Yo sigo a mi Rey
Autor: Padre Justo López Melús
La lealtad es una de las cualidades más nobles del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey... harán oblaciones de mayor estima y mayor momento... Y si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».
La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran. Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».
Autor: Padre Justo López Melús
La lealtad es una de las cualidades más nobles del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey... harán oblaciones de mayor estima y mayor momento... Y si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».
La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran. Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».