lunes, 4 de abril de 2011

VENDRÁ LA PAZ

Vendrá la paz
Si tú crees que una sonrisa
es más fuerte que un arma,
Si tú crees que lo que une a los hombres
es más fuerte que lo que los separa,
Si tú crees en el poder de una mano extendida,
si tu crees que ser diferente es una riqueza
y no un peligro, entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si tú sabes mirar al otro con un poquito de amor,
Si tú sabes preferir la esperanza a la sospecha,
Si tú estás persuadido
que te corresponde tomar
la iniciativa antes que el otro,
Si todavía la mirada de un niño
llega a desarmar tu corazón, entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si tú puedes alegrarte del gozo de tu vecino,
Si la injusticia que golpea a los otros te indigna
tanto como la que tú puedes sufrir,
Si para ti el extranjero es un hermano,
Si tú puedes dar gratuitamente
un poco de tu tiempo por amor, entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si tú sabes aceptar que el otro te preste su ayuda,
Si tú compartes tu pan
y sabes dar con el un pedazo de tu corazón,
Si tú crees que el perdón
consigue más que la venganza,
Si tú sabes cantar la felicidad de otro
y bailar su alegría... entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si tú puedes escuchar al desdichado
que te hace perder tu tiempo
y entretenerlo con una sonrisa,
Si tú sabes aceptar la crítica
y hacer que te sea provechosa
sin rechazarla ni defenderte,

Si tú sabes acoger y aceptar
un punto de vista diferente al tuyo,

Si tú rehúsas a darte golpes por tus culpas
en el pecho de otros entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si para ti el otro es ante todo un hermano,
Si para ti la cólera es una debilidad,
no una manifestación de fuerza,
Si tú prefieres ser herido
antes de hacer daño a alguien,
Si tú no te sientes tan importante que
después de ti el Diluvio entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

Si tú alcanzas y te colocas al lado del pobre
y del oprimido sin creerte un héroe,
Si tú crees que el amor es la única fuerza de disuasión,
Si tú crees que la paz es posible, entonces

¡VENDRÁ LA PAZ!

El Padre sabe lo que te hace falta

Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
El Padre sabe lo que te hace falta
Lunes cuarta semana de Cuaresma. ¿Qué es lo que nosotros estamos dándole a Dios en nuestra existencia?



Cuaresma es el tiempo de conversión del corazón. Cuaresma es el tiempo de regreso a Dios. Esto tendría que inquietarnos para ver si efectivamente estamos regresando a Dios no solamente las cosas que Él nos ha dado, sino si nosotros mismos estamos regresando a Dios.

Podríamos decir que cada uno de nosotros es un don de Dios para uno mismo; la vida es un don que Dios nos da. ¿Cómo estamos regresando ese don a Dios? Esta conversión del corazón, ese regresar a Dios, ese volver a poner a Dios en el centro de la vida, ¿cómo lo estoy haciendo? ¿Hasta qué punto puedo decir que realmente nuestro Señor está recibiendo de mí lo que me ha dado?

Cuando nos enfrentamos con nuestra vida, con nuestros dolores, con nuestras caídas, con nuestras miserias, con nuestros triunfos y gozos, podría darnos miedo de que no estuviésemos en la condición de dar al Señor lo que Él espera de nosotros. Miedo de que no estuviésemos en la situación de regresar, con ese corazón convertido, todo lo que el Señor nos ha dado a nosotros.

Jesús en el Evangelio dice: “El Padre sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan”. Dios nuestro Señor sabe perfectamente qué es lo que necesitamos en ese camino de conversión hacia Él. Sabe perfectamente cuáles son los requerimientos interiores que tiene nuestra alma para lograr una verdadera conversión del corazón.

Yo me pregunto si a veces no tendremos miedo de este conocimiento que Dios tiene de nosotros. ¿No tendremos miedo, a veces, de que el Señor puede llegar a conocer lo que necesitamos?

Sin embargo, debemos dejar que el alma se abra a su mirada. En la oración que el Señor nos enseña en el Evangelio y que repetimos en la Misa: “Padre nuestro, que estás en los cielos”, nos llama a confiar plenamente en el Señor, a pedirle que Él sea santificado y que venga a vivir en nosotros su Reino. Es la oración de un corazón que sabe pedir a Dios lo que Él le dé y que se abre perfectamente para que el Señor le diga lo que necesita.

¡Cuántas veces a nosotros nos puede faltar esto! Deberíamos exigirnos que nuestra vida vuelva a Dios con una confianza plena; que se adhiera a Dios sólo y únicamente como el único en quien de veras se puede confiar.

Creo que ésta podría ser una de las principales lecciones de conversión del corazón.

¿Qué es lo que nosotros estamos dándole a Dios en nuestra existencia? ¿Con qué fecundidad estamos dándole a Dios en nuestra vida? Si al examinarnos nos damos cuenta de que nos faltan muchos frutos, si al examinarnos nos damos cuenta de que no tenemos toda la fecundidad que tendríamos que tener, no tengamos miedo, Dios sabe lo que necesitamos, y Dios sabe qué es lo que en cada momento nos va pidiendo. ¿Por qué si Dios lo sabe, no dejarme totalmente en sus manos? ¿Por qué, entonces, si Dios lo sabe, no ponerme totalmente a su servicio en una forma absoluta, plena, delicada?

Precisamente esto es la auténtica conversión del corazón. La conversión del corazón en la Cuaresma no va a ser hacer muchos sacrificios; la conversión del corazón en la Cuaresma es llegar al fondo de nosotros y ahí abrirnos a Dios nuestro Señor y ponernos ante Él con plenitud.

Vamos a pedirle a Dios que sepamos regresarle todo lo que nos ha dado, que sepamos hacer fecundo en nuestro corazón ese don que es nuestra vida cotidiana, ese don que somos nosotros mismos para cada uno de nosotros. Que esa sea nuestra intención, nuestra oración y sobre todo, el camino de conversión del corazón.
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