lunes, 17 de abril de 2017

PAPA FRANCISCO EN LUNES DEL ÁNGEL: LA ÚLTIMA PALABRA NO ES SEPULCRO NI MUERTE SINO VIDA


Papa Francisco en Lunes del Ángel: La última palabra no es sepulcro ni muerte sino vida
Por Walter Sánchez Silva







VATICANO, 17 Abr. 17 / 05:56 am (ACI).- Al presidir el rezo de la oración mariana del Regina Coeli que en el tiempo de Pascua reemplaza al Ángelus, el Papa Francisco señaló que con la resurrección de Cristo, “la última palabra no es sepulcro, no es la muerte, sino la vida”.

Así lo indicó el Santo Padre bajo un soleado mediodía de Roma en el llamado “Lunes del Ángel”, ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.


“Desde que, en la aurora del tercer día, Jesús crucificado ha resucitado, ¡la última palabra no es más de la muerte sino de la vida! ¡La última palabra no es el sepulcro, no es la muerte, sino la vida!”, exclamó Francisco.

"Por esto repetimos tanto: 'Cristo ha resucitado'. Porque en Él el sepulcro ha sido derrotado y ha nacido la vida", agregó.

“En este lunes de fiesta, llamado ‘Lunes del Ángel’, la liturgia hace resonar el anuncio de la Resurrección proclamado ayer ‘¡Cristo ha resucitado, aleluya!’ En el hodierno pasaje evangélico podemos escuchar el eco de las palabras que el Mensajero celestial dirige a las mujeres que llegaron al sepulcro: ‘Rápido, vayan a decirle a los discípulos que ha resucitado de entre los muertos’”.


Esta invitación, dijo el Papa, está dirigida “a nosotros también” a “‘hacer rápido’ e ‘ir’ y anunciar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo este mensaje de alegría y esperanza”.

Ante la fuerza de la resurrección del Señor, “que constituye la verdadera y propia novedad de la historia y del cosmos, estamos llamados a ser hombres y mujeres nuevos según el Espíritu, afirmando el valor de la vida. ¡Esto ya es comenzar a resurgir!”

“Seremos hombres y mujeres de resurrección si, en medio de las pruebas que afligen al mundo, a la mundanidad que aleja de Dios, sabemos dar gestos de solidaridad y acogida, alimentar el deseo universal de la paz y la aspiración a un ambiente libre de deterioro”.

Se trata, precisó el Pontífice, “de signos comunes y humanos pero que, sostenidos y animados por la fe en el Señor resucitado, pueden adquirir una eficacia muy superior a nuestras capacidades”.

“Sí, porque Cristo está vivo y obra en la historia por medio de su Espíritu Santo: rescata nuestras miserias, llega a todo corazón humano y devuelve la esperanza a quien está oprimido y sufriendo”.

El Santo Padre hizo votos para que “la Virgen María, testigo silencioso de la muerte y la resurrección de su Hijo Jesús, nos ayude a ser signos claros de Cristo resucitado entre las pruebas del mundo, para que cuantos están en tribulación y en dificultades no sigan siendo víctimas del pesimismo, de la resignación, sino que encuentren en nosotros muchos hermanos y hermanas que ofrecen su sostenimiento y consuelo”.

“Que nuestra Madre nos ayude a creer fuertemente en la resurrección de Jesús, admirable misterio de salvación, y en su capacidad de transformar los corazones y la vida.”

El Papa también pidió la intercesión de la Madre de Dios para que “interceda de modo particular por las comunidades cristianas que están llamadas hoy en nuestro mundo a un testimonio más difícil y valiente”.

“A cada uno de ustedes les auguro que pasen en la serenidad estos días de la Octava de Pascua, en la que se prolonga la alegría de la resurrección de Cristo”, dijo luego.

Finalmente exhortó a tomar “cada buena ocasión para ser testimonio de la paz del Señor resucitado. ¡Buena y Santa Pascua a todos! Por favor, no se olviden de rezar por mí”.

FAMILIA: EL MATRIMONIO, UNA AVENTURA COTIDIANA


Familia : El matrimonio, una aventura cotidiana




La mayoría de los matrimonios nos esforzamos en sacar adelante, la gran aventura cotidiana de la convivencia con sus nubes y sus soles; sus tormentas y bonanzas; a pesar de los golpes que nos presenta la sociedad con un sistema materialista, hedonista, y superfluo que lucha con llevarse por delante a la familia, con desmerecerla y mancharla.

Esta sociedad contraria al matrimonio, ¡se puede cambiar!, cuando haya suficiente cantidad de matrimonios que estén dispuestos a sacar adelante sus proyectos de familia, con un alto nivel de excelencia. En nuestras manos está el poder cambiar la sociedad, y engendrar un mundo nuevo para nuestros hijos.

Les narraré una historia que leí, una de esas noches de insomnio (la lectura es mi pasatiempo favorito, a pesar que pocas veces la puedo disfrutar por mi falta de tiempo) y decía así:

“En un país cualquiera, apareció un día un profeta, con la loca pretensión de cambiar las costumbres de las gentes. Recorría pueblos y ciudades reuniendo a hombres, mujeres y niños, en el centro de la plaza. Al principio, la novedad y su porte un tanto estrafalario atraía a los curiosos.

Pero, tan pronto exponía las exigencias de su programa, aunque eran muy atractivas y valientes, la concurrencia iba descendiendo. No le importaba: seguía, cada vez con más fuerza.

Pasaban los días y, a pesar de sus gritos, cada vez le escuchaba menos gente. Por fin, se encontró solo en medio de la plaza, mientras repetía su mensaje una y otra vez, con mayor entusiasmo que al principio.

Cuando transcurrieron tres días de discurso, sin otro eco que el de las paredes, alguien se le acercó para preguntarle:
- ¿Se puede saber por qué sigues gritando? ¿No ves que la gente no esta dispuesta a cambiar?
- Sigo gritando –dijo el profeta- porque si me callara, ellos me cambiarían a mi.”

Me puse a pensar que así es cada matrimonio, como este profeta del cuento, pero sin otro mensaje y otro grito que el de su propio matrimonio, su propio testimonio, su propia historia. Vale la pena jugarse la vida en el matrimonio y les habla alguien que ya esta por cumplir trece años de casada.

Nuestra sociedad nos pide que todo esté asegurado para un mejor futuro y bienestar económico. Les cuento que la mejor póliza de seguro sobrenatural para proteger los riesgos de la vida conyugal es la gracia sacramental y la cuota de esta póliza es el espíritu cristiano.

Cuanto mayor sea nuestra cuota, más garantías de éxito tiene este seguro. Con qué alegría , satisfacción , y orgullo para nuestros hijos que en nuestros hogares, sus padres podamos mirarnos a los ojos con un amor limpio, puro, madurado por el tiempo de una convivencia donde se vive el respeto mutuo, la compresión, el compañerismo que se fue afianzando en las luchas de todos los días , con su alegría y sus tristezas. Escuchar que sus padres dicen uno del otro: él, que ella es una santa, la única, con quien estaría dispuesto a volver a casarse si tuviera que hacerlo; y ella, que como él no hay otro hombre sobre la tierra, asegurando de mil formas y contando casos concretos de sacrificios que hizo por su familia.

¡Que póliza más segura!, qué diferente serán esas parejas en su vejez, y esos niños cuando sean adultos en la sociedad, ¡qué cambios otorgarán!

Hay que aprender a nadar contracorriente con fuerzas, sin miedo, con buen humor, simpatía, y mucha ilusión. No tengamos miedo de mostrar a nuestros hijos que nos queremos, que nos respetamos y comprendemos.

A no tener miedo de nuestro amor generoso y no bajemos la cabeza por vergüenza cuando se tienen más de tres hijos por temor a que nos llamen ignorantes, locos o irresponsables. Aun dentro de nuestra propia familia de sangre, ni que decir con nuestros amigos. No ofendemos a nadie, no pedimos nada, al contrario, ¡estamos dando!, porque gracias a nuestros hijos y a lo que ellos produzcan con su trabajo el día de mañana se podrá sostener el país y ellos/as podrán sostenerse en su vejez.

Es que esta sociedad, materialista, individualista, nos quiere sumergir en un clima de seguridad, en que todo debemos de tener bien asegurado y no darnos el lujo del posible riesgo de perder parcelas de bienestar, de comodidad. Pero… la vida es insegura y ese carácter, es la que la hace más atractiva, ágil y dichosa.

Somos rebeldes porque nos hemos negado a convertirnos en unas máquinas, nadamos contracorriente: cuidamos de la vida espiritual de nuestros hijos y no solo nos limitamos a alimentarlos, a cuidar su cuerpo, y mente. Sino a enseñarles con el ejemplo, (porque las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra) a ser pudorosos, a ser leales, honestos, generosos y fuertes.

No tenemos vergüenza, de contar a nuestros amigos, o compañeros de trabajo, que cuando más a gusto lo pasamos, es cuando nos damos una escapadita y nos vamos a cenar solos aunque llevemos trece años de casados.

Los comentarios que genera la llegada de un nuevo hijo a la familia ¡cuando ya hay seis anteriores! y te califican de locos, creo que aun salimos bien parados, porque no nos califican de tontos, que puede ser más insultante. Y lo más curioso que estas lindezas las recibimos de amigos que nos quieren.

Y les comprendemos porque son de los que piensan que no conocemos de todos los trucos para limitar la fecundidad, pues eso es sólo materia reservada para gente muy lista. O que piensan que soy de goma y que me da lo mismo pasar nueve meses con ciertas limitaciones y noches de insomnio, hasta que logramos que cada chico este durmiendo tranquilo en su cama.

O que piensen que somos unos inconscientes y no nos damos cuenta de la cantidad de malos ratos que vamos a tener en la vida cuando se aplacen, o lleguen tarde a casa, o nos contesten de mala manera.

No tenemos miedo, porque tenemos asegurada nuestra póliza y pagamos la cuota más cara. Hay que mirarles con comprensión porque lo que a nosotros nos sobra a ellos les falta, y solo miran la vida de una forma sensual y material.

No se imaginan que un niño, es una persona infinitamente más valiosa que todos los sacrificios y malos ratos que puedan suponer. Que traer al mundo a alguien que puede querer y ser querido, el verlo crecer y madurar no tiene comparación a ningún espectáculo de la naturaleza, ahora que se habla mucho del respeto a la ecología.

El comunicar sentimientos, compartir alegrías y tristezas con alguien que es tan tuyo y a la vez tan diferente como lo es un hijo.

Hay que ser originales, y no ponernos dentro del montón, dedicándonos a repetir las viejas bromas sobre lo aburrido que es el matrimonio. Debemos gritar a voces la gran noticia de que somos felicísimos habiéndonos casado con aquella persona y que no lo cambiaríamos por nada del mundo, a pesar de sus defectos y limitaciones. Si a ellos no le gusta que se pierdan ellos y se queden rumiando en su egoísmo y envidia.

No quiero sermonear a nadie, ni creo que mi matrimonio y mi familia sean perfectos. Lo que si creo, que así como mi matrimonio existen otros muchos que luchan día a día y viven esta gran aventura.

A ellos me dirijo y les digo que no hay que tener vergüenza ni miedo en ir contra corriente y de mostrar al mundo entero, a nuestra sociedad, con naturalidad, lo felices que somos; no por no carecer de nada, que es una felicidad corporal de animales satisfechos.

Sino de esa felicidad espiritual, de paz, comprensión, ayuda mutua, de cariño desinteresado, de sufrimiento mutuo, el de saber sobrellevar los defectos, el arte de perdonar y olvidar. Esa verdadera felicidad que aquí en la tierra se puede gozar y nadie te puede arrebatar.

Como lo dice la Sagrada Escritura en su libro del Eclesiastés (4-9,12) “Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno puede ser vencido, pero dos podrán resistir”.

Con un grupo de hombres y mujeres que se quieran con locura, animados a estar cada día mas enamorados -a pesar de todos los pesares- y esforzándose en quitar adelante su familia, con grandes ideales, sin miedo al futuro por más incierto que se presente y confiando en la Providencia Divina que nos asegura que la cuerda de tres hilos no se rompen fácilmente (EC 4-12), o “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán una sola persona. Así que ya no son dos sino uno solo. De modo que el hombre no puede separar lo que Dios ha unido”.(MT 19-5,6), o “No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale más la vida que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan las cosechas en los graneros; y sin embargo el Padre de ustedes que esta en el Cielo les da de comer.¡Y ustedes valen más que las aves del cielo! .

¡Vale la pena!, nuestro matrimonio y nuestras familias. Debemos mostrar al mundo nuestro amor y felicidad. No ser conformistas, y sentirnos menos de los que por el motivo que sea vieron naufragar su matrimonio, y hacen correr a grandes voces que el estado matrimonial es triste, monótono y viven pensando en su pasado de soltería, o creándose falsas ilusiones de que si se hubieran casado con aquella u otra persona, menos con su cónyuge serían más felices… yo les diría, sin ánimo de juzgar a nadie que : “la fórmula para ser infelices, consiste en dedicar los tiempos libres en pensar que uno no es feliz”, o envidiando la felicidad ajena, que como ya no la tienen se dedican a ridiculizarla, infamarla, o criticarla.

Podemos cambiar nuestra sociedad con nuestros testimonios, y volver a darle al matrimonio el lugar que se merece. El ser la institución más valorada, por ser el origen y principio de toda sociedad y cultura.

Espero que les haya gustado estos pensamientos, que los dedico a mis grandes amores a Hugo mi marido, con el que me volvería a casar y por quien digo que el matrimonio merece la pena vivirlo, a mis siete hijos a quienes les digo: que les quiero con locura y que cada uno de ustedes son únicos, porque cada uno de ustedes tienen, sus propios encantos que no lo cambiaria por nada del mundo y estoy muy orgullosa de ustedes.

Liliana Sánchez de Acosta

LOS TRES LEONES


Los tres leones




En una selva vivían tres leones.
Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión.
Todos nosotros-dijo el mono- sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran confusión: En la selva existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?

Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí:
-Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos... Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrirlo?

Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, les comunicaron a los tres leones la decisión tomada:
-Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que ustedes tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.

El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.
Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?

En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:

-¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
-¿Cómo?, preguntaron todos.
-Es simple... dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.
El primer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.
La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento.

Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los Animales.

No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o situaciones que tengas. Tus problemas, por lo menos la mayor parte de las veces, ya llegaron al nivel máximo, pero no tú.

Tú todavía estás creciendo y el Señor en ti es más grande que todos tus problemas juntos.
Todavía no llegaste al límite de tu potencial y de tu excelencia.

La Montaña de las Dificultades tiene un tamaño fijo, limitado. ¡Tú todavía estás creciendo!

CRISTO RESUCITADO ESTÁ VIVO ENTRE NOSOTROS


Cristo resucitado está vivo entre nosotros
¡Hombres y mujeres de buena voluntad! ¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros!


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Hermanos y hermanas del mundo entero,
¡hombres y mujeres de buena voluntad!
¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros! Se celebra hoy el gran misterio, fundamento de la fe y de la esperanza cristiana: Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado de entre los muertos al tercer día, según las Escrituras. El anuncio dado por los ángeles, al alba del primer día después del sábado, a Maria la Magdalena y a las mujeres que fueron al sepulcro, lo escuchamos hoy con renovada emoción: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado!" (Lc 24,5-6).

No es difícil imaginar cuales serían, en aquel momento, los sentimientos de estas mujeres: sentimientos de tristeza y desaliento por la muerte de su Señor, sentimientos de incredulidad y estupor ante un hecho demasiado sorprendente para ser verdadero. Sin embargo, la tumba estaba abierta y vacía: ya no estaba el cuerpo. Pedro y Juan, avisados por las mujeres, corrieron al sepulcro y verificaron que ellas tenían razón. La fe de los Apóstoles en Jesús, el Mesías esperado, había sufrido una dura prueba por el escándalo de la cruz. Durante su detención, condena y muerte se habían dispersado, y ahora se encontraban juntos, perplejos y desorientados. Pero el mismo Resucitado se hizo presente ante su sed incrédula de certezas. No fue un sueño, ni ilusión o imaginación subjetiva aquel encuentro; fue una experiencia verdadera, aunque inesperada y justo por esto particularmente conmovedora. "Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»" (Jn 20,19).

Ante aquellas palabras, se reavivó la fe casi apagada en sus ánimos. Los Apóstoles lo contaron a Tomás, ausente en aquel primer encuentro extraordinario: ¡Sí, el Señor ha cumplido cuanto había anunciado; ha resucitado realmente y nosotros lo hemos visto y tocado! Tomás, sin embargo, permaneció dudoso y perplejo. Cuando, ocho días después, Jesús vino por segunda vez al Cenáculo le dijo: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente!". La respuesta del apóstol es una conmovedora profesión de fe: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,27-28).

"¡Señor mío y Dios mío!". Renovemos también nosotros la profesión de fe de Tomás. Como felicitación pascual, este año, he elegido justamente sus palabras, porque la humanidad actual espera de los cristianos un testimonio renovado de la resurrección de Cristo; necesita encontrarlo y poder conocerlo como verdadero Dios y verdadero Hombre. Si en este Apóstol podemos encontrar las dudas y las incertidumbres de muchos cristianos de hoy, los miedos y las desilusiones de innumerables contemporáneos nuestros, con él podemos redescubrir también con renovada convicción la fe en Cristo muerto y resucitado por nosotros. Esta fe, transmitida a lo largo de los siglos por los sucesores de los Apóstoles, continúa, porque el Señor resucitado ya no muere más. Él vive en la Iglesia y la guía firmemente hacia el cumplimiento de su designio eterno de salvación.

Cada uno de nosotros puede ser tentado por la incredulidad de Tomás. El dolor, el mal, las injusticias, la muerte, especialmente cuando afectan a los inocentes - por ejemplo, los niños víctimas de la guerra y del terrorismo, de las enfermedades y del hambre-, ¿no someten quizás nuestra fe a dura prueba? No obstante, justo en estos casos, la incredulidad de Tomás nos resulta paradójicamente útil y preciosa, porque nos ayuda a purificar toda concepción falsa de Dios y nos lleva a descubrir su rostro auténtico: el rostro de un Dios que, en Cristo, ha cargado con las llagas de la humanidad herida. Tomás ha recibido del Señor y, a su vez, ha transmitido a la Iglesia el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús, y confirmada por el encuentro con Él resucitado. Una fe que estaba casi muerta y ha renacido gracias al contacto con las llagas de Cristo, con las heridas que el Resucitado no ha escondido, sino que ha mostrado y sigue indicándonos en las penas y los sufrimientos de cada ser humano.

"Sus heridas os han curado" (1 P 2,24), éste es el anuncio que Pedro dirigió a los primeros convertidos. Aquellas llagas, que en un primer momento fueron un obstáculo a la fe para Tomás, porque eran signos del aparente fracaso de Jesús; aquellas mismas llagas se han vuelto, en el encuentro con el Resucitado, pruebas de un amor victorioso. Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: "Señor mío y Dios mío". Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe.


Queridos hermanos y hermanas: a través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad. En efecto, resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia. A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la Muerte. "Que os améis unos a otros - dijo a los Apóstoles antes de morir – como yo os he amado" (Jn 13,34).

¡Hermanos y hermanas en la fe, que me escucháis desde todas partes de la tierra! Cristo resucitado está vivo entre nosotros, Él es la esperanza de un futuro mejor. Mientras decimos con Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!", resuena en nuestro corazón la palabra dulce pero comprometedora del Señor: "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará" (Jn 12,26). Y también nosotros, unidos a Él, dispuestos a dar la vida por nuestros hermanos (cf. 1 Jn 3,16, nos convertimos en apóstoles de paz, mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección. Que María, Madre de Cristo resucitado, nos obtenga este don pascual.


Mensaje de Pascua que pronunció Benedicto XVI a mediodía del Domingo de Resurrección. 8 abril 2007

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN MISA DE DOMINGO DE PASCUA 2017


TEXTO COMPLETO: Homilía del Papa Francisco en Misa de Domingo de Pascua
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa.





VATICANO, 16 Abr. 17 / 10:28 am (ACI).- El Papa Francisco presidió hoy la Misa de Pascua de Resurrección en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, y aseguró que “en esta tierra de dolor, de tragedia, con la fe en Cristo resucitado, tenemos un sentido”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Misa de Domingo de Pascua, gracias a la traducción de Radio Vaticano:


Hoy la Iglesia repite, canta, grita, Jesús ha resucitado, pero ¿cómo es esto? Pedro, Juan y las mujeres fueron al sepulcro y estaba vacío, pero Él no estaba. Y fueron con el corazón cerrado de la tristeza, la tristeza de una derrota, el Maestro, su Maestro, aquel que tanto amaban ha sido justiciado y muerto y de la muerte no se regresa.

Esta es la derrota, este es el camino de la derrota, el camino hacia el sepulcro. Pero el ángel les dice: no está aquí, ha resucitado. El primer anuncio, ¡ha resucitado!

Después la confusión, el corazón cerrado, las apariciones, ellos cerrados, toda la jornada en el cenáculo porque tenían miedo que les sucediera a ellos lo que le sucedió a Jesús.

Y la Iglesia no deja de decir a nuestros fracasos, a nuestros corazones cerrados, temerosos… ¡detente!, el Señor ha resucitado. Pero si el señor ha resucitado como es que suceden estas cosas, como es que suceden tantas desgracias, enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerra , destrucción, mutilación, revancha, odio… ¿dónde está el Señor?

Ayer llame por teléfono a un joven con una enfermedad grave, un joven culto, un ingeniero, y hablando para darle un signo de fe le dije: "No hay explicaciones para lo que te sucede, mira a Jesús en la cruz, Dios hizo eso con su hijo, no hay otra explicación".

Y él me ha contestado: "Sí. Pero se lo ha pedido al hijo y el hijo a dicho sí. Pero a mí no me han preguntado si quería esto, y yo no he dicho que sí". Esto nos conmueve. A ninguno de nosotros nos han preguntado si estamos contentos con lo que pasa en el mundo, si estamos dispuestos a llevar a delante esta cruz… y la cruz va a delante y la fe en Jesús se viene abajo, por eso la Iglesia continúa diciendo ¡Jesús ha resucitado!

Y esto no es una fantasía. La resurrección de Cristo no es una fiesta con flores; es algo más. Es el Misterio de la piedra descartada que termina por ser el fundamento de nuestra existencia, ¡Cristo ha resucitado!. Y esto significa en esta cultura del descarte, donde eso que no sirve toma el camino del “usa y tira” y todo lo que no sirve viene descartado; esa piedra que ha sido descartada es fuente de vida.

También nosotros pequeñas piedras, en esta tierra de dolor, de tragedia, con la fe en Cristo resucitado, tenemos un sentido. En medio de tanta calamidad, sin mirar más allá, no hay un muro sino un horizonte. Está la vida, está la gloria, es la cruz con esta ambivalencia.

Mira adelante, no te cierres, tú pequeña piedra tienes un sentido en la vida porque eres una piedra tomada de aquella gran piedra que la maldad del pecado ha descartado.

¿Qué nos dice la Iglesia hoy ante tantas tragedias? Simplemente esto; la piedra descartada no resulta realmente descartada. Las piedritas que creen y se aferran a esa piedra no son descartadas, tienen un sentido. Con este sentimiento la Iglesia repite desde dentro del corazón, ¡Cristo ha resucitado!

Pensemos un poco cada uno de nosotros en los problemas cotidianos, en las enfermedades que cada uno de nosotros hemos vivido o alguno de nuestros familiares; pensemos en las guerras, en las tragedias humanas, y simplemente con voz humilde, sin flores, solo delante de Dios, delante de nosotros mismos.

No sé cómo va esto pero estoy seguro que Cristo ha resucitado y yo apuesto por esto. Hermanos y hermanas esto es lo que quería decirles. Vuelvan a casa hoy repitiendo en sus corazones ¡Cristo ha resucitado!

LOS CINCO MINUTOS MARÍA, 17 DE ABRIL


Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
17 de abril




No son muchos los cristianos que han estudiado la fe en su profundidad, la teología de la fe, y así han llegado a convencerse de que, cuando la fe es auténtica y llega a su perfección, se convierte en amor.

El que ama de veras llega a la perfección de la fe y el que crece de veras termina amando con generosidad.

Si la Virgen María fue perfecta en su fe, si fue la Virgen creyente por excelencia, se debió a que María amó con toda la fuerza de su naturaleza, con todos los latidos de su Corazón.

Si no tienes suficiente espíritu de fe, examina cómo va tu amor, y si no amas cuanto debes amar, analiza si tu fe es teologal: la fe y el amor son hermana y hermano, que siempre van de la mano.

Madre que buscas nuestra salvación, que mi fe llegue a convertirse en amor, para que mi amor ilumine mi fe.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 17 DE ABRIL DEL 2017


Luz a los misterios
San Mateo 28, 8-15. Lunes de la Octava de Pascua



Por: H. Iván Yoed González Aréchiga LC | Fuente: www.missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Madre mía, quiero poner en tus manos esta oración. Quizás me cuesta detenerme unos instantes ante Cristo. Quizás encuentro facilidad. En cualquier caso quiero ofrecertemi intención de estar con el Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: 'Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe. Vana sería nuestra vida, vana sería toda esperanza. La virtud no tendría sentido, el bien que hiciéramos no nos elevaría, el mal no sería paradójico. Simplemente todo sería indiferente, porque, ¿qué sentido de trascendencia habría en nuestras vidas?, ¿qué esperanza de pasar a una vida futura?, ¿qué ilusión por amar hasta la eternidad?
Tantas preguntas en el ser humano, tantas preguntas que confrontan su existencia. Cada uno de nosotros se ha topado alguna vez con ellas; y aunque fuese sólo con alguna, qué difícil es hallarle una respuesta merecida… Medias respuestas. El hombre se ha movido toda su vida con medias respuestas. Ha buscado siempre, y a veces parece que entre más busca, más se pierde entre sus dudas.
Algunos tienen la gracia de creer desde niños, otros acogen la fe en los años posteriores; pero ambos vienen o vendrán probados en la fe –y ninguno, me parece, saldrá de la prueba por sus propias fuerzas.
Sí, Señor, fuiste grande, curaste enfermos, sanaste ciegos, te opusiste a los más sabios como pobre carpintero, reviviste muertos. Pero, si no hubieses pasado el umbral de la muerte, la pregunta más profunda y la realidad más infalible habrían quedado una vez más sin responder. Un sabio más, un líder más, un hombre más…
El problema del dolor, del pecado, de la muerte, ¿quién les habría dado solución? Por más lógicas respuestas que el hombre se esmere por formular, por más realista que parezca frente a los problemas más existenciales, jamás alcanza la satisfacción de dar completa luz a los misterios.
Sólo si Dios mismo venía al mundo, sólo así daría respuestas plenas. Pero no vino a saciar la soberbia intelectual, no vino a propagar teorías satisfactorias. Vino a encontrarse con nosotros. Conmigo. A cada pregunta, correspondería una experiencia. Y habría de recibirse con humildad y con aquella maravilla que sólo el sencillo puede gozar. A la pregunta del dolor vino la experiencia redentora de la cruz, al problema del pecado vino la experiencia de su amor, y al problema de la muerte, vino la resurrección.
Dichosos los puros de corazón, pues sólo aquellos con un corazón puro podrán creer en Dios.
Nos detenemos también hoy ante la tumba vacía de Jesús y meditamos con estupor y gratitud el gran misterio de la resurrección del Señor. La vida ha vencido a la muerte. ¡La misericordia y el amor han vencido sobre el pecado! Se necesita fe y esperanza para abrirse a este nuevo y maravilloso horizonte. Y nosotros sabemos que la fe y la esperanza son un don de Dios y debemos pedirlo: "¡Señor, dame la fe, dame la esperanza! ¡La necesitamos tanto!". Dejémonos invadir por las emociones que resuenan en la secuencia pascual: "¡Sí, tenemos la certeza: Cristo verdaderamente ha resucitado!". ¡El Señor ha resucitado entre nosotros! Esta verdad marcó de forma indeleble la vida de los apóstoles que, después de la resurrección, sintieron de nuevo la necesidad de seguir a su Maestro y, tras recibir el Espíritu Santo, fueron sin miedo a anunciar a todos lo que habían visto con sus ojos y habían experimentado personalmente.

(Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Señor, hoy quiero renovar en mi alma esta fe en que eres el único Dios; el único camino en el que alcanzaré la verdadera felicidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

FELIZ LUNES




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