viernes, 8 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 8 DE ABRIL DEL 2016


Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces
Pascua


Juan 6, 1-15. Pascua. Los cinco panes son, sin duda, una representación de los talentos que Dios nos ha regalado. 


Por: P. Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15
Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

Oración introductoria
La multiplicación de los panes me recuerda que la abundancia es una característica del auténtico amor. Señor, creo en ti y te amo, por eso, con toda confianza, te pido que me permitas escucharte en esta oración para conocer cuál es el camino que debo seguir para que mi amor, a Ti y a los demás, sea ilimitado.

Petición
Jesús, ayúdame a que mi amor sea incondicional, auténtico, abundante.

Meditación del Papa Francisco
El que ama conoce a Dios; el que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que se manifiesta en su Hijo, que ha venido para salvarnos. Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para conocer a Dios hace falta toda una vida; un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a los que nos odian, de amor por todos. […]
El Señor tuvo compasión de la cantidad de gente que había ido a escucharlo, porque eran ovejas sin pastor, desorientadas. Y hoy mucha gente está desorientada en nuestras ciudades, en nuestros países. Por eso, Jesús les enseña la doctrina y la gente le escucha. Cuando luego se hace tarde y pide que les den de comer, sin embargo, los discípulos responden un poco nerviosos. Una vez más Dios ha llegado primero, los discípulos no habían entendido nada:
Así es el amor de Dios: siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos. ¡Siempre! No una vez, 70 veces 7. ¡Siempre! Como un padre lleno de amor y para conocer a este Dios, que es amor, debemos subir por el escalón del amor al prójimo, por las obras de caridad, por las obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado. Que el Señor, en estos días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios, nos dé la gracia de conocerle por el camino del amor. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2015, en Santa Marta).
La multitud se conmueve por el prodigio de la multiplicación de los panes, pero el don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no solo el hambre material, sino esa más profunda, el hambre del sentido de la vida, el hambre de Dios. Frente al sufrimiento, la soledad, la pobreza y las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer nosotros? (Homilía de S.S. Francisco, 26 de julio de 2015).
Reflexión
Entre los personajes que intervienen en la escena evangélica, además del Maestro, los apóstoles y la multitud, el muchacho de los panes y los peces pasa muy desapercibido en el relato. Apenas se menciona, pero su presencia y generosidad fueron claves para que Jesús obrara el milagro.

De hecho, cuando Felipe le señala, bien hubiera podido decir: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero no sé si quiera entregarlos y, de cualquier modo, ¿qué es eso para tantos?"

Todos los milagros de Jesús requirieron de la fe de quienes los pedían. Éste, además, requirió de la generosidad de aquel muchacho. Como si quisiera decirnos con ello el evangelista, que para obtener el milagro de la propia conversión o del propio progreso espiritual y humano, siempre se requiere generosidad. Darlo todo, y darlo de corazón.

Igualmente, cuando se trata de la ayuda a los demás, muchas veces tenemos en nuestras cestas los cinco panes y dos peces que necesita nuestro prójimo. A veces es una limosna, a veces es ceder el paso en la calle o una simple sonrisa que devuelva la confianza a nuestros hijos o compañeros de trabajo, después de que hemos sufrido algún percance.

Los cinco panes son, sin duda, una representación de los talentos que Dios nos ha regalado. Sólo en la medida en que los demos a los demás, fructifican y rinden todo cuanto pueden. Si los guardamos para nosotros mismos, pueden echarse a perder. Hay que recordar que el milagro comienza cuando aquel muchacho cedió al Maestro sus panes, para que diera de comer a toda una multitud...

Propósito
En mi siguiente encuentro con Cristo en la Eucaristía, pedirle que abra mi corazón a la compasión hacia el prójimo y al compartir fraterno.

Diálogo con Cristo 
Jesús, ayúdame a saber multiplicar mi amor. Para que el milagro se produzca necesito simplemente ofrecerte lo que tengo, nada más… pero tampoco nada menos. Tú multiplicarás estos pocos o muchos dones para el bien de todos. Con humildad y sencillez te ofrezco mis talentos, consciente de que los he recibido para darlos a los demás.

EL PERRO Y EL CARNICERO


El perro y el carnicero


El hombre descubre en su conciencia una ley que él no se da a sí mismo, sino que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal... Horacio, poeta latino, escribió: “Tu regla inviolable deber ser, no hacer nunca nada que hiera tu conciencia y de lo que tengas que ruborizarte”.

Cuenta Esopo, fabulista griego, que una  vez entró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, arrebató un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero y, viéndolo huir y sin poder hacer ya nada, gritó amenazándolo con mucha severidad: -¡Oye amigo, allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!

El buen carnicero quería ser como la voz de la conciencia para el perro ladrón… Alguien dijo acertadamente: “El tigre desgarra a su presa y duerme; el hombre se convierte en homicida y no puede conciliar el sueño”. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.  Aprovecha bien este regalo de Dios.


* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: VIERNES 8 DE ABRIL DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Abril 8



No serás feliz si eres estudiante y no estudias; si eres trabajador y no trabajas; si eres profesional y no cumples con tu profesión; en ninguno de estos casos serás feliz.

No serás buena persona si eres superior y no sabes obedecer a tus respectivos superiores; ni mandar a tus subordinados; si eres esposo y no respetas y tratas con cariño a tu esposa; si eres hijo y no entiendes minuciosamente a tus padres, quizá ya ancianos; si eres cristiano y no eres testimonio de Cristo; en ninguna de esas circunstancias puedes  tenerte como buena persona.

Para ser feliz hay que ser bueno, pues la felicidad es una consecuencia de la buena conciencia; y es la buena conciencia la única que nos puede certificar de nuestra bondad.
Bondad y felicidad: dos realidades que entre sí se relacionan, que se entremezclan, que interdependen; buscar o pretender una sin la otra es desviar el camino, es equivocar la ruta, es condenarse a no poseer ni la una ni la otra.

Cuando un cristiano cobra conciencia de que es hijo de Dios, no puede menos de rezar con los Salmos: “¡Alégrense, justos, en el Señor, griten de gozo todos los rectos de corazón!” (Sal 32,11). ”¡Alégrense, justos, en el Señor, alaben su santo Nombre!” (Sal 97,12). “Se alegrarán los que en ti se refugian, y siempre cantarán jubilosos; tú proteges a los que aman tu Nombre, y ellos se llenarán de gozo” (Sal 5.12)


* P. Alfonso Milagro

SI, EL REÍR REJUVENECE... Y QUÉ POCO REÍMOS


Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!
¡Qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia el fulgor maravilloso de la sonrisa!


Por: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 




¿La risa, la sonrisa? algo que muchos considerarán intrascendente, pero sin embargo es de gran importancia y valor.

Valioso e importante para nuestro caminar por la vida, para nuestro trato con los demás, para nuestro beneficio y hasta para nuestra salud.

La risa y la sonrisa. Según una terapeuta que realizó estudios en los Estados Unidos relativos a los beneficios de la risa para la mente y el cuerpo humano, así como las terapias adicionales a la misma, tales como la respiración consciente, la expresión corporal, el canto y la conversación eran factores importantísimos, aparte de un signo externo de alegría, para prevenir las enfermedades cardiovasculares, calmar los dolores físicos, regular el sistema nervioso y aliviar el stres.

No sabemos que es lo que pensarán los médicos al respecto pero lo que si sabemos todos es que reír es algo que nos deja el alma aligerada, que es una sensación extraordinaria de bienestar y gozo que como algo mágico nos transporta un poco a nuestros tiempos infantiles y por eso el reír rejuvenece. Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!

Al sentirnos adultos nos revestimos de una gran austeridad y de una propiedad tan seria y formal que vamos olvidando poco a poco lo que es el reír y podemos decir que pasan días y días sin que la risa vigorice nuestra personalidad y alegre nuestra existencia y la de los demás. Ceño fruncido, mirada torva y reconcentrada, gesto adusto, labios apretados... eso hace daño al corazón y al espíritu.

La Madre Teresa de Calcuta solía decir: "Familia que reza unida, permanece unida" y estamos de completo acuerdo pero también nos atrevemos a decir que : "Familia que ríe unida, permanece unida"

Y reírnos un poco de nosotros mismos es el mejor antídoto para sobrellevar con buen ánimo todos nuestros errores y fallas que como seres humanos tenemos.

Es cierto que no siempre hay motivos para reír, pero de lo que no podemos prescindir es de la sonrisa. La sonrisa no es carcajada, es algo más sutil, es como dice de ella Martín Descalzo: "Si yo tuviera que pedirle a Dios un DON, le pediría que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de la expresión humana. Debe ser, por ello, muy fácil enamorarse de personas que poseen una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!".

Cuando alguien nos sonríe nos está mandando un mensaje de paz, de equilibrio interior, de dulzura y de amor. Quién sabe amar sonríe fácilmente Las personas amargadas, egoístas, envidiosas, no saben sonreír y mucho menos si son orgullosas.

Reír es bueno para la salud porque la alegría es cosa sana y provechosa. Sonreír es ir derramando un haz luminoso de calor y ternura para los demás, es como un destello del mismo Dios que brota como agua fresca para las almas sedientas que se nos acercan.


Que nuestra sonrisa no sea un gesto forzado, sino algo espontáneo y natural que dará a nuestra personalidad un relieve maravillosamente profundo y humano.

ESTAMPAS CON ORACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS






GRACIAS AL PADRE PÍO DEJÓ DE SER MÚSICO DE CABARET Y AHORA ES SACERDOTE EN IRAK


Gracias al Padre Pío dejó de ser músico de cabaret y ahora es sacerdote en Irak



 (ACI).- El P. Jean Marie Benjamin es un francés que tuvo un intenso e involvidable encuentro con el Padre Pío de Pietrelcina en la década de 1960. Después de esa ocasión que lo marcó para siempre, dejó de ser músico de cabaret para convertirse en sacerdote.

En 1968 Benjamin tenía poco más de 20 años, llevaba una vida libertina en París y trabajaba como músico en un cabaret. Quería dedicarse por completo a la música. Para entonces ya había grabado dos discos y estaba componiendo su primera sinfonía.

Un día, según contó a ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– fue a cenar a casa de un amigo y en la biblioteca encontró un libro sobre el Padre Pío. Recordó que al ver la foto del fraile en la tapa este “atrajo su mirada”. Pidió el libro prestado, lo leyó en una noche y decidió ir a buscarlo a San Giovanni Rotondo en Italia.

Cuando llegó a la ciudad, conoció en el hospedaje a Marco, un profesor de literatura que también quería ver al Padre Pío. Este le aconsejó que si quería confesarse con el fraile capuchino debía ir a la Misa de las 5:00 a.m. y conseguir un boleto. También le comentó que él ya no confesaba a extranjeros porque lo agotaba pero lo animó a que lo intentara.

Al día siguiente Benjamín fue a la Misa. Recordó que el Padre Pío estaba en una silla de ruedas, se le veía viejo, encorvado, doblado por el dolor de los estigmas y pese a eso “todos tenían los ojos puestos en él. La emoción era grande”.

El momento de la consagración “era imposible de describir. No hay palabras ni expresiones para decir con exactitud lo que estaba pasando”, porque además los pájaros que estaban en las ventanas del templo se quedaban en silencio.

Benjamin no pudo conseguir un boleto sino hasta que Marco le dio el suyo que ya no iba a usar. Sin embargo, el fraile de los estigmas no confesó durante los tres días siguientes porque estaba muy cansado y mal de salud.

El domingo 8 de marzo cuando abrieron la puerta del templo, Benjamín corrió y se sentó en la primera fila para la confesión.


Cuando llegó su turno, el Padre Pío le preguntó, lentamente como si supiera que no entendía el italiano, “¿Hace cuánto tiempo que no te confiesas?”. Benjamin le contó su historia en francés. El sacerdote repitió la pregunta y él contestó que no lo recordaba.

“El Padre Pío alzó la mano derecha, la izquierda y la movió tres, cuatro veces, haciendo un ruido que me pareció largo. Después me dijo el día, el mes y el año de mi última confesión. Fue un 13 de julio del año 1961 en Costa de Marfil, cuando viajé a África con mis padres”, relató a ACI Stampa.

Tras un largo silencio, el joven pidió la bendición del Padre Pío y este le dijo mirándolo fijamente a los ojos: “Anda a ver a un sacerdote francés”. Benjamín tocó sus estigmas y sintió “un calor impregnante” y la fuerte presencia de Dios.

Volvió a París sintiéndose renovado por el encuentro con el Padre Pío que le “había dado como una fuerza nueva”, sobre todo “en mi interior”.

El 23 de septiembre de 1968 falleció el Padre Pío y la noticia entristeció a Benjamin que no lo podía creer y lloró. Entonces recordó el pedido que le hizo el fraile capuchino de buscar a un sacerdote francés para confesarse.

“No lo había hecho y ni siquiera lo había pensado. Así que fui a tomar un metro para bajarme en cualquier estación, caminar y entrar en la primera iglesia”, recordó.

Así lo hizo. Bajó en Notre Dame des Victoires, entró en la primera iglesia y vio dos confesionarios vacíos. Entró a uno y le dijo al sacerdote: “Padre le digo la verdad, no solo he venido a confesarme sino también vengo de parte del Padre Pío”.

El sacerdote escuchó el relato de Jean Marie y le dijo: “es muy bello todo lo que te ha sucedido. Además, nadie te había dado mi nombre para que vengas a buscarme. Te habrá guiado el Padre Pío. ¿Sabes por qué estoy convencido? Porque soy el Padre Reveilhac y soy el responsable en Francia de la recolección de fondos en Francia para la Casa del Alivio del Sufrimiento, como se llama el hospital del Padre Pío. Además desde hace 30 años voy dos veces al año a San Giovanni Rotondo y veo al Padre Pío”.

El P. Reveilhac se convirtió en el director espiritual de Jean Marie Benjamin y lo ayudó a crecer en la fe y en la vida espiritual. El joven sintió el llamado al sacerdocio, pero el presbítero le dijo que debía esperar porque su vocación aún no había madurado.

“La respuesta fue dura pero con el tiempo entendí que el P. Reveilhac tenía razón: no sabía si podría cambiar mi estilo de vida inmediatamente, dejar la música, la composición, el estudio de grabación, los conciertos”, comentó.

Poco a poco fue dedicándose a otras actividades. Desde 1983 a 1988 Benjamín fue funcionario de la Oficina de las Naciones Unidas en Génova, una de sus responsabilidades fue organizar eventos del  Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

En marzo de 1988 dejó su puesto y regresó a San Giovanni Rotondo. Ahí tomó la decisión de ser sacerdote. Fue ordenado el 26 de octubre de 1991. Ese mismo año se convirtió en el asistente del Cardenal italiano Antonio Casaroli, que era enviado especial del Vaticano para misiones diplomáticas y Secretario de Estado Emérito.

CRISTO ESTÁ VIVO, NO LO DEJES EN EL SEPULCRO


¡Cristo está vivo! No lo dejes en el sepulcro 
Para muchos Cristo ha perdido su actualidad, no tiene nada que enseñar a los hombres tan avanzados de hoy.


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net 




La memoria del hombre no es infalible. Existe la famosa curva del olvido: después de aprender algo, poco a poco el tiempo lo oscurece y confunde y quizá hasta lo borra.

Algo así parece que ha pasado con la imagen de Cristo. Ha sufrido esa misma curva del olvido. Muchos hombres aún distinguen una imagen más o menos clara de Cristo aunque algo desfigurada. Otros la ven ya un poco borrosa. Algunos la han perdido. Hoy Cristo nos pregunta la opinión que de Él tiene el mundo como aquel día preguntó a sus discípulos en Cesarea de Filipo: ¿Quién dice la muchedumbre que soy yo?

También nosotros tendríamos que responderle: "los hombres dicen que eres Elías o uno de los antiguos profetas". Hablan de Cristo como si se tratara de un monumento histórico o de un personaje legendario. Para muchos hombres Cristo ha perdido su actualidad. No ejerce atractivo en el mundo. Su doctrina ha pasado de moda. No tiene nada que enseñar a los hombres tan avanzados de hoy.

Otros comparan a Cristo con Juan el Bautista. Lo creen demasiado sobrio y difícil, demasiado austero. Les parece demasiado exigente y su doctrina muy pesada para los hombres de hoy. O quizá ellos son demasiado cómodos y buscan llegar a la cima sin moverse ni sudar. Ciertamente reconocen la validez de su doctrina pero no se animan a hacerla propia.

Preferirían alcanzar a Cristo más fácilmente. Ser virtuosos, pero sin esfuerzo. Desearían que Cristo no hubiera hablado de cruz, que se hubiera limitado a contarles esas cosas tan bonitas del cielo, del banquete, de los lirios del campo...

En cambio, Pedro exclama, jubiloso, su experiencia de Cristo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

No sabe bien todavía cómo ha llegado a esa conclusión pero su corazón asiente a lo que acaba de decir. Al inicio él había seguido a Cristo atraído por su liderazgo, su personalidad. El rostro de Cristo irradiaba alegría y atractivo. Nadie como Él de íntegro: buscaban prenderlo pero no encontraban falta alguna en él. Ninguno tan recio y varonil y, al mismo tiempo, tan cariñoso con los niños y bondadoso con los enfermos y pecadores. Sabía apreciar mejor que nadie la belleza de una flor, del lago, del cielo...

Después Jesús había confirmado su fe incipiente con imponentes milagros, le había enseñado, orientado... incluso le había corregido varias veces. También le había puesto a prueba alguna vez, pero su amistad se había mantenido firme: "Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68).

Y ahora que Jesús se enfrenta con la hostilidad y el rechazo y ha tenido que abandonar Jerusalén, él le vuelve a reiterar su fe y su adhesión. Pero en esta ocasión, sus palabras denotan ya mayor profundidad y emoción: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Tres experiencias de Cristo. Tres fotos. Pero válida sólo la que sacó Pedro. Los otros se la sacaron a un fantasma, no al Cristo auténtico.

Cristo está vivo. No luchamos por una figura histórica solamente. Como hace veinte siglos, Él es motivo de amor y de odio. Contra Él chocan las olas de la humanidad y en Él se dividen las vidas de los hombres.

CINCO BUENAS RAZONES PARA REZAR LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA


5 buenas razones para rezar 
la Coronilla de la Divina Misericordia



 (ACI).- El SIAME publicó un artículo en el que propone cinco buenas razones para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia por las intenciones personales, por la salud de un enfermo, un moribundo o por lo que cada persona tenga en el corazón.

El artículo ha sido escrito por Alejandra María Sosa Elízaga y presenta las siguientes razones:

1. Jesús lo pide

Jesús se le apareció a Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca (1905-1938), y le pidió dar a conocer la misericordia divina, a través de tres medios:

a). La imagen con la inscripción: ‘Jesús, en Ti confío’.

Dijo Jesús: “Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá.” (Diario de Santa Faustina # 48).

b). La fiesta de la Divina Misericordia, el Segundo Domingo de la Misericordia (este año el 3 de abril).


Dijo Jesús: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores... El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas.” (Ídem, #699).

c). Una oración que Él le dictó, llamada: ‘Coronilla de la Divina Misericordia’.

2. Se obtienen gracias extraordinarias

Jesús dijo: “Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta Coronilla; las entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta Coronilla” (Ídem #848).

Dijo: “Hasta el pecador más empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita...deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia” (Ídem #687).

Prometió: “Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta Coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón” (Ídem #811).

3. El Papa Francisco lo recomienda

En el Segundo Domingo de Cuaresma, el Papa mandó repartir a los fieles en la plaza de san Pedro, cajitas de ‘Misericordina’, ‘medicina para el mundo de hoy’, que contenían la imagen del Señor de la Divina Misericordia, la explicación de la Coronilla y un Rosario para rezarla.

En su Carta Apostólica ‘El Rostro de la Misericordia’, el Papa llama a Santa Faustina, ‘grande apóstol de la misericordia’ y pide su intercesión.

En este Jubileo de la Misericordia, estamos invitados a rezar diario la Coronilla, de preferencia a las 3pm, hora de la misericordia en que Jesús dio Su vida por nosotros.

4. Es sumamente fácil rezarla

Jesús se la enseñó así a santa Faustina: Se reza “con un Rosario común, del modo siguiente: Primero rezarás una vez el Padre nuestro, el Ave María y el Credo. Después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: ‘Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero’. En las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: ‘Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero’. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: ‘Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero’...” (ïdem #476).

5. Sólo toma cinco minutos

En un retiro con un grupo de seminaristas, los invité a rezar conmigo la Coronilla a las 3:00 p.m., y para animarlos les dije: ‘sólo toma cinco minutos’. Al terminar, uno comentó: ‘chequé con mi reloj, y efectivamente son cinco minutos’. ¡Qué tiempo tan breve, para gracias tan grandes! ¿Te animas a aprovecharlo?

BUENOS DÍAS!!!


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