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domingo, 26 de octubre de 2025

ALGO MÁS QUE LEYES Y NORMAS

 


Algo más que leyes y normas


Estamos convencidos de que guardar las normas, las leyes y los reglamentos, como lo hacían los fariseos, es en sí mismo un procedimiento irreprochable. El primero de los dos hombres que subieron al tiempo a orar -según el mismo proclamó- no era ladrón, injusto ni adúltero, sino que, además, ayunaba dos veces por semana y pagaba la décima parte de todos sus ingresos. Concedemos de buena gana que un tal comportamiento es bastante correcto. No todo el mundo, por desgracia, llega hasta ahí.

 

Con todo, una vida de este calibre tiene un grave inconveniente: que se limita a la observancia estricta y escrupulosa de las leyes, de lo que le está impuesto desde fuera. Podríamos afirmar que es una conducta correcta pero insuficiente, porque acaba reduciendo al mínimo su espacio vital que queda materializado en un moralismo a secas. Podríamos preguntarle: ¿Qué pasa cuando la conciencia o el simple sentido común humanitario va más allá de lo que está prescrito por la ley?

 

Resulta que aquel comportamiento es, en el fondo de su intención, la estricta observancia de la ley por la ley, y el único móvil consistente es el egoísmo de sentir tranquilizada la propia conciencia. Todo lo que pretende el sujeto es poder dormir tranquilo mirándose a sí mismo y a su bienestar personal como el objetivo más importante de su vida. Ésta es una manera espiritual de vivir que hace personas encorsetadas y centradas sobre sí mismas, sin alas ni espacio para volar, sin miras

altruistas y generosas que le moverían a mirar a su entorno, al mundo que le rodea para ver qué hace falta ahí y qué puede hacer para que otros puedan también vivir con dignidad y tranquilidad, y el mundo sea un poquito mejor para todos.

 

Para que el mundo sea mejor y la humanidad avance hacia una situación esplendorosa, como correspondería a hijos de Dios llenos de esperanza, se precisan muchas personas con una visión espiritual más amplia, de manera que, sin perder de vista el cumplimiento de las leyes y los mandamientos, se fijen como objetivo irrenunciable de sus vidas el amor y la práctica del bien más allá de lo que está mandado, hasta hacer de sus vidas un servicio desinteresado a favor de los demás; actitud en la cual florece, para el sujeto que la practica, el máximo espacio de felicidad sin barreras, cortapisas ni sombras.

 

Personas con una mentalidad así se pierden de vista a sí mismas, mirando a la humanidad, globalmente considerada como un solo pueblo, una comunidad destinada por Dios al éxito final comunitario.

 

El mensaje de la revelación es claramente éste: un pueblo escogido, un pueblo santificado, un pueblo salvado; unidos todos los hombres por un único destino y una misma suerte. Un pueblo salvado compuesto por personas individuales salvadas. En este sentido debe entenderse quizás el pensamiento de algunos santos, cuando afirman que ninguno se salva solo y ninguno se pierde solo. ¿Entendemos nosotros esta visión global de la Historia de la salvación?

PADRE, ME PONGO EN TUS MANOS

 


Padre, me pongo en tus manos
Autor: José Luis Martín Descalzo.


Cuando Él dijo "Padre"..., el mundo se preguntó por qué aquel día amanecía dos veces... La palabra estalló en el aire como una bengala..., y todos los árboles quisieron ser frutales y los pájaros decidieron enamorarse antes de que llegara la noche...

Hacía siglos que el mundo no había estado tan de fiesta: los lirios empezaron a parecerse a las trompetas y aquella palabra comenzó a circular de mano en mano, bella como una muchacha enamorada...

Los hombres husmeaban un universo recién descubierto y a todos les parecía imposible pero pensaban que, aun como sueño, era ya suficientemente hermoso...

Hasta entonces los hombres se habían inventado dioses tan aburridos como ellos..., serios y solemnes faraones..., atrapamoscas con sus tridentes de opereta...; dioses que enarbolan el relámpago cuando los hombres encendían una cerilla en sábado..., o que reñían como colegiales por un quítame allá ese incienso...; dioses egoístas que imponían mandamientos de amar sin molestarse en cumplirlos... Vanidosos como cantantes de ópera..., pavos reales de su propia gloria a quienes había que engatusar con becerros bien cebados...

Y he aquí que, de pronto, el fabricante de tormentas bajaba (¿bajaba?) a ser Padre..., se unía al carro del amor..., y se sentaba sobre la pradera a comer con nosotros el pan... Era un nuevo Dios bastante poco excelentísimo..., que no desentonaba en las tabernas..., y ante quien sólo era necesario descalzar el alma...

Aquel día los hombres empezaron a ser felices porque dejaron de buscar la felicidad como quien excava una mina... No eran felices porque fueran felices..., sino porque amaban y eran amados..., porque su corazón tenía una casa..., y su Dios, las manos calientes...

LA ORACIÓN SINCERA



 La oración sincera

Lc 18,9-14


Llevar la vida a la oración es un ejercicio muy acertado, para dejarnos transformar por el Señor, para que Él entre en nosotros y nos ayude a aplicar sus criterios en nuestras decisiones. A la oración no se llevan los asuntos de los otros para compararnos con ellos, criticarlos o enaltecernos a nosotros mismos. El que se siente muy satisfecho delante de Dios por comparación con los otros, es digno de lástima y necesita acudir al sacramento del perdón, el único hospital que cura el exceso del amor propio y de las vanas seguridades. Una oración que tiene su raíz en la petición de compasión es sana y convierte el corazón. Es la oración sincera de quien sabe sus limitaciones e incluso siente rubor por sus pensamientos, palabras, obras y omisiones que no han estado en consonancia con el Evangelio.

Pongo mis manos hacia arriba en mi oración, para que Tú las llenes y evites el vacío que hace la mella del egoísmo en mí. Pongo mi cuerpo agazapado, para liberarme de la sombra que ensalza y envolverme de la humildad que conecta con tu Corazón.



Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

domingo, 19 de octubre de 2025

APRENDER A REÍRSE DE UNO MISMO



Aprender a reírse de uno mismo


Reírse de uno mismo, es todo un arte, pero cuando aprendemos a vivir con humor, a imagen de los santos, la vida se hace más ligera y divertida. No se trata de burlarse, sino, más bien, de aceptar nuestras imperfecciones con humor y sacarle el mejor provecho. Muchos santos nos dan ejemplo de ello, pues ante sus imperfecciones, aprendieron a tomar las cosas con humor y así vivir más ligeros para alcanzar la santidad.

 

Sentido del humor

Como hemos mencionado, algo que caracteriza a los santos es su alegría y humor. Por ejemplo, santo Tomás Moro, que pidió a Dios el don de tomar las cosas con alegría. En una ocasión, escribió una oración, pidiendo a Dios la siguiente gracia:

 

"Concédeme, Señor, una buena digestión, pero primero algo para digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Haz que mi alma sea santa y que aproveche todas las cosas puras y buenas. Señor, que no me asuste de mis pecados y que encuentre el modo de poner mi alma en orden. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, suspiros y lamentos. No permitas que mi 'yo' me haga sufrir. Dame la gracia de comprender las bromas con sentido del humor; y concédeme siempre tu alegría, junto con el don de saber transmitirla.  Amén".

 

No te tomes todo tan personal

A lo largo de nuestra vida, ocurren cosas que no están en nuestro control y no podemos evitar, por lo que tenemos dos opciones: enojarnos y frustrarnos o bien, tomarlas con humor y aprender de ellas.

 

Santo Tomás Moro decía: “Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos, porque tendrán diversión para rato”. Este gran santo, no se hacía la vida difícil, sino que más bien, vivía su vida con entusiasmo y alegría, compartiendo también una sonrisa con los demás.

 

Cuando tomamos las cosas más ligeramente, podemos observar que los problemas no siempre son tan grandes como parecen, por lo que muchas veces es mejor reírse que lamentarse.

 

¿Por qué nos cuesta tanto hacerlo?

Por lo general evitamos reírnos de nosotros mismos por miedo a la crítica, a hacer el ridículo, o a no ser tomados en serio. A veces queremos mostrar una imagen perfecta de nosotros mismos, por lo que vemos en redes sociales, lo cual provoca que no nos veamos con empatía.

 

Beneficios de reírse de uno mismo

+ Mejora la salud mental: reduce el estrés y la ansiedad

+ Fomenta la empatía y las relaciones humanas más sanas

+ Aumenta la resiliencia: nos permite afrontar los errores y fracasos con menos dramatismo

+ Da una sensación de libertad interior

 

Cómo empezar a hacerlo

+ Acepta tus errores como parte del aprendizaje

+ Cuéntate a ti mismo tus propias historias con humor

+ Rodéate de personas que no se tomen demasiado en serio

+ Practica la autocompasión, pero sin victimismo

+ Ejercita el humor positivo, sin sarcasmo destructivo

 

Por último, recuerda que reírte de ti mismo no es debilidad, sino fortaleza emocional. Disfruta cada momento ya que "si puedes reírte de ti mismo, nunca te faltará entretenimiento".

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(Karen Hutch - Aleteia )

  

ORAR SIEMPRE CON FE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE OCTUBRE DE 2025


Orar siempre con fe

La parábola es breve y se entiende bien. Ocupan la escena dos personajes que viven en la misma ciudad. Un «juez» al que le faltan dos actitudes consideradas básicas en Israel para ser humano. «No teme a Dios» y «no le importan las personas». Es un hombre sordo a la voz de Dios e indiferente al sufrimiento de los oprimidos.
 
La «viuda» es una mujer sola, privada de un esposo que la proteja y sin apoyo social alguno. En la tradición bíblica, estas «viudas» son, junto con los huérfanos y los extranjeros, el símbolo de las gentes más indefensas. Los más pobres de los pobres.
 
La mujer no puede hacer otra cosa sino presionar, moverse una y otra vez para reclamar sus derechos, sin resignarse a los abusos de su «adversario». Toda su vida se convierte en un grito: «Hazme justicia».
 
Durante un tiempo, el juez no reacciona. No se deja conmover; no quiere atender aquel grito incesante. Después reflexiona y decide actuar. No por compasión ni por justicia. Sencillamente para evitarse molestias y para que las cosas no vayan a más.
 
Si un juez tan mezquino y egoísta termina haciendo justicia a esta viuda, Dios, que es un Padre compasivo, atento a los más indefensos, «¿no hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche?».
 
La parábola encierra antes que nada un mensaje de confianza. Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Está permitida la esperanza. Su intervención final es segura. Pero ¿no tarda demasiado?
 
De ahí la pregunta inquietante del evangelio. Hemos de confiar; hemos de invocar a Dios de manera incesante y sin desanimarnos; hemos de «gritarle» que haga justicia a los que nadie defiende. Pero, «cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
 
¿Es nuestra oración un grito a Dios pidiendo justicia para los pobres del mundo o la hemos sustituido por otra, llena de nuestro propio yo? ¿Resuena en nuestra liturgia el clamor de los que sufren o nuestro deseo de un bienestar siempre mejor y más seguro?

P. José Antonio Pagola 


 

domingo, 5 de octubre de 2025

FE MÁS VIVA EN JESÚS



 Fe más viva en Jesús


«Auméntanos la fe». Así le piden los apóstoles a Jesús: «Añádenos más fe a la que ya tenemos». Sienten que la fe que viven desde niños dentro de Israel es insuficiente. A esa fe tradicional han de añadirle «algo más» para seguir a Jesús. ¿Y quién mejor que él para darles lo que falta a su fe?

 

Jesús les responde con un dicho un tanto enigmático: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esta morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería». Los discípulos le están pidiendo una nueva dosis de fe, pero lo que necesitan no es eso. Su problema consiste en que la fe auténtica que hay en su corazón no llega ni a «un granito de mostaza».

 

Jesús les viene a decir: lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que cuidéis dentro de vuestro corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para entendernos, una fe capaz de «arrancar» árboles como la higuera o sicómoro, símbolo de solidez y estabilidad, para «plantarlo» en medio del lago de Galilea.

 

Lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es «aumentar» nuestra fe en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante no es creer cosas, sino creerle a él.

 

Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Por eso nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

 

Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el «fuego» que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá más pequeña que «un granito de mostaza». No «arrancará» árboles ni «plantará» nada nuevo.

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 P. José Antonio Pagola

HOY CELEBRAMOS A SANTA FAUSTINA KOWALSKA - 5 DE OCTUBRE

 



Santa Faustina Kowalska

5 de octubre



 Fue una religiosa y mística polaca de la orden de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia.

Fue testigo de las apariciones de Jesucristo que inspiraron la devoción a la Divina Misericordia y le valieron el título de Apóstol de la Divina Misericordia. Su confesor, el beato Michał Sopoćko, le pidió que escribiera sus vivencias en un diario espiritual, que consta de varios cuadernos. Así pues, no por su voluntad sino por mandato de su confesor, dejó escritas sus vivencias místicas en unas seiscientas páginas.

En los últimos años de su vida, aumentaron los sufrimientos interiores de tipo espiritual y las dolencias del cuerpo: se desarrolló la tuberculosis que atacó sus pulmones y sistema digestivo. A causa de ello se le internó dos veces en el hospital de Pradnik, durante varios meses. Falleció el 5 de octubre de 1938, a los 33 años, de los cuales 13 fueron vividos en el convento. El 25 de noviembre de 1966 sus restos fueron llevados a la capilla, más tarde consagrada como Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia. Tras su beatificación, sus reliquias se depositaron en el altar de la capilla.

















SERVIR SIN PRETENCIONES



 Servir sin pretensiones

Lc 17, 5-10

Los discípulos piden al Señor que aumente su fe, como si la fe fuera cuestión de cantidad. Jesús les recuerda que lo decisivo no es cuánto se tiene, sino en quién se pone la confianza. Una fe auténtica, aunque pequeña como un grano de mostaza, puede abrir caminos imposibles. Es una fe que no se apoya en las fuerzas humanas sino en la fidelidad de Dios. Al mismo tiempo, la enseñanza sobre el siervo que cumple su deber invita a comprender que la fe no es un privilegio para reclamar méritos, sino una forma de vivir en gratuidad. Todo lo que hacemos es respuesta al amor recibido. El Evangelio desplaza la mirada del rendimiento personal hacia la confianza humilde. Una confianza que nos hace libres para servir sin pretensiones de recompensa. Hacemos lo que debemos, lo que hemos recibido.



Dibujo: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

IMÁGENES DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS - PERÚ


















































 

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