viernes, 8 de julio de 2011

ACCIÓN DE GRACIAS...



  
Acción de Gracias

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

San Ignacio de Loyola 
 

SÓLO LOS AMADOS AMAN...

Sólo los amados aman.
 
Sólo los libres libertan. Sólo son fuentes de paz quienes están en paz consigo mismos.
Los que sufren hacen sufrir. Los fracasados necesitan ver fracasar a otros. Los resentidos siembran violencia. Los que tienen conflictos provocan conflictos a su alrededor. Los que no se aceptan no pueden aceptar a los demás.
Es tiempo perdido y utopía pura pretender dar a tus semejantes lo que tú no tienes. Debes empezar por ti mismo.
Motivarás a realizarse a tus allegados en la medida en que tú estés realizado. Amarás realmente al prójimo en la medida en que aceptes y ames serenamente tu persona y tu pasado. Amarás al prójimo como a ti mismo, pero no perderás de vista que la medida eres "tú mismo".
Para ser útil a otros, lo importante eres tú mismo. Sé feliz tú, y tus hermanos se llenarán de alegría.

Ignacio Larrañaga



OFRECIMIENTO MATUTINO


Ofrecimiento matutino 

Padre Eterno, te ofrezco el preciosísimo Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo en reparación de todos nuestros pecados y de los pecados del mundo entero.

Por los méritos de su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero, por los méritos del doloroso e Inmaculado Corazón de María, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. 

A este ofrecimiento, uno todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día. Señor Jesús, deseo ganar hoy todo mérito e indulgencia que yo pueda, y se los ofrezco al Corazón Inmaculado de María, para que Ella pueda disponer de ellos según los designios de tu Santísima Voluntad. 

Inmaculado Corazón de María ruega por nosotros, Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo purifícanos, bendícenos, santifícanos, sánanos, sálvanos. 

Sacratísimo Corazón de Jesús ten piedad de nosotros, pecadores.
Sacratísimo Corazón de Jesús ten piedad de mi un pecador. 

Señor lava mis iniquidades, límpiame de mi pecado. Purifica mi corazón con tu Preciosa Sangre, refina mi alma con el fuego del Espíritu Santo. 

Sacratísimo Corazón de Jesús, te consagro mi existencia. Te ofrezco cada palpitar de mi corazón, cada momento de mi vida, cada aliento que tome. 

Soy tuyo, Tu eres el centro de mi adoración, yo te adoro mi Dios. 

Señor te consagro mi fe, mi familia, la gente en nuestros grupos de oración, mis asuntos temporales, mis negocios, por favor bendíceme Señor. 

Señor, te consagro mis hermanos y hermanas, los cuales amo como si fueran mis propios hijos, te pido que los perdones y que les envíes tu Espíritu Santo, de modo de que ellos se arrepientan y vuelvan a Ti.

Autor: José de Jesús y María   





EL VALOR DE UNA SONRISA ...


El Valor De Una Sonrisa
Basta una leve sonrisa en tus labios para levantar el corazón, para mantener el buen humor, para conservar la paz del alma, para ayudar a la salud, para embellecer la cara, para despertar buenos pensamientos, para inspirar generosas obras.
Sonríete hasta que notes que tu constante seriedad y severidad se haya desvanecido. Sonríete hasta entibiar tu propio corazón con ese rayo de sol.
Irradia tu sonrisa: esa sonrisa tiene muchos trabajos que hacer, ponla al servicio de Dios. Tú eres apóstol ahora y la sonrisa es tu instrumento, la caña para pescar almas. Santificando la gracia que habita en ti, te dará el encanto especial que necesitas para transmitir a los otros ese bien. Sonríe a los tristes. Sonríe a los tímidos. Sonríe a los amigos. Sonríe a los jóvenes. Sonríe a los ancianos. Sonríe a tu familia. Sonríe en tus penas. Sonríe en tus pruebas. Sonríe en tus soledades. Sonríe por amor de Jesús. Sonríe por amor a las almas. Deja que todos se alegren con la simpatía y belleza de tu cara sonriente. Cuenta, sí puedes el número de sonrisas que has distribuido entre los demás cada día; su número te indicará cuántas veces has promovido contento, alegría, satisfacción, ánimo, o confianza en el corazón de los demás. Estas buenas disposiciones, siempre son el principio de obras generosas y actos nobles. La influencia de tu sonrisa obra maravillas que tú ignoras.
Tu sonrisa puede llevar esperanza y abrir horizontes a los agobiados, a los deprimidos, a los descorazonados, a los oprimidos y a los desesperados. Tu sonrisa puede ser el camino para llevar las almas a la fe. Tu sonrisa puede ser el primer paso que lleve al pecador hacia Dios. También sonríele a Dios. Sonríe a Dios, mientras aceptas con amor todo lo que El te manda y merecerás la radiante sonrisa de Cristo fija en ti con especial amor por toda la eternidad.
¡Dios les bendiga!
(Desconozco Autor)
 
Fondo Cecill

PARA ORAR, CONÓCETE A TI MISMO


Para orar, conócete primero a ti mismo
¿Con qué disponemos a nuestro favor para “construir” nuestra oración? ¿Qué tenemos en contra?


 
Para orar, conócete primero a ti mismo
Y nótese mucho que este ejercicio ha de comenzar primero de nosotros; porque los que comenzamos a buscar a Dios, primero hemos de trabajar en conocernos: qué inclinaciones, qué pensamientos y obras obtenemos; y de todo esto, lo bueno acrecentarlo, y lo malo arrancarlo del todo de nuestras almas. Y después que uno se haya bien conocido, extenderá el pensamiento a pensar en las obras de Dios» (San Juan de Ávila, Obras Completas, p. 1016).

No sé a ustedes, pero a mí no me suelen gustar mucho los cuadros que presentan a los santos como hombres y mujeres “lunáticos”, que están tan fijos los ojos en el cielo que se olvidan de los avatares de aquí en la tierra. Creo que esas representaciones hacen poca justicia a la vida de esos seres humanos que han desgastado su vida en amar a Dios y a los demás. Porque los santos son, ante todo, gente realista.

Venga como botón de muestra este hermosísimo texto de San Juan de Ávila. Les invito a leerlo de nuevo. A mí, tengo que reconocerlo, me ha causado una muy grata sorpresa leerlo. Miren lo que dice: para orar, uno de los primeros pasos que hay que hacer es conocerse a uno mismo. Pero ¿por qué?  

Si lo analizamos bien, tiene su sentido. Es lo mismo que nos dice Jesucristo en el Evangelio: «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar"» (Lc 14, 28-30). Si no sabemos con qué contamos, sería inútil comenzar una construcción.

Por ello, ¿con qué disponemos a nuestro favor para “construir” nuestra oración? ¿Qué tenemos en contra? Sería interesante hacer un pequeño autoexamen y evaluarnos: qué me ayuda más a meditar, cuáles son las cualidades que dispongo, qué pasajes del Evangelio me acercan más a Dios, qué circunstancias me ayudan a orar mejor (lugar, hora, …). Y también evaluar lo negativo: qué me distrae más fácilmente, qué postura no me ayuda en mi oración, cuándo la hago que no me ayuda para nada, cuál es mi defecto dominante que me aleja especialmente de Dios (cf. ¿cuál es el primer paso para orar?), etc.

Ah, y otra cosa importante que no debemos olvidar: hay que desear la oración. Éste es un primer punto que debemos interrogarnos. Mi deseo de Dios, mi anhelo de platicar con mi Amigo. Y, por supuesto, pedirle la gracia de que se me dé y me hable. Cuando nuestro corazón le suplica esto, Dios suele responder siempre (a veces también con un “no”, no lo olvidemos). Y confiemos que, como decía San Juan Crisóstomo, «siempre son mayores los premios de Dios que los deseos de los santos».

En fin, con este pequeño examen en la mano podremos plantearnos mucho mejor el empezar con buen pie nuestra oración. Teniendo los pros y los contras y favoreciendo lo que más nos acerque a Él. Ojalá que estas líneas, planteadas a la luz de un hombre realista y místico a la vez, nos ayuden a todos a seguir caminando (o a empezar a hacerlo) en esta hermosísima aventura llamada oración.




 Autor: P. Juan Antonio Ruiz J, L.C. |
 Fuente: www.la-oracion.com
 

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