domingo, 20 de julio de 2014

ORACIONES AL DIVINO NIÑO JESÚS




IMÁGENES DEL DIVINO NIÑO JESÚS







































MI AMIGO DIOS...


MI AMIGO DIOS

Estoy ante ti Señor, mi amigo-Dios
tocando las puertas de tu corazón
dejando en tus manos con humildad
el amor que siento por ti.

Te imploro mi Dios que me muestres
caminos de bien y de verdad.

Enséñame mi amigo- Dios
a tener paciencia cuando
la intransigencia invada mis sentidos,
a que mi conciencia este libre
de pensamientos mezquinos
desahoga mi alma a que no guarde
rencores ni odio ante mis semejantes.

Enséñame ¡si! Enséñame 
a derribar los muros de inconsciencias
a través de tu palabra que acaricia
nuestras almas, a sacar esos miedos
para enfrentar la vida con valor.

Enséñame a brindar el perdón necesario
y a implorar el tuyo por mis pecados,
a luchar por mi bienestar y el de los míos
y no rendirme ante la adversidad.

¡Enséñame! enséñame a abrir las puertas de tu cielo
donde brille el consuelo a los quebrantos.

Regálame tu paz y tu armonía,
enséñame mi Dios a encontrar en medio
de la densa oscuridad tu Luz.

Enséñame mi Dios ,a amar , pero amar de verdad
con pasión y humildad y aceptar lo que me ofreces 
sin buscar mas allá de lo que yo crea necesitar,
enséñame mi Dios a brindar mi amor
donde reine el desamor...

AUNQUE NO SEAS UN GRAN ARTISTA, DEJA HUELLA EN LA HISTORIA

Autor: P. Dennis Doren LC | Fuente: Catholic.net
Aunque no seas un gran artista, deja huella en la historia
Depende de tu confianza en Dios y de tu empeño en ser digno instrumento en la manos del Gran Artesano.
 
Aunque no seas un gran artista, deja huella en la historia
Todos los hombres tenemos algo de artistas; no seremos muy reconocidos, ni haremos grandes obras de arte, pero cada uno de los hombres tiene una encomienda especial del Gran Artista Dios. Él, en su sabiduría infinita, hace que nuestra propia existencia sea una obra maestra y depende de nosotros que se vaya realizando día a día. Por eso, toma atención, que aunque no lo creas, eres el único que puede ayudar a Dios a hacer de tu vida una obra de arte.

Aunque no escribas libros, eres el escritor de tu vida.

Aunque no seas Miguel Ángel, puedes hacer de tu vida una obra maestra.

Aunque no entiendas de cine, ni de cámaras, tu existencia puede transformarse en un film de suspenso y acción con Dios de productor.

Aunque cantes desafinado, tu existencia puede ser una sentida canción, que cualquier afamado compositor envidiaría.

Aunque no entiendas de música, tu vida puede ser una magnífica sinfonía que los clásicos respetarían.

Aunque no hayas estudiado en una escuela de comunicaciones, tu vida puede transformarse en un reportaje modelo.

Aunque no tengas gran cultura, puedes cultivar la sabiduría de un buen vivir.

Aunque tu trabajo sea humilde, puedes convertir tu día en oración llena de buenos frutos.

Aunque tengas cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta años, puedes ser joven de espíritu.

Aunque las arrugas ya marquen tu rostro, vale más tu belleza interior.

Aunque tus pies sangren en los tropiezos y piedras del camino, tu rostro puede sonreír.

Aunque tus manos conserven las cicatrices de los problemas y de las incomprensiones, tus labios pueden agradecer.

Aunque las lágrimas amargas recorran tu rostro, tienes un corazón para amar.
Aunque no lo comprendas, en el cielo tienes reservado un lugar.

Todo, todo... depende de tu confianza en Dios y de tu empeño en SER digno instrumento en la manos de este Gran Artesano que solo busca lo mejor para nosotros. Pon tu vida, aspiraciones, anhelos en las manos de Dios, Él nunca te defraudará.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC 

    REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 20 DE JULIO DEL 2014 - SOBRE LA CIZAÑA


    Francisco en el ángelus:
     frente a la cizaña el discí­pulo debe imitar la paciencia de Dios


    Ciudad del Vaticano, 20 de julio de 2014 (Zenit.org) 

    El santo padre Francisco se ha asomado esta mañana a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus junto con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.


    Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

    Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

    en estos domingos la liturgia propone algunas parábolas evangélicas, es decir, breves narraciones que Jesús utilizaba para anunciar a la multitud el Reino de los cielos. Entre las presentes en el Evangelio de hoy hay una más bien compleja, que no se entiende desde el principio, y Jesús da a sus discípulos la explicación: es la del grano bueno y la cizaña, que afronta el problema del mal en el mundo y resalta la paciencia de Dios. La escena tiene lugar en un campo donde el propietario siembra el grano, pero una noche llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma raíz que el nombre "Satanás" y reclama el concepto de división. Todos sabemos que el demonio es un cizañero, siempre intenta separar a las personas, las familias, las naciones y los pueblos. Los siervos querían quitar en seguida la hierba mala, pero el amo lo impide con esta motivación: "no, que al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo". Porque todos sabemos que cuando la cizaña crece se parece mucho al grano bueno, y está el peligro de confundirlos.

    La enseñanza de la parábola es doble. En primer lugar dice que el mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso, este va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión, donde no hay luz pero va él y siembra la cizaña. Este enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, así es imposible separar claramente a los hombres; pero Dios, al final, podrá hacerlo.

    Y aquí llegamos al segundo tema: la contraposición entre la impaciencia de los siervos y la paciente espera del propietario del campo, que representa a Dios. Nosotros a veces tenemos mucha prisa en juzgar, clasificar, poner aquí a los buenos, allí a los malos... Recordad, la oración de ese hombre soberbio, 'te doy gracias Dios porque yo soy bueno y no soy como ese otro que es malo'. Recordad esto. Dios sin embargo sabe esperar. Él mira en el "campo" de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también las semillas del bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar. Que bonito es esto. Nuestro Dios es un Padre paciente que siempre nos espera y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos, siempre nos perdona si vamos donde Él.

    La actitud del amo es la de la esperanza fundada en la certeza que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y hay más. Gracias a esta paciente esperanza de Dios, la misma cizaña, es decir, el corazón malo con muchos pecados, al final, puede convertirse en grano bueno. Pero atención: la paciencia evangélica no es indiferencia al mal, ¡no se puede confundir entre bien y mal! Frente a la cizaña presente en el mundo, el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con el apoyo de una inquebrantable confianza en la victoria final del bien, es decir, de Dios.

    Al final, de hecho, el mal será quitado y eliminado: en el momento de la siega, es decir del juicio, los sembradores seguirán la orden del amo separando la cizaña para quemarla. El día de la siega final el juez será Jesús, el que ha sembrado el grano bueno en el mundo y que se ha convertido Él mismo en "grano de trigo", ha muerto y ha resucitado. Al final todos seremos juzgados con el mismo metro, ¿cuál?, ¿con qué metro seremos juzgados? Con el metro con el que hemos juzgado: la misericordia que hemos usado hacia los otros será usada también con nosotros. Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en paciencia, esperanza y misericordia con todos los hermanos.  

    Rezo del ángelus.

    SIN DIOS... NO ERES NADA



    EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 20 DE JULIO DEL 2014

    Autor: P. Sergio A. Cordova LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Y qué es la cizaña?
    Mateo 13, 24-43. Tiempo Ordinario. La cizaña es todo aquello que nos sirve de tropiezo para llegar a Dios o se opone a Él.
     
    ¿Y qué es  la cizaña?
    Del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-43

    Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: ´Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? El les contestó: Algún enemigo ha hecho esto. Dícenle los siervos: ¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?´ Díceles: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.´» Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.» Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.» Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.» El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

    Oración preparatoria 

    Espíritu Santo, limpia el terreno de mi alma y multiplica los dones de tu gracia, para que, fervoroso en la fe, la esperanza y la caridad, persevere siempre fiel en el cumplimiento de tus mandatos.

    Petición

    Señor y Dios mío, concédeme que en esta oración mi mente y mi corazón sean tierra fértil en la que puedas sembrar.

    Meditación del Papa Francisco

    El objetivo de toda actividad pastoral siempre está orientado por el impulso misionero de llegar a todos, sin excluir a nadie y teniendo muy en cuenta la circunstancias de cada uno. Se ha de llegar a todos y compartir la alegría de haberse encontrado con Cristo. No se trata de ir como quién impone una nueva obligación, como quién se queda en el reproche o la queja ante lo que se considera imperfecto o insuficiente.
    La tarea evangelizadora supone mucha paciencia, mucha paciencia, cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. Y también sabe presentar el mensaje cristiano de manera serena y gradual, con olor a Evangelio como lo hacía el Señor. Sabe privilegiar en primer lugar lo más esencial y más necesario, es decir, la belleza del amor de Dios que nos habla en Cristo muerto y resucitado. (S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2013).

    Reflexión

    La expresión artística ha sido, a lo largo de los siglos, una de las manifestaciones más nobles de la belleza, de la originalidad, del genio y de la grandeza del espíritu humano. Y, además, un vehículo importante para la comunicación del pensamiento y de la cultura, ya que el arte –al igual que la música y la poesía– transmite siempre una idea, una visión de la vida y de las cosas, una experiencia o un sentimiento personal. Durante varios siglos, sobre todo en el arte paleocristiano, bizantino y gótico, se hizo común la creación de "trípticos", tanto en la pintura, como en los mosaicos, vitrales y en las así llamadas "miniaturas". Consistían éstos en representar juntas tres escenas de la Biblia o del Evangelio, formando una unidad artística y catequética. El arte cristiano fue, desde los orígenes, una forma extraordinaria de predicación sagrada y de catequesis popular.

    Pues hoy nuestro Señor en el Evangelio nos presenta un maravilloso “tríptico” de parábolas para hablarnos del misterio del Reino de los cielos: la parábola de la cizaña, del grano de mostaza y de la levadura. Cristo está hablando a sus discípulos –y también a nosotros hoy– de una realidad sumamente importante y esencial de su mensaje, de su "Buena Nueva" –esto precisamente significa "evangelio" en griego–, pero a la vez de algo misterioso y de difícil comprensión. Por eso Jesús usa parábolas, para ayudarnos a comprender misterios muy profundos a través de sencillas imágenes y asequibles comparaciones.

    La parábola del grano de mostaza nos enseña que el Reino de los cielos –es decir, la vida de la gracia divina en nosotros, la Iglesia y las obras de Dios– es siempre pequeño y casi insignificante en sus inicios, pero tiene que ir creciendo hasta convertirse en un árbol frondoso, capaz de abrigar en sus ramas a las aves del cielo; o sea, capaz de salvar a miles de personas y llevarlas a la vida eterna. El crecimiento continuo es ley de vida, y el día que no se crece, se muere.

    La parábola de la levadura nos habla de esa acción silenciosa y lenta, pero profundamente eficaz y transformante que realiza el Evangelio, no sólo en la propia alma, sino también en los ambientes y en las sociedades, impregnando de fe y de vida nueva todas las realidades humanas. Eso fue lo que hizo el cristianismo en el imperio romano: los primeros cristianos, con su maravilloso testimonio de vida santa y auténtica, con su ejemplo de caridad, de pureza, de piedad y con el perfume de sus virtudes lograron transformar el ambiente corrompido y enrarecido del paganismo antiguo. Esto es lo que ha hecho la Iglesia a lo largo de veinte siglos de historia, a pesar de tantas persecuciones y calumnias. Y lo sigue haciendo en nuestros días, con las mismas armas de siempre: la fe, la esperanza y la caridad.

    La parábola de la cizaña, por su parte –valdría la pena detenerse con más calma en la consideración de esta enseñanza de Cristo, aunque el tiempo y el espacio aquí disponibles no lo permiten– nos da tantas lecciones importantes para nuestra vida cristiana. La cizaña es toda yerba mala que impide al trigo –a la semilla buena– crecer libremente en el campo de Dios. Cizaña es todo aquello que significa obstáculo, pecado y vicio en el mundo. La cizaña tiene múltiples rostros y caretas: el odio, la persecución, la calumnia, la división, el engaño, la injusticia, el fraude... Cizaña es toda forma de egoísmo y de soberbia; son las pasiones desordenadas del ser humano, la intriga, la maledicencia, la mentira, el escándalo... Tal vez muchas veces hemos oído la expresión: "no vengas aquí a sembrar cizaña", y con esa frase pretendemos decir que no queremos divisiones, odios ni malquerencias, intrigas o divisiones que dañen el buen espíritu cristiano de caridad.

    La cizaña es todo aquello que nos sirve de tropiezo para llegar a Dios o se opone a Él. Es, en fin, –por decirlo con una sola palabra– el "mysterium iniquitatis" del que hablaba san Agustín: el misterio del mal en el mundo y en el hombre. ¡Y vaya que si es un misterio! ¡Cuántas veces hemos escuchado estas preguntas tan inquietantes como difíciles de responder!: "¿Por qué existe el mal en el mundo, si Dios es tan bueno? ¿Por qué permite el dolor y el sufrimiento humano, sobre todo de los más débiles, los inocentes y desamparados? ¿Por qué las guerras, las injusticias, el odio, la venganza, la prostitución, el abuso de los poderosos?" Y sentimos tal vez indignación o rebeldía interna... y también la tentación de preguntarle a Dios, como los obreros de la parábola: "Pero, ¿no sembraste tú buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, sale la cizaña?" Y el Señor nos responderá lo mismo que a los obreros: "Un enemigo lo ha hecho... mientras vosotros dormíais".

    Dios no es el culpable de nuestros "pleitos" y fechorías. Es el mismo hombre el culpable de tantos desórdenes y abusos que vemos a cada paso: en las noticias, en la calle, en nuestra propia casa. ¿Ya te enteraste de lo que pasó hace unos días en el Parlamento europeo? ¡Unos cuantos gobiernos de izquierda pretenden imponer por la fuerza a todos los países de la Unión europea la ley del aborto obligatorio y de los anticonceptivos a todas las mujeres y adolescentes sin distinción! ¿No es escandaloso y motivo de rabia? ¡Y qué decir de tantos y tantos otros abusos y excesos en todos los campos: el libertinaje sexual, el subjetivismo y relativismo moral, el indiferentismo o el fanatismo religioso, la imposición de leyes y conductas que violan los derechos humanos, la libertad religiosa y la propia conciencia!.... ¿Por qué todo esto? ¡Ahí está la cizaña sembrada por el enemigo! Sí, mientras nosotros "dormíamos en los laureles..."

    Ante este panorama, si somos buenos cristianos, personas con dignidad, con conciencia y con valores, ¡quisiéramos arrancarlo todo de raíz!, ¿no es cierto? Quisiéramos, como Santiago y Juan, "hacer llover fuego del cielo" a todos los que se oponen a Cristo para que los consumiera. Y, sin embargo, Dios, el Dueño del campo, nos dice que no. Que esperemos que crezcan juntos la cizaña y el trigo. Hasta que llegue el día de la siega. ¿Por qué actúa así Dios? Porque Él, en su infinita paciencia y misericordia, no quiere que "fulminemos" a los malos, sino que les demos tiempo. Tal vez también ellos se den cuenta de su error, se arrepientan y se conviertan, como el buen ladrón del Evangelio, aunque sea a la última hora de su vida. A nosotros nos toca ser buenos colaboradores de Dios: tener paciencia como Él, dar tiempo al tiempo, orar también por los que nos persiguen y calumnian –¿se acuerdan de la vergonzosa campaña de calumnias y críticas que varias gentes organizaron contra algunos sacerdotes católicos?....–. Pues Cristo quiere que sepamos perdonar, que les demos buen ejemplo de caridad y que oremos por todos aquellos que pueden ser, de algún modo, "cizaña" para que lleguen a ser trigo bueno en el campo del Señor.



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