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jueves, 19 de agosto de 2021

ESTOS FUERON LOS HALLAZGOS DE SANTA ELENA EN TIERRA SANTA


 Estos fueron los hallazgos de Santa Elena en Tierra Santa

POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa


En el siglo IV, la madre del emperador Constantino, Santa Elena, decidió viajar a Tierra Santa para buscar la Santa Cruz sobre la cual murio Cristo, y encontró mucho más que eso.

Según indica la tradición, los obreros que acompañaron a la santa realizaron excavaciones en el monte Calvario, donde encontraron la Santa Cruz y también otras reliquias relacionadas con Jesucristo.


La Santa Cruz

Escritores antiguos como San Crisóstomo y San Ambrosio narraron que, después de realizar muchas excavaciones, se encontraron tres cruces. 

Sin saber cuál era la de Jesús, trajeron hasta el Monte Calvario a una mujer agonizante y al tocarla con dos de las cruces ella empeoró. Pero con la tercera cruz, la enferma se recuperó instantáneamente.

El entonces Obispo de Jerusalén, Santa Elena, Santa Elena y miles de fieles llevaron la cruz en procesión por las calles de la ciudad.

Un trozo del madero donde fue crucificado Jesús se conserva en la ciudad de Caravaca de la Cruz, en Murcia (España) y otro fragmento de la Vera Cruz se encuentra en la Catedral del Niño Jesús, en la ciudad de Alepo (Siria). 

Esta reliquia fue obsequiada por el fallecido Vicario Apostólico Emérito de Alepo, Mons. Giuseppe Nazzaro. Durante todos los viernes de Cuaresma, los fieles tienen la oportunidad de rezar el Vía Crucis con ella.


La Escalera Santa

Santa Elena también mandó a llevar a Roma la Escalera Santa del palacio de Poncio Pilato, que estaba en Jerusalén. Dice la tradición que Jesús subió por estos peldaños de mármol en Viernes Santo para ser juzgado y que derramó allí gotas de sangre.

En la actualidad, la Escalera Santa se conserva frente de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. En 1723 fue protegida con madera de nogal para preservarla de los desgastes, ya que todos los días miles de peregrinos suben por ella de rodillas. 

En algunos peldaños se pueden apreciar a través de un cristal las gotas de sangre que derramó Cristo.


La Escalera Santa / Foto: Cortesía Ximena Rondón (ACI Prensa)


En 1908 el Papa San Pío X concedió la indulgencia plenaria a todos los que asciendan con devoción la escalera, luego de cumplir con las condiciones de la Confesión, la Comunión y la oración por las intenciones del Santo Padre.


Los clavos de Jesús y el “Titulus Crucis”

Santa Elena también encontró los clavos que perforaron las manos y los pies de Cristo. Se dice que la santa los utilizó para proteger a su hijo Constantino en las batallas, al colocar un clavo en su caballo y otro en su casco.

La santa también encontró el “Titulus Crucis”, la tablilla colgada en la Cruz que dice: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos". Este último objeto fue llevado en el siglo VII a Roma por el Papa San Gregorio Magno.


Uno de los clavos y el "Titulus Crucis" / Foto: Ximena Rondón (ACI Prensa)


El “Titulus Crucis” y uno de los clavos se pueden venerar en la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén. Se cree que los otros clavos están en el altar mayor de la Catedral de Milán, en la llamada Corona de Hierro que está en la Catedral de Monza (Italia) y otro en la Catedral de Colle di Val d´Elsa en la región italiana de Toscana.


La Santa Túnica

En la Catedral de Tréveris se conserva una parte de la túnica que utilizó Jesús antes de ser crucificado. El trozo de tela habría sido conseguida por Santa Elena en Jerusalén y entregada al entonces Arzobispo de Tréveris (Alemania), San Agricio.


La cuna de Jesús

De su viaje a Tierra Santa, la madre del emperador Constantino trajo consigo un fragmento de la cuna donde, según la tradición, reposó el Niño Jesús. Esta reliquia se encuentra en la Basílica Santa María la Mayor en Roma.


Reliquias de los Reyes Magos

De acuerdo al sitio web de la Catedral de Colonia (Alemania), Santa Elena encontró las reliquias de los Reyes Magos en la ciudad de Saba, ubicada en la Península Arábiga, y las llevó hasta Constantinopla (hoy Estambul), que en ese entonces era la capital del Imperio Romano.

Años más tarde las reliquias fueron obsequiadas a San Eustorgio, Obispo de Milán (Italia), pero en el siglo XII el emperador Federico Barbarroja se las llevó a la Catedral de Colonia, donde permanecen hasta la fecha.


El Santo Sepulcro

La iglesia del Santo Sepulcro construida por el emperador Constantino, fue levantada sobre la tumba donde, según la tradición, fue enterrado Jesucristo. Este hallazgo también fue descubierto por Santa Elena en el siglo IV. 

martes, 18 de agosto de 2015

LA EMPERATRIZ PEREGRINA, SANTA ELENA, 18 DE AGOSTO



La Emperatriz peregrina 
Santa Elena


La madre de Constantino era ya de avanzada edad pero no quería morir sin antes haber rezado en la tierra donde el Señor había vivido, muerto y resucitado


Por: Primeros Cristianos | Fuente: www.primeroscristianos.com 




La gran impulsora del redescubrimiento de los Lugares de la Pasión fue la Emperatriz Santa Elena, que en el año 326 viajó a Tierra Santa. La madre de Constantino era ya de avanzada edad -debía de frisar los ochenta años-, pero no quería morir sin antes haber rezado en la tierra donde el Señor había vivido, muerto y resucitado.
Tenemos pocos datos sobre la juventud de Elena. Probablemente nació en Bitinia y tuvo origen humilde. Según San Ambrosio era stabularia -esto es, camarera o sirvienta en una posada- antes de casarse con Constancio Cloro en el 273, unión de la que nació Constantino al año siguiente. Constancio era un ambicioso oficial del ejército romano, que en el 293 alcanzó la dignidad de César.
Ese mismo año repudió a su esposa, que no tenía sangre noble, y Elena quedó en la sombra hasta que en el 306 su hijo Constantino le dio el título de Emperatriz. En ese momento Elena ya era cristiana, y se sirvió de la privilegiada posición que ocupaba para hacer el bien, ejercitando la caridad entre los necesitados e impulsando la extensión y dignidad del culto. Tanto brillaba por su fe y su piedad, que San Ambrosio no dudaba en tejer su alabanza diciendo: Mujer grande, que ofreció al emperador mucho más que lo que recibió de él.
A su paso por Tierra Santa se debe la construcción de las primitivas basílica la Natividad, en Belén, y de la Ascensión, en el Monte de los Olivos. En cuanto al Gólgota, cuando Elena llegó a Jerusalén acababan de ser demolidos los templos paganos, de modo que la Emperatriz pudo cumplir su sueño de arrodillarse en la tierra sobre la que Nuestro Salvador había sido levantado en la Cruz y de rezar en la roca del Santo Sepulcro. Sin embargo, allí mismo reparó en que no se había hallado todavía la más importante de las reliquias.
San Ambrosio nos la describe con gran viveza, caminando entre las ruinas de los templos romanos acompañada de soldados y obreros. Y preguntándose: He aquí el lugar de la batalla: ¿pero dónde está el trofeo de la victoria? ¿Yo estoy en un trono y la cruz del Señor enterrada en el polvo? ¿Yo estoy rodeada de oro y el triunfo de Cristo entre las ruinas? (...). Veo que has hecho todo lo posible, diablo, para que fuese sepultada la espada que te ha reducido a la nada.
 
Las nuevas excavaciones que la Emperatriz mandó hacer tuvieron fruto cuando, al remover un terreno cercano al Gólgota, se encontraron tres cruces, y la tabla sobre la que se había escrito en hebreo, griego y latín: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Así se produjo la invención -el descubrimiento: inventio en latín significa venir hasta algo, encontrar- de la Santa Cruz del Señor, que había permanecido oculta durante tres siglos. La Santa Emperatriz dejó la mayor parte de las reliquias en Jerusalén, pero llevó consigo a Roma tres fragmentos de la Vera Crux, el título de la condena, uno de los clavos y algunas espinas de la corona que sus verdugos impusieron a Jesús. También hizo trasladar una gran cantidad de tierra del Gólgota y las gradas de piedra de la escalera que el Señor recorrió cuatro veces el día de su pasión, para comparecer ante Pilatos en el Pretorio.

La Basílica Sessoriana, o Sancta Hierusalem

Existen numerosos documentos de los siglos IV y V que describen cómo a partir de la visita de Santa Elena los cristianos veneraban las reliquias de la Pasión que habían quedado en Jesuralén. Así lo atestiguan Eusebio, Rufino, Teodoreto y San Cirilo de Jerusalén. Egeria, una mujer que peregrinó a los Santos Lugares en el siglo IV, habla de multitudes de fieles que ya por entonces acudían de todo el Oriente cristiano para tomar parte en las solemnidades en honor de la Cruz.
Otro historiador, Sócrates el Escolástico, recogió a mediados del siglo V una piadosa tradición según la cual, durante la travesía marítima que realizó la emperatriz para volver a Roma desde Jerusalén, habría sobrevenido una fuerte tempestad. La nave se debatía entre las olas apunto de naufragar, hasta que Santa Elena -después de atarlo con una cuerda para echarlo por la borda- hizo que tocara las aguas el Santo Clavo que llevaba consigo, y el mar se calmó al instante.
 
Ese Clavo, los tres fragmentos de la Cruz y el INRI fueron piadosamente custodiados por Santa Elena en su residencia imperial: el palacio Sessoriano. Al cabo de algunos años, posiblemente después de la muerte de su madre, Constantino quiso que se construyera allí una basílica que tomó el nombre del palacio, Basílica Sessoriana, aunque también era llamada Sancta Hierusalem. Como cimiento simbólico de esta construcción se puso la tierra del Gólgota que la Emperatriz había traído desde Palestina, y los preciosos fragmentos de la Santa Cruz se ofrecían a la vista de los fíeles en un relicario de oro adornado con gemas.
De la primitiva basílica constantiniana sólo se conservan algunos restos pertenecientes a los muros exteriores. A esa edificación siguió otra del siglo XII, a su vez sustituida por el templo de estilo barroco tardío, terminado en 1744, que puede contemplarse actualmente. A pesar de estos cambios arquitectónicos y de otras vicisitudes históricas, como las invasiones padecidas por Roma, toda una colección de documentos atestigua que las reliquias que se veneran en esta basílica son las mismas que trajo Santa Elena desde Tierra Santa.
Es del todo natural que este lugar se convirtiese enseguida en meta de la piedad del pueblo cristiano. Muy pronto se empezó a celebrar allí la liturgia del Viernes Santo. Hasta el siglo XIV, el Papa en persona, con los pies descalzos, encabezaba la procesión que iba desde la Basílica del Laterano hasta la Basflica de la Santa Cruz, para adorar la vexilla crucis, la bandera de la Cruz, el estandarte de la salvación.

Santa Elena, madre del emperador romano Constantino (306-337 d.C.), está representaba dormida, sentada, con la cabeza reclinada sobre una mano; la historia sagrada le atribuye la visión, o para ser más precisos, el sueño que la llevó a encontrar la verdadera Cruz, materializada (por decirlo de esta manera) y sostenida por un amorcillo alado. La iconografía no es la que se encuentra tradicionalmente en el ambiente véneto, donde la Santa generalmente está representada de pie cerca de la cruz. La pintura, fechada aproximadamente en 1580, forma parte de la producción madura del gran pintor véneto. (mv.vatican.va)
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