PAPA LEÓN XIV











































PAPA ELEGIDO LEÓN XIV FUE OBISPO EN CHICLAYO Y TIENE NACIONALIDAD PERUANA


Cardenal Robert Prevost (69), de la orden de Los Agustinos y que durante 9 años fue obispo en la ciudad de Chiclayo fue elegido el nuevo Papa y adoptó el nombre de León XIV. Es nacido en EEUU, pero sirvió muchos años en Perú y adoptó la nacionalidad peruana.


El cardenal Robert Francis Prevost sirvió en la diócesis de Chiclayo, Perú, durante aproximadamente ocho años y medio.


📅 Cronología de su servicio en Chiclayo:

3 de noviembre de 2014: Nombrado por el Papa Francisco como administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

12 de diciembre de 2014: Recibió la ordenación episcopal en la catedral de Chiclayo.

26 de septiembre de 2015: Fue nombrado oficialmente obispo de Chiclayo.

30 de enero de 2023: El Papa Francisco lo designó como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, trasladándose a Roma para asumir estos cargos.

Durante su tiempo en Chiclayo, el obispo Prevost se destacó por su enfoque pastoral y su cercanía con las comunidades locales. Además, fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana en 2018 y presidió la Comisión de Educación y Cultura de dicha conferencia entre 2019 y 2023.

Su experiencia en Perú, tanto en Chiclayo como en otras regiones, y su compromiso con la Iglesia latinoamericana, fueron factores clave en su posterior nombramiento como prefecto del Dicasterio para los Obispos y, más recientemente, en su elección como Papa León XIV el 8 de mayo de 2025.











 ✨ La cruz pectoral del Papa León XIV: 

Un símbolo que trasciende el tiempo ✨



¿Sabías que el Papa León XIV lleva una cruz pectoral súper especial? 😍 No es una cruz cualquiera: ¡contiene reliquias de San Agustín, Santa Mónica y otros santos agustinos! 🙏✨ Esta belleza fue diseñada por el padre Joseph Sciberras para celebrar el nombramiento de Monseñor Robert Prevost como cardenal. ¡Un detalle con mucho significado! 🎀

La cruz destaca por su increíble diseño: doble cruz en fino muaré y detalles en papel maché que son puro arte. 🎨❤️ No solo es bella, también simboliza la profunda herencia espiritual de la Iglesia y el compromiso con la fe desde el siglo XIII. 📜⛪

Para el Papa León XIV, llevar esta cruz es un recordatorio constante de sus raíces agustinianas y su misión espiritual. 🌿💡 Además, refleja un mensaje de esperanza y luz bajo la guía de la Virgen María y San Agustín. 🌟🙌

Un símbolo que no solo adorna, ¡sino que inspira! 💖






🚨🔥Diosidencias que ocurren!!


Esto puede ser buscarle coincidencias a las situaciones, sin embargo, el Papa Francisco presidió por última vez la Eucaristía en el jubileo de las fuerzas militares el 9 de febrero, ocasión en la que tuvo que pedirle al maestro de ceremonia que terminara de leer la homilía porque se sentía ya asfixiado. No obstante, el cardenal que le acompañó para la consagración en esa última eucaristía pública fue el entonces cardenal Prevost.


A los 5 días siguientes, el 14 de febrero, el Papa Francisco fue internado en el hospital y ya no volvió a presidir ninguna celebración eucarística pública. Hoy ese cardenal es el Papa León XIV. 




Primera homilía del Papa León XIV en la Misa con los cardenales electores

El Papa León XIV pronuncia su primera homilía el 9 de mayo durante la Misa celebrada en la Capilla Sixtina. | Crédito: Vatican Media (captura de video)



El 9 de mayo el Papa León XIV celebró en la Capilla Sixtina su primera Misa como Pontífice y en la que estuvieron presentes los cardenales electores que participaron en el cónclave. En su homilía recordó que “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre”.

A continuación, la primera homilía pronunciada por el Papa León XIV:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Con estas palabras Pedro, interrogado por el Maestro junto con los otros discípulos sobre su fe en Él, expresa en síntesis el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia, a través de la sucesión apostólica, custodia, profundiza y trasmite.

Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre.

En Él Dios, para hacerse cercano a los hombres, se ha revelado a nosotros en los ojos confiados de un niño, en la mente inquieta de un joven, en los rasgos maduros de un hombre (cf. CONCILIO VATICANO II, Const. pastoral Gaudium et spes, 22), hasta aparecerse a los suyos, después de la resurrección, con su cuerpo glorioso. Nos ha mostrado así un modelo de humanidad santa que todos podemos imitar, junto con la promesa de un destino eterno que, sin embargo, supera todos nuestros límites y capacidades.

Pedro, en su respuesta, asume ambas cosas: el don de Dios y el camino que se debe recorrer para dejarse transformar, dimensiones inseparables de la salvación, confiadas a la Iglesia para que las anuncie por el bien de la humanidad. Nos las confía a nosotros, elegidos por Él antes de que nos formásemos en el vientre materno (cf. Jr 1,5), regenerados en el agua del Bautismo y, más allá de nuestros límites y sin ningún mérito propio, conducidos aquí y desde aquí enviados, para que el Evangelio se anuncie a todas las criaturas (cf. Mc 16,15).

Dios, de forma particular, al llamarme a través del voto de ustedes a suceder al primero de los Apóstoles, me confía este tesoro a mí, para que, con su ayuda, sea su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia; de modo que esta sea cada vez más la ciudad puesta sobre el monte (cf. Ap 21,10), arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo. Y esto no tanto gracias a la magnificencia de sus estructuras y a la grandiosidad de sus construcciones —como los monumentos en los que nos encontramos—, sino por la santidad de sus miembros, de ese «pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz» (1 P 2,9).

Con todo, por encima de la conversación en la que Pedro hace su profesión de fe, hay otra pregunta: «¿Qué dice la gente —pregunta Jesús—sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» (Mt 16,13). No es una cuestión banal, al contrario, concierne a un aspecto importante de nuestro ministerio: la realidad en la que vivimos, con sus límites y sus potencialidades, sus cuestionamientos y sus convicciones.

«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» (Mt 16,13). Pensando en la escena sobre la que estamos reflexionando, podremos encontrar dos posibles respuestas a esta pregunta, que delinean otras tantas actitudes.

En primer lugar, está la respuesta del mundo. Mateo señala que la conversación entre Jesús y los suyos acerca de su identidad sucede en la hermosa ciudad de Cesarea de Filipo, rica de palacios lujosos, engarzada en un paraje natural encantador, a las faldas del Hermón, pero también sede de círculos crueles de poder y teatro de traiciones y de infidelidades. Esta imagen nos habla de un mundo que considera a Jesús una persona que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar. Y así, cuando su presencia se vuelva molesta por las instancias de honestidad y las exigencias morales que solicita, este mundo no dudará en rechazarlo y eliminarlo.

Hay también otra posible respuesta a la pregunta de Jesús, la de la gente común. Para ellos el Nazareno no es un charlatán, es un hombre recto, un hombre valiente, que habla bien y que dice cosas justas, como otros grandes profetas de la historia de Israel. Por eso lo siguen, al menos hasta donde pueden hacerlo sin demasiados riesgos e inconvenientes. Pero lo consideran sólo un hombre y, por eso, en el momento del peligro, durante la Pasión, también ellos lo abandonan y se van, desilusionados.

Llama la atención la actualidad de estas dos actitudes. Ambas encarnan ideas que podemos encontrar fácilmente —tal vez expresadas con un lenguaje distinto, pero idénticas en la sustancia— en la boca de muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer.

Hablamos de ambientes en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece. Y, sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad.

No faltan tampoco los contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho.

Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).

Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia (cf. CONCILIO VATICANO II, Const. dogmática, Lumen gentium, 1).

Lo digo ante todo por mí, como Sucesor de Pedro, mientras inicio mi misión de Obispo de la Iglesia que está en Roma, llamada a presidir en la caridad la Iglesia universal, según la célebre expresión de S. Ignacio de Antioquía (cf. Carta a los Romanos, Proemio). Él, conducido en cadenas a esta ciudad, lugar de su inminente sacrificio, escribía a los cristianos que allí se encontraban: «en ese momento seré verdaderamente discípulo de Cristo, cuando el mundo ya no verá más mi cuerpo» (Carta a los Romanos, IV, 1). Hacía referencia a ser devorado por las fieras del circo —y así ocurrió—, pero sus palabras evocan en un sentido más general un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo.

Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia.






El recién elegido Papa León XIV, nacido como Robert Prevost en Chicago (Estados Unidos), se dirige a la multitud desde el balcón central de la Basílica de San Pedro por primera vez, el 8 de mayo de 2025. | Crédito: TIZIANA FABI / AFP vía Getty Images.


Una oración por el Papa León XIV



Una oración por el Papa

Señor, fuente de vida y verdad eternas,

concede a tu pastor un espíritu de valentía y recto juicio,

un espíritu de conocimiento y amor.

Que, gobernando con fidelidad a quienes le has confiado,

como sucesor del apóstol Pedro

y Vicario de Cristo, edifique tu Iglesia

como sacramento de unidad, amor

y paz para todo el mundo.

Amén.

V/ Oremos por el Papa.

R/ Que el Señor lo conserve, le conceda una larga vida, lo haga dichoso en la tierra y no lo entregue al poder de sus enemigos.

V/ Que tu mano esté sobre tu siervo santo.

R/ Y sobre tu hijo, a quien has ungido.

Padre Nuestro...

Ave María...

Gloria...



Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register. 



León XIV canta su primer Regina Coeli en latín y alienta a los jóvenes a no tener miedo de seguir a Cristo
Por Almudena Martínez-Bordiú
11 de mayo de 2025



En el domingo del Buen Pastor, el Papa León XIV dirigió por primera vez el rezo del Regina Coeli desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. El Pontífice recitó la oración mariana en latín y alentó a los miles de jóvenes: ¡No tengan miedo!

"A los jóvenes les digo: ¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo el Señor!", exclamó el Pontífice ante las 100.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, según los datos de las autoridades italianas.

Este primer Regina Coeli de León XIV coincidió además con el Jubileo de las bandas y del espectáculo popular, por lo que una hora antes de la aparición del Santo Padre la Plaza de San Pedro se llenó de música y color con bandas llegadas de diferentes países. 

A las 12:00 (hora de Roma) el Papa León XIV se asomó por la Logia central de la basílica vaticana ante el fuerte aplauso y ovaciones de la multitud. 

Antes del rezo, el Pontífice señaló como “un don de Dios” que el primer domingo de su servicio como Obispo de Roma sea el del Buen Pastor, el cuarto tiempo de Pascua, en cuyo Evangelio de San Juan, Jesús se revela como el verdadero Pastor “que conoce, ama y da la vida por sus ovejas”.

También indicó que este día coincide con otro importante aniversario: los 62 años de la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Además, recordó el Jubileo de las bandas musicales y de los espectáculos populares que Roma acoge este fin de semana. 

“Saludo con afecto a todos los peregrinos y les doy las gracias porque con su música y sus representaciones alegran la fiesta, la fiesta de Cristo Buen Pastor: sí, es Él quien guía a  la Iglesia mediante su Espíritu Santo”, remarcó. 


Al reflexionar sobre el Evangelio del día  (Jn 10,27), afirmó que Jesús “conoce a sus ovejas, y que ellas escuchan su voz y le siguen”.

“Tengo la alegría de rezar con ustedes y con todo el Pueblo de Dios por las vocaciones, especialmente al sacerdocio y a la vida religiosa. ¡La Iglesia los necesita!”, exclamó. 

También señaló la importancia de que los jóvenes “encuentren en nuestras comunidades acogida, escucha,  estímulo en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a  Dios y a sus hermanos”.


En este sentido, exhortó a los fieles a seguir la invitación del Papa Francisco durante la Jornada por las vocaciones y “acoger y acompañar a los jóvenes”. 

“Roguemos al Padre celestial el ser, los unos para los otros, cada uno según su estado, pastores “según su corazón” (cf. Jr 3,15), capaces de  ayudarnos mutuamente a caminar en el amor y en la verdad”, dijo a continuación. 

Por último, pidió la intercesión de la Virgen María, “cuya vida fue toda una respuesta a la llamada del Señor, nos acompañe  siempre en el seguimiento de Jesús”.

León XIV pide por el fin de las guerras en Gaza y Ucrania

Luego del rezo del Regina Coeli, el Santo Padre hizo un llamado a poner fin a los conflictos que siguen desangrando Ucrania y la franja de Gaza.

Indicó que luego de la trágica Segunda Guerra Mundial que dejó más de 60 millones de muertos, hoy el mundo se enfrenta a otra guerra mundial a pedazos, "como muchas veces lo afirmaba el Papa Francisco".

"¡Nunca más la guerra!", exclamó León XIV. "Llevo en mi corazón el sufrimiento del amado pueblo ucraniano", afirmó, y pidió que se liberen a todos los prisioneros y que los niños puedan regresar a sus casas.

"Me causa mucho dolor lo que está sucediendo en la franja de Gaza. Que cese inmediatamente el fuego y que se lleve ayuda humanitaria a la extenuada población civil y que se liberen a todos los prisioneros", añadió León XIV, quien a la vez expresó su satisfacción por el cese al fuego entre India y Pakistán.

Finalmente, el Santo Padre recordó que este domingo en Italia y muchos países se celebra el Día de la Madre. "Envío un saludo a todas las madres con una oración por ellas y también por las que están ya en Cielo", expresó.










PAPA LEÓN XIV RECIBE A LAS DELEGACIONES ECUMÉNICAS
Fuente: Vatican News





El Papa León XIV tiene una audiencia especial para las delegaciones ecuménicas e interreligiosas que participaron en la misa solemne para la inauguración de su Ministerio Petrino.

En su discurso, el Santo Padre destacó el énfasis del Papa Francisco en la fraternidad universal.

El Papa Francisco "promovió tanto el camino ecuménico como el diálogo interreligioso", dijo el Papa Leo, "sobre todo cultivando las relaciones interpersonales, de tal manera que, sin quitar nada de los lazos eclesiales, el rasgo humano del encuentro siempre fue valorado. ¡Que Dios nos ayude a atesorar su testigo! ”







Fuente: Vatican News


El Papa León XIV y el P. Guillermo Inca, sacerdote peruano, durante el rito de obediencia en la Misa de inauguración del pontificado. | Crédito: Vatican Media.
 

“Una experiencia maravillosa”: Testimonio del sacerdote peruano en el rito de obediencia a León XIV



Por Walter Sánchez Silva

19 de mayo de 2025



“Fue una experiencia maravillosa que agradezco a Dios” y “al Papa León”, dice a ACI Prensa el P. Guillermo Inca Pereda, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) que representó a los sacerdotes del mundo en el rito de obediencia al Papa León XIV, durante la Misa de inauguración de su pontificado el domingo 18 de mayo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

El sacerdote peruano –ordenado por San Juan Pablo II en febrero de 1985– relató que el sábado 17 de mayo, por la mañana, lo llamó el secretario del Papa León XIV, el P. Edgar Rimaycuna, para decirle que debía estar en el ensayo del rito de obediencia a las 9 de esa mañana, con lo cual “el desayuno terminó en ese mismo momento y salí a la plaza”.

El P. Inca comentó que está muy agradecido al Santo Padre por pensar “en darme esa honor de representar a los sacerdotes del mundo en ese momento de juramento de obediencia al Sumo Pontífice”.

“Fidelidad y obediencia al Vicario de Cristo”

“Pensaba en ese momento en aquellos que trabajan en las periferias del mundo, donde hay tanta pobreza, dificultad y peligro; aquellos que trabajan en las alturas con nuestras comunidades andinas, con tantas horas de camino y sacrificios, por aquellos que se adentran en las espesuras selváticas, pasando mucho tiempo para llegar a una pequeña comunidad y renovar su fe”, continuó.

“Jesucristo sabe de aquellos que son mártires por la fe y que los desconocemos, y que, sin embargo, con su testimonio sostiene a la Iglesia”, agregó el secretario adjunto de la CEP, cargo en el que sirve desde hace 15 años.

(De izq. a der.) Mons. Luis Alberto Barrera Pacheco, Obispo del Callao y uno de los participantes, también del rito de obediencia; Mons. Menghesteab Tesfamariam, Arzobispo de Eritrea; y el P. Guillermo Inca, en la Misa de inauguración del pontificado del Papa León XIV en el Vaticano. Cortesía: P. Guillermo Inca Pereda.

“Poder estar ante el Papa en este juramento de fidelidad y obediencia al Vicario de Cristo en la tierra era como expresar al mismo Señor lo que empezamos en el bautismo: el anhelo de cumplir su voluntad mientras vivimos en esta tierra para alcanzarlo en la eternidad”.

Fue también ocasión de “sumarse, a lo que tantos sacerdotes guardan en su corazón cada día en fidelidad y amor, al Evangelio y a la Iglesia”.

Sobre las palabras que intercambió en el rito de obediencia con el Papa León, el P. Inca dijo que “lo dicho, y escuchado es algo inefable que está en el corazón y se guarda en la alegría de los que amamos el camino de Jesús”.

El horizonte de metas “profundamente evangélicas” de León XIV

El P. Inca también compartió con ACI Prensa que, en su opinión, “las metas que nos va presentando el Papa son profundamente evangélicas. El Papa se ha centrado mucho en Cristo”.

“El verdadero cristiano católico no puede construir ni su vida personal ni una Iglesia ni la sociedad sino es en referencia a Cristo el señor Salvador y Dios nuestro”, agregó.

Al mismo tiempo, “el Papa ha dado un mensaje muy bonito sobre la paz, invitándonos a la paz, pero que proviene de Cristo resucitado, no una paz que se gana con negociaciones, sino con fidelidad a la verdad de Jesucristo”.

Para concluir, el sacerdote peruano resaltó que “la paz exige un compromiso con la justicia, una opción por el amor, creer en el poder del amor y evitar el poder que tanto lastima y que crea solamente conflictos y violencia en el mundo”.



Biografía y vocación del Papa León XIV


Robert Francis Prevost (Estados Unidos, 1955), nació en Chicago. El 30 de enero de 2023, el Papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Fue creado y proclamado Cardenal por el Papa Francisco el 30 de septiembre de 2023. El 8 de mayo de 2025 -bajo el nombre de León XIV- ha sido elegido el Romano Pontífice número 267.

El Papa León XIV, Cardenal Robert Francis Prevost, O.S.A., Prefecto del Dicasterio para los Obispos (2023-2025) y Arzobispo-Obispo emérito de Chiclayo, nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago (Illinois, Estados Unidos).

El menor de tres hermanos, creció en Estados Unidos junto a sus padres, quienes estaban muy involucrados en las actividades de la parroquia. Sus cuatro abuelos eran inmigrantes, provenientes de Francia y España.


Robert Francis Prevost relata su vocación

En una reciente entrevista a la RAI, recuerda: «Conocí la Iglesia a través de la experiencia parroquial a nivel local. También estudié en una escuela parroquial. En este sentido, tal vez gracias también a la cercanía de algunos sacerdotes diocesanos, nació la idea de la posibilidad de convertirme en sacerdote.

Posteriormente conocí a mi familia religiosa, los agustinos. Tras un breve tiempo de discernimiento para tomar una decisión, y también al conocer a otros jóvenes que habían ido con los agustinos», a los 14 años, ingresó en el Seminario Menor de los Padres Agustinos.

«Antes del noviciado, es la historia de un joven que vive con otros jóvenes, conociéndose a sí mismo y, como hijo de san Agustín, conociendo a los demás, la importancia de la amistad y de una vida comunitaria. Fue en esos años que nació una cierta inquietud y un deseo de ser misionero: no de quedarme en mi país, sino de participar en algún tipo de actividad como sacerdote o religioso».


León XIV habla sobre la importancia de la amistad con su padre para su vocación

«Recuerdo bien ciertos momentos; tenía mucha confianza en mis padres. La familia era y sigue siendo muy unida, aunque mis padres ya han partido con el Señor.

Recuerdo algunas veces en las que hablé con mi padre, que no era exactamente un director espiritual, pero hablábamos de cosas concretas, como las dudas que pueden inquietar a un joven: “Tal vez sea mejor dejar esta vida, casarse, tener hijos… tener una vida, digamos, normal, como la que conocía en mi familia”. Son momentos de decisiones y discernimiento muy importantes para un joven.

Él, con su experiencia, hablaba de cosas como lo importante que era la intimidad entre él y mi madre, y de cuánto importaba también, en la vocación al sacerdocio, la cercanía con Cristo, conocer verdaderamente a Jesús, el amor de Dios en la vida, para todos los cristianos. Aunque lo hubiera escuchado cien veces de sacerdotes y formadores, cuando me lo decía mi padre, de una manera muy humana pero muy profunda, pensaba: esto hay que escucharlo.

Reflexionaba mucho sobre lo que me decía. Fue antes de ir al noviciado; en ese caso, aún recuerdo dónde estábamos. No estábamos en casa, no estábamos sentados como ahora. Hablamos varias veces; él era educador, maestro, trabajaba en las escuelas, tenía esa capacidad de hablarme. Todas esas cosas fueron muy importantes».


La Iglesia como comunión de fieles y no solo como institución

Y culminaba la entrevista con estas palabras: «Yo pienso que hoy la voz de la Iglesia, el testimonio de la Iglesia no como institución, sino como una comunión de fieles, con los mártires, con la presencia y el testimonio de hombres y mujeres que dan su vida incluso en situaciones de violencia, de guerra, de conflicto, es una voz que ofrece gran esperanza al mundo.

No todos tienen la disposición y los ojos abiertos para escuchar el mensaje. Hay un desafío muy grande para la Iglesia. Demasiadas veces hemos dejado que la Iglesia se convierta solo en una institución, en parte o totalmente: el Vaticano, la Santa Sede. Hay dimensiones institucionales, sí. Pero eso no es el corazón de lo que es y debe ser la Iglesia».


Estudios civiles, votos solemnes y primera experiencia como misionero

En 1977 se licenció en Matemáticas y cursó estudios de Filosofía en la Universidad de Villanova, en Pensilvania. El 1 de septiembre de ese mismo año, con 22 años de edad, ingresó en el noviciado de la Orden de San Agustín (O.S.A.), en la provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Saint Louis.

El 29 de agosto de 1981 hizo sus votos solemnes. Estudió en la Catholic Theological Union de Chicago, donde obtuvo un diploma en teología.

Con 26 años fue enviado por la Orden a Roma para estudiar derecho canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum). Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982. Obtuvo la licenciatura en 1984 y luego fue enviado a trabajar en la misión de Chulucanas, en Piura, Perú (1985-1986). 


Doctorado, ordenación episcopal y nombramientos

En 1987 obtuvo el doctorado con la tesis: “El rol del prior local en la Orden de San Agustín”. Ese mismo año fue elegido director de vocaciones y director de misiones de la provincia agustiniana “Mother of Good Counsel” en Olympia Fields, Illinois, Estados Unidos. 

En 1988 fue enviado a la misión de Trujillo como director del proyecto conjunto de formación de aspirantes agustinos en los vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Allí desempeñó los cargos de prior de comunidad (1988-1992), director de formación (1988-1998) y formador de profesos (1992-1998). En la arquidiócesis de Trujillo fue vicario judicial (1989-1998) y profesor de derecho canónico, patrístico y moral en el Seminario Mayor “San Carlos y San Marcelo”.

En 1999 fue elegido prior provincial de la provincia “Mother of Good Counsel” en Chicago. Dos años y medio después, el Capítulo General Ordinario lo eligió prior general1, cargo que le fue confiado nuevamente en el Capítulo General Ordinario de 2007. 

En octubre de 2013 regresó a su provincia (Chicago) como formador de profesos y vicario provincial, cargos que ocupó hasta el 3 de noviembre de 2014, cuando el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, Perú, elevándolo a la dignidad episcopal y asignándole la sede titular de Sufar.

El 7 de noviembre tomó posesión canónica de la diócesis en presencia del nuncio apostólico James Patrick Green; fue ordenado obispo el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, en la catedral de su diócesis. El lema episcopal de León XIV fue In Illo uno unum («En el único Cristo somos uno»), tomado de san Agustín. 

Fue obispo de Chiclayo desde el 26 de noviembre de 2015. En marzo de 2018 fue elegido segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana. 


Al servicio de la Iglesia desde Roma

El papa Francisco lo nombró miembro de la Congregación para el Clero en 2019 y miembro de la Congregación para los Obispos en 2020. El 15 de abril de ese mismo año, el Papa lo nombró administrador apostólico de la diócesis del Callao.

El 30 de enero de 2023, el Papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Fue creado y proclamado Cardenal por el papa Francisco en el Consistorio del 30 de septiembre de 2023, con la Diaconía de Santa Mónica.

Ha sido miembro de los Dicasterios para: la Evangelización (Sección para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares), la Doctrina de la Fe, las Iglesias Orientales, el Clero, los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, la Cultura y la Educación, los Textos Legislativos; la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano.

El jueves 8 de mayo de 2025, a las 18:07, la fumata blanca anunció al mundo la elección de un nuevo sucesor de Pedro. En la cuarta votación del cónclave, Robert Francis Prevost fue elegido como el 267.º Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y adoptó el nombre de León XIV. A las 19.23h de Roma, se presentó ante el mundo desde el balcón de la Basílica de san Pedro, dirigió su primer discurso y dio la bendición Urbi et Orbi.  

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