martes, 3 de febrero de 2015

MENOS TELENOVELAS Y MÁS ORACIÓN CON EL EVANGELIO, PIDE EL PAPA FRANCISCO

Menos telenovelas y más oración 
con el Evangelio, pide el Papa Francisco

Por Alvaro de Juana





VATICANO, 03 Feb. 15 / 09:47 am (ACI/EWTN Noticias).- Contemplar el Evangelio para llegar a la verdadera esperanza, fijando la mirada en Jesús “y no tanto en la telenovela”, expresó este martes el Papa Francisco durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta.

“Esto que yo he hecho, con este Evangelio, es propio de la oración de contemplación: tomar el Evangelio, leerlo e imaginar la escena, imaginarnos qué sucede y hablar con Jesús, como me salga del corazón. Y con esto hacemos crecer la esperanza, porque tenemos fija, mantenemos fija la mirada de Jesús. Hagan esta oración de contemplación”, dijo.

“'¡Pero tengo tanto que hacer!'. 'Pero hazlo en tu casa, 15 minutos, toma el Evangelio, un pequeño pasaje, imagina qué ha sucedido y habla con Jesús de ello. Así tu mirada estará fija en Jesús y no tanto en la telenovela, por ejemplo”.

Así, “tu oído estará fijo en las palabras de Jesús y no tanto en los comentarios del vecino, de la vecina...”.

Y “la oración de contemplación nos ayuda en la esperanza. Vivir de la sustancia del Evangelio. ¡Orar siempre!”, dijo el Papa.

Francisco durante su homilía invitó a “rezar las oraciones, rezar el rosario, hablar con el Señor, pero también hacer esta oración de contemplación para tener nuestra mirada fija en Jesús”. Porque de esta oración “viene la esperanza” y de esta manera “nuestra vida cristiana se mueve en ese marco, entre la memoria y la esperanza”.

“Memoria de todo el camino pasado, memoria de tantas gracias recibidas del Señor. Y esperanza, mirando al Señor, que es el único que puede darme la esperanza. Y para mirar al Señor, para conocer al Señor, tomemos el Evangelio y hagamos esta oración de contemplación. Hoy, por ejemplo, busquen 10 minutos o 15, no más, lean el Evangelio, imaginen y digan algo a Jesús. No hace falta más. Y así su conocimiento de Jesús será más grande y su esperanza crecerá. No lo olviden, teniendo fija la mirada en Jesús. Y para esto es la oración de contemplación”.

Para el Papa el núcleo de la esperanza es “fijar los ojos en Jesús”. La Epístola a los Hebreros de la Liturgia de la Palabra de este día sirvió al Pontífice para realizar la homilía y hacer el comentario que le llevó a aconsejar a los fieles que mediten el Evangelio.

Sin escuchar al Señor quizás se pude ser “optimista y positivo”, pero la esperanza “se aprende mirando a Jesús”. Por eso, “es bueno rezar el Rosario todos los días”, así como hablar “con el Señor, cuando tengo una dificultad, o con la Virgen o con los santos...”, subrayó.

En este contexto, ha destacado la importancia de hacer la “oración de contemplación”, que se puede hacer “con el Evangelio en la mano”.

¿Cómo hago la contemplación con el Evangelio de hoy? Veo que Jesús estaba en medio de la muchedumbre, alrededor suyo había mucha gente. Cinco veces dice esta parte la palabra 'muchedumbre'. ¿Pero Jesús no descansaba? Yo puedo pensar: 'Siempre con la muchedumbre...' Pero la mayor parte de la vida de Jesús transcurrió en la calle, con el gentío”.

“¿Pero no descansaba?”, se volvió a preguntar Francisco. “Sí, una vez, dice el Evangelio, durmió en la barca, pero vino la tempestad y los discípulos lo despertaron. Jesús estaba continuamente entre la gente. Y se mira a Jesús así, contemplo a Jesús así, me imagino a Jesús así. Y digo a Jesús aquello que me viene a la mente decirle”.

El Papa continuó explicando que Jesús se da cuenta de que una mujer enferma que estaba en medio de la muchedumbre le ha tocado. “No sólo entiende a la multitud, sino que la siente”, “siente el palpitar del corazón de cada uno de nosotros, de cada uno. Tiene cuidado de todos y de cada uno, ¡siempre”!, exclamó.

Lo mismo sucede cuando el jefe de la sinagoga acude a Jesús a contarle que su hija está gravemente enferma. “Él deja todo y se ocupa de esto”, destacó el Papa. Aquí también se hace notar “la paciencia de Jesús”, y después con la resurrección de la niña, Jesús, “pendiente siempre de los pequeños detalles” pide: “'Por favor, denle de comer'”.

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 3 DE FEBRERO DEL 2015


Jesús cura a los enfermos por su fe
Milagros

Marcos 5, 21-43. Tiempo Ordinario. La fe es la llave que abre el corazón de Cristo que quiere derramar todas sus gracias sobre nosotros. 


Por: H. Laureano López | Fuente: Catholic.net



Del  santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él.
Le seguía un gran gentío que le oprimía. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"». Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.


Oración introductoria
Jesús, gracias porque te has hecho hombre y has querido venir al mundo para curar nuestras dolencias y sanar nuestras almas. Señor, alivia nuestras enfermedades, las de nuestros padres, familias y amigos. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que sufren, especialmente por los que no te conocen o no creen en tu poder sanador. Dios mío, aumenta mi fe para que Tú puedas entrar en mi corazón y curarme de todas mis enfermedades.

Petición
Señor, aumenta mi fe para que te conozca más en profundidad y te ame con más fuerza.

Meditación del Papa Francisco
Tampoco dudó en alertar de que incluso en el corazón del hombre de fe se alberga “algo de incredulidad”. El relato del evangelio de Marcos, dio pie al Papa Francisco para subrayar que los milagros siguen existiendo, pero para consentir al Señor que los realice es necesaria una oración valiente, capaz de superar esa incredulidad, con una oración que debe “poner la carne en el asador”, implicar nuestra persona y comprometer toda nuestra vida.»(L’Osservatore Romano, 20 de mayo 2013).


Una oración valiente, que lucha por conseguir tal milagro; no esas oraciones gentiles: ´Ah, voy a orar por ti´, y digo un Padre Nuestro, un Ave María y me olvido. No, sino una la oración valerosa, como la de Abraham, que luchaba con el Señor para salvar la ciudad, como la de Moisés, que tenía las manos en alto y se cansaba, orando al Señor; como la de muchas personas, de tantas personas que tienen fe y con la fe oran y oran. La oración hace milagros, ¡pero tenemos que creer! Creo que podemos hacer una hermosa oración... y decirla hoy, todo el día: «Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad»...y cuando nos piden que oremos por tanta gente que sufre en las guerras, por todos los refugiados, por todos aquellos dramas que hay en este momento, rezar, pero con el corazón al Señor: «¡Hazlo!», y decirle: «Señor, yo creo. Ayúdame en mi incredulidad» Hagamos esto hoy. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 2013, en Santa Marta).
Reflexión 
La virtud de la fe es la llave que abre el corazón de Cristo que arde por derramar todas sus gracias sobre nosotros. Esforcémonos particularmente por acrecentar en nuestra vida esta virtud, pues Dios ha querido que le pidamos todo lo que necesitamos con fe y confianza. Transmitamos en nuestra familia esta actitud de fe, sobre todo cuando nos enfrentemos ante el sufrimiento físico o moral de un ser querido.

Propósito
Al iniciar las actividades del día haré un acto sincero de fe en Dios diciendo: "Creo en ti, Dios mío!"

Diálogo con Cristo
Jesús, me acerco a ti porque quiero tocarte con lo más profundo de mi alma para ser sanado. Sé que puedes curarme de todas mis enfermedades, sobre todo las del alma, pues tú has venido a traernos la salvación y el perdón de los pecados. Ayúdame a incrementar mi fe, con la oración, para poder acercarme más a ti con un corazón sencillo y abierto a tus dones.


"El Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida"
( Benedicto XVI, Spe Salvi, n. 2)

  • H. Laureano López

ORACIONES A SAN BLAS, 3 DE FEBRERO


SAN BLAS, OBISPO Y MÁRTIR, 3 DE FEBRERO


Blas, Santo
Obispo y Mártir. 3 de febrero
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net




Obispo de Sebaste de Armenia

Martirologio Romano: San Blas, obispo y mártir, que, por ser cristiano, padeció en tiempo del emperador Licinio en la ciudad de Sebaste, en Armenia (c. 320).

Etimología: Blas = Aquel que es tartamudo, de origen latino

Breve Biografía
"Blas, obispo de Sebaste de Armenia, es un personaje bastante incierto desde el punto de vista histórico, pero todavía goza de mucha popularidad por un milagro que se le atribuye y que ha perpetuado la conocida bendición contra el mal de la garganta. En efecto, se conoce en su Pasión que mientras llevaban al santo al martirio, una mujer se abrió paso entre la muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la curación de las enfermedades de la garganta.

Gracias a esta tradición, el nuevo calendario litúrgico ha colocado en este día la memoria del santo, aunque se trata de un personaje históricamente incierto. San Blas fue obispo de Sebaste a comienzos del siglo IV, y sufrió la persecución de Licinio, el colega del emperador Constantino. Puede, pues, considerarse como uno de los últimos mártires cristianos de esa época.

Era el año 316. Parece que San Blas, siguiendo la advertencia del Evangelio, huyó de la persecución y se refugió en una gruta.

La leyenda, como de costumbre, abunda en particulares amenos y nos presenta al anciano obispo rodeado de animales salvajes que lo visitan y le llevan alimento; pero como los cazadores van detrás de estos animales, el santo fue descubierto y llevado amarrado como un malhechor a la cárcel de la ciudad. A pesar de los prodigios que el santo hacía en la cárcel, lo llevaron a juicio y como no quiso renegar de Cristo y sacrificar a los ídolos, fue condenado al martirio: primero lo torturaron y después le cortaron la cabeza con una espada.

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