sábado 19 Enero 2013
Sábado de la primera semana del tiempo ordinario
San Ábaco
Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo : "¡Come con los publicanos y los pecadores!"
Lecturas
Hebreos 4,12-16.
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe.
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
Salmo 19(18),8.9.10.15.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.
¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!
Marcos 2,13-17.
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.
Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo (c 406-450), arzobispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 30 : PL 52, 285-286
"¡Come con los publicanos y los pecadores!"
¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Dios es
acusado de abajarse hacia el hombre, de sentarse cerca del pecador, de
tener hambre de su conversión y sed de su retorno, de preferir el alimento
de la misericordia y la copa de la benevolencia. Pero Cristo, hermanos
míos, vino a esta comida; la Vida ha venido para estar entre los invitados
a fin de que, condenados a muerte, vivan la Vida; la Resurrección se ha
acostado para que los que yacen se levanten de sus tumbas; la Bondad se ha
abajado para levantar a los pecadores hasta el perdón; Dios ha venido hasta
el hombre para que el hombre llegue hasta Dios; el juez ha venido a la
comida de los culpables para sustraer a la humanidad de la sentencia de
condenación; el médico ha venido a los enfermos para restablecerlos
comiendo con ellos; el Buen Pastor ha inclinado la espalda para devolver la
oveja perdida al establo de la salvación(Lc 15, 3s).
“¿Porqué nuestro maestro come con publicanos y pecadores?” Pero, ¿quién
es pecador sino el que rechaza verse como tal? Dejar de reconocerse pecador
¿no es hundirse más en su propio pecado y, para decir verdad, identificarse
con él? Y ¿quién es el injusto sino aquel que se cree justo?... Vamos,
fariseo, confiesa tu pecado y podrás venir a la mesa de Cristo; por ti
Cristo se hará pan, ese pan que se romperá para el perdón de tus pecados:
Cristo será para ti la copa, esa copa que será derramada para el perdón de
tus faltas. Vamos, fariseo, comparte la comida de los pecadores y Cristo
compartirá tu comida; reconócete pecador y Cristo comerá contigo; entra con
los pecadores al festín de tu Señor y podrás no ser ya más pecador; entra
con el perdón de Cristo en la casa de la misericordia.
Sábado de la primera semana del tiempo ordinario
San Ábaco
Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo : "¡Come con los publicanos y los pecadores!"
Lecturas
Hebreos 4,12-16.
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe.
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
Salmo 19(18),8.9.10.15.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.
¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!
Marcos 2,13-17.
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.
Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo (c 406-450), arzobispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 30 : PL 52, 285-286
"¡Come con los publicanos y los pecadores!"
¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Dios es
acusado de abajarse hacia el hombre, de sentarse cerca del pecador, de
tener hambre de su conversión y sed de su retorno, de preferir el alimento
de la misericordia y la copa de la benevolencia. Pero Cristo, hermanos
míos, vino a esta comida; la Vida ha venido para estar entre los invitados
a fin de que, condenados a muerte, vivan la Vida; la Resurrección se ha
acostado para que los que yacen se levanten de sus tumbas; la Bondad se ha
abajado para levantar a los pecadores hasta el perdón; Dios ha venido hasta
el hombre para que el hombre llegue hasta Dios; el juez ha venido a la
comida de los culpables para sustraer a la humanidad de la sentencia de
condenación; el médico ha venido a los enfermos para restablecerlos
comiendo con ellos; el Buen Pastor ha inclinado la espalda para devolver la
oveja perdida al establo de la salvación(Lc 15, 3s).
“¿Porqué nuestro maestro come con publicanos y pecadores?” Pero, ¿quién
es pecador sino el que rechaza verse como tal? Dejar de reconocerse pecador
¿no es hundirse más en su propio pecado y, para decir verdad, identificarse
con él? Y ¿quién es el injusto sino aquel que se cree justo?... Vamos,
fariseo, confiesa tu pecado y podrás venir a la mesa de Cristo; por ti
Cristo se hará pan, ese pan que se romperá para el perdón de tus pecados:
Cristo será para ti la copa, esa copa que será derramada para el perdón de
tus faltas. Vamos, fariseo, comparte la comida de los pecadores y Cristo
compartirá tu comida; reconócete pecador y Cristo comerá contigo; entra con
los pecadores al festín de tu Señor y podrás no ser ya más pecador; entra
con el perdón de Cristo en la casa de la misericordia.