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miércoles, 21 de octubre de 2020

DE VERDAD ¿NO TENGO TIEMPO?



 De verdad ¿no tengo tiempo?


Si abrimos el corazón, sí hay tiempo, mucho tiempo, para ayudar, para acompañar, para servir, para amar.

Un niño invita a su padre o a su madre a jugar un rato. ¿Respuesta? “No tengo tiempo”. Luego el padre o la madre dedican más de dos horas al chat.

Un joven llama por teléfono a su amigo. Quiere desahogarse, ser escuchado. Después de 5 minutos, del otro lado escucha: “Mira, ahora estoy muy ocupado y no tengo tiempo para seguir. Si quieres, otro día hablamos”. Luego, el amigo “muy ocupado”, se sienta en un sofá para matar la tarde con un videojuego.

La esposa le pide al esposo salir de compras. Él le dice que no tiene tiempo. Luego, le llaman sus amigos para ir a jugar golf. Y va. 

Las situaciones son muchas. Los motivos para decir “no tengo tiempo” cambian de persona a persona. Unos, realmente válidos, indican que tenemos urgencias inderogables: si hay un familiar enfermo tenemos que ir al hospital y por eso decimos “no tengo tiempo” a quien nos pida algo en este momento. Otros, menos válidos (a veces fútiles) simplemente nacen de nuestras preferencias, gustos, planes personales.

Si preferimos un rato de televisión en vez de escuchar a un anciano que quiere ser atendido, no digamos “no tengo tiempo”. Seamos sinceros, y digamos, al otro y a nosotros mismos, que preferimos descansar en vez de ese gesto hermoso pero a veces difícil de ofrecer oídos, corazón y tiempo a quien nos lo pide.

Sólo cuando seamos sinceros y determinemos con claridad dónde se nos escapa el tiempo, qué gustos nos atan a banalidades o a cosas serias pero no imprescindibles, cómo perdemos momentos preciosos de la propia vida en asuntos que satisfacen provisionalmente pero luego nos dejan descontentos y vacíos, podremos tener el valor de reorientar nuestras preferencias.

Si, además, abrimos el corazón a las luces de Dios, si dejamos purificar el alma de avaricias y perezas que nos atan al mundo y a la carne, descubriremos que sí hay tiempo, mucho tiempo, para ayudar, para acompañar, para servir, para amar, sobre todo a quienes viven a nuestro lado.

 

P. Fernando Pascual LC

viernes, 21 de agosto de 2020

TODAVÍA


Todavía


El paso fugaz del tiempo es percibido por todos. El tiempo es un bien muy valioso. Pero, la verdad es que tendemos a desperdiciarlo, en vez de aprovecharlo con prudencia. Es evidente que no debes emplear demasiado tiempo en tareas pequeñas y, por el contrario, poco tiempo en los asuntos importantes. Pide a Dios le enseñe a valorar este regalo de un día más.

Todavía estás a tiempo de soñar. Todavía estás a tiempo de cambiar. Todavía estás a tiempo de crear, de crecer y de buscar. Todavía estás a tiempo de seguir un ideal. Todavía estás a tiempo de emprender un nuevo camino, de sembrar y cosechar. Todavía estás a tiempo de dar. Todavía estás a tiempo de madurar. Todavía estás a tiempo de perdonar, de probar y de amar. Todavía estás a tiempo de hacer realidad alguno de tus más apreciados sueños. Toda la fuerza para que esto suceda está en tu interior.

Responsabilidad, valor de las pequeñas tareas cotidianas, manifestaciones de bondad, superación del egoísmo, son líneas maestras de un serio programa espiritual que ayuda a crecer y madurar cada día. “Ser maduro es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad.


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 22 de diciembre de 2018

DIRECCIÓN EQUIVOCADA


Dirección equivocada



La vida es nuestro máximo valor y, a la vez, nuestro máximo problema. Tememos perderla; nos angustia la muerte física. Pero hay otra muerte más sutil que nos envuelve: no encontrarle sentido, dirección acertada a la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Vale la pena vivir la vida? Esto que llamamos vida ¿es una oportunidad o un castigo?

Era un día de invierno: Todas las veces que el colectivo paraba en una estación terminal, un hombre se asomaba por la ventana, leía el nombre de la localidad y suspirando fuertemente se dejaba caer de vuelta en su asiento. Después de la quinta vez le preguntó un compañero de viaje, preocupado: “¿Le duele algo, señor? ¿Por qué usted gime tan terriblemente?” Contestó el hombre: “A decir verdad tendría que cambiar el colectivo. Todo el tiempo viajo ya en la falsa dirección. Pero... ¡Aquí dentro es tan calentito y cómodo!”.

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.


* Enviado por el P. Natalio

viernes, 21 de diciembre de 2018

FAMILIAS CONECTAD@S, FAMILIAS S E P A R A D A S


Familias conectad@s, familias s e p a r a d a s
Planteémonos si nuestras familias están separadas por la tecnología


Por: Egda Orejuela | Fuente: Revista Vive! 




Es fácil notar como los chicos se distancian cada vez más, ellos, a pesar de estar a solo milímetros de nosotros, en realidad están en cualquier otra parte, cambiando constantemente sus destinos con un solo clic.


Volver a lo que nos unía
Cuestionamos mucho a estas generaciones, pero la verdad es que son el resultado de las familias que hemos formado. Familias que parece que solo tienen en común las apps que comparten, en lugar de sus tradiciones familiares. Y es que al hablar de tradición hoy el saldo está en contra, ya que la forma más directa de transmitirlas es desde el encuentro, en el que estamos perdiendo la batalla frente a las pantallas.

Nos enfrentamos a la amenaza de extinguir el encuentro y erradicar el diálogo en las familias, impidiéndonos transmitir nuestros valores, nuestra herencia, ese sello que nos hace únicos, pero a la vez pertenecientes, aquello que nos da una identidad, seguridad y estructura para formar una personalidad sana.

Si perdemos el diálogo, cómo podremos trasmitirles nuestra herencia a los hijos. Y luego, ¿cómo podrán ellos absorber toda esta savia para a su vez expandirla a otras generaciones? Sepamos que, aunque las pantallas estén, no construyen, ni educan familias.


No estemos sin estar 
Cuando priorizamos otras cosas fuera de la familia decimos que este tiempo es reemplazable. “Visitamos” a los abuelos, pero no les prestamos la atención que merecen por estar conectados al celular. Si escogemos atender una llamada en lugar de escucharlos o acompañarlos les decimos que su presencia no cuenta. Este mensaje que transmitimos puede generar sentimientos de inseguridad y abandono, ocasionando una desconexión del primer entorno (familia nuclear), uno de los elementos más importantes en la constitución de una personalidad saludable.

La dinámica familiar actual, en su mayoría, carece de conexiones emocionales y no nos damos cuenta que nosotros también estamos atrapados entre pantallas. Nos quitamos el derecho de educar en tiempo real y comenzamos a corregir o incluso a “dar cariño” por medio de un mensaje de texto.


No reemplacemos el amor real 
Analicemos el tiempo que pasamos en el celular versus el tiempo que le dedicamos a nuestros abuelos o a la familia. Si la respuesta es a favor del celular, hagamos el ejercicio de hablar con nuestros hijos, padres, esposos, con los ojos en ellos, lejos de pantallas.

No se trata de erradicar la tecnología de nuestras vidas, ni de la de ellos, sino de educar con prioridades, normas y horarios.

Es tiempo de retomar la importancia de la familia, de compartir con los abuelos, de aprender de ellos su historia, que también es la nuestra. Seguro está rica en experiencias que ayudará a los más jóvenes a edificarse como personas, con una identidad de familia y confianza en sí mismos.

Reanudemos las familias de antaño, esas donde la sobremesa del domingo lejos de ser solo una extensa conversación de adultos, con “temas aburridos”, se convertía en raíces que poco a poco nos fueron formando en una familia unida, permitiéndonos volar con criterio y certezas.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Y MI REGALO?


¿Y mi regalo?



Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero cuando la alegría es compartida, se duplica. Si deseas sentirte feliz y realizado, basta compartir tus bendiciones, esas que no se pueden comprar con dinero.

Rebeca le dice a su marido: —Oye, Isaac, llevamos treinta años de casados y nunca me compraste nada. —Es cierto, –contesta Isaac– pero, no me diste oportunidad. Dime, ¿acaso tú pusiste un negocio de algo?

San Pablo aconseja ser ricos en buenas obras, dar con generosidad y saber compartir los bienes. “Así —dice— adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar la verdadera Vida” 
(1Tm 6, 17-19). Encerrarte en ti mismo te dejará atrofiado y no te realizarás jamás. Una señal de madurez es entregarte más a los demás que a ti mismo.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 17 de diciembre de 2018

PARA QUÉ TE LEVANTASTE?


¿Para qué te levantaste?



El Evangelio es la “gran noticia” que sigue necesitando el hombre. Jesús es la única respuesta a tus más íntimas aspiraciones. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ciencia y la tecnología hacen más confortable la vida diaria, pero no alivian el corazón del que sufre ni liberan de la angustia de la muerte. Nadie se engañe, no se puede vivir sin fe, sin Dios.

¿Alguna vez te levantas por la mañana como un autómata, sin saber por qué vives? ¿Alguna vez has dejado de lado tus sueños, para vivir el acelerado ritmo de hoy, sin detenerte a pensar? Tal vez hoy te levantaste sin tiempo, sin dar gracias o encomendar tu día a Dios. Tal vez porque sientes que no tienes motivos para vivir, fuera de cumplir tus obligaciones. Hay una razón más allá de la responsabilidad. Cada minuto es único e irrepetible. Pasar por la vida sin vivir, puede sucederte a ti. Por eso, toma tu tiempo, mira el cielo, disfruta de las aves, de tus amigos, hasta incluso de lo que te saque de casillas, sabiendo que, a fin de cuentas, el motivo principal por el que estás aquí... se llama: Jesús.

Sólo a través de Cristo puedes vislumbrar el rostro de Dios: él te aclara la verdad de Dios y la verdad del hombre; él da sentido a tu vida terrena y a la vida que te espera conquistada por él en la cruz para ti. Nada reemplaza el amor de Jesús iluminando tu vida. Acércate pues al Señor y bebe en abundancia del agua de la salvación.



* Enviado por el P. Natalio

sábado, 8 de diciembre de 2018

MÁS CERCA DEL CIELO


Más cerca del cielo



Un día el P. Damián metió el pie en una vasija que tenía agua supremamente caliente, y él no sintió nada. Entonces se dio cuenta de que estaba leproso. Enseguida se arrodilló ante un crucifijo y exclamó: 

“Señor, por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepto esta terrible realidad. La enfermedad me irá carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de ti para el cielo”.

jueves, 6 de diciembre de 2018

EL DON DE LA VIDA


El don de la vida



La vida es un regalo del amor sin límites que Dios nos tiene. Que sepas agradecerle este magnífico don. Pídele también cuanto necesitas para que tu vida esté inundada de paz, amor y fuerza para hacer fructificar los talentos recibidos. Aquí tienes un mensaje de la Reina de la Paz, donde encontrarás relacionados el don de la fe y de la vida con la oración.

“¡Queridos hijos! También hoy los invito: oren, oren, oren hasta que la oración se convierta en vida para ustedes. Hijitos, en este tiempo de manera especial oro ante Dios para que les dé el don de la fe. Sólo en la fe descubrirán el gozo del don de la vida, que Dios les ha dado. El corazón de cada uno sentirá gozo al pensar en la eternidad. Yo estoy con ustedes y los amo con tierno amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

¿Has encontrado el sentido de tu vida? ¿Tienes un motivo para levantarte cada mañana con ilusión y alegría? La Madre Teresa de Calcuta decía con frecuencia: “Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido”. Es hermoso observar que hay personas que ofrecen con desinterés y generosidad su vida a los demás.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 3 de diciembre de 2018

USAS TODAS TUS FUERZAS?


¿Usas todas tus fuerzas?



“¿Por qué te confundes y  te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: «Jesús, yo confío en ti». Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo”.

Se cuenta la historia de un niño pequeño, que hacía un gran esfuerzo por levantar un objeto en extremo pesado. Su papá, al entrar en el cuarto, vio la dificultad en que estaba su hijo, y le preguntó: —¿Estás usando todas tus fuerzas? —¡Claro que sí!  –contestó impaciente el niño.
—No, –le respondió su padre– no me has pedido que te ayude.

Es imposible que nosotros mismos encontremos solución a todos nuestros problemas, nuestras angustias, nuestras dudas, nuestras tristezas; por lo tanto, entreguemos nuestras cargas a Cristo, que es la mejor solución para encontrar alivio en todo lo que nos pesa y aflige en la vida.



* Enviado por el P. Natalio

COMO UN PADRE


Como a un padre




La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo amoroso del Señor te acompañará en las variadas tareas de tu jornada.

El abuelo preguntó al nietecito si rezaba las oraciones de la noche. — ¡Oh, sí!,  respondió el niño. — ¿Rezas también por la mañana?, siguió preguntando el abuelo. — ¿Para qué?, contestó el niño, en el día no tengo miedo. Así obramos muchos de nosotros: recurrimos a Dios, como se recurre al médico, cuando lo necesitamos. Entonces lo invocamos diciéndole: "Padre nuestro". Ya que le damos ese nombre, deberíamos acudir a él no sólo cuando lo necesitamos, sino también para manifestarle, como Padre que es, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras penas, nuestras preocupaciones, nuestros deseos.

“Uno puede orar en las calles, oficinas, escuelas, como así también en el recogimiento de la propia habitación o en medio de multitudes. Pero de poco sirve orar por la mañana, si se vive el resto del día como un ateo. La verdadera oración moldea la vida y una vida auténtica exige la oración” (A. Carrel). Que la oración cada vez gane más espacio en tus jornadas.
* Enviado por el P. Natalio

jueves, 29 de noviembre de 2018

SABER AGRADECER


Saber agradecer



1)  Para saber
Cuando se tiene una necesidad, es común acudir a quien nos la pueda solucionar. Habría que recordar cuántas veces hemos acudido a Dios para pedirle su ayuda ante un problema. Sin embargo, suele pasar que vamos olvidando todos esos favores. E incluso si alguna vez no vemos la ayuda, aparece la ingratitud, y solemos olvidar todo lo anterior pensando que nunca hemos recibido alguna ayuda.

El Papa Francisco nos invita a ser agradecidos y para ello nos lo facilita hacer memoria y recordar la “gratuidad” de la salvación.

Cuando los escribas y fariseos se presentan como “los justos” ante Jesús, el Señor les recuerda que la justicia, la santidad, siempre viene de Dios, porque a veces “se olvida la gratuidad de la salvación, la cercanía de Dios y se olvida la misericordia de Dios”.

2) Para pensar
Años antes de que falleciera, entrevistaron a un gran boxeador, peso completo, que fue campeón en la década de 1950. Era una persona que el boxeo no la había dañado, y llevaba una vida sencilla y honrada. Se trataba de Floyd Patterson, a quien se le conocía como “El Caballero del Boxeo”. Le preguntaron qué le había ayudado a conservarse así. Él contestó que fue su religión. Le pidieron que si podía explicar un poco más. Entonces relató un sucedido en sus primeros años de matrimonio.

Cuando su hija Jennifer cumplió seis años le regaló un gatito. La niña vivía día y noche para el gatito: lo alimentaba, lo limpiaba, lo peinaba, le ponía adornos, etc. Y sucedió un día, que mientras la niña estaba en la escuela, su gato fue atropellado por un carro y murió. Los padres se preocuparon mucho y decidieron enterrarlo en el patio, pero no sabían qué hacer por la reacción que tendría su hija. Desesperado, Floyd se dirigió a la iglesia y ahí le pidió a Dios que lo ayudara. Regresó más calmado a su casa. Su esposa no quería recibir a la niña, no sabía qué decirle. Floyd esperó a su hija. Cuando llegó Jennifer, a pesar de que siempre iba con su gatito, esa vez subió a su habitación sin preguntar nada. Y no se preocupó ni volvió a referirse al gatito, sino hasta doce años después qué le dijo a su papá: “Oye papá, cuando yo era niña tenía un gatito, ¿verdad?”, y en ese momento Floyd recordó cómo Dios le había ayudado y él nunca se lo había agradecido. Entonces fue tal su remordimiento, que se convirtió y decidió nunca más olvidarse de Dios.

3) Para vivir
Comentaba el Papa Francisco que no podemos olvidarnos de tantas gracias recibidas por Dios y, en particular, la salvación obtenida por Jesucristo por la cual ya tenemos acceso a Cielo.

No podemos pensar que por nosotros mismos conseguimos la salvación haciendo a un lado a Jesús, quien además nos acompaña de continuo sosteniéndonos. Dice el Papa que cuando se pierde esta relación cercana con el Señor, se cae en una mentalidad obtusa que cree en la autosuficiencia de la salvación con el cumplimiento de la ley.

Nunca le agradeceremos bastante a Jesús lo que ha hecho por nosotros, sin embargo, así como quien recibe un regalo lo agradece usándolo, así también al frecuentar los Sacramentos y el trato con el Señor, será una forma de decirle “¡Gracias!”.



Pbro. José Martínez Colín

lunes, 26 de noviembre de 2018

RECETAS PARA RESOLVER PROBLEMAS


Recetas para resolver problemas




Desde siempre existen los problemas… El primero que conocemos es el del pobre Adán luego de comerse la manzana. De ahí en adelante tuvo una vida muy, pero muy dura, condenado a ganarse el pan cada día con el sudor de su frente.
   
Y resulta que los problemas son el pan nuestro de cada día.  Para muchos el problema es qué ponerse porque tiene mucho de dónde elegir, y para otros es qué ponerse porque apenas tiene la ropa que lleva encima…
   
Los problemas tienen todos algo en común, y es la forma en que se logra solucionarlos.  La receta es la misma, bien sencilla. Una anécdota –que estoy seguro muchos ya la conocen– nos servirá para explicarla.
   
Se cuenta que en el parque de cierto pueblo se hizo necesario tumbar un enorme roble, al que le había caído una extraña plaga que lo convertía en un verdadero peligro público, temiendo se cayera o contagiara a los demás árboles.
   
Se hizo todo lo posible por salvarlo. Los vecinos estaban muy tristes ante su impotencia.  No es fácil definir la causa de un problema, y no menos fácil es tomar la decisión de solucionarlo.
   
Una mañana llegaron los obreros con sierras automáticas y hachas.  Todos se congregaron en la plaza para presenciar el derrumbe del viejo árbol, excitados ante el inmenso estrépito que produciría su caída.  Todos suponían que los hombres empezarían cortando el gigantesco tronco principal por el sitio más pegado al suelo. Pero fue todo lo contrario.  Colocaron escaleras y comenzaron podando las ramas más altas.
   
Y así, desde arriba hacia abajo, fueron cortando desde las más pequeñas hasta las más grandes ramas, quedando al final tan sólo el tronco central.  Un rato después, aquel poderoso roble se encontraba en el suelo, cuidadosamente cortado a pedazos. El sol cubría esplendoroso el centro del parque. Ya no había sombra: era como si nunca hubiera estado allí, era como si no hubiera tardado más de medio siglo en crecer….
   
Uno de los obreros explicó que de haber cortado el árbol cerca de la tierra y antes de quitar las ramas, se hubiera vuelto incontrolable, produciendo grandes destrozos en su caída. Es más fácil manejar un árbol cuanto más pequeño se le hace.
   
Aprendamos. Tenemos que podar primero los pequeños obstáculos para ir llegando al tronco principal de nuestras preocupaciones. Quitar primero las ramas una a una.  Ocuparnos, no preocuparnos. Reconocer nuestros errores. Tener el valor de enfrentarlos. Establecer las prioridades. Tener claros los objetivos en la vida. Librarnos poco a poco de todo el peso que nos impide trabajar, crecer, disfrutar, vivir.

Concluye la anécdota afirmando que no siempre resulta fácil enfrentar nuestros problemas, pero al menos podemos intentarlo mientras vamos poco a poco, con la ayuda del Señor, transformando nuestro miedo, angustia y desesperación, en fortaleza, esperanza y fe…

Bendiciones y paz.
Enviado por Juan Rafael Pacheco

EL PAN DE CADA DÍA


El pan de cada día




La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores elegidos e inspirados por Dios. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los años venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor de Dios a nosotros.

Cuentan que el emperador romano había prohibido con la amenaza de severos castigos a los cristianos que tuvieran una Biblia en su casa. Pero muchos cristianos la guardaban a pesar de todo y la leían a escondidas. Un día entró al pueblo un contingente de policías para revisar casa por casa. Una mujer que los veía llegar tuvo una idea ingeniosa. Ya que estaba justo preparando la masa para hornear el pan para la semana tomó la Biblia la envolvió en la masa y la introdujo en el horno. Cuando entraron los policías a la casa no encontraron Biblia alguna en la casa. Vieron nada más que pan horneándose. Al día siguiente la madre sacó el pan del horno para servirlo a la familia. En medio del pan la Biblia estaba perfectamente conservada.

Vigorízate cada día con el pan de la Palabra. Te sugiero que pongas en un lugar visible el libro sagrado. Elige un rinconcito de Dios en tu casa. En una mesita con algunas imágenes o estatuas de tus santos, que esté también la Biblia adornada con flores, velas, o ikebanas… Y que de día en día crezcas en amor y vivencia de la Palabra de Dios.



* Enviado por el P. Natalio

domingo, 25 de noviembre de 2018

EL CIRCO


El circo




Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo fila para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresionó mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que no tenían mucho dinero.

La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la fila, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano. Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo. Prometía ser un hecho saliente en su vida.

El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: "Eres mi caballero de brillante armadura". Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: "Tienes razón"

La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuántas entradas quería. Él respondió con orgullo: "Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos, para poder traer a mi familia al circo." La empleada le indicó el precio. La mujer soltó la mano de su marido, ladeó su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse.

Este se acercó un poco más y preguntó: "¿Cuánto dijo?" La empleada volvió a repetirle el precio. ¿Cómo iba a darse vuelta y decirle a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?

Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, sacó un billete de veinte dólares y lo tiró al suelo (nosotros no éramos ricos en absoluto). Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo"

El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó: "Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí"

Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. Esa noche no fuimos al circo. Pero no nos fuimos sin nada...

Hechos 20:35  "Más bienaventurada cosa es dar que recibir"
Proverbios 19:17  "A Dios presta el que da al pobre, Y él le dará su paga"

CÓMO PREJUZGAMOS!


¡Cómo prejuzgamos!



Cuántas veces nos equivocamos al juzgar a los demás. No conocemos la realidad de las personas, con todas las circunstancias de su vida; y sin embargo las condenamos en nuestro interior porque quizás a primera vista nos han caído mal por un detalle sin importancia. Por prudencia no te dejes llevar de reacciones instintivas.

El doctor está examinando a un paciente y le dice:
— Usted debería haber venido a verme antes.
— Sí... bueno, en realidad fui a ver a un curandero.
— ¿Cómo? ¿Y qué estupidez le dijo ese curandero?
— Que viniese a verlo a usted… 

Jesús dijo “No juzguen y no serán juzgados”, y también “Felices los misericordiosos porque obtendrán misericordia”. El que critica es porque antes ha juzgado al prójimo. No juzgues porque no conoces la situación real de cada uno. Eso sólo lo sabe Dios. Júzgate en cambio a ti mismo: es lo más acertado, es el tiempo mejor empleado.



* Enviado por el P. Natalio

sábado, 24 de noviembre de 2018

SON ESPÍRITU Y VIDA


Son espíritu y vida




Dios está vivo en su Palabra para iluminarte, consolarte, fortalecerte… Pero debes acercarte a ella con verdadera fe. Antes de leerla es adecuado que te pongas en la presencia del Señor con alguna oración que te transporte a un clima de devoción y acogida cordial del don de Dios. Aquí tienes una oración para interiorizar el valor de esta Palabra que genera vida nueva.

- Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
- Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

- Tú tienes palabras de vida eterna.
- Son espíritu y vida.

- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

El profeta Jeremías veneraba la Palabra de Dios. Sentía consumirse su corazón hasta encontrar un fragmento cualquiera de ese divino manjar para saciar el hambre que atormentaba su espíritu. Hablando con Dios una vez le dijo: “Cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón”. Esa sea tu actitud.



* Enviado por el P. Natalio

PERSEVERANCIA


Perseverancia




¿Te has puesto a observar la actitud de los pájaros ante las adversidades? 

Están días y días haciendo su nido, recogiendo materiales a veces traídos desde largas distancias...

... Y cuando ya está terminado y están prontos para poner los huevos, las inclemencias del tiempo, la obra del ser humano o de algún animal lo destruye y tira por suelo lo que con tanto esfuerzo se logró...

¿Qué hace el pájaro? ¿Se paraliza, abandona la tarea?

De ninguna manera. Vuelve a comenzar, una y otra vez, hasta que en el nido aparecen los primeros huevos.

A veces -muchas veces- antes de que nazcan los pichones algún animal, un niño, una tormenta, vuelve a destruir el nido, pero esta vez con su precioso contenido...

Duele recomenzar desde cero... Pero aun así el pájaro jamás enmudece, ni retrocede, sigue cantando y construyendo, construyendo y cantando...

- ¿Has sentido que tu vida, tu trabajo, tu familia, tus amigos no son los que soñaste? 
- ¿Has querido decir basta, no vale la pena el esfuerzo, esto es demasiado para mí?
- ¿Estás cansado de recomenzar, del desgaste, de la lucha diaria, de la confianza traicionada, de las metas no alcanzadas cuando estabas  a punto de lograrlo?

Así te golpee la vida una vez más no te entregues nunca, di una oración, pon tu esperanza al frente y arremete. No te preocupes si en la batalla sufres alguna herida, es de esperar que algo así suceda.

Junta los pedazos de tu esperanza, ármala de nuevo y vuelve a arremeter. No importa lo que pase... no desmayes, sigue adelante.

La vida es un desafío constante pero vale la pena aceptarlo.

Y sobre todo... nunca dejes de cantar. 

jueves, 22 de noviembre de 2018

EL BARCO EN PELIGRO


El barco en peligro




Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.

En cierta ocasión se desató una tempestad en alta mar. Parecía que la nave iba a naufragar. Toda la tripulación y los pasajeros aterrorizados corrían de un lugar a otro sin saber qué hacer. Mientras tanto, en uno de los camarotes dormía un niño de siete años, hijo del capitán.  Uno de los tripulantes lo fue a despertar inmediatamente. Cuando el chico se dio cuenta de lo que sucedía, preguntó: ¿y en manos de quién está ahora el  timón? El barco está en manos de tu  padre, respondió el marinero. Entonces, no tengo por qué preocuparme, él sabe bien qué hacer, dijo confiadamente el niño y siguió durmiendo.

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,  te asegura Dios.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 19 de noviembre de 2018

SI YO CAMBIARA


Si yo cambiara




Crecer es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y de lo cual nos cuesta desprendernos; es atrevernos una vez más y estar dispuestos a ser diferentes de lo que fuimos ayer; es desarrollarnos y evolucionar desde adentro. Cuando decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo. Cuando decidimos corregir un error, estamos evolucionando.

Si yo cambiara mi manera de pensar hacia otros, me sentiría más sereno. Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices. Si yo aceptara a todos como  son, sufriría menos. Si yo me aceptara tal cual soy, quitándome mis defectos, ¡cuánto mejoraría mi hogar y todo mi medio ambiente! Si yo criticara menos y amara más, si yo cambiara... ¡cambiaría el mundo!

Resultado de los cambios positivos es la madurez. Serás maduro cuando tengas la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia o destrucción. Otro signo de madurez  es la voluntad de posponer el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo. Acepta el desafío de cambiar un poco cada día y crecer en valores, sin pausa y sin prisa.



* Enviado por el P. Natalio

EL CIEGO BARTIMEO - MAESTRO, HAZ QUE PUEDA VER


El ciego Bartimeo (confianza)
Maestro, haz que pueda ver


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




La frase central del Evangelio que relata en encuentro de Bartimeo con Jesús, es sin duda ésta: “Anda, tu fe te ha salvado”. Porque lo más admirable de aquel ciego es su fe, su confianza inmensa. Él no creerá porque es curado, sino que es curado porque cree.

Seguramente ha oído hablar de Jesús y se ha enterado que va a pasar por aquel camino. Mientras pide limosna a los peregrinos que suben a Jerusalén, este pobre ciego pone toda su confianza en el que ha de venir: el Mesías.

Y cuando se da cuenta de que se acerca Jesús, se pone a gritarle con todas sus fuerzas. Le llama Hijo de David, que era el título con el que el pueblo designaba al Mesías prometido. De este Mesías se esperaba, entre otras promesas, que curara a los ciegos: de ahí la gran confianza de Bartimeo.

Y no se deja desanimar por los demás que le quieren hacer callar, porque sabe que ésta es su gran y tal vez única oportunidad. Grita con más fuerza. Y entonces Jesús le oye y lo manda llamar. Bartimeo, aumentada su confianza, se pone de unos saltos delante del Señor.

La pregunta de Jesús le ofrece la ocasión de expresar claramente cuál es su deseo y cuánta su confianza: pide y espera nada menos que el milagro de su curación. Y el Señor no decepciona su confianza devolviéndole la vista. Entonces Bartimeo da el paso siguiente que exige la fe auténtica en Cristo: le sigue por el camino.

Dios da su gracia a los que tienen fe y confianza. Una verdadera fe es la condición que Jesús exige siempre antes de realizar un milagro. Muchas veces en el Evangelio, el Señor rehusa los milagros que le piden. Es algo que experimentamos también nosotros: cuantas veces nuestras oraciones parecen estériles.

Incluso la Sma. Virgen, en las bodas de Caná, obtiene al principio una negativa: “Mi hora aún no ha llegado”. Pero María no se desanima como nosotros. Se queda esperando, con una confianza absoluta: “Haced lo que Él les diga”.

Jesús acaba escuchando siempre a los que insisten con una fe profunda, con una confianza total. Y así pasa también en el Evangelio de hoy: “Anda, tu fe te ha salvado”.

También nosotros deberíamos llegar a ser héroes de la confianza. Sin esta confianza hoy es imposible permanecer firme y victorioso, es imposible vencer el temor, la inseguridad, el descobijamiento. “Quien tiene confianza, lo posee todo”, solía decir el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.

Debemos tener una confianza inquebrantable en el Padre Dios: en su poder de Padre, en su bondad de Padre, en su fidelidad de Padre.
Lo que el niño presupone de su papá, nosotros lo reconocemos en Dios, nuestro Padre. Todo cuanto Él prevé y realiza, es siempre expresión de su amor paternal. Por eso, si Dios está con nosotros, no podemos tener miedo. Es más fuerte siempre aquel que tiene a Dios por aliado.

Y entonces nos exhorta el Padre Kentenich: “Nuestra preocupación más grande debería ser, estar despreocupado en cada momento, no por negligencia, sino porque confiamos en Dios”.

Dios Padre también puede hacer duras exigencias a sus hijos. Pero siempre tenemos que estar convencidos de que Él nos ama, aún cuando no lo comprendemos. ¿Habrá un amor paternal mayor que aquel que asemeja a sus hijos con el Unigénito, pendiente en la cruz? Pero esto sólo lo hace con sus hijos predilectos.

Queridos hermanos, una confianza profunda en Dios, en todos los momentos de nuestra vida, no nos resultará fácil. Pero nuestra Madre en el cielo, la Sma. Virgen, nos guiará y nos ayudará en esto. En Ella confiamos filialmente.
Digámosle, por eso, todos juntos: “En tu poder y en tu bondad fundo mi vida; en ellos espero confiando como niño; Madre admirable, en Ti y en tu Hijo confío plenamente”.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

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