jueves, 11 de enero de 2024

IMÁGENES DE SAN JUAN BOSCO





 













5 RECOMENDACIONES PARA CUIDAR LA EUCARISTÍA (COMO LAICOS) - PADRE CARLOS ROSELL DE ALMEIDA









 

7 CONSEJOS DE FRAY NELSON PARA EVITAR EL CHISME



7 consejos de Fray Nelson para evitar el chisme

Por Walter Sánchez Silva



Fray Nelson Medina, sacerdote dominico conocido por su apostolado en redes sociales, ofrece 7 consejos para evitar el chisme.

“Con alguna frecuencia el Papa Francisco advierte en contra del daño que chismes y murmuraciones causan en la sociedad, en la familia y sobre todo en la Iglesia”, señala el sacerdote en declaraciones a ACI Prensa.

“Algunas de las razones principales para esta exhortación papal son que causa divisiones, destruye la confianza y abre el camino a las peores formas de ambición”, precisa.

Por eso, el también Doctor en Teología Fundamental ofrece estos siete consejos para luchar “contra esta plaga” del chisme.


1. Tomar el daño del chisme en serio

“Entiende la gravedad de lo que está implicado”, recomienda el sacerdote colombiano.

“Tomemos todos en serio el daño que se puede hacer y, por lo tanto, conservemos una actitud firme pero tranquila frente a toda murmuración”, agrega Fray Nelson.


2. Poner un límite a las “historias”

El sacerdote dominico exhorta además a poner “un límite a quien viene a traer ‘historias’. No hay necesidad de ser groseros, pero la cortesía no nos obliga a ser receptores inertes de lo que nos quieran traer”.

“Siempre es posible, y a menudo es necesario, detener a los murmuradores y cortar así la murmuración en su raíz”, precisa.

“Sirve, por ejemplo, en muchos casos, preguntar en tono neutro algo como: ‘¿Eso te consta personalmente?’. O también comentar algo como: ‘Habría que oír también a la otra parte’. Lo importante es que la conversación no avance frente a tu oído pasivo”, señala.


3. Cuestiónate

“Antes de difundir cualquier opinión sobre otra persona, hazte las preguntas clásicas: ¿Estoy seguro de que eso es cierto? ¿Esa es la versión completa de las cosas? ¿Estoy seguro de que compartir eso hace algún bien?”.


4. Que se sepa que eres prudente ante el chisme

Fray Nelson recomienda asimismo que un fiel católico debe hacerse “conocer como una persona veraz, asertiva y de opiniones objetivas. Que se sepa que eres prudente y que piensas antes de hablar”.

“Está demostrado que los chismosos prefieren como oyentes a los que saben que son relajados con su lengua”, subraya el dominico.


5. ¿Qué provecho pretende quien esparce chismes?

“No sobra que, sin caer en demasiadas suspicacias, te preguntes qué provecho pretende el que viene a ti con chismes o murmuraciones”, indica Fray Nelson.

“Reconocer a tiempo estas intenciones evita que seamos ‘idiotas útiles’”, advierte.


6. No caer en el pecado de la murmuración

“Recuerda la advertencia del Apóstol Santiago: la lengua que sirve a Dios alabándole no debe destruir al hombre, imagen de Dios, con el pecado de murmuración”, resalta el sacerdote colombiano.

“Piensa en el don de la palabra como un regalo que Dios te ha dado y que quieres administrar bien”, exhorta.


7. Rezar

“No olvides bendecir en tu corazón y orar por los lugares y personas que más frecuentas”, sugiere también Fray Nelson.

“Ello dispondrá mejor tu corazón para obrar rectamente con lo que oyes y con lo que dices”, concluye.


EL ENCUENTRO DE JESÚS CON UN LEPROSO - EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 11 DE ENERO DE 2024



Jueves 1 del tiempo ordinario

Jueves 11 de enero de 2024



1ª Lectura (1Sam 4,1-11): En aquellos días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel. Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres. La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron: «¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo».


Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló. Al oír los filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron: «¿Qué significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?».


Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento y, muertos de miedo, decían: «¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias? ¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!».


Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita. El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.



Salmo responsorial: 43

R/. Redímenos, Señor, por tu misericordia.

Ahora nos rechazas y nos avergüenzas, y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea.

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean; nos has hecho el refrán de los gentiles, nos hacen muecas las naciones.

Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión?


Versículo antes del Evangelio (Mt 4,23): Aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino y sanaba toda dolencia en el pueblo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».

Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.





«‘Si quieres, puedes limpiarme’ (...). ‘Quiero; queda limpio’»

Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer

(Barcelona, España)



Hoy, en la primera lectura, leemos: «¡Ojalá oyereis la voz del Señor: ‘No queráis endurecer vuestros corazones’!» (Heb 3,7-8). Y lo repetimos insistentemente en la respuesta al Salmo 94. En esta breve cita, se contienen dos cosas: un anhelo y una advertencia. Ambas conviene no olvidarlas nunca.

Durante nuestro tiempo diario de oración deseamos y pedimos oír la voz del Señor. Pero, quizá, con demasiada frecuencia nos preocupamos de llenar ese tiempo con palabras que nosotros queremos decirle, y no dejamos tiempo para escuchar lo que el Buen Dios nos quiere comunicar. Velemos, por tanto, para tener cuidado del silencio interior que —evitando las distracciones y centrando nuestra atención— nos abre un espacio para acoger los afectos, inspiraciones... que el Señor, ciertamente, quiere suscitar en nuestros corazones.

Un riesgo, que no podemos olvidar, es el peligro de que nuestro corazón —con el paso del tiempo— se nos vaya endureciendo. A veces, los golpes de la vida nos pueden ir convirtiendo, incluso sin darnos cuenta de ello, en una persona más desconfiada, insensible, pesimista, desesperanzada... Hay que pedir al Señor que nos haga conscientes de este posible deterioro interior. La oración es ocasión para echar una mirada serena a nuestra vida y a todas las circunstancias que la rodean. Hemos de leer los diversos acontecimientos a la luz del Evangelio, para descubrir en cuáles aspectos necesitamos una auténtica conversión.

¡Ojalá que nuestra conversión la pidamos con la misma fe y confianza con que el leproso se presentó ante Jesús!: «Puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’» (Mc 1,40). Él es el único que puede hacer posible aquello que por nosotros mismos resultaría imposible. Dejemos que Dios actúe con su gracia en nosotros para que nuestro corazón sea purificado y, dócil a su acción, llegue a ser cada día más un corazón a imagen y semejanza del corazón de Jesús. Él, con confianza, nos dice: «Quiero; queda limpio» (Mc 1,41). 

¿DÓNDE GUARDAR LAS CENIZAS DE LOS DIFUNTOS?



 ¿Dónde guardar las cenizas de los difuntos?

Dos respuestas del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Por: Redacción | Fuente: Vatican News



Será posible disponer un lugar sagrado "para la acumulación y conservación en común de las cenizas de los bautizados difuntos", es decir, un cinerario comunitario donde sean reservadas las cenizas individuales. Así lo afirma el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en respuesta a dos preguntas del arzobispo de Bolonia Matteo Zuppi sobre el tema de los creyentes difuntos sometidos a cremación. La segunda respuesta afirma que la autoridad eclesiástica también puede considerar y evaluar la petición de los familiares de conservar una "mínima parte" de las cenizas de un difunto en un lugar significativo de la historia del difunto.

El cardenal Zuppi, ante la "multiplicación de la elección de incinerar al difunto" y de dispersar las cenizas en la naturaleza, también para "no dejar prevalecer las razones económicas, sugeridas por el menor coste de la dispersión, y dar indicaciones sobre el destino de las cenizas, una vez vencidos los plazos para su conservación", queriendo "corresponder no sólo a la petición de los familiares, sino sobre todo al anuncio cristiano de la resurrección de los cuerpos y del respeto que se les debe", ha presentado estas preguntas. La primera: "Teniendo en cuenta la prohibición canónica de dispersar las cenizas de un difunto -de modo similar a lo que sucede en los osarios-, ¿es posible establecer un lugar sagrado, definido y permanente, para la acumulación mixta y la conservación de las cenizas de los difuntos bautizados, indicando para cada una los datos personales?". Y la segunda: "¿Se puede permitir que una familia conserve parte de las cenizas de un familiar en un lugar significativo para la historia del difunto?".

El Dicasterio, en un texto firmado por el cardenal prefecto Víctor Fernández y aprobado por el Papa el 9 de diciembre, responde afirmativamente. En primer lugar, recuerda que, según la Instrucción Ad resurgendum cum Christo 2016 (n. 5), "las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado (cementerio), y también en un espacio específicamente dedicado a este fin, siempre que haya sido designado para ello por la autoridad eclesiástica". Se citan las razones para ello, a saber, la necesidad de "reducir el riesgo de sustraer al difunto a la memoria y a las oraciones de los familiares y de la comunidad cristiana" y evitar "el olvido y la falta de respeto", así como "las prácticas indecorosas o supersticiosas".

Se nos recuerda entonces: "Nuestra fe nos dice que resucitaremos con la misma identidad corporal que es material", aunque "esa materia será transfigurada, liberada de las limitaciones de este mundo. En este sentido, la resurrección será en esta carne en la que ahora vivimos". Pero esta transformación "no implica la recuperación de las partículas idénticas de materia que formaban el cuerpo". Por tanto, el cuerpo resucitado "no estará formado necesariamente por los mismos elementos que tenía antes de morir. Al no tratarse de una simple revivificación del cadáver, la resurrección puede tener lugar incluso si el cuerpo ha sido totalmente destruido o dispersado. Esto nos ayuda a comprender por qué en muchos cinerarios las cenizas del difunto se conservan todas juntas, sin guardarlas en lugares separados".

A continuación, el Dicasterio subraya que "las cenizas de los difuntos proceden de restos materiales que formaron parte del itinerario histórico de la persona, hasta el punto de que la Iglesia tiene un especial cuidado y devoción por las reliquias de los santos. Este cuidado y recuerdo nos lleva también a una actitud de sagrado respeto" hacia las cenizas, que "conservamos en un lugar sagrado adecuado para la oración".

A Zuppi el Dicasterio responde, por tanto, que "es posible disponer un lugar sagrado, definido y permanente, para la acumulación y conservación comunitaria de las cenizas de los bautizados difuntos, indicando para cada uno los datos personales para no dispersar la memoria nominal". La Iglesia admite, por tanto, la posibilidad de verter las cenizas en un lugar común, como sucede con los osarios, pero conservando la memoria individual de cada uno de los difuntos. Por último, se afirma que, excluyendo "cualquier tipo de malentendido panteísta, naturalista o nihilista", en cumplimiento de las normas civiles, si las cenizas del difunto se conservan en un lugar sagrado, la autoridad eclesiástica "podrá considerar y valorar la petición de una familia de conservar debidamente una mínima parte de las cenizas de su pariente en un lugar significativo" para su historia.


PREOCUPARNOS POR LAS PERSONAS



 Preocuparnos por las personas

Estamos llamados a prestar nuestro cariño y atención a las personas.

Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net



Nos preocupamos por la limpieza de la casa, por el buen funcionamiento en el puesto de trabajo, por las colas en las oficinas públicas, por la limpieza de las calles, por la puntualidad de los trenes y autobuses.

Podríamos, al mismo tiempo, preocuparnos más por las personas. Porque lo que funciona, o lo que no funciona a nuestro alrededor, tienen su origen en lo que cada uno piensa, siente, decide, hace.

Preocuparnos por las personas significa dar su debida importancia a ese familiar, que no es simplemente alguien que compra la comida o que plancha la ropa durante el día.


Preocuparnos por las personas permite descubrir si ese compañero de trabajo que a veces llega tarde quizá vive una difícil situación familiar o tiene problemas de salud.

Preocuparnos por las personas nos ayuda a dejar en segundo lugar la búsqueda de buenos resultados en las tareas comunes para dar prioridad a las necesidades y situaciones que experimentan quienes conviven a nuestro lado.


Esto vale también para la Iglesia católica. Porque sería triste que solo nos fijásemos en la limpieza de la parroquia o en la calidad del sonido en las misas, y nos olvidásemos de la persona que tiene tos o del párroco que no consigue pagar la luz al final de mes.

Es cierto que tenemos que esforzarnos para que las cosas salgan adelante, para que las oficinas sean eficientes, para que en casa haya más limpieza y orden, para que los hospitales atiendan tempestivamente a los enfermos.

Pero también es cierto que estamos llamados a prestar nuestro cariño y atención a las personas, que no son simplemente productores o funcionarios, sino hombres y mujeres que sueñan, que lloran, que sufren y que hacen fiesta.

Por eso, cuando aprendemos a preocuparnos por las personas, adquirimos un modo de verlo todo en un nivel superior, de forma que al pensar cómo poner en orden esos papeles que llenan una estantería, también sabremos prestar atención al oficinista que está cansado porque su hijo pequeño estuvo llorando toda la noche...

SANTORAL DE HOY JUEVES 11 DE ENERO DE 2024

 

Ana Maria Janer Anglarill, BeataAna Maria Janer Anglarill, Beata
Religiosa y Fundadora, 11 de enero
Paulino de Aquileya, SantoPaulino de Aquileya, Santo
Obispo, 11 de enero
Teodosio el Cenobita, SantoTeodosio el Cenobita, Santo
Monje, 11 de enero
Francisco Rogaczewski, BeatoFrancisco Rogaczewski, Beato
Presbítero y Mártir, 11 de enero
Vital de Gaza, SantoVital de Gaza, Santo
Emitaño, 11 de enero
Bernardo de EscammacaBernardo de Escammaca
Religioso, 11 de enerro
Higinio, SantoHiginio, Santo
IX Papa, 11 de enero
Tomás de Cori, SantoTomás de Cori, Santo
Presbítero Franciscano, 11 de enero

BIENVENIDOS






 

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