. Pero por teléfono no es posible.

sábado, 25 de noviembre de 2017

3 MANERAS DE IR AL A CONFESIÓN CUANDO SIENTES VERGÜENZA POR TUS PECADOS


3 maneras de ir a la confesión cuando sientes vergüenza por tus pecados
Debes vencer la tentación de aplazar la confesión. Decídete hoy mismo pues mañana podría ser muy tarde.


Por: P. Jordi Rivero | Fuente: Corazones.org // PildorasDeFe.net 




Es saludable sentr vergüenza por tus pecados, pero no permitas que esto te domine.

Antes que todo, medita un pasaje del Evangelio sobre la pasión de Jesús y considera que Él desea, por su misericordia infinita, aplicarte todas las gracias que Él ganó para ti en la Cruz. Él desea perdonarte. Respóndele. La vida pasa rápido y debemos preparamos para la eternidad.

No temas. Dios te ama y estará contigo en la confesión. ¡Confía en Jesús! y verás que paz y felicidad recibirás.

Aquí tienes 3 consejos para asistir a la confesión cuando sientes verguenza

1.- Busca un sacerdote que no te conozca

Si lo deseas puedes ir a confesarte en un lugar donde el sacerdote no te conozca. Las Iglesias deben tener horas de confesión donde se puede ir a confesar sin que te vean la cara.

Como sacerdote te puedo decir que, cuando alguien se confiesa de un gran pecado, lo que siento es gran admiración por esa persona porque ha tenido el valor de confesarse.

Los sacerdotes sabemos que dar el paso a la confesión es una gracia y requiere humildad.

Quien se confiesa ha tenido el valor de reconocer su pecado y humillarse. Eso es admirable.

2.- Examen de conciencia

En cuanto a recordar los pecados, haz un examen de conciencia con humildad. Una lista de preguntas puede ayudarte con ese examen.

Si sinceramente confiesas todo lo que recuerdas habiendo hecho el examen, la confesión vale.


3.- Vencer la tentación de aplazar la confesión.

Decídete hoy pues mañana podría ser muy tarde. Haz un examen de conciencia, pon tu mirada en Jesús que te ama y quiere perdonarte y da el paso adelante.

Si hace mucho que no confiesas. No temas. Díselo al sacerdote y él te ayudará.

jueves, 14 de septiembre de 2017

CONFESIÓN FRECUENTE


Confesión frecuente




No esperamos a estar cubiertos de barro e inmundicia para bañarnos, sino que nos bañamos regularmente. Así también debe suceder con la confesión con el sacerdote. No hay que esperar a cometer un pecado mortal para ir a confesarnos, sino que debemos confesarnos regularmente, al menos una vez por mes, confesando los pecados veniales, si es que, gracias a Dios, no cometimos pecados graves.

Porque en la confesión se reciben gracias y fuerza para seguir en el camino hacia la santidad, y este sacramento nos va curando las heridas del alma, las consecuencias que nos han dejado los pecados pasados ya perdonados.

A veces nos cuesta ir a confesarnos, porque esto requiere un acto de humillación al tener que decir las culpas y pecados al sacerdote. Pero justamente esto es lo importante, porque ya lo dice el Señor que quien se humilla, será ensalzado; y nosotros, humillándonos ante el representante del Señor, que es el sacerdote, recibimos no solo el perdón de los pecados, sino que somos colocados en un grado más elevado de santidad.

En cada confesión bien hecha, el Señor derrama su sangre preciosa sobre nuestras almas, y nos recubre con su misericordia infinita.

Debemos confesarnos de forma urgente si tenemos la desgracia de cometer un pecado mortal. Tenemos que hacer así: si por desgracia cometemos un pecado grave o mortal, al momento siguiente de haberlo cometido tenemos que hacer un acto de contrición con el firme propósito de ir a confesarnos con el sacerdote cuanto antes podamos.

El acto de contrición debe ser un pedir perdón a Dios porque le hemos causado dolor con nuestro pecado, porque con nuestro pecado lo hemos vuelto a crucificar. Entonces ya si morimos en ese estado, antes de confesarnos, igual nos salvaremos porque no estamos ya en pecado, pero siempre y cuando no dejemos de ir a confesarnos con el sacerdote cuanto antes.

Porque lo importante es no permanecer ni un momento en pecado mortal, pues si morimos en ese estado, nos condenamos para siempre en el Infierno.

Recordemos el dicho que dice: “Pecador no te acuestes nunca en pecado, no sea que despiertes ya condenado”.

Así que si tenemos la gran desgracia de cometer un pecado grave, inmediatamente hagamos un acto de contrición, es decir, pedir perdón a Dios porque nos duele haberle ofendido tanto, y tratemos de confesarnos cuanto antes con el sacerdote.

Busquemos un buen sacerdote para confesarnos, porque si bien todos los sacerdotes tienen el poder de perdonar los pecados, hoy lamentablemente hay muchos sacerdotes que no están en la buena doctrina y ya no consideran como pecados los que realmente siguen siendo pecados. Esta es una lamentable realidad, y sucede a veces que cuando uno se va a confesar de un pecado, por ejemplo de impureza, a veces se encuentra con que el sacerdote le dice que eso no es pecado. ¡Qué barbaridad! Esto es parte de la oscuridad que ha sembrado el demonio dentro de la Iglesia.

Así que sepamos que todos los sacerdotes perdonan los pecados, pero no todos nos pueden aconsejar bien. Busquemos un sacerdote santo y prudente para abrirle nuestro corazón.


© Sitio Santísima Virgen

domingo, 3 de septiembre de 2017

7 RAZONES PARA PERDERLE EL MIEDO A LA CONFESIÓN


7 razones para perderle el miedo a la confesión
Uno debe enfrentarse a sus propias faltas en un auto examen que no suele ser muy agradable


Por: H. Edgar Henriquez, L.C. | Fuente: Catholic Exchange // Pildoras de fe 




Todos alguna vez hemos sentido miedo a la confesión. No sabemos qué va a suceder, nos enfrentamos a una situación nueva. “Es que me da vergüenza…”, “¡quizá qué cosa va a pensar el padre de mí!”, “ha pasado tanto tiempo, no sé si Dios me acepte…”, “no soy capaz de contar mis pecados…”. Éstas son frases que uno escucha a menudo. Todas tienen un matiz de temor, dolor, vergüenza y conciencia de las propias faltas. Eso es un buen comienzo. Se puede decir que el miedo a la confesión es algo normal, ya que uno debe enfrentarse a sus propias faltas en un auto examen que no suele ser muy agradable. Ponerse frente a los propios pecados cuesta, pero es gratificante saber que Dios siempre nos espera con los brazos abiertos y quiere reconciliarse con nosotros. La confesión (o reconciliación con Dios) es un sacramento necesario para avanzar en la vida espiritual y cristiana, ya que nos da la gracia que nos sostiene en la prueba y nos anima a continuar por el camino del bien.

Entonces, ¡no hay nada que temer! ¡Piérdele el miedo a la confesión! Porque la confesión…

1. Es conciencia de mi fragilidad

Una actitud que busca reparar el daño causado por nuestras faltas. Es conciencia de mi fragilidad, de mi pecado, de mis fallos. Me lleva a acercarme con humildad al Padre y pedirle perdón. Arrepentirse de los pecados cometidos toca directamente el corazón del hombre. Dios quiere sanarlo y lavarlo a través del sacramento de la confesión. Pero dejar entrar a Dios en nuestro interior significa abrir la puerta del corazón y la llave para ello es el arrepentimiento. Así es como Dios entra, mira todo lo que tenemos, ordena el desorden, sana las heridas, limpia la suciedad, reconforta el ánimo y nos devuelve la paz. Dios es quien renueva nuestra imagen y semejanza de Él. Es un acto de humildad y sinceridad. Es el primer paso para el perdón y la reconciliación. A éste se llega por un examen personal de los propios fallos cometidos, una reflexión íntima de nuestro interior de cara al Bien. Este arrepentimiento es necesario para la eficacia del sacramento, ya que no se puede perdonar a alguien que no está dolido o compungido de sus faltas.

«Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado… Pero tú amas al de corazón sincero… El sacrificio que Dios quiere es un espíritu arrepentido: un corazón arrepentido y humillado tú, oh Dios, no lo desprecias» (Salmo 51 (50), 5.8.19).

2. Es perdón por amor

Dios nos ama tanto que no se puede pensar en un amor más grande. Dios no tiene amor por nosotros. Dios es Amor, por eso se da a sí mismo cuando ama. Este amor de Padre se ve manifestado en sus obras, ya que nos crea, nos acoge y nos redime. Siempre que caemos está Él allí para ayudarnos a ponernos de pie. Cuando nos arrepentimos con sinceridad y humilde corazón Él nos recibe con los brazos abiertos, es más, espera día y noche a que volvamos a su casa. El mejor ejemplo de este amor que se hace perdón está en la parábola del hijo pródigo, quien luego de abandonar su casa, gastarse toda la herencia que le corresponde y pasar por mil peripecias, vuelve a la casa del Padre quien le abraza, le besa y le recibe con una fiesta. Este perdón se manifiesta en la confesión. Quien logra profundizar en esto, no puede sino acudir gozoso a la confesión. «La mirada de Dios no es como la del hombre: el hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón» (1 Samuel 16,7). Así que no tengas miedo de Dios, al contrario, vive en su Amor que te llama constantemente a su lado.

«El hijo empezó a decirle: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Traigan en seguida el mejor vestido y pónganselo; pónganle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomen el ternero gordo, mátenlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”» (Lucas 15, 21-24).

3. Es reconciliación con nuestro Padre

Las parejas saben muy bien de esto. Es inevitable que no haya discusiones en la vida familiar, que uno se equivoque y se canse de vez en cuando. Pero lo mejor de la discusión y las peleas es la reconciliación. Volver a conciliar (re-conciliar), volver a unirse, renovar la concordia de corazones. Si es hermoso reconciliarse con los hermanos, con los padres, con los amigos… ¡cuánto más hermoso será reconciliarse con nuestro Padre del Cielo! A veces nos parece lejano, como si viviera físicamente en las estrellas o las nubes, pero no es así. Él está más cerca que cualquiera de nosotros, está en la Eucaristía, se ha hecho carne para vernos, para tocarnos, para visitarnos, para hablar con nosotros, para decirnos que nos ama. ¡Qué gran alegría siente el corazón cuando nos acercamos a esta verdad! 

«Dios…, reconciliados ya, nos salvará para hacernos partícipes de su vida. Y no sólo esto, sino que nos sentimos también orgullosos de un Dios que ya desde ahora nos ha concedido la reconciliación por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5, 10-11)

4. Es salud del alma

Vamos al médico cuando tenemos dolores, enfermedades, cuando necesitamos la cura y sanación del cuerpo. De la misma forma acudimos a Dios para sanar nuestros dolores y enfermedades, para buscar la cura del alma. El hombre está constituido de cuerpo y alma, si sanamos el cuerpo, también debemos sanar el alma. Es un estado completo de salud. Tal vez por eso le decimos a los sacerdotes “curas”, porque son los instituidos por Dios para acercar la sanación al alma de sus hijos. Un cuerpo sano y un alma sana te darán paz y alegría constantes. Pudiendo alejar los dolores y las enfermedades, ¿qué hacemos que aún no nos confesamos? A veces el miedo a la inyección es más fuerte que el deseo de sanar, pero debemos superarlo. El miedo a la confesión puede ser también más fuerte que el deseo de reconciliación, pero debemos enfrentarlo. Lo mejor de todo es que contamos con la ayuda del Espíritu Santo que nos empuja a acercarnos al confesionario y a dejarnos recibir la medicina. ¡Acércate al médico del alma para sanar tu interior!

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Entiendan bien qué significa: misericordia quiero y no sacrificios; porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mateo 9,12).


5. Es revestirse del “hombre nuevo”

Esto es, cambiar de vida, decidirse a ser diferente, a poner la mirada en las cosas del Cielo. Es signo de conversión. Es renovarse completamente, ser un “yo” mejorado. El hombre nuevo se deja guiar por el Espíritu de Dios, goza en espíritu y en verdad. El hombre nuevo no es esclavo de las pasiones y del pecado como lo es el hombre viejo, al contrario, es un hombre libre que vive su vida con tranquilidad y regocijo en el Señor. Pienso que todo cristiano quisiera llevar a plenitud su vida, ya sea en la oración, en los sacramentos, en la vida cotidiana, en el trabajo. Que todos los aspectos de vida estén unidos y sean dirigidos por el Espíritu Santo, esto es revestirse del hombre nuevo. El hombre nuevo por excelencia es Jesucristo, por eso en la vida espiritual se habla de imitar a Cristo, quien «se desojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres» (Filipenses 2,7) en todo, menos en el pecado. 

«Despójense del hombre viejo y de sus acciones, y revístanse del hombre nuevo que, en busca de un conocimiento cada vez más profundo, se va renovando a imagen de su Creador… Como elegidos de Dios, pueblo suyo y amados por él, revístanse de sentimientos de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia» (Colosenses 3, 9-10.12).

6. Es fiesta en el Cielo

Sabemos que no estamos solos, antes bien, formamos parte de la comunión de los santos. La iglesia de la tierra (nosotros) somos la Iglesia Peregrina, la de las almas purgantes (purgatorio) es la Iglesia Purgante y quienes ya gozan de la visión beatífica (los santos) son la Iglesia Triunfante. Así, constituimos todos un mismo cuerpo y un mismo espíritu. Por ello, cuando un pecador se convierte, en el Cielo se celebra una Fiesta. Si el gozo aquí en la tierra es grande, ¡imagínense cómo se celebra en el Cielo! Allí están los Ángeles, los Arcángeles, los Tronos, las Potestades, las Dominaciones y todas las demás órdenes celebrando la conversión de un pecador, aquel que deja su antigua vida y se anima a seguir a Cristo como un hombre nuevo. No es un cuento de hadas, es real. 

«Cuando encuentra [a la oveja], la carga sobre sus hombros lleno de alegría, y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!”. Pues les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lucas 15, 5-7).

7. Es fuerza para la batalla

“La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios” (CEC). Luego de la confesión aumenta esta gracia en nosotros, es Dios mismo quien viene en nuestro auxilio y nos ayuda. Esta gracia será la fuerza en el combate diario. Si vives lleno de tentaciones, si las ocasiones de pecado son muchas que te llevan a caer, si no eres capaz de controlar tus impulsos pasionales… entonces, debes saber que la gracia recibida de Dios es fuerza en la lucha contra el mal. Y si esta gracia se acrecienta al recibir debidamente los sacramentos, ¡esta es tu oportunidad! El pecado debilita tu voluntad, te hace volátil, flexible, te dispone a caer de nuevo… la gracia será siempre ese don, ese favor, ese auxilio que te da Dios para vencer la prueba y salir victorioso. Ya sabes, aprovecha la gracia de Dios y combate el mal a fuerza de bien.

«Pero tú, hombre de Dios, evita todo esto (enriquecerse con trampas, amor al dinero y codicia), practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia y la bondad. Mantente firme en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna para la cual has sido llamado y de la cual has hecho solemne profesión ante muchos testigos» (1 Timoteo 6, 11-12).

Ya puedes perder el miedo a la confesión. Estas 7 razones te ayudarán a conocer más los sacramentos que Dios ha instituido para el bien de sus hijos, a quienes ama inmensamente. La confesión, bien entendida, deja de ser un lugar de miedo para transformarse en un acto de amor, de misericordia, de perdón y de reconciliación. Este es el verdadero sentido del perdón de los pecados: volver la mirada a Dios nuevamente, limpiarnos de toda mancha, tomar fuerzas para continuar nuestra lucha y no desanimarse si se vuelve a fallar. No podemos dejar que el tiempo pase y nuestras faltas se vayan “pudriendo”.  Apenas tengas conciencia de tu pecado y te arrepientas de ello, no dudes en acudir a la Iglesia en busca de esta medicina de Dios, de este sacramento. Ah, ¡y no te olvides de confesar todos tus pecados! 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...