domingo, 3 de noviembre de 2019

SÉ INDULGENTE


Sé indulgente



Para amar como Jesús nos enseñó, debemos aprender a ser indulgentes, que es “tener facilidad en perdonar las culpas ajenas”, como dice el diccionario. Es la disponibilidad y capacidad para perdonar las debilidades de nuestros prójimos una y otra vez, como le respondió Jesús a Pedro: “No siete, sino setenta veces siete debes perdonar”.

¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos quieren! Basta ver el rostro de un amigo un poco más sombrío que de costumbre para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa los descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima. Muestra un semblante amable en todas las ocasiones. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes.

Ser indulgentes siempre no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana. Por eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don de la caridad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos y susceptibilidades… Pero cuando el amor de Dios nos invade podemos “perdonar y soportar sin límites”.



* Enviado por el P. Natalio

A BUSCAR Y SALVAR LO PERDIDO - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2019


A buscar y salvar lo perdido



Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.

Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?

Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.

Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.

El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.

Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.

Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.

Lucas no describe el encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres.

Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria.
(Padre José Antonio Pagola)

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2019



Lecturas de hoy Domingo 31º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Hoy, domingo, 3 de noviembre de 2019


Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):

Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza,
como gota de rocío mañanero sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes
y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.
Amas a todos los seres
y no aborreces nada de lo que hiciste;
pues, si odiaras algo, no lo habrías creado.
¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?,
o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado?
Pero tú eres indulgente con todas las cosas,
porque son tuyas, Señor, amigo de la vida.
Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas.
Por eso corriges poco a poco a los que caen,
los reprendes y les recuerdas su pecado,
para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

V/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

V/. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.



Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):

Hermanos:
Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.

Palabra de Dios



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

EN aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy domingo,
 3 de noviembre de 2019
Fernando Torres cmf


Vivir de las apariencias o vivir en la verdad

      Una vez conocí a una persona para la que su fundamental preocupación era mantener su imagen. El tiempo que me tocó vivir cerca de él, me di cuenta de que era un trabajo agotador. Tenía que estar todo el día en guardia, tenía que decir la mentira oportuna a la persona oportuna en el momento justo, tenía que disimular continuamente. Aquel sujeto no se podía permitir expresar nunca lo que sentía de verdad. Siempre iba como cubierto con una coraza que, supongo, le debía pesar muchísimo y resultarle muy incómoda. De aquel modo lograba el aplauso de la gente. Pero ciertamente pagaba un precio muy alto. Demasiado alto. 

      La historia de Zaqueo es parecida. Por lo que nos dice el Evangelio, era un hombre rico. De entrada eso ya nos habla de una persona que tiene una buena imagen. La imagen social se hace a base de tener una buena casa y un buen coche, vivir en un buen barrio y disponer de fondos en el banco. A esas personas, los empleados de los bancos los tratan con respeto. Zaqueo era un hombre rico. Zaqueo había conseguido el respeto de los que vivían con él. Pero sabía que ese respeto era más por temor que por amor. Le tenían respeto pero no cariño. Porque su riqueza, probablemente, había sido amasada a base de hacer harina a los demás. Zaqueo era un publicano, uno que se dedicaba a recaudar los impuestos para los opresores romanos a cambio de quedarse con un tanto por ciento. Había hecho su riqueza a base de oprimir a sus vecinos. Zaqueo sabía que su imagen era sólo apariencia, que si le cedían el paso cuando le encontraban por la calle no era porque le amasen. En absoluto. Más bien, le odiaban. Zaqueo se había esforzado mucho por triunfar pero la verdad era que no lo había logrado. Para nada. 

      De repente, Jesús pasa por su vida. Porque Jesús es el enviado de Dios y Dios, como dice la primera lectura, ama todo lo que es suyo. Y Zaqueo es suyo. Zaqueo es hijo de Dios. Dios le quiere mostrar el buen camino, lo que tiene que hacer para triunfar de verdad en la vida. Hoy Dios va a pasar por su casa. Jesús se lo dice con claridad. “Hoy me voy a quedar contigo”. Jesús le va a hacer de espejo. Mirando a Jesús, Zaqueo se da cuenta de que ha perdido el tiempo y de que su aparente éxito en la vida no es más que un estrepitoso fracaso. Pero Jesús es su oportunidad. Dios le visita y le ofrece un nuevo comienzo. Menos mal que Zaqueo no fue tonto. Abrió su corazón a la salvación que Dios le ofrecía. Aceptó la realidad de su fracaso y reorientó su vida. Empezó a construir de nuevo su futuro pero esta vez apoyado en la realidad: no en el cuidado de la imagen y las apariencias sino en el amor y en la confianza en Dios. 



Para la reflexión

      ¿Me preocupo de las apariencias y del qué dirán tanto como para olvidarme de la realidad de mi vida? Hoy Jesús me está mirando y me dice que quiere quedarse en mi casa ¿qué le voy a responder? ¿No me está dando la oportunidad de cambiar algunas cosas? ¿Cuáles?

PAPA FRANCISCO: DIOS CONDENA EL PECADO, PERO INTENTA SALVAR AL PECADOR


Papa Francisco: Dios condena el pecado, pero intenta salvar al pecador
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube



El Papa Francisco explicó que “Dios condena el pecado, pero intenta salvar al pecador”. Así lo indicó el Santo Padre en el rezo del Ángelus de este domingo 3 de noviembre al reflexionar en el pasaje bíblico del Evangelio de San Lucas en el que se describe el encuentro de Jesús con Zaqueo.

“Dios condena el pecado, pero intenta salvar al pecador, lo va a buscar para llevarlo de vuelta al camino correcto” dijo el Papa quien añadió que “quien nunca se ha sentido buscado por la misericordia de Dios, le resulta difícil comprender la extraordinaria grandeza de los gestos y las palabras con las que Jesús se acerca a Zaqueo”.

En su reflexión previa al rezo de la oración mariana, el Pontífice comentó cuando Jesús encontró a Zaqueo en Jericó. “Había tanta gente para darle la bienvenida, incluido un hombre llamado Zaqueo, jefe de los ‘publicanos’, es decir, de aquellos judíos que recaudaban impuestos en nombre del Imperio Romano. Era rico, no por ganancias honestas, sino porque pedía ‘sobornos’, y esto aumentó el desprecio por él”.


En este sentido, el Papa describió que Zaqueo “trató de ver quién era Jesús” pero “no quería conocerlo” sino más bien “tenía curiosidad” ya que “quería ver ese personaje del cual había escuchado cosas extraordinarias” y debido a su baja estatura, trepó a un árbol “para poder verlo” por lo que cuando Jesús llegó cerca, levantó la vista y lo vió.

“Esto es importante: la primera mirada no es de Zaqueo, sino de Jesús, que entre tantos rostros que lo rodeaban -la multitud-, buscó propio el suyo. La mirada misericordiosa del Señor nos alcanza antes de darnos cuenta de que la necesitamos para ser salvados. Y con esta mirada del divino Maestro comienza el milagro de la conversión del pecador”, relató.

De hecho, el Pontífice describió que Jesús lo llamó por nombre: “Zaqueo, baja inmediatamente, porque hoy debo quedarme en tu casa”, pero el Papa aclaró que “no le reprocha, no le da un ‘sermón’; Jesús le dice que debe ir hacia él: ‘debe’, porque es la voluntad del Padre. A pesar de las murmuraciones de la gente, Jesús decide detenerse en la casa de ese pecador público”.

“Nosotros también nos habríamos escandalizado por este comportamiento de Jesús. Pero el desprecio y el cierre hacia el pecador no hacen más que aislarlo y endurecerlo en el mal que hace contra sí mismo y contra la comunidad. En cambio, Dios condena el pecado, pero intenta salvar al pecador, Él va a buscarlo para llevarlo de vuelta al camino correcto. Quien nunca se ha sentido buscado por la misericordia de Dios, le resulta difícil comprender la extraordinaria grandeza de los gestos y las palabras con las que Jesús se acerca a Zaqueo”, comentó el Papa.

En esta línea, el Santo Padre remarcó que “la acogida y la atención de Jesús” hacia Zaqueo permitieron que cambie de mentalidad: “en un instante se da cuenta de lo insignificante que es una vida con el dinero, a costa de robar a otros y recibir su desprecio. Tener al Señor allí, en su casa, le hace ver todo con ojos distintos, también con un poco de la ternura con la cual Jesús lo ha mirado. Y cambia también su modo de ver y de usar el dinero” por lo que decide dar la mitad de lo que posee a los pobres y devolver el cuádruple a quien le ha robado.

“Zaqueo descubre de Jesús que es posible amar gratuitamente: hasta ahora era tacaño, ahora se vuelve generoso” y se alegra “en la distribución”.

Por ello, el Papa concluyó que “al encontrar el Amor, al descubrir que es amado a pesar de sus pecados, fue capaz de amar a los otros, haciendo del dinero un signo de solidaridad y de comunión”.

Finalmente, el Santo Padre rezó para que “la Virgen María nos obtenga la gracia de sentir siempre sobre nosotros la mirada misericordiosa de Jesús, para ir hacia el encuentro con misericordia de quienes se han equivocado, para que ellos también puedan recibir a Jesús, quien vino a buscar y a salvar a quien estaba perdido”.

HOY ES LA FIESTA DE SAN MARTÍN DE PORRES, EL SANTO DE LA ESCOBA, 3 DE NOVIEMBRE


3 de Noviembre : 
Fiesta de San Martín de Porres

“Yo te curo y Dios te sana”, solía decir San Martín de Porres, el santo de la escoba y patrono de los barberos, a los grandes señores y hombres sencillos que acudían en busca de su ayuda.

Era tanto el cariño y admiración que le tenían al humilde Fray Martín que hasta el Virrey de aquel entonces fue a visitarlo en su lecho de muerte para besar su mano. Partió a la Casa del Padre un 3 de noviembre de 1639, besando el crucifijo con gran alegría.

San Martín es recordado con la escoba, que es símbolo de su humilde servicio. Por ello, San Juan XXIII al canonizarlo en 1962 dijo: “¡Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos lo feliz y maravilloso que es seguir los pasos y obedecer los mandatos divinos de Cristo!”.

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Oración a San Martín de Porres


Señor Nuestro Jesucristo, que dijiste "pedid y recibiréis", humildemente te suplicamos que, por la intercesión de San Martín de Porres, escuches nuestros ruegos.

Renueva, te suplicamos, los milagros que por su intercesión durante su vida realizaste, y concédenos la gracia que te pedimos si es para bien de nuestra alma.

Así sea.

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Oración para pedir un favor a San Martín de Porres


En esta necesidad y pena que me agobia acudo a ti, mi protector San Martín de Porres.

Quiero sentir tu poderosa intercesión. Tú, que viviste sólo para Dios y para tus hermanos, que tan solícito fuiste en socorrer a los necesitados, escucha a quienes admiramos tus virtudes.

Confío en tu poderoso valimiento para que, intercediendo ante el Dios de bondad, me sean perdonados mis pecados y me vea libre de males y desgracias.

Alcánzame tu espíritu de caridad y servicio para que amorosamente te sirva entregado a mis hermanos y a hacer el bien.

Padre celestial, por los méritos de tu fiel siervo San Martín, ayúdame en mis problemas y no permitas que quede confundida mi esperanza.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

BIENVENIDOS A MI BLOG!!





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