27 de Septiembre: San Vicente de Paul, presbítero
Texto del Evangelio (Mt 9,35-38): En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha».
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos»
Rev. D. Joan CASALS
(Súria, Barcelona, España)
Hoy, en la memoria de san Vicente de Paul, pobre entre los pobres, somos urgidos a contemplar nuestro entorno para tomar conciencia de las necesidades y problemáticas sociales, espirituales, económicas… que nos rodean. “Iglesia en salida” hasta las más estrictas y serias periferias existenciales, como nos pide el Papa Francisco: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en una vía adecuada para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación».
Es totalmente necesario que nos compadezcamos de nosotros mismos y de los otros en tantas miserias que nos invaden frecuentemente: el miedo, la persecución, la falta de alimento o de amor… Dejándonos “ser” y “hacer” pobres al servicio de Dios en los más pobres, los cuales, de acuerdo con el carisma de san Vicente de Paul, «han de ser siempre nuestros amos y señores». Ellos representan al mismo Cristo, el cual escogió ser pobre. Siempre desde un renovado ánimo de nuestra alma para vencer el desánimo y desencanto que en tantos momentos nos afecta. Así superaremos la triste imagen malograda y abatida que en nuestros tiempos y en tantos lugares se repite, incluso en la vida de quienes nos decimos cristianos, casi como “ovejas sin pastor”, para poder nacer de nuevo al amor de Dios, «para la salvación y consuelo de todos», como nos pide san Vicente de Paul.
Hemos de ponernos voluntariamente al servicio de los otros; «la cosecha es abundante» (Mt 9,37). La caridad de Jesucristo nos obliga en la obra de la redención que Él comenzó ofreciendo su vida en la Cruz para la salvación de todos. Los trabajadores somos pocos, pero con este amor somos llamados a hacer lo que la caridad nos manda.