viernes, 24 de junio de 2011

SAN JUAN BAUTISTA - 24 DE JUNIO


SAN JUAN BAUTISTA- 24 DE JUNIO

Festividad: 24 de junio (nacimiento); 29 de agosto (martirio).
Precursor de N.S. Jesucristo, muerto decapitado hacia el año 30.
Patrón: bautismo, pajareros, cuchilleros, contra la epilepsia, convulsiones y espasmos, Génova, pedrisco, Caballeros Hospitalarios, Caballeros de Malta, corderos, vida monacal, impresores, Quebec, sastres. 

ORACIÓN:

Sagrado precursor de Cristo, que santificado en el vientre de vuestra madre, fuiste la admiración del mundo en el ejercicio de las virtudes y en los privilegios con que te enriqueció Dios. Ángel en la castidad, apóstol en el celo y predicación, y mártir en la constancia con que por reprender al incestuoso Herodes ofrecisteis la cabeza al cuchillo, y en las luces sobrenaturales de que te dotó el cielo, profeta del que llegó a decir el mismo Cristo: "Entre los nacidos de las mujeres ninguno mayor que Juan Bautista"; suplica al Señor que:

por tu penitencia me haga mortificado,
por tu soledad, recogido,
por tu silencio, callado,
casto por tu virginidad,
espiritual por tu contemplación,
e invencible a mis pasiones por la victoria que tu alcanzaste de tus enemigos, para que logre verte en la patria eterna. Amén.

¿SABÍAS QUÉ?


CRISTIANO ALEGRE...

Cristiano alegre
        Autor: Madre Teresa de Calcuta

        "Hagan propia la alegría de amar a Jesús en la intimidad de su corazón y en cada persona, y compartan esta alegría con todos aquellos que se crucen en su camino."
        
        "He descubierto la raíz de toda alegría: la oración".
                  
        "La alegría es para nosotros una necesidad y una fuerza, también desde un punto de vista físico.  Una persona que tenga un espíritu alegre se cansa menos y está siempre dispuesto a seguir haciendo el bien".
        
        "Una persona llena de alegría predica sin predicar.  Una persona alegre resplandece como rayo del amor de Dios, es esperanza de felicidad eterna, es llama ardiente de amor".
        "Jesús tomará posesión de nuestra alma sólo si ella se abandona a El con alegría".
        
        "Un cristiano alegre es testigo del amor de Dios".
        
         "Puede ocurrir que no seamos capaces de dar mucho, sin embargo, podemos regalar siempre la alegría que brota de un corazón que vive una relación de amor con Dios".
        "La alegría es oración, la alegría es fuerza, la alegría es amor, una red de amor con la que podemos capturar almas".
        "La alegría despierta alegría".
        
        "Una vez en Londres me topé con un  hombre todo encogido; parecía abandonado.  Me pidió que me inclinara.  Obedecí y tomé sus manos entre las mías.  Como mis manos están siempre calientes, él levantó su mirada y dijo: ¡"Oh, después de tanto tiempo, siento el calor de una mano humana!  ¡Después de tanto tiempo!"  Sus ojos brillaron. Aquel calor de una mano humana trajo una gran alegría en su vida.  ¡Ustedes deben tener este tipo de experiencia!"
        
        "El regocijo y la alegría eran la fuerza de la Virgen.  Esto la convirtió en la esclava voluntaria del Hijo de Dios, ya que 'partió apresuradamente'.  Sólo la alegría pudo haberle dado fuerza para iniciar ese viaje a través de los cerros de Judá, para servir a su prima Isabel".
        
        "Que nada triste penetre en vuestros corazones, y mucho menos que os haga olvidar la alegría de Cristo resucitado".
        
        "Nuestra vida, para que sea rica en frutos, debe llenarse de Cristo; para poder comunicar la paz, la alegría y el amor, debe tenerlos dentro de sí, porque nadie da lo que no tiene".
        
        "¿Dónde recibimos el don de la alegría de amar?
        En la Eucaristía".

JESÚS LLAMA A LA PUERTA DE TU CORAZÓN

Jesús llama a la Puerta de tu Corazón

Múltiples años he pasado ansioso
A tu puerta velando noche y día,
Y esperando me abrieras generoso,
He llamado y llamado con porfía.

Pero tu ingrato corazón que ignora
De mi insondable amor el justo enojo,
Me ha dejado llamar hora tras hora,
Sin correr de tu puerta el cruel cerrojo.

Mas Yo no vengo a demandarte abrigo,
Aunque estoy tan cansado y tengo frío...
Los ángeles de Dios están conmigo,
Cielos, tierra, la mar y todo es mío.

Yo quiero darte lo que tú no tienes:
A tu pecho la paz y la ventura,
Colmarte, sí, de celestiales bienes,
Y tornar en delicia tu amargura.

Vengo a ofrecerte mi amistad sincera,
La que te pruebo con mi mano herida...
¡Ay! posar a tu lado Yo quisiera
Esta noche tan triste de la vida.

Heme aquí, a la puerta todavía,
Llamo, llamo, el murmullo se asilencia,
Si me abrieras feliz me sentiría,
Haciéndote feliz con mi presencia.

Vendrán los años de amargura impía
En que llores tu triste desventura,
De salvación se habrá acabado el día,
Y excusa no tendrás en tu amargura.

Ya me voy lamentando tu dureza;
No he tenido de tí la bienvenida.
Yo quise darte celestial riqueza,
El mismo cielo con mi misma vida.

Yo no puedo violar esta morada
Que se me cierra sin mirar mi anhelo:
Sin voluntad, mi amor sería nada,
Y muy triste también el mismo cielo.

Llamaré con paciencia en otra puerta,
En otro corazón tal vez ansioso,
Allí Yo sé que al encontrarla abierta,
Feliz seré con impartir mi gozo.

JUAN BAUTISTA UN GRAN HOMBRE


Juan Bautista un gran hombre


Juan bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Hoy te invita a que cambies tu.



Juan Bautista un gran hombre
La madre, Isabel, había escuchado no hace mucho la encantadora oración que salió espontáneamente de la boca de su prima María y que traía resonancias, como un eco lejano, del antiguo Israel. Zacarías, el padre de la criatura, permanece mudo, aunque por señas quiere hacerse entender.

Las concisas palabras del Evangelio, porque es así de escueta la narración del nacimiento después del milagroso hecho de su concepción en la mayor de las desesperanzas de sus padres, encubren la realidad que está más llena de colorido en la pequeña aldea de Zacarías e Isabel; con lógica humana y social comunes se tienen los acontecimientos de una familia como propios de todas; en la pequeña población las penas y las alegrías son de todos, los miedos y los triunfos se comparten por igual, tanto como los temores. Este nacimiento era esperado con angustiosa curiosidad. ¡Tantos años de espera! Y ahora en la ancianidad... El acontecimiento inusitado cambia la rutina gris de la gente. Por eso aquel día la noticia voló de boca en boca entre los paisanos, pasa de  los corros a los tajos y hasta al campo se atrevieron a mandar recados ¡Ya ha nacido el niño y nació bien! ¡Madre e hijo se encuentran estupendamente, el acontecimiento ha sido todo un éxito!

Y a la casa llegan las felicitaciones y los parabienes. Primero, los vecinos que no se apartaron ni un minuto del portal; luego llegan otros y otros más. Por un rato, el tin-tin del herrero ha dejado de sonar. En la fuente, Betsabé rompió un cántaro, cuando resbaló emocionada por lo que contaban las comadres. Parece que hasta los perros ladran con más fuerza y los asnos rebuznan con más gracia. Todo es alegría en la pequeña aldea.

Llegó el día octavo para la circuncisión y se le debe poner el nombre por el que se le nombrará para toda la vida. Un imparcial observador descubre desde fuera que ha habido discusiones entre los parientes que han llegado desde otros pueblos para la ceremonia; tuvieron un forcejeo por la cuestión del nombre -el clan manda mucho- y parece que prevalece la elección del nombre de Zacarías que es el que lleva el padre. Pero el anciano Zacarías está inquieto y se diría que parece protestar. Cuando llega el momento decisivo, lo escribe con el punzón en una tablilla y decide que se llame Juan. No se sabe muy bien lo que ha pasado, pero lo cierto es que todo cambió. Ahora Zacarías habla, ha recuperado la facultad de expresarse del modo más natural y anda por ahí bendiciendo al Dios de Israel, a boca llena, porque se ha dignado visitar y redimir a su pueblo.

Ya no se habla más del niño hasta que llega la próxima manifestación del Reino en la que interviene. Unos dicen que tuvo que ser escondido en el desierto para librarlo de una matanza que Herodes provocó entre los bebés para salvar su reino; otros dijeron que en Qunram se hizo asceta con los esenios. El oscuro espacio intermedio no dice nada seguro hasta que «en el desierto vino la palabra de Dios sobre Juan». Se sabe que, a partir de ahora, comienza a predicar en el Jordán, ejemplarizando y gritando: ¡conversión! Bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Todos dicen que su energía y fuerza es más que la de un profeta; hasta el mismísimo Herodes a quien no le importa demasiado Dios se ha dejado impresionar.

Y eso que él no es la Luz, sino sólo su testigo.
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