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martes, 23 de noviembre de 2010
JESÚS, COMPAÑERO DE CAMINO
Jesús, Compañero de Camino
Jesucristo se nos da en la Eucaristía como Compañero de camino. Recordemos aquel pasaje de los dos discípulos de Emaús que se iban de Jerusalén a su pueblito, tal vez con la convicción de que no había ya nada que hacer. Regresaban a lo de antes, regresaban a su vida antigua. Y, de pronto, un caminante se les acerca, un caminante que no quería, no permitía que lo reconocieran; era Jesús. Comienza una conversación más o menos larga, un poco difícil al principio, porque hasta le dicen: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén?” Y Él pregunta: “¿qué?, ¿qué ha pasado?” Después... les explica con la Biblia en la mano todos los pasajes que se referían a Él; dando obviamente a esta explicación un calor, una vitalidad que tuvo efecto
Cuando ya llegaron a Emaús, Jesús hizo el ademán de seguir adelante, como queriendo decir: ¡si me necesitan, díganmelo! Entonces le dijeron: ¡Quédate con nosotros! Lo invitan a cenar, Y a lo que voy es a esto, que cuando están cenando, Él permite que lo reconozcan: se les abren los ojos, y en ese momento se desaparece. La frase en la que me quiero fijar ahora es ésta, la que dijeron ellos: ¿No ardía nuestro corazón mientas nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras? Eso es lo que pasa con los cristianos, con las personas que tienen fe en la Eucaristía, en los que saben reconocer que en el camino de su vida nunca van solos; Jesús va con ellos. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”
La vida puede ser dura, puede tener muchas lágrimas, muchas amarguras, mucho sufrimiento, pero es muy distinto sufrir solos que sufrir con Jesús; es muy diferente caminar solos por la vida que caminar codo con codo con Jesús de Nazareth; su presencia transforma el mismo sufrimiento en una cosa distinta. Pero muchas veces nosotros nos empeñamos en caminar solos por la vida; nos hacemos una vida amarga, dura, demasiado difícil, y Jesús nos podría decir: “¿No estoy yo aquí? ¿por qué no me llamas? ¿por qué no crees en Mí?
“Venid a mí todos: los leprosos, los tullidos, los endemoniados”. Todos cabemos ahí
¿Pero, dónde estás, dónde das cita?
Y Él nos dice:
“En todos los Sagrarios del mundo”- En tu parroquia, de día y de noche, sin horas de citas, con ganas enormes de darnos lo que nos ha regalado a precio de su sangre.
No cabe duda que se le queman las manos y el corazón por ayudarnos. Ojalá que vayamos muchas veces, aunque sea con el alma destrozada, tristes, cansados, y sepamos hallar allí la paz y el consuelo prometidos.
El que queda más contento es Él, porque Cristo encuentra su felicidad en curarnos, en salvarnos, en darnos la paz. ¡Hagamos feliz a Cristo! Podemos entristecerlo o alegrarlo, si vamos a Él con fe, o si huomos de Él como el joven rico. Zaqueo hizo feliz a Jesús en día de su conversión; María Magdalena hizo feliz a Jesús el día de su cambio de vida. El Hijo pródigo hizo feliz al Padre Celestial, al regresar; pero el joven rico lo puso muy triste. Cuando tú te vas, ten la certeza de que Jesús llora, y, cuando regresas, ten la certeza de que Jesús está muy contento.
Pensemos, por otra parte, en aquellos que no vienen a la Eucaristía. ¡Cuantos hombres hay hoy infelices, desgraciados, desesperados, ¡cuantos jóvenes, sobre todo, que están en la primavera de la vida, y están viviendo la crueldad y la dureza de un invierno! Estando el remedio tan cerca. La fuente a unos pasos, y morirse de sed. Además siendo tan fácil, porque ¿qué hace falta para acercarnos a Cristo en la Eucaristía? Tener un alma dispuesta, ser humildes, un precio bastante pequeño.
Es necesario llegar a ese Cristo, a ese compañero de camino y decirle desde el corazón :”Tengo un hambre y una sed incontenibles. Vengo cansado de buscar por mil caminos... No he encontrado, no he encontrado paz, ni amor verdadero; no he encontrado sentido a la vida... lejos de ti. Y tú has dicho que eres el camino, la verdad y la vida ¡Por eso vengo a pedirte ese maravillosos Pan de tu Eucaristía, quiero comer de ese pan para encontrar la paz, la vida verdadera, el amor y la felicidad auténticos! “Señor, danos siempre de ese pan y acompáñanos siempre en nuestro caminar”
Padre Mariano de Blas, L.C.
Jesucristo se nos da en la Eucaristía como Compañero de camino. Recordemos aquel pasaje de los dos discípulos de Emaús que se iban de Jerusalén a su pueblito, tal vez con la convicción de que no había ya nada que hacer. Regresaban a lo de antes, regresaban a su vida antigua. Y, de pronto, un caminante se les acerca, un caminante que no quería, no permitía que lo reconocieran; era Jesús. Comienza una conversación más o menos larga, un poco difícil al principio, porque hasta le dicen: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén?” Y Él pregunta: “¿qué?, ¿qué ha pasado?” Después... les explica con la Biblia en la mano todos los pasajes que se referían a Él; dando obviamente a esta explicación un calor, una vitalidad que tuvo efecto
Cuando ya llegaron a Emaús, Jesús hizo el ademán de seguir adelante, como queriendo decir: ¡si me necesitan, díganmelo! Entonces le dijeron: ¡Quédate con nosotros! Lo invitan a cenar, Y a lo que voy es a esto, que cuando están cenando, Él permite que lo reconozcan: se les abren los ojos, y en ese momento se desaparece. La frase en la que me quiero fijar ahora es ésta, la que dijeron ellos: ¿No ardía nuestro corazón mientas nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras? Eso es lo que pasa con los cristianos, con las personas que tienen fe en la Eucaristía, en los que saben reconocer que en el camino de su vida nunca van solos; Jesús va con ellos. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”
La vida puede ser dura, puede tener muchas lágrimas, muchas amarguras, mucho sufrimiento, pero es muy distinto sufrir solos que sufrir con Jesús; es muy diferente caminar solos por la vida que caminar codo con codo con Jesús de Nazareth; su presencia transforma el mismo sufrimiento en una cosa distinta. Pero muchas veces nosotros nos empeñamos en caminar solos por la vida; nos hacemos una vida amarga, dura, demasiado difícil, y Jesús nos podría decir: “¿No estoy yo aquí? ¿por qué no me llamas? ¿por qué no crees en Mí?
“Venid a mí todos: los leprosos, los tullidos, los endemoniados”. Todos cabemos ahí
¿Pero, dónde estás, dónde das cita?
Y Él nos dice:
“En todos los Sagrarios del mundo”- En tu parroquia, de día y de noche, sin horas de citas, con ganas enormes de darnos lo que nos ha regalado a precio de su sangre.
No cabe duda que se le queman las manos y el corazón por ayudarnos. Ojalá que vayamos muchas veces, aunque sea con el alma destrozada, tristes, cansados, y sepamos hallar allí la paz y el consuelo prometidos.
El que queda más contento es Él, porque Cristo encuentra su felicidad en curarnos, en salvarnos, en darnos la paz. ¡Hagamos feliz a Cristo! Podemos entristecerlo o alegrarlo, si vamos a Él con fe, o si huomos de Él como el joven rico. Zaqueo hizo feliz a Jesús en día de su conversión; María Magdalena hizo feliz a Jesús el día de su cambio de vida. El Hijo pródigo hizo feliz al Padre Celestial, al regresar; pero el joven rico lo puso muy triste. Cuando tú te vas, ten la certeza de que Jesús llora, y, cuando regresas, ten la certeza de que Jesús está muy contento.
Pensemos, por otra parte, en aquellos que no vienen a la Eucaristía. ¡Cuantos hombres hay hoy infelices, desgraciados, desesperados, ¡cuantos jóvenes, sobre todo, que están en la primavera de la vida, y están viviendo la crueldad y la dureza de un invierno! Estando el remedio tan cerca. La fuente a unos pasos, y morirse de sed. Además siendo tan fácil, porque ¿qué hace falta para acercarnos a Cristo en la Eucaristía? Tener un alma dispuesta, ser humildes, un precio bastante pequeño.
Es necesario llegar a ese Cristo, a ese compañero de camino y decirle desde el corazón :”Tengo un hambre y una sed incontenibles. Vengo cansado de buscar por mil caminos... No he encontrado, no he encontrado paz, ni amor verdadero; no he encontrado sentido a la vida... lejos de ti. Y tú has dicho que eres el camino, la verdad y la vida ¡Por eso vengo a pedirte ese maravillosos Pan de tu Eucaristía, quiero comer de ese pan para encontrar la paz, la vida verdadera, el amor y la felicidad auténticos! “Señor, danos siempre de ese pan y acompáñanos siempre en nuestro caminar”
Padre Mariano de Blas, L.C.
JAMÁS OLVIDES
Jamás olvides...
Que tu presencia es un regalo para el mundo,
que eres una persona única y diferente a todas las demás.
Que tu vida puede ser lo que tu quieres que sea -
Vívela un día a la vez.
Cuenta tus bendiciones, no tus problemas,
y verás cómo irás saliendo adelante.
Hay tantas respuestas dentro de ti,
Comprende, sé valiente, sé fuerte.
No te impongas límites,
tus sueños están esperando hacerse realidad.
No dejes tus decisiones importantes al azar -
esfuérzate por llegar a la cima, a tu meta, y a tu premio.
Nada hace perder más energía que las preocupaciones -
Mientras más tiempo llevas un problema, más pesado se vuelve.
No te tomes las cosas demasiado en serio -
Vive la vida con serenidad, no con lamentaciones.
Recuerda que un poco de amor puede durar mucho tiempo -
Recuerda que bastante amor puede durar para siempre.
Recuerda que la amistad es una sabia inversión,
Los tesoros de la vida son las personas... cuando están juntas.
Que tengas salud, y esperanza, y felicidad,
Tómate el tiempo para pedir un deseo a una estrella.
Y no te olvides, ni por un día...
¡Lo especial que TÚ eres!
(Desconozco Autor)
EL ABORTO
El aborto es un "crimen horrendo", como lo calificó el Concilio Vaticano II, porque consiste en quitar la vida a una criatura inocente, que no ha cometido ningún delito.
Conferencia Episcopal Peruana
¿CÓMO ES NUESTRO DIOS?
Autor: Claudio de Castro Fuente: Catholic.net
¿Cómo es nuestro Dios?
Creaste todas las cosas. Pero te muestras en un pedacito de pan. ¿Por qué no podemos verte y reconocerte en toda tu majestad?
"...aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse".
Nuestro Dios es un Dios diferente a todo cuanto podamos pensar o imaginar. Es amable y bueno, misericordioso, paciente. "El Señor es ternura compasión, lento a la cólera y lleno de amor"... "Él perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias". Le gusta con nosotros ir despacio, en la medida de nuestros pasos. Deja crecer el trigo con la cizaña para no dañar el trigo. Paciencia. Ya vendrá el día en que separará lo bueno de lo malo.
Hace poco conducía mi auto y recordé que en el Santuario Nacional del Corazón de María tenían expuesto al Santísimo. Así que me desvié del camino para pasar a saludarlo.
— Eres Dios –le decía –. Creaste todas las cosas. Pero te muestras en un pedacito de pan. ¿Por qué no podemos verte y reconocerte en toda tu majestad?
Entonces, por respuesta, vino a mi mente un pasaje de la Biblia:
"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a ellos solos a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente, incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: ´Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para Ti, otra para Moisés, otra para Elías´. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban aterrados". (Marcos 9, 2-6)
Jesús mío, ¿qué pasaría si te viésemos como realmente eres? Seguramente también quedaríamos aterrados, sin saber qué decir o hacer. Tu divinidad es demasiado para un simple mortal.
Qué bueno eres, que te muestras tan sencillo y humilde, en algo que nos es familiar, a lo que no tememos; y que podemos, confiados, acercarnos a Ti. "Tú eres un Dios al que le gusta esconderse..." (Is 45,15)
Me ocurre a mí, que siento tu presencia; sé que estás allí, pero me acerco tranquilo, como si estuviera en medio de mi familia. Me siento cómodo cuando estoy contigo. No te veo como el Juez implacable que vendrá para juzgar a las naciones, sino como el Amigo Bueno, que se ha quedado con nosotros para darnos la salvación eterna.
Nuestro Dios es un Dios diferente a todo cuanto podamos pensar o imaginar. Es amable y bueno, misericordioso, paciente. "El Señor es ternura compasión, lento a la cólera y lleno de amor"... "Él perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias". Le gusta con nosotros ir despacio, en la medida de nuestros pasos. Deja crecer el trigo con la cizaña para no dañar el trigo. Paciencia. Ya vendrá el día en que separará lo bueno de lo malo.
Hace poco conducía mi auto y recordé que en el Santuario Nacional del Corazón de María tenían expuesto al Santísimo. Así que me desvié del camino para pasar a saludarlo.
— Eres Dios –le decía –. Creaste todas las cosas. Pero te muestras en un pedacito de pan. ¿Por qué no podemos verte y reconocerte en toda tu majestad?
Entonces, por respuesta, vino a mi mente un pasaje de la Biblia:
"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a ellos solos a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente, incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: ´Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para Ti, otra para Moisés, otra para Elías´. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban aterrados". (Marcos 9, 2-6)
Jesús mío, ¿qué pasaría si te viésemos como realmente eres? Seguramente también quedaríamos aterrados, sin saber qué decir o hacer. Tu divinidad es demasiado para un simple mortal.
Qué bueno eres, que te muestras tan sencillo y humilde, en algo que nos es familiar, a lo que no tememos; y que podemos, confiados, acercarnos a Ti. "Tú eres un Dios al que le gusta esconderse..." (Is 45,15)
Me ocurre a mí, que siento tu presencia; sé que estás allí, pero me acerco tranquilo, como si estuviera en medio de mi familia. Me siento cómodo cuando estoy contigo. No te veo como el Juez implacable que vendrá para juzgar a las naciones, sino como el Amigo Bueno, que se ha quedado con nosotros para darnos la salvación eterna.
A VECES, ES MEJOR
A veces, es mejor...
Hay cosas que nos pasan en la vida que encontramos difíciles de aceptar. Los recuerdos regresan y nos perturban una y otra vez.
Cuando algo sucede en nuestras vidas que encontramos difícil de aceptar, tenemos que decidir si hay algo que podamos hacer para cambiar las cosas. Si lo hay, debemos hacer lo que podamos para que todo esté de nuevo bien. Pero si hemos hecho todo lo posible, y en nuestro corazón sabemos que ahora no hay nada más que hacer, entonces, dejemos que se vaya lo que nos quita la tranquilidad.
Después de haber repasado los "qué hubiera pasado si" y los "por qué", quizás aprendamos una lección valiosa. Y descubramos que si bien fue doloroso, crecimos por la experiencia. Aprender a dejar ir las cosas, en vez de preocuparnos por lo que pido haber sido, con el tiempo podría ser más valioso que aquello que hemos dejado ir.
Bárbara Cage
PENSAMIENTO DE SAN PÍO DE PIETRELCINA
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