LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO
Es una parábola muy conocida para la época que vivimos, y más cuando se utilizan este nombre en campañas para recaudar fondos para los necesitados, es más, muchas organizaciones encargadas de ayudar a los demás, utilizan este nombre como eslogan “buen samaritano”, pero será que, en el tiempo que Jesús estuvo en la tierra, los judíos y samaritanos se las llevaban bien. La respuesta es no, pues la misma Biblia lo expresa en el evangelio de Juan de manera clara, pues la mujer samaritana le dice a Jesús “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (Juan 4:9), hay versiones que dicen “no se las llevan bien”. Los judíos pensaban que los samaritanos eran una mezcla de judíos y gentiles (no judíos), y no representaban su raza.
El tema central de la parábola es que debemos amar a nuestro prójimo, y nuestro prójimo es esa persona cercana que necesita de nuestra ayuda, auxilio, socorro, atención, independientemente de su credo, nacionalidad, raza, etc.
Ahora, veamos el contexto en que fue dada esta parábola por Jesús. Un interprete de la ley quería ponerlo a prueba y le hizo una pregunta, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?, esta misma pregunta fue realizada a Jesús en otros contextos, como lo observamos con el joven rico en Mateo 19:16, Marcos 10:17 y Lucas 18:18. De igual manera, para probarle le hicieron una pregunta en Mateo 22:36, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?; las respuestas a estas preguntas tiene que ver con el mismo tema, el gran mandamiento de Dios y el segundo en importancia, que están en Deuteronomio 6:5 y Levíticos 19:18, respectivamente. Jesús le hace una contra pregunta: «¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees allí?», y fue cuanto el interprete de la ley le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.», seguido Jesús le dice: «Has contestado correctamente. Haz esto, y vivirás.», pero el queriendo justificarse, le pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?», y es cuando Jesús le relata la parábola del buen samaritano. Esto de queriendo justificarse se refiere más al hecho que para los judíos contemporáneos de este tiempo, el prójimo lo consideraban como otro judío cercano.
El relato de la parábola en pocas palabras es que un hombre viajaba de Jerusalén a Jericó, en el camino aparecieron unos ladrones que lo despojaron de sus cosas y lo dejaron casi como muerto, quedando tendido en el suelo, después pasó un sacerdote, después un levita cerca, y ninguno de los dos le ayudaron, a pesar de que lo vieron; al pasar más tarde un samaritano, este le auxilió e inclusive lo llevó a una posada y le dejó pagó varias días hasta su regreso. Jesús después le pregunta al interprete de la ley: de los tres, ¿cuál crees que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Y responde: «El que tuvo compasión de él.», Jesús le dijo: «Pues ve y haz tú lo mismo.», observemos que ni siquiera menciona la palabra samaritano, sino el que el tuvo compasión con él.
Hay varias cosas para resaltar que giran en torno al tema central de la parábola, que es que debemos amar a nuestro prójimo, y nuestro prójimo es esa persona cercana que necesita atención:
Jesús no cedió a la pretensión del interprete de hacerle caer delante de los demás judíos por la interpretación de la ley.
Jesucristo no vino abolir la ley de Dios, sino a darle cumplimiento.
Jesucristo quería enseñarles a los judíos que los samaritanos, muy rechazados, eran también bienvenidos como parte del plan de salvación de Dios. El orden de la gran comisión lo revela en Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Jesús cuando envió a sus discípulos de dos en dos a predicar diciéndoles: no vayan por camino de samaritanos ni de gentiles, sino a la casa perdida de Israel (Mateo 10:5), pero a medida avanzaba su ministerio, quería que cada persona nacida de nuevo amará a su prójimo, esa persona cercana que necesitaba de ayuda. No era que solo se amarían y ayudarán entre judíos, entre su propia raza, sino que debía ampliarse el campo de entrega, samaritanos y gentiles.
Jesús quiere que todos sus discípulos amen a su prójimo, como así él nos amó. Sus oyentes deben comprender que Dios es amor, y que el mayor mandamiento de todos es el amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo en importancia es amarás a tu prójimo como a ti mismo, más adelante les da el mandamiento nuevo, no cambia el propósito de Dios, sino la fuente de ese amor, como lo expresa Juan 13:14-15 “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”
Para finalizar con esta reflexión, observemos que Jesús le dice al interprete de la ley: «Pues ve y haz tú lo mismo.», hay que concentrarnos en adorar a Dios, glorificarle, exaltarle, ver su majestad y amarle con todo nuestro ser en Cristo, para así poner en práctica lo que tenemos en nuestra mente y corazón; debemos amar a nuestro prójimo, a esa persona cercana que necesita de nuestra ayuda, para que Dios sea glorificado, como lo expresa Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Elaborado por Pr. Jair Sánchez O.
Ministerio El Mensaje de Jesús