No hay dudas: Misioneras de la Caridad murieron como mártires
Por Eduardo Berdejo
(ACI).- ROMA – Pese a que los grandes medios de comunicación omiten el motivo religioso en la masacre de las Misioneras de la Caridad en Yemen, para Mons. Paul Hinder, Vicario Apostólico de Arabia del Sur, "no hay duda que las hermanas han sido víctimas de odio contra nuestra fe”.
El pasado viernes un grupo de presuntos terroristas islámicos ingresaron al convento y asesinaron a las cuatro religiosas -dos de Ruanda, una de la India y otra de Kenia-; junto a otras doce personas. Además se desconoce el paradero del P. Tom Uzhunnalil, único sacerdote católico que quedaba en Aden y que pertenece a la congregación salesiana.
El Prelado, responsable del trabajo apostólico en esta región de inmensa mayoría musulmana, reiteró sus palabras y señaló que “cuando digo que ‘murieron por odio a la fe’ quiero decir que las misioneras de la caridad murieron como mártires: como mártires de la caridad, como mártires porque testificaron a Cristo y compartieron mucho de Jesús en la cruz”.
Mons. Hinder explicó a ACI Prensa que en esta región “hay algunos grupos radicales que simplemente no soportan la presencia de cristianos que sirven a los más pobres de los pobres”, pues esto va en contraste con el sistema existente; aunque la población de Yemen “estima y aprecia a las misioneras de la caridad y su dedicado servicio”.
“Para ser claro: No hay razón para este hecho, a no ser que los autores, deliberadamente o no, sean agentes de los diablos”, expresó.
Asimismo, el Prelado se refirió al silencio de los medios de comunicación o –en otros casos- su tendencia a ocultar el motivo religioso de este asesinato. “Sería muy difícil no ver que este hecho fue motivado por una mente religiosa confundida; simplemente no podemos encontrar otra razón”, indicó.
Esto también fue criticado por el Papa Francisco hoy domingo ante los fieles reunidos para rezar el Ángelus. “Estos son los mártires de hoy. Y estos no son portada de los periódicos, no son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia”, expresó emocionado.
Mons. Hinder dijo que este ataque al convento de la congregación fundada por la Beata Madre Teresa de Calcuta “revela, primero que todo, que la guerra en Yemen continúa a pesar de los intentos negociadores”. “Hay grupos, especialmente en la región de Aden, que no están bajo el control del gobierno regular y tratan de desestabilizar el país y aterrorizar a la población”, indicó.
En ese sentido, explicó que ahora “los pocos católicos que hay en el país no tendrán otra opción que ser lo más discreto posible y esperar hasta que la paz se restablezca”. Además, la inseguridad que reina en el país ha ocasionado que con certeza se haya reducido drásticamente el número de fieles y no se tienen cifras exactas de la comunidad católica local.
A pesar del sombrío panorama, el Vicario Apostólico en Arabia aseguró que “el sacrificio de las hermanas y nuestras oraciones tendrán sus resultados, aunque no podamos ver un efecto inmediato. Como cristianos creemos que el Gólgota no es el fin, sino la Resurrección del Señor quien tendrá la última palabra en el juicio final”.
Este es el segundo ataque que sufren las misioneras de la caridad en Yemen. La primera vez ocurrió en julio de 1998, cuando hombres armados atacaron su centro de cuidados para discapacitados en la ciudad de Al Hodeida, a orillas del mar Rojo, donde murieron dos enfermeras, una india y otra filipina.
Desde el año pasado Yemen sufre un sangriento conflicto entre el movimiento rebelde chiita de los hutíes contra el gobierno del sunita Abdo Rabu Mansur Hadi y una coalición de países árabes encabezada por Arabia Saudita, que lleva a cabo una ofensiva aérea contra los insurgentes desde 2015. Según la ONU, este conflicto ha dejado hasta el momento más de 6.000 muertos.
En medio de esta guerra, en septiembre del año pasado otro grupo de hombres armados ingresó a la iglesia de la Sagrada Familia, en Adén.
El martirio de las cuatro misioneras de la caridad a manos de extremistas musulmanes se suma al de los más de 50 cristianos decapitados por el Estado Islámico en las costas de Libia en febrero y abril de 2015; al de los más de 140 estudiantes asesinados en la Universidad de Garissa (Kenia) por Al Shabab en abril de ese mismo año; y a los muchos otros cristianos asesinados por extremistas musulmanes en Irak, Siria y otras zonas de Medio Oriente y África.