Lecturas de hoy Sagrado Corazón de Jesús
Hoy, viernes, 28 de junio de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (7,6-11):
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.10
R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 28 de junio de 2019
Eguione Nogueira, cmf.
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!
En general, cuando nos encontramos en un paisaje natural, escuchamos una bella canción o contemplamos la obra de un artista, la reacción es de asombro frente a lo que vemos. El Evangelio de hoy nos remite a este tipo de reacción, pero frente a algo totalmente atípico, original y provocador: los secretos del Reino fueron escondidos a los sabios y entendidos y revelados a la gente sencilla. Jesús invierte la lógica de nuestro mundo: el tesoro del Evangelio no está en las manos de los doctores, sino entre aquellos que no cuentan en la sociedad. Son las personas “sin nombre”, los que hoy podríamos considerar los “sin papeles” o tantos otros, los privilegiados de la sabiduría divina.
Esta oración de alabanza suena como un insulto en una sociedad donde los títulos, las metas, la competitividad, la renta y el poder son parámetros que regulan nuestras relaciones. Esta es la única oración de alabanza de Jesús en los Evangelios. En ella Dios no necesita culto, tampoco sacrificios. Sólo aparece el agradecimiento, que es una necesidad nuestra. Aprender a ser agradecidos al Padre. Esto es lo que Jesús nos enseña: el reconocimiento de que Dios nos sorprende con su amor y, en su elección, revela sus secretos a los que tienen un corazón humilde.
Así es el Corazón de Jesús, cuya solemnidad celebramos hoy. En el se revela el secreto del amor incondicional hacia la humanidad. En los latidos de su corazón contemplamos su infinita misericordia. Recemos, con la oración de Santa Faustina que nos conceda un corazón misericordioso, semejante al de Jesús:
“Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos que sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el misericordioso Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose en mí. Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, pues Tú lo puedes todo”.
Vuestro hermano en la fe.
Eguione Nogueira, cmf.
eguionecmf@gmail.com