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martes, 7 de enero de 2025

NAVIDAD, FIESTA DE LA SORPRESA



Navidad, fiesta de la sorpresa

Autor: Padre Javier Gafo, S.J.



Hay un bello villancico belga en el que se narra la historia del  pastor "sorprendido". Los pastores se acercan a la gruta de Belén llevando sus dones: su manteca, su miel, sus ovejas... Sólo hay uno que se acerca con las manos vacías y abiertas. El villancico le pregunta "¿Cómo vienes sin nada a adorar al Niño?" Y el pastor le responde: "Yo sólo le traigo mi sorpresa".


Navidad es la fiesta de la sorpresa. Veinte siglos de tradición cristiana no pueden impedir que surja hoy en los creyentes la admiración y la sorpresa ante lo que celebramos en estos días. Haber celebrado ya muchos años la Navidad, experimentar todos esos bellos sentimientos humanos asociados a estas fiestas, no debería bloquear nuestra capacidad de admiración y sorpresa ante el Misterio de fe.


San Ignacio de Loyola se convertía en un pobrecito esclavo indigno para estar presente en el misterio de la Navidad. De alguna manera, San Ignacio era también ese pastor sorprendido, con las manos vacías pero el corazón muy abierto, que se acercaba al misterio de Belén "como si presente se hallase, con todo acotamiento y reverencia posibles, mirándolos, contemplándolos, sirviéndolos en sus necesidades..."


 

miércoles, 25 de diciembre de 2024

NAVIDAD...

 


Navidad

Autor: Pedro García, misionero claretiano



El chiquitín ha venido en medio de la noche callada. En un silencio total. En una soledad absoluta. Sólo su joven Madre y el bueno de José, a la luz de una lámpara de aceite, contemplan la carita celestial del recién nacido. En medio de tanta pobreza y humildad, están gozando como no ha disfrutado hasta ahora nadie en el mundo. -


¡Mi niño!, grita María mientras le estampa enajenada su primer beso... -¡Qué lindo, qué bello!, exclama extasiado José. Entre tanto --vamos a hablar así--, Dios no se aguanta más. Tiene prisa por anunciar a todos el nacimiento de su Hijo hecho hombre, y manda a sus ángeles que lo pregonen bien. Se avanza un ángel y desvela a los pastores, mientras les grita con alborozo:

- ¡Os anuncio una gran alegría! ¡Os ha nacido en Belén un salvador!

Se rasgan entonces los cielos, aparece todo un ejército de la milicia celestial, que van cantando por el firmamento estrellado:

- ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres amados de Dios!...

A este Jesús, le felicitamos de corazón: -¡Cumpleaños feliz! ¡Por muchos años! ¡Por años y por siglos eternos!...

Hasta aquí, todos de acuerdo, ¿no es así?

Pero, ¿es verdad que nos podemos felicitar también nosotros, y que nos felicitamos de hecho nuestro propio cumpleaños?... Dos antiguos Doctores de la Iglesia, y de los más grandes, como son Ambrosio y León Magno, lo expresaron de la manera más elocuente y precisa.

San Ambrosio exclama en su Liturgia de Navidad:

-¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra salvación! ¡Hoy hemos nacido todos los salvados!... Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero: -Hoy en Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo.


Y el Papa San León Magno, con su elegancia de siempre, dice también:

- ¿Sólo el nacimiento del Redentor? ¡También nuestro propio nacimiento! El nacimiento de Cristo es el nacimiento de todo el pueblo cristiano. Cada uno de los cristianos nace en este nacimiento de hoy.


Tiene razón la Iglesia al cantar en uno de los prefacios de Navidad: -De una humanidad vieja nace un pueblo nuevo y joven...

Porque el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nos hace a todos los hombres hijos de Dios. El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. Es nuestro cumpleaños también. ¡La enhorabuena a todos!...


Una felicitación de la que no es excluido nadie, desde el momento que todos somos llamados a la salvación. Ese mismo Papa de la antigüedad y Doctor de la Iglesia, San León Magno, felicita a todos con un párrafo que es célebre:

- ¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios.


Una familia cristiana de Viena, a mitades del siglo dieciocho, celebró la Navidad de una manera singular. Aquel matrimonio tan bello recibía cada hijo como el mayor regalo de Dios. Apenas la esposa sentía los primeros síntomas, el esposo sacaba del armario los cirios de los niños anteriores y quedaban prendidos durante todo el rato que se prolongaba la función augusta del alumbramiento. Los cirios correspondían a los ángeles custodios de los hijos, que velaban este momento solemne. Cuando había llegado el bebé, se apagaban los cirios y se guardaban hasta que viniese otro vástago al hogar. En esta Navidad se prendieron nueve cirios. El primero se había hecho bastante corto, pues había alumbrado la estancia muchas veces anteriormente. El más alto, el prendido ahora por primera vez, correspondía a Clemente, el niño que venía entre las alegrías navideñas, bautizado a las pocas horas, y conocido hoy en la Iglesia como San Clemente María Hofbauer...


Este niño, que iba a ser un gran santo, es el símbolo de una realidad que se repite tantas veces en las familias cristianas. Con nuestra venida al mundo en el seno de la Iglesia, al recibir el Bautismo, repetimos todos el hecho de Belén. Cristo nace en un nuevo cristiano. Jesús y nosotros celebramos nuestro cumpleaños en el mismo día...


¡Felicidades a todos! ¡Felicidades!

Y que repitamos este cumpleaños, el de Jesús y nuestro, por muchas Navidades más....

REGALO DE REYES


 

Regalo de Reyes


El hecho sucedió en la isla de Java, Indonesia, a la que llegó un misionero para predicar el nombre de Jesús. El mismo padre Loeff refiere este hecho lleno de encanto.

El padre jesuita, al ver el precario nivel cultural de aquellas gentes, erigió una escuela para los muchachos y muchachas de aquella isla. De esta manera, al tiempo que enriquecía sus conocimientos culturales les hablaba de Dios, y en ella admitía a cualquiera que quisiera aprender alguna disciplina. Él mismo, con ayuda de algunos seglares, dirigía las clases.

Cercanas las fiestas de Navidad, el padre iba explicando todos los misterios de la vida de Nuestro Señor, explicación que embelesaba a sus niños, como a todos nos embelesa la contemplación de Jesús pobre y desnudito en la cueva de Belén, en los brazos de su madre, la Virgen Santísima: la adoración de los pastores, el canto de los ángeles, la aparición de la estrella, los Reyes Magos...

Todo llamaba la atención de aquellos niños que escuchaban con avidez los relatos del misionero... Pero bien sabemos los mayores que por encima de todo hay una historia que a los niños encanta: los regalos de los Reyes Magos. El padre les hablaba de la famosa tradición europea: los niños, en Europa, días antes de la fiesta de los santos Reyes, les escriben una carta en la que piden a sus Majestades unos regalos que correspondan al buen comportamiento que durante el año han tenido. Y, según éste ha sido, así de generosos son las Majestades de Oriente. Los niños abrían sus ojos como platos.

-Y, ¿esto no puede pasar aquí, padre?

-No sé... no sé si los santos Reyes vendrán por aquí. Como nosotros nunca les escribimos cartas ni ellos tienen esa costumbre. Además, piensa que son muchos países a recorrer en una sola noche y van en camello. Pero, Darmi, si por casualidad vinieran, ¿qué les pedirías?

Darmi no se atrevió a contestar al padre delante de todos sus compañeros. Pero en su interior ya había formulado su carta a los Reyes Magos: les había pedido el bautismo. ¿Por qué mi padre se opondrá a que yo me haga cristiano? Si el Señor Jesús es tan bueno y es Dios de verdad, pues ¡hace unos milagros!...

Así respondía luego en particular al sacerdote. Y, evidentemente, el padre Loeff también escribió su carta a los santos Reyes. ¿Será posible que vengan este año los Reyes a la isla de Java?

Una hora después, Darmi regresaba a su aldea con sus compañeros Uarni y Sarjoki, también sin bautizar. Era la tarde del 5 de enero. Atravesaban los cañaverales de azúcar. El viento movía las varas que se adivinaban jugosas. ¡Qué hambre tenían los tres muchachos! Caminaban a la vera de un río y entre risas y juegos que amenizaban el largo camino, Darmi se detiene y, señalando hacia el río, grita a sus amigos:

-¡Una anguila! ¡Una anguila! Con el hambre que tengo. ¡Voy a ella! Vosotros quedaos quietos aquí.

Darmi se acerca a la orilla del río con maestría. No era la primera que pescaba. Mete sus pies en el agua. Tan atento está a que no se escape su presa, que no siente el frío del agua. Da unos pasos con agilidad... Mete la mano en el agua con un rápido movimiento, pero... nada. Entonces se abalanza con las dos manos para ver si en la profundidad de las aguas la puede encontrar todavía.

Darmi da un grito de espanto. Se endereza y con este gesto saca las manos del río. Una larga serpiente negra se le ha enroscado en un brazo que Darmi sacude con destreza, pero ya es tarde. La serpiente, cabeza fina y chata, ojos pequeños terriblemente vivos, ha clavado sus acerados dientes en la mano de Darmi e inyectan su terrible veneno. Darmi no se atreve a tocar con la otra mano a la serpiente, por si se revuelve y se la muerde también. Por fin, el animal suelta el brazo de Darmi y se vuelve a la profundidad de sus aguas.

Darmi, consciente de lo que puede pasar, corre hacia sus amigos que se han quedado paralizados por el miedo.

-¡Corre, chupa el veneno! -le grita Uarni.

Obedece Darmi con premura. Chupa repetidas veces y escupe la sangre infectada.

-¡Vamos a atarle la mano para impedir que suba el veneno al brazo! -grita ahora Sarjoki.

Pero ya es tarde. La mano se empieza a inflamar y también el brazo. No obstante, Uarni trae un junco y se lo ata al brazo todo lo fuerte que puede. Aunque el brazo es ya demasiado grueso.

-No hay nada a hacer.

-Entonces, ¿me muero? -dice Darmi, con pena.

-Eso parece.

-Pues no perdáis tiempo -dice con decisión. ¡A bautizarme! Dice Jesús que si no estamos bautizados no iremos al cielo, y yo quiero ir al cielo con Él. Así que tenéis que bautizarme.

Los dos compañeros se miran confundidos intentando recordar lo que les ha dicho el padre acerca del bautismo. Sarjoki se acuerda mejor que Uarni, por eso le dice a éste que traiga un poco de agua entre sus manos. Pone una mano sobre la cabeza de Darmi y con la otra toma el agua que ha traído Uarni y la echa sobre su compañero herido de muerte:

-Darmi, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Y va dejando caer el agua sobre la cabeza de Darmi. Sublime confesión de fe de un niño que, ante el peligro de muerte, lo único que pide a sus compañeros es que lo bauticen. Le llega la muerte, pero él busca la Vida.

Ahora sí, ya bautizado, Darmi se deja hacer. Sus compañeros lo toman entre sus brazos y le ayudan a llegar hasta la aldea donde viven sus padres, que dista todavía unos kilómetros. Los padres de Darmi quedan emocionados ante el gesto de Sarjoki y Uarni, y llaman al médico. Ponen al muchacho sobre un jergón. No saben qué hacer con él mientras llega el médico. Darmi sonríe pensando que si se muere, entra en el cielo de cabeza. Llega el médico y se hace cargo de la situación al instante. Atraviesa la herida con una aguja grande, fricciona el brazo de arriba abajo y aplica sobre la herida una lana empañada en aceite de coco para que aspire el veneno. El remedio es eficaz y, gracias a Dios, Darmi no va a morir... Dos días después, Darmi vuelve a la escuela y le cuenta al padre todo lo que ha pasado.

—¿Has visto, Darmi, cómo los Reyes Magos se han acordado de ti y te han traído el regalo que les pediste?

Son siempre los niños, con su inocencia, los que nos ayudan a entender los misterios de Dios, como nos dice el Evangelio, porque "de ellos es el reino de los cielos". A Darmi, niño pagano todavía, pobre y necesitado más que cualquiera de nosotros, sólo se le ocurre pedir a los Reyes Magos que le faciliten, lo más pronto posible, el bautismo para irse al cielo. ¡Qué hermoso sería si nosotros, los que ya estamos bautizados, en nuestras cartas a los Reyes de Oriente, en lugar de cosas para la tierra, les pidiéramos cosas para el cielo! Los santos Reyes viajaron a través del desierto, siguiendo una estrella, hasta dar con el Mesías, que era el cielo en la tierra. ¡Que sepamos nosotros viajar por el desierto de esta vida mirando a la estrella, que es María, para llegar hasta Cristo, que es el cielo!

EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD



El porqué de la Navidad


Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.

Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.

Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!

Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.

Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.

Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.

El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?

Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.

Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:

-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:

-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"

CONOCE TODO SOBRE EL JUBILEO 2025










MENSAJE Y BENDICIÓN URBI ET ORBI DEL PAPA FRANCISCO POR NAVIDAD 2024



Mensaje y bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco por Navidad

 Crédito: ACI Prensa / EWTN

25 de diciembre de 2024


A continuación el texto completo del mensaje del Papa Francisco, que pronunció en la Plaza de San Pedro en el Vaticano por Navidad, al mediodía de hoy (hora local), antes de impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo)

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad! Anoche se ha renovado el misterio que no cesa de asombrarnos y conmovernos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Así lo encontraron los pastores de Belén, llenos de alegría, mientras los ángeles cantaban: “Gloria a Dios y paz a los hombres”. ¡Paz a los hombres!

Sí, este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo, el mismo Espíritu de amor y de vida que fecundó el seno de María y de su carne humana formó a Jesús. Y así hoy, en los afanes de nuestro tiempo, realmente se encarna de nuevo la Palabra eterna de salvación, que dice a cada hombre y a cada mujer; que dice al mundo entero este mensaje: Yo te amo, te perdono, vuelve a mí, la puerta de mi corazón está abierta para ti.

Hermanos y hermanas, la puerta del corazón de Dios está siempre abierta, regresemos a Él. Volvamos al corazón que nos ama y nos perdona. Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él. Dios perdona siempre, Dios perdona todo, dejémonos perdonar por Él.

Este es el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que ayer por la noche abrí aquí en San Pedro: representa a Jesús, Puerta de salvación abierta a todos. Jesús es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto en medio del mundo, en medio de la historia, para que todos podamos volver a Él.

Todos somos como ovejas perdidas y tenemos necesidad de un Pastor y de una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta.

Hermanos y hermanas, no tengan miedo. La Puerta está abierta, abierta de par en par. No es necesario tocar a la puerta, está abierta. Vengan, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.

La misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, la misericordia de Dios disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz.

Con frecuencia nos detenemos en el umbral; no tenemos el valor para atravesarlo, porque nos interpela. Entrar por la Puerta requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones. Entrar por la puerta requiere un paso, un pequeño sacrificio: dar un paso para una cosa muy grande, requiere dar un paso para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz.

En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas, ¡hacer silenciar las armas! y superar las divisiones.

Que callen las armas en la martirizada Ucrania. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera.

Que callen las armas en Oriente Medio. Con los ojos fijos en la cuna de Belén, dirijo mi pensamiento a las comunidades cristianas de Palestina e Israel, en particular a la querida comunidad de Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra.

También soy cercano a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado. Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto. Y quiero recordar aquí también al pueblo libio, animándolo a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional.

Que el nacimiento del Salvador traiga un tiempo de esperanza a las familias de miles de niños que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión en la República Democrática del Congo, así como a las poblaciones del oriente de ese país y a las de Burkina Faso, de Malí, de Níger y de Mozambique.

La crisis humanitaria que las golpea está causada principalmente por conflictos armados y por la plaga del terrorismo y se agrava por los efectos devastadores del cambio climático, que provoca la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento de millones de personas. Pienso también en las poblaciones de los países del Cuerno de África para los que imploro los dones de la paz, la concordia y la fraternidad.

Que el Hijo del Altísimo sostenga el compromiso de la comunidad internacional para favorecer el acceso de la población civil de Sudán a las ayudas humanitarias y poner en marcha nuevas negociaciones con el propósito de un alto el fuego.

Que el anuncio de la Navidad traiga consuelo a los habitantes de Myanmar, que, a causa de los continuos enfrentamientos armados, padecen grandes sufrimientos y son obligados a huir de sus casas.

Que el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular pienso en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua, y se trabaje, especialmente durante este Año jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas.

Que el Jubileo sea ocasión para derribar todos los muros de separación: los ideológicos, que tantas veces marcan la vida política, y los materiales, como la división que afecta desde hace ya cincuenta años a la isla de Chipre y que ha lacerado el tejido humano y social. Hago votos para que se pueda alcanzar una solución compartida, que ponga fin a la división respetando plenamente los derechos y la dignidad de todas las comunidades chipriotas.

Jesús, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, es la Puerta abierta de par en par que estamos invitados a pasar para redescubrir el sentido de nuestra existencia y la sacralidad de cada vida, toda vida es sagrada, y para recuperar los valores fundamentales de la familia humana.

Él nos espera en ese umbral. Nos espera a cada uno de nosotros, especialmente a los más frágiles. Espera a los niños, a todos los niños que sufren por la guerra y el hambre. Espera a los ancianos, obligados muchas veces a vivir en condiciones de soledad y abandono.

Espera a cuantos han perdido la propia casa o huyen de su tierra, tratando de encontrar un refugio seguro. Espera a cuantos han perdido o no encuentran trabajo. Espera a los encarcelados que, a pesar de todo, siguen siendo hijos de Dios. Espera a cuantos son perseguidos por su fe, que son muchos.

En este día de fiesta, que no falte nuestra gratitud hacia quien se esmera al máximo por el bien de manera silenciosa y fiel. Pienso en los padres, los educadores y los maestros, que tienen la gran responsabilidad de formar a las nuevas generaciones; pienso en el personal sanitario, en las fuerzas del orden, en cuantos llevan adelante obras de caridad, especialmente en los misioneros esparcidos por el mundo, que llevan luz y consuelo a tantas personas en dificultad. A todos ellos queremos decirles: ¡gracias, gracias!

Hermanos y hermanas, que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres. Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios, que nació en la fría oscuridad de la noche, perdona todas nuestras ofensas. Él ha venido a curarnos y perdonarnos.

Peregrinos de esperanza, vayamos a su encuentro. Abrámosle las puertas de nuestro corazón, como Él nos ha abierto de par en par la puerta del suyo. A todos les deseo una serena y santa Navidad. 

FELIZ NAVIDAD!!!! IMÁGENES








 

domingo, 22 de diciembre de 2024

POR QUÉ JESÚS ES MEJOR QUE SANTA CLAUS



 Por qué Jesús es mejor que Santa Claus



Santa Claus vive en el Polo Norte

JESÚS está en todas partes.

Santa Claus se pasea en trineo

JESÚS se pasea por el viento y camina sobre las aguas.

Santa Claus viene una vez al año ...

JESÚS es una ayuda siempre presente.

 

Santa Claus llena tus calcetines con regalitos...

JESÚS suple todas tus necesidades.

Santa Claus baja por tu chimenea sin invitación...

JESÚS se detiene en tu puerta y toca, después entra a tu corazón cuando tú lo invitas.

Para ver a Santa Claus tienes que hacer cola...

JESÚS está tan cerca como el hecho de mencionar su nombre.

Santa Claus te deja sentarte en sus piernas...

JESÚS te deja descansar en sus brazos.

 

Santa Claus no se sabe tu nombre, todo lo que puede decir es "Hola pequeño, ¿cómo te llamas?"...

JESÚS sabe tu nombre desde antes de que nacieras. No solo sabe tu nombre, también sabe tu dirección. Él sabe tu historia y tu futuro.

Santa Claus tiene una barriga que parece llena de mermelada...

JESÚS tiene un corazón lleno de amor.

 

Todo lo que Santa Claus puede ofrecer es ¡HO HO HO!

JESÚS ofrece salud, ayuda, esperanza.

Santa Claus dice "No llores..."

JESÚS dice "Descansen vuestras preocupaciones en mí, que yo cuidaré de vosotros."

Los pequeños ayudantes de Santa Claus hacen juguetes...

JESÚS hace nueva vida, repara corazones lastimados y arregla hogares rotos.

Santa Claus puede hacerte sonreír ...

JESÚS te da la alegría, que es tu fuerza.

Santa Claus deja regalos debajo de tu árbol ...

JESÚS fue nuestro regalo y murió en un árbol.

EL PAPA FRANCISCO ALERTA SOBRE LOS CHISMES Y CELEBRA LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA EN SUS MENSAJES DE NAVIDAD 2024



El Papa alerta sobre los chismes y celebra la importancia de la familia en sus mensajes de Navidad 2024

Por AC Wimmer

21 de diciembre de 2024



El Papa Francisco pronunció dos mensajes de Navidad en el Vaticano este sábado, advirtiendo sobre los “efectos destructivos” del chisme, mientras celebraba la importancia de la vida familiar y el servicio humilde.

“Una comunidad eclesial vive en armonía alegre y fraternal en la medida en que sus miembros caminan por el camino de la humildad, negándose a pensar y hablar mal unos de otros”, señaló el Papa en su discurso anual de Navidad a la Curia Romana el 21 de diciembre.

El Santo Padre advirtió que el chisme “daña los lazos sociales, envenena los corazones y no lleva a nada”, mientras se dirigía a cardenales y altos funcionarios del Vaticano. Les instó a practicar la autoacusación en lugar de acusar a los demás, basándose en las enseñanzas de los primeros maestros espirituales cristianos.

El Vaticano anunció este sábado que, debido al mal tiempo y los síntomas de resfriado que se han manifestado en los últimos días, el Papa rezará Ángelus del domingo desde la capilla de la Casa Santa Marta, en lugar de la ventana habitual del Palacio Apostólico, también en vista de los compromisos de la próxima semana.

Antes de comenzar su reflexión el 21 de diciembre, el Pontífice se refirió al conflicto en curso en Gaza, deplorando el sufrimiento y la “crueldad”.

Rezar juntos durante la temporada navideña

En un discurso separado dirigido a los empleados del Vaticano y sus familias, el Papa comparó la Ciudad del Vaticano con “un gran panal” lleno de actividad en sus calles, patios, pasillos y oficinas. Agradeció a aquellos que trabajan y no pudieron asistir al encuentro, pero que hicieron posible que se llevara a cabo.

El Ppa enfatizó la virtud teológica de la humildad, conectándola con el misterio de la Encarnación y, particularmente, con el nacimiento del Señor. Animó a los trabajadores del Vaticano a ver sus tareas diarias como una participación en “los Nazaret ocultos de sus tareas particulares” que ayudan a llevar a la humanidad a Cristo.

Hablando con los empleados y sus familias reunidos en la Sala Pablo VI, Francisco subrayó la importancia de la vida familiar, instando especialmente a prestar atención a los abuelos. “¿Visitan a sus abuelos? ¿Viven sus abuelos en la familia o viven en una casa de retiro sin que nadie los visite?”, preguntó el papa.

Animó a las familias a rezar juntas durante la temporada navideña, especialmente frente al nacimiento. “Sin oración no se avanza, ni siquiera en la familia. Enseñen a sus hijos a rezar”, instó Francisco.  

El Papa describió la Curia Romana como un “taller” donde diversos roles contribuyen a difundir las bendiciones de Dios por todo el mundo. Enfatizó que el servicio humilde refleja “el camino de Dios mismo, que en Jesús se digna compartir nuestra condición humana”.


Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA. 

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