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domingo, 1 de noviembre de 2020
VIDAS EJEMPLARES - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS - 1 DE NOVIEMBRE
Vidas ejemplares
Hoy celebramos en un solo día a todos los santos del Cielo. Te hago una propuesta que puede significar mucho para ti: ¿por qué no te propones leer al menos la vida de un santo por año? Con esta variante: si no eres aficionado a la lectura, proponte ver al menos la película de un santo/a: ellos han imitado a Jesús siguiendo con amor sus ejemplos de vida.
Son entretenidas, interesantes y, con frecuencia, impresionantes, porque son historias verdaderas de vidas humanas extraordinarias. Mueven a la admiración por el testimonio de una vida santa. Animan a imitar sus ejemplos, presentándolos accesibles también al lector. Nos revelan la presencia de Dios, de su amor y de su poder en la vida de hermanos nuestros. Leer la vida de un santo suele ser tanto o más eficaz que unos buenos ejercicios espirituales. Además, crean una comunión de sentimientos entre el santo y su admirador, que fortalecen las buenas decisiones. Te interpelan y te ves urgido a preguntarte como San Agustín: “Si éste y aquél lo pudieron, ¿por qué yo no lo podré también?”
Entre los santos hay personas de todas las profesiones, tareas y situaciones humanas. Hay sabios doctores y mendigos analfabetos, hay débiles mujeres y valientes soldados, hay reyes y labriegos, hay personas siempre fieles a Dios y pecadores que, desde sus vicios, se elevaron a gran santidad. Es enriquecedor y alentador conocer a Cristo en sus santos.
* Enviado por el P. Natalio
LA FELICIDAD DE JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY 1 DE NOVIEMBRE 2020 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
LA FELICIDAD DE JESÚS
No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?
Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.
En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.
No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.
Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.
Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».
La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (5,1-12)
SANTORAL DE HOY DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DEL 2020
Omar (Audomaro), Santo Obispo, 1 de noviembre |
Rupert Mayer, Beato Se opuso al nazismo, 1 Noviembre |
Vigor de Bayeux, Santo Obispo, 1 Noviembre |
Valentín de Berrio-Otoxa, Santo Obispo y mártir, 1 de noviembre |
Teodor Romza, Beato Obispo y mártir, 1 Noviembre |
Pedro Almató Ribera, Santo Mártir, 1 Noviembre |
Marcelo de París, Santo Obispo, 1 Noviembre |
Jerónimo Hermosilla, Santo Mártir dominico, 1 Noviembre |
Juan y Jacobo de Persia, Santos Mártires, 1 Noviembre |
Cesario de Terracina, Santo Mártir, 1 Noviembre |
Austremonio de Armenia, Santo Obispo, 1 Noviembre |
Licinio (Lucinio) de Angers, Santo Obispo, 1 de noviembre |
Rainero de Sansepolcro, Beato Religioso, 1 de noviembre |
Benigno de Dijón, Santo Presbítero y Mártir, 1 de noviembre |
Fiesta de Todos los Santos Solemnidad litúrgica. 1 de noviembre |
7 CONSEJOS ANTE LA MUERTE DE UN SER QUERIDO
7 consejos ante la muerte de un ser querido
Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven.
Por: Ricardo Ruvalcaba, L.C. | Fuente: Catholic.net
“Ven, siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21)
Ricardo Ruvalcaba, L.C.
1. La muerte es un momento de dolor donde sólo la fe puede iluminar de esperanza ese momento de tristeza. La muerte duele porque es un parto al cielo. Cuando muera un ser querido piensa si existía un “derecho” para retenerlo aquí y si era más tuyo que de Dios. Mira si no es egoísmo querer privarle de lo que ahora tiene: la felicidad eterna. ¿Estás seguro de que más tarde se iba a salvar…?
2. ¿Qué es la muerte? La muerte no tiene la última palabra: la vida no termina, se transforma. Los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven en la esperanza de la Resurrección. La muerte nos revela lo que el hombre es: “polvo, ceniza, nada”. Quien muere deja una luz y alcanza otra. La muerte es el paso a la eternidad. La muerte es fin e inicio. Morir en gracia de Dios significa conquistar la cumbre, la meta, el abrazo eterno del Padre. San Francisco cantó: “Y por la hermana muerte, ¡loado mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay, si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!”.
3. ¿Es mejor vivir o morir? “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor...” (Flp 1, 21-23). La felicidad del hombre consiste en amar y ser amado. Cuando un alma parte a la casa del Padre ahí es amada por Dios y ama a Dios. Un día el hombre dejará de sonreír, de caminar y de cantar… pero nunca dejará de amar. En vez de recibir la muerte con lágrimas, deberíamos recibirla con una sonrisa porque nos conduce al encuentro, cara a cara, con nuestro Creador.
4. ¿Qué podemos aprender de la muerte? En la entrada de un cementerio español está escrito: “Hoy a mí, mañana a ti”. Lo capital para el hombre no es morir antes o después, sino bien o mal. San Agustín confesó: “Como es la vida, así es la muerte”. Ten presente que “Cuando un padre muere es como si no muriese, pues deja tras de sí –algunas veces- un hijo semejante a él”. (Si. 30, 4).
5. ¿Hay que temer la muerte? No, pero cuando se tiene miedo, por algo será… Opta por una muerte que te lleve al cielo. Que no te pase como aquel epitafio que decía: “Aquí yace un hombre que murió sin leer el libro que lo iba a salvar: la Biblia”. O aquel otro que decía: “He aquí un ateo que no tiene a dónde ir”. Hay que vivir de tal manera que si volviéramos a nacer elegiríamos seguir el mismo camino. Santa Teresa no temía la muerte, al contrario, ella decía: “Muero porque no muero”. Para desear la eternidad es necesario imaginar el abrazo del Padre.
6. ¿Por qué existe la muerte? Porque el hombre quiere ver a Dios y para verlo es necesario morir. El hombre surgido del polvo debe retornar al polvo y el alma surgida de Dios debe volver a Dios. Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven. San Ambrosio predicó: “Es verdad que la muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio (...). En efecto, la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad, en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia (…) No debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación”.
7. ¿Por qué no sabemos el día que vamos a morir? Si supiéramos el día de nuestra muerte no viviríamos cada día con la misma intensidad. Nadie sabe ni cómo ni cuándo morirá. Nadie por más que se esfuerce puede añadir una hora al tiempo de su vida. La muerte es lo más cierto, pero el día es lo más incierto. No olvides que no es necesario ser viejo para morir. No vale la pena indagar el cómo, el cuándo ni el dónde moriré; pero sí vale estar preparado.
8. ¿Qué actitud debemos tomar ante la muerte de un ser amado? No rechazar a Dios porque nos lo ha quitado, sino agradecerle porque nos lo ha dado. “¿Conviene llorar a un muerto? Sí, pero no lamentarse cuando muere en aras de Dios”, como dijo un amigo. Dios es misericordioso y “la misericordia se siente superior al juicio” (St 2, 13) Porque “nuestra maldad es una gota que cae en el océano de la misericordia de Dios”. “Jesucristo crucificado está como un tapón entre la muerte y el infierno”. Dios es comprensivo porque sabe todo y saberlo todo es perdonarlo todo. Jesús nos enseñó: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. Mientras que el apóstol Santiago escribió: “Habrá un juicio sin misericordia para el que no tenga misericordia hacia los demás” (St 2, 13) Recuerda: para obtener misericordia para uno mismo, es necesario tener misericordia hacia los demás. “Al final de la vida sólo queda lo que hayamos hecho por Dios y los demás”.
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS - 1 DE NOVIEMBRE
Fiesta de todos los santos
Una gran fiesta en el cielo
Por: P. Idar Hidalgo | Fuente: Catholic.net
Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.
Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.
La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones:
1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.
2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.
3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.
4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.
5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.
Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.
Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria.
Para celebrar dignamente la fiesta de Todos los Santos debemos:
1.- Alabar y glorificar al Señor por las mercedes que hizo a sus siervos y pedirle que asimismo nos las conceda a nosotros.
2.- Honrar a todos los Santos como a amigos de Dios e invocar con más confianza su protección.
3.- Proponer imitar sus ejemplos para ser un día participantes de la misma gloria.
Es importante en este día tan importante para toda la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios a querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.
Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad.
Que Santa María Reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.
LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS RECUERDA LA VOCACIÓN A LA SANTIDAD
La Solemnidad de Todos los Santos recuerda la vocación a la santidad, afirma el Papa
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media
“La Solemnidad de hoy, que celebra a Todos los Santos, nos recuerda la vocación personal y universal a la santidad”. Así lo afirmó el Papa Francisco este domingo 1 de noviembre durante el rezo del Ángelus desde el Palacio Apostólico del Vaticano.
Esta fiesta, continuó el Santo Padre, “nos propone los modelos seguros de este camino, que cada uno recorre de manera única e irrepetible, según la ‘fantasía’ del Espíritu Santo. Basta pensar en la inagotable variedad de dones e historias concretas que se dan entre los santos y las santas, que la Iglesia ha reconocido a lo largo de los siglos y que continuamente propone como testigos del único Evangelio”.
En la solemne fiesta de Todos los Santo “la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la gran esperanza que se funda en la Resurrección de Cristo. Cristo resucitó y también nosotros estaremos con Él”.
El Pontífice explicó que “los santos y los beatos son los testigos más autorizados de la esperanza cristiana, porque la han vivido plenamente en su existencia, entre alegrías y sufrimientos, poniendo en práctica las Bienaventuranzas que Jesús predicó y que hoy resuenan en la liturgia”.
Según señaló el Papa, las Bienaventuranzas evangélicas son “el camino de la santidad”. En concreto, Francisco se refirió a dos Bienaventuranzas: la segunda y la tercera.
La segunda Bienaventuranza dice: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. El Santo Padre señaló que “parecen palabras contradictorias, porque el llanto no es un signo de alegría y felicidad”.
“Motivos de llanto y de sufrimiento son la muerte, la enfermedad, las adversidades morales, el pecado y los errores: simplemente la vida cotidiana, frágil, débil y marcada por las dificultades. Una vida a veces herida y probada por la ingratitud y la incomprensión”.
Sin embargo, “Jesús proclama bienaventurados a los que lloran por estas situaciones y, a pesar de todo, confían en el Señor y se ponen a su sombra. No son indiferentes ni tampoco endurecen sus corazones en el dolor, sino que esperan con paciencia en el consuelo de Dios. Y ese consuelo lo experimentan ya en esta vida”.
En la tercera Bienaventuranza Jesús afirma: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra”.
Sobre esta Bienaventuranza, el Papa explicó que “la mansedumbre es característica de Jesús, que dice de sí mismo: ‘Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón’”.
“Mansos son aquellos que tienen dominio de sí mismo, que dejan sitio al otro, que lo escuchan y lo respetan en su forma de vivir, en sus necesidades y en sus demandas. No pretenden someterlo ni menospreciarlo, no quieren sobresalir y dominarlo todo, ni imponer sus ideas e intereses en detrimento de los demás”.
Estas personas, “que la mentalidad mundana no aprecia, son en cambio preciosas a los ojos de Dios, que les da en herencia la tierra prometida, es decir, la vida eterna. También esta bienaventuranza comienza aquí abajo y se cumplirá en el Cielo”.
En su enseñanza, el Papa insistió en que “elegir la pureza, la mansedumbre y la misericordia; elegir confiarse al Señor en la pobreza de espíritu y en la aflicción; esforzarse por la justicia y la paz, significa ir a contracorriente de la mentalidad de este mundo, de la cultura de la posesión, de la diversión sin sentido, de la arrogancia hacia los más débiles”.
“Los santos y los beatos han seguido este camino evangélico”, concluyó el Papa Francisco.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DEL 2020 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Lecturas de hoy Todos los Santos
Hoy, domingo, 1 de noviembre de 2020
Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.»
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-3):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»
Palabra del Señor
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida