miércoles, 25 de diciembre de 2013

QUE SIEMPRE SEA... NAVIDAD


Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Que siempre sea...Navidad

Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del 

año.¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan 

solo por este día!
Que siempre sea...Navidad

Oía yo con gusto y un poco de emoción, hace unos días, la letra de un villancico:

Tanto invento, tanto invento, ya no saben que inventar.
Jesús, diles Tu que inventen, una máquina de amar...


Así decía la canción: una máquina de amar... y me quedé pensando, "tal vez esa máquina, Jesús, ya la inventaste Tú hace muchos años, desde siempre, porque esa máquina es el corazón del hombre."

Lo que pasa es que esa "máquina" no está produciendo amor, sino egoísmo, orgullo, vanidad, ambición, rencor ,indiferencia y tantas y tantas cosas totalmente diferentes al amor.
Tenemos que volver a recuperar el verdadero sentido para el cual fue creado el corazón del hombre.
Y Tu, Jesús, vuelves a pasar por la Tierra y la voz de los ángeles se pierde en la noche de los tiempos diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra , paz a los hombres de buena voluntad!
Jesús , hoy en los más apartados rincones de la Tierra, en todos los lugares de este bello planeta azul, hay hombres y mujeres y niños que piensan en ti y te adoran con el brillo de una lágrima en los ojos pidiendo esa PAZ que los ángeles anunciaron en día como este, hace ya muchos años.

Pero algo falla...algo nos está fallando y tal vez sea porque esta Paz solo la pedimos hoy.
Porque solo hoy celebramos la Navidad.
Solo hoy.
Solo hoy nos abrazamos.
Solo hoy tratamos de olvidar un poco los rencores.
Solo hoy nos toleramos.
Solo hoy nos sonreímos.
Solo hoy hablamos de amor y de paz.
Solo hoy es Navidad...
Mañana...

Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del año.

¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan solo por este día!

¡Qué pequeño nuestro agradecimiento a esa total donación de un Dios que llega a nosotros haciéndose Niño, haciéndose hombre!.

¡ Qué pena, Señor, tener una máquina en vez de un corazón!.

Qué pena que mañana... volvamos a lo mismo, al desacuerdo, a la intolerancia, a no poder perdonar, a no tener la humildad para pedir perdón, en una palabra, a no amar.

Todos los días tiene que haber la alegría de la Navidad en nuestro corazón.

Cuando Tu, Jesús, entras en él por medio del Milagro de la Eucaristía, estás naciendo en nuestra vida... ¡es Navidad!.

¡Una Navidad perpetua y constante! y así, ya está en marcha esa Máquina de Amar ...




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño 

    NAVIDAD, FIESTA DE LA SORPRESA


    Navidad, fiesta de la sorpresa
    Autor: Padre Javier Gafo, S.J.


    Hay un bello villancico belga en el que se narra la historia del  pastor "sorprendido". Los pastores se acercan a la gruta de Belén llevando sus dones: su manteca, su miel, sus ovejas... Sólo hay uno que se acerca con las manos vacías y abiertas. El villancico le pregunta "¿Cómo vienes sin nada a adorar al Niño?" Y el pastor le responde: "Yo sólo le traigo mi sorpresa".

    Navidad es la fiesta de la sorpresa. Veinte siglos de tradición cristiana no pueden impedir que surja hoy en los creyentes la admiración y la sorpresa ante lo que celebramos en estos días. Haber celebrado ya muchos años la Navidad, experimentar todos esos bellos sentimientos humanos asociados a estas fiestas, no debería bloquear nuestra capacidad de admiración y sorpresa ante el Misterio de fe.

    San Ignacio de Loyola se convertía en un pobrecito esclavo indigno para estar presente en el misterio de la Navidad. De alguna manera, San Ignacio era también ese pastor sorprendido, con las manos vacías pero el corazón muy abierto, que se acercaba al misterio de Belén "como si presente se hallase, con todo acotamiento y reverencia posibles, mirándolos, contemplándolos, sirviéndolos en sus necesidades..."

    NAVIDAD EN BELÉN


    Navidad en Belén


    Acercarse a Belén , 
    es acercarse al mundo de los sueños más hermosos.
    Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, 
    sino un rincón del corazón humano.

    En Belén hemos nacido todos, 
    en Belén se apacienta nuestra infancia.
    Aquí giró la historia.
    Aquí nació la vida.
    Hasta Belén, ser hombre
    era nacer para vivir rodando
    por la cuesta del tiempo.
    Desde Belén , ser hombre 
    es aprender la enorme
    aventura de escalar las alturas.
    Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios.
    Aquí, el Dios de los cielos 
    inició la locura de volverse pequeño.
    Por eso las campanas de Belén están locas,
    replican y replican para explicarle al mundo
    la alegría del cielo,
    para que todos sepan que el hombre está a salvado
    ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros.
    Mirar, mirar las casas de Belén, apiñadas,
    apretadas las unas a las otras, 
    lo mismo que un rebaño aterido,
    como un coro de monjas asustadas.
    Mirar su letanía de agudos campanarios
    que señalan al cielo con sus dedos alzados
    para decir a todos: Por aquí vino Dios.
    Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres,
    sus pobres baratijas, sus comidas caseras.
    El Dios de las alturas nunca fue un exquisito,
    ni una ciudad fría de gélidos burócratas,
    sino en pobreza de los pobres más pobres ,
    en calles malolientes donde el hombre agita,
    en un triste pueblo despreciado de todos.
    No busquemos en Belén hermosas catedrales,
    iglesias esplendentes, basílicas radiantes,
    la flecha luminosa de las agujas góticas,
    las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo.
    Todo en Belén es pobre
    como el Dios que lo habita.
    Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta
    que conduce a la gruta.
    Una puerta que tiene la estatura de un niño
    y en la que hay que agacharse para poder entrar.
    Porque para llegar hasta el Dios de los cielos
    sólo hay dos caminos:
    la puerta de la infancia
    y la humildad.
    Para ver a Jesús, es necesario
    doblar el espinazo del orgullo,
    agachar la cabeza de nuestras importancias, 
    hacerse niños como El se hizo.

    Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio,
    aquí una virgen-Madre iluminó la tierra,
    aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios,
    aquí la sangre humana se vio multiplicada,
    aquí un diminuto corazón de chiquillo
    fue, por primera vez, el corazón de Dios.
    Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra,
    entre dos animales asustados y atónitos,
    nació aquel cuerpo y sangre
    que el hombre comería por los siglos de los siglos.

    Alejar nuestros ojos de los falsos adornos
    que camuflan la gruta,
    no contemplemos ;
    las lámparas ni las raídas de sedas
    que quieren ocultar
    el oro santo de la sencillez.
    Cerrar más bien los ojos y asombrémonos.
    Dejar que sea el corazón quien mire.

    Y , después , alegrémonos igual que los pastores
    que en esta misma gruta escucharon su anuncio:
    gloria a Dios en el cielo.
    paz a los hombres de buena voluntad.

    Levantar nuestras manos para dar también gloria 
    y dejad que la paz penetre en nuestra alma
    como la gran nevada de la misericordia.
    Dejar que, dos mil años depuse, 
    el Niño vuelva a nacer en nosotros,
    convertir nuestras almas en el portal viviente.
    Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.

    EL EVANGELIO DE HOY: 25-12-2013

    Autor: Víctor Hugo Gamboa, L.C. | Fuente: Catholic.net
    ¡Jesús ha nacido!
    Juan 1, 1-18. Navidad. Hoy es un día de gozo, en que Dios se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos.
     
    ¡Jesús ha nacido!
    Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

    Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

    Oración introductoria

    Señor, sabes que no soy el mejor, conoces toda mi miseria, pero por esto mismo vengo ante ti con la confianza de que me escucharás y me enseñarás el camino. Señor, ayúdame a creer. Quiero confiar plenamente en ti. Dame la gracia de esperarlo todo de ti y en ti. Enséñame a amar a los demás, para mostrarte el amor que te tengo.

    Petición

    Señor, que me dé cuenta del amor que me tienes y que me has mostrado al hacerte como uno de nosotros.

    Meditación del Papa Francisco

    La Navidad es el encuentro de Dios con su pueblo. Y también es una consolación, un misterio de consolación. Muchas veces, después de la misa de Nochebuena, pasé algunas horas solo, en la capilla, antes de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda consolación y paz. (Entrevista con papa Francisco sobre la Navidad, martes, 10 de diciembre)

    Reflexión

    ¡Dios me ama! Cada uno de nosotros, podemos partir de esta breve frase para comenzar a hablar con Dios. Cuántas veces hemos escuchado tantos reclamos hacia Dios de por qué en el mundo hay tanto mal, por qué Dios permite esto o aquello y por qué no hace nada. Y Dios, en su silencio taladrador, nos dice: "Te he hecho a ti". Dios ha querido que estemos aquí porque nos ama, porque es el Amor con mayúsculas. Y sabiendo que somos débiles, que a veces no respondemos con el mismo amor, Dios nos recuerda, a través de la liturgia y de manera cíclica, que se ha hecho carne, se ha hecho hombre.

    Este Hombre-Dios, que nos enseña el camino que debemos seguir, que nos invita a participar de su vida divina, que no muestra que el camino de cruz, es quien más nos hace felices: no por el dolor, sino por lo que hay detrás de la cruz.

    Hoy es un día de gozo, en que Dios mismo se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos de verdad en nuestro corazón. Viene indefenso, para que podamos defenderle y ayudarle a mitigar el frio de la indiferencia. Y nos muestra que Él, siendo Dios, ha querido estar con la humanidad herida por el pecado, para levantarnos como a la mujer pecadora; para invitarnos a cambiar de vida y vivir de manera plena como lo hizo Él con los primeros cristianos. Por esto, en este día de navidad, podemos sentirnos amados por Él, porque no se ha olvidado de nosotros. No te olvides de Él. Gracias Señor por tanto amor.

    Propósito

    Este día de Navidad ayudaré a mi prójimo en la necesidad que le surja. Mostraré la alegría que el Señor me dado y la compartiré con los demás, para comunicarles ese amor de Dios.

    Diálogo con Cristo

    Señor, te doy gracias por el don de la vida y de la fe. También te agradezco por el amor que nos tienes, por la inmensa e inmerecida gracia de ser tu apóstol en la tierra. Muéstrame el camino para agradarte. Ayúdame a compartir tu amor con los demás, amor verdadero y profundo como el tuyo. Dame la fuerza para luchar cada día contra la inconciencia de vivir apartado de ti. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado.



    "Tú eres la última y la única razón de mi amor. No tengo otras. ¿Cómo tendría alguna esperanza sin ti? ¿En qué se apoyaría mi alegría si nos faltases tú? ¿En qué vino insípido se tornarían todos mis amores si no fueran reflejo de tu amor? Eres tú quien da fuerza y vigor a todo. Y yo sé sobradamente que toda mi tarea de hombre es repetir y repetir tu nombre. Y retirarme" (José Luis Martín Descalzo)




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