martes, 11 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 11.02.2014

Autor: Laureano López, L.C. | Fuente: Catholic.net
Purificar el interior
Marcos 7, 1-13. Tiempo Ordinario. Señor, ayúdame a interiorizar tus palabras para que pueda cumplir mejor tu voluntad.
 
Purificar el interior
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13

Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?» El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres».
Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís: Si uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán -es decir: ofrenda-", ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».

Oración introductoria

Señor Jesús, gracias porque tú has querido poner tus mandamientos dentro de mi corazón. Señor, ayúdame a interiorizar tus palabras para que pueda cumplir mejor tu voluntad. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que te honran únicamente con los labios, pero su corazón está alejado de ti. Dios mío, que pueda comprender aquello que nos revelaste por boca del profeta Jeremías para entender mejor este evangelio: "Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Jer 31,33).

Petición

Señor, purifica mi alma para que pueda honrarte con mi mente, mi voluntad y mi corazón

Meditación del Papa Francisco

El Señor en el Evangelio habla numerosas veces de la hipocresía y contra los hipócritas. Existen los hipócritas de la casuística: son los intelectuales de la casuística, que no cuentan con la inteligencia de encontrar y explicar a Dios; permanecen sólo en la casuística: “hasta aquí se puede, hasta aquí no se puede”; son cristianos intelectuales sin talento.
Otros, en cambio, son los de los preceptos, que llevan al pueblo de Dios por un camino sin salida. Son “eticistas” sin bondad. No saben lo que es la bondad. Son “eticistas”: se debe hacer esto, esto, esto.... Llenan de preceptos, pero sin bondad. Y se adornan con mantos, con muchas cosas para aparentar ser majestuosos, perfectos; sin embargo no tienen sentido de la belleza. Llegan sólo a una belleza de museo.
El Señor habla de otra clase de hipócritas, quienes se mueven en ámbito sacro. Este caso es el más grave, porque roza el pecado contra el Espíritu Santo. El Señor habla de ayuno, oración y limosna: los tres pilares de la piedad cristiana, de la conversión interior que la Iglesia nos propone. Y en este camino están los hipócritas, que presumen al hacer ayuno, al dar limosna, al rezar. Pienso que cuando la hipocresía llega a ese punto, en la relación con Dios estamos bastante cerca del pecado contra el Espíritu Santo. Éstos no saben de belleza, no saben de amor, no saben de verdad; son pequeños viles. (S.S. Francisco, 19 de junio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Reflexión 

Las tradiciones y ritos externos, sin quitar la importancia que tienen, no tendrán todo su fruto en nosotros si no logramos cambiar nuestro corazón. Esforcémonos particularmente por interiorizar el verdadero sentido de nuestras acciones apostólicas, preguntándonos en cada momento dónde está nuestro corazón. Transmitamos la coherencia de vida con la identidad de las obras externas que realizamos que deben estar enraizadas en fuertes convicciones interiores.

Propósito

Hacer un pequeño examen de conciencia por la noche y preguntarme si en las acciones del día he procedido con una buena intención en mis actos externos.

Diálogo con Cristo

Jesús, me acerco a ti porque no quiero ser un cristiano sólo de "tradición" sino que quiero hacer una experiencia más profunda de tu presencia en mi vida. Ayúdame a valorar todo lo que he recibido a través de la fe católica y a ahondar más en sus exigencias y compromisos para ayudar más a mis hermanos los hombres.


"Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón" (Madre Teresa de Calcuta)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Laureano López, L.C. 

    COMER HIERBA EN LOURDES

    Comer hierba en Lourdes.
    Alfredo Rubio de Castarlenas

    Algunos amigos míos, escépticos de vocación y oficio, me han preguntado a veces por el «mensaje» –si es que hay alguno– de Lourdes, pues todo lo que allí acontece les parece folklórico y harto anacrónico.

    A pesar de haber estado yo allí varias veces, no podía responderles con exactitud. Recientemente asistí de nuevo acompañando a otros amigos; por primera vez me fijé en una lápida grande, de mármol, colocada en la roca vecina donde numerosos grifos distribuyen la famosa agua. Tiene grabado, precisamente, lo que aquella Señora le dijo a Bernardette, según ésta contó: que era la Inmaculada Concepción y, por tres veces, que urgía a la gente conversión; y mandaba a la niña tres cosas: que besara la tierra, bebiera y se lavara con aquella agua que fluía cerca y que comiera hierba. Cosas que Bernardette ejecutó ante el asombro e irrisión de muchos de los presentes.

    Hoy los peregrinos, que quieren imitar lo que María dijo a la niña, besan devotamente la roca de la gruta, beben también de esta agua y hasta se sumergen en ella, en las piscinas instaladas, pero nadie come hierba. Se han colocado estos abundantes grifos para que los innumerables visitantes puedan beber a gusto, o mojarse la cara, ojos, manos... pero creo que nunca los custodios responsables han instalado mesas con manojos de hierbas de los alrededores, para que así mismo puedan, los que lo deseen, comer con facilidad, al menos unas briznas. ¿Por qué? Me gustaría me explicaran los abbées, los curas, los abades, de aquellos triples santuarios, por qué marginan la hierba para los que desean imitar a Bernardette.

    Quizás digan que esto de comer humildes hojitas verdes, sólo es como un símbolo. Podríamos entonces preguntar qué significa este símbolo. Además, si comer hierba era sólo una acción simbólica, que quiere señalar algo real y más amplio, lo correlativo sería suponer que besar la tierra, beber agua y lavarse en ella, fueran también actos simbólicos. ¿Por qué, pues, se realiza literalmente hoy una parte del mensaje y otra sólo se la recuerda como mero símbolo, sin que haga falta, para nada, ejecutarla?

    Recuerdo que nos cuentan que la voz que oía el de Asís, le decía: «Francisco, reconstruye mi Iglesia» Y el Poverrello fue con sus amigos a reconstruir una ermita en ruinas que estaba en el valle. Lo que pedía aquella voz, sin embargo, era que reconstruyera la Iglesia Universal, tan cuarteada en aquella centuria. Así el alma sencilla de Bernardette besó aquel suelo, bebió y se lavó con aquella agua, y comió la hierba que junto a ella crecía. Pero, ¿acaso Nuestra Señora no pediría algo más hondo, que de momento aquella niña le era imposible interpretar, al igual que le sucedió a Francisco? Si esta revelación habla algún lenguaje, ha de ser el bíblico –aunque sea en patois –. Comer hierba nos lleva a aquel pasaje en que se profetiza que «en el Reino de Dios el león y el cordero pasearán juntos, comerán hierba».

    Que Bernardette coma hierba es, no tanto que la coma materialmente, sino que todos sus devotos edifiquen a su alrededor la paz y el amor, que logren que los poderosos no estrujen a los débiles y todos sepan encontrar una convivencia armoniosa, gozosa y fructífera.

    En ese lenguaje simbólico-bíblico besar la tierra sería, con esta expresión de amor, hacer las paces con la Creación, con el Universo todo. Rechazando todas las manifestaciones de maniqueísmo que tanto inficionaban las corrientes espirituales francesas del siglo pasado, llenas de resabios, además, jansenistas.

    La creación está hecha por Dios y es buena; todo el mal uso de la libertad por parte de los hombres, no ha podido convertirla en mala –como en cambio sostienen las corrientes protestantes–. Por eso María, resumen e imagen de la misma, puede ser precisamente inmaculada. Por eso Dios puede encarnarse en esa creación...

    Besar la tierra es, pues, destruir cualquier poso de docetismo. Lavarse con agua es la ley de sumergirse en esta Creación que nos acoge para rescatarnos, purificados, gracias a la presencia de Dios mismo, en la entraña de la propia Creación; y no por panteísmo, sino por Gracia.

    Beber agua, como comer hierba, es renunciar a la embriaguez que ocasiona toda clase de pendencias, de desórdenes y pérdida de los sentidos y de la recta voluntad. Beber agua es ser pacífico y amistoso.

    Bernardette nos transmite, pues, que hemos de abrazar el Universo porque es bueno; sentirnos parte de él y no pretender evasiones angélicas y poner todo nuestro esfuerzo en la paz y en el amor de toda la humanidad.

    ¿Es acaso todo esto folclórico y anacrónico? Creo que no. Más bien me parece tremendamente urgente y actual. Es como una esperanza que nos espolease para que el amarnos sea un poco más realidad.

    TRES PALABRAS



    TRES   PALABRAS
    En estos últimos momentos del año que hoy termina, heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento.

    Para darte: GRACIAS;
    para solicitarte: AYUDA;
    para implorarte: PERDON.

    G R A C I A S

    Señor, por la paz, por la alegría, por la unión que los hombres, mis hermanos me han dado:
    Por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron,
    por esa mano oportuna que me levantó,
    por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron,
    por esos oídos que me escucharon,
    por ese corazón que amistad, cariño y amor me dió,

    Gracias, Señor. . .  me cuesta trabajo decírtelo. . .
    por el insulto, por el engaño, por la injusticia, por el fallecimiento del ser querido.
    Tú lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo; quizá estuve al punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti. ¡Tú sabes lo que hiciste!

    Gracias, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti y en los hombres.
    Por esa fe que se tambaleó pero que Tú nunca dejaste de fortalecer cuando tanta veces encorvado
    bajo el peso del desánimo me hizo caminar en el sendero de la verdad a pesar de la oscuridad.


    A Y U D A

    Te he venido también a implorar para el año que muy pronto va a comenzar.
    Lo que el futuro me depara, lo desconozco, Señor, vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir.
    Pero sé que Tú siempre me ayudarás.
    Yo te puedo dar la espalda. Soy libre. Tú nunca me la darás. Eres fiel.
    Yo sé que contaré con tu ayuda. Tú sabes que no siempre cooperaré.
    Yo sé que me tenderás la mano. Tú sabes que no siempre la tomaré.

    Por eso hoy te pido que me ayudes a ayudarte, que llenes mi vida de esperanza y generosidad. No abandones la obra de tus manos, Señor.

    P E R D Ó N

    No podía retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te debería de haber dicho por que por negligencia y orgullo he callado.

    Perdón; Señor, por mis negligencias, descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad, por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad.

    Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.

    Perdón porque me han perdonado y no he sabido perdonar.

    Perdón por mi hipocresía y doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero que sé en el fondo no es más que engaño a mí mismo.

    Perdón por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa  mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó. . .  por ese YO que se prefirió.

    Señor, no te he dicho todo. Llena con tu amor mi silencio y cobardía.

    GRACIAS por todos los que no te dan gracias.

    AYUDA a todos los que te imploran Tu ayuda.

    PERDON por todos los que no te piden perdón.

    Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar.

    Valor para cambiar las cosas que si puedo y sabiduría para distinguir la diferencia.

    Me has escuchado. .  . Ahora, Señor, te escucho.

    SEMILLAS


    Semillas

    Un joven soñó que entraba en un supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que Jesucristo se encontraba atrás del mostrador.

    - ¿Qué vendes aquí? - le preguntó.

    - Todo lo que tu corazón desee - respondió Jesucristo.

    Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, el joven emocionado se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:

    - Quiero tener amor, felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de
    todo temor - dijo el joven-. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.

    Cuando el joven terminó de hablar, Jesucristo le dice:

    - Amigo, creo que no me has entendido. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas.

    "Convierte en frutos las semillas que hay en tí".

    LA PRIMERA LECCIÓN PARA OBTENER CARIÑO



    LA PRIMERA LECCIÓN PARA OBTENER CARIÑO

    Preguntaron a una madre cuál era el secreto para obtener que sus hijos fueran tan amados por los demás, y ella respondió:
    “Mi primera lección es enseñarles a sonreír”.

    Y resumía así los consejos que ella da a sus hijos:
    Sonríe, sonríe, hasta que notes que tu continua seriedad o tu severidad habitual hayan desaparecido.
    Sonríe, hasta que logres que el calor de tu rostro alegre, caliente tu corazón que tiende a ser frío.

    Recuerda que tu sonrisa tiene un trabajo que hacer:
    ganar amigos para ti, y almas para Dios. Puedes ser apóstol con sólo sonreír.

    Sonríe a los rostros solitarios.
    Sonríe a los rostros enfermos.
    Sonríe a los rostros arrugados de los ancianos.
    Sonríe a los rostros sucios de los pordioseros.
    Deja que en tu familia todos gocen de la belleza y de la inspiración que provienen de tu rostro sonriente.
    Cuenta, si tú quieres, el número de sonrisas que la tuya haya despertado en otros durante el día.
    Ese número representa cuántas veces tú has fomentado la felicidad, la alegría, el ánimo y la confianza en otros corazones.
    La influencia de la sonrisa se extenderá hasta donde tú ni siquiera alcanzas a sospechar.
    Tu sonrisa te abre muchas puertas, allana las dificultades y hasta puede obtenerte excepcionales favores.
    Puede ser un comienzo de conversión a la Fe.
    Puede ganarte un sinnúmero de verdaderos amigos.
    Y sonríe también a Dios: aceptando lo que él quiere que te suceda, porque ya sabes que todo redunda en bien de los que aman al Señor.
    Sufrir con amor es delicioso, pero sonreír en el sufrimiento es el arte supremo del amor.
    Sonreír en el sufrimiento es cubrir con pétalos vistosos y perfumados las espinas de la vida, para que los demás sólo vean lo que agrada, y Dios, que ve en lo profundo, anote lo que nos va a recompensar.
    Y así obtendrás que en el último día, Cristo tu Juez, te sonría también satisfecho y te lleve a donde nunca vas a dejar de sonreír.

    P. Eliécer Sálesman

    NUESTRA SEÑORA DE LOURDES, ADVOCACIÓN MARIANA, 11 DE FEBRERO


    Autor: P. Felipe Santos 
    Nuestra Señora de Lourdes

    Advocación Mariana, 11 de febrero

    Advocación Mariana

    Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.

    Bernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo y mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de Jesús, nuestra Madre también, supo como siempre enamorar a las multitudes y convocar a los pueblos de las naciones alrededor de la majestuosa imagen que de Ella se difundió.

    Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y quizás ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual, la conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos de Dios en esta tierra.

    Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma de la Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de María, reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del Cielo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy, después de 150 años, las palabras de María resuenan en nuestros oídos con la misma fuerza, como un cristal puro que resuena y sacude con su timbre los tímpanos del mundo.

    Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario. Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes, para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión.
    www.reinadelcielo.org


    ***************


    Las dos veces que he visitado Lourdes, mi alma se ha sentido feliz. Con una felicidad que sobrepasa todos los límites de lo espiritual y trascendente.

    He visitado todo lo ha habido y por haber en la gruta de las apariciones. Incluso un antiguo alumno, que pasa allá sus vacaciones haciendo el bien a la gente como camillero, me ha contado que ha visto con sus propios ojos los milagros maravillosos que hace cada día la Madre de Dios.

    Fue el 11 de febrero cuando la Virgen se le apareció a Bernardita, una joven de 14 años en la gruta de Massabielle. Vio una nube dorada y a la Virgen vestida de blanco con un rosario en la mano.

    Esta aparición se repitió 18 veces. El 25 de febrero fue cuando la chica escarbó en el suelo y salió un manantial de agua. Le dijo la Virgen que levantaran un templo y que rezara el rosario por los pecadores.

    Comenzó a acudir mucha gente. Las autoridades eclesiásticas, comenzando por el párroco, no le daban crédito a la joven.

    Era impensable que a su edad y dada su falta de cultura, supiera algo acerca del misterio del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado así por el Papa Pío IX en 1854.

    El mismo Papa le dio el nombre de Basílica al templo levantado en honor de las apariciones. Estas, por fin, fueron declaradas auténticas y no pura fantasía de una adolescente ignorante.

    ¿Cuál es la síntesis del mensaje de Lourdes?

    En primer lugar, se trata de un acto de gratitud por la definición del dogma, que se había declarado oficialmente cuatro años antes. En segundo lugar, exaltar la pobreza y la humildad, virtudes eminentemente cristianas. En tercer lugar, la importancia de la Cruz como camino para ser feliz aquí y en el más allá. Y en cuarto lugar, la clave para llevar una vida cristiana auténtica, es la oración, sintetizada en el rezo del santo rosario.

    Pero lo importante, además de las curaciones físicas, es que todo el mundo sale curado en lo espiritual, siempre y cuando se vaya de buena fe.

    ¡Felicidades a las Lourdes!

    “Lo que el público te reprocha, cultívalo: eres tú” (Jean Cocteau).

    Consulta La aparición de Nuestra Señora de Lourdes

    Visita Gruta del Santuario de Lourdes por medio de la Webcam en donde podrás también depositar tu intención de oración, a los pies de Nuestra Señora


    Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

    ¿POR QUÉ LLORAS?


    ¿Por qué lloras?

    ¿Por qué lloras? Déjame ayudarte.
    Yo también he caminado por ese sendero.
    Yo también me he sentido solo.
    Yo sé lo que es llorar.
    Yo sé lo que es sufrir.
    Yo sé lo que es perderlo todo,
    hasta las esperanzas.

    Pero también sé lo que es vivir,
    también sé lo que es reir,
    también sé lo que es amar.

    ¿Qué cómo?

    Era una noche,
    una noche más oscura que cualquier otra noche,
    mis lágrimas rodaban por mis mejillas
    cuando oí una voz que me preguntó:
    "¿Por qué lloras?"

    Y yo al mirarlo y él al verme,
    ví de sus ojos que brotaban lágrimas
    pero no eran lágrimas naturales,
    eran lágrimas de sangre,
    en donde yo podía ver lo que me estaba pasando.

    Y le pregunté: "¿Por qué lloras?".

    Y él me respondió:
    "Yo he visto tus lágrimas y he oído tu clamor,
    pero esas lágrimas yo las dí en la cruz por ti,
    y éstas son las que han abierto caminos en el desierto,
    y ríos en la soledad".

    ¿CUÁL ES LA ORACIÓN MÁS PERFECTA?

    Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
    ¿Cuál es la oración más perfecta?
    Celebramos a Dios porque es bueno. Lo alabamos porque es grande y porque su misericordia es eterna.
     
    ¿Cuál es la oración más perfecta?
    Cuando una amiga te dice que le han dado el anillo de compromiso o que está embarazada, brota espontáneo un abrazo; te alegras con ella y celebran juntos. Lo mismo cuando tu equipo mete gol, decía el Papa, comentando cómo David danzaba con todas las fuerzas ante el Señor. Y nos invitaba a hacer más oración de alabanza, superando la frialdad del formalismo en nuestra relación con Dios.

    El Papa Francisco destaca que la oración de alabanza se caracteriza por la espontaneidad. A David, la oración de alabanza "lo llevó a dejar toda compostura", como a Sara que después de haber dado a luz a Isaac dice: "¡El Señor me ha hecho bailar de alegría!" Imaginemos a una anciana bailando de alegría para celebrar al Señor por el gran favor que le hizo.

    Cuando recibimos un regalo, damos gracias. Cuando tenemos una necesidad, pedimos. Ante un deber, cumplimos. La alabanza, en cambio, es gratuita. Alabamos a Dios con total desinterés, simplemente porque se lo merece, por ser lo que es; no porque lo necesitamos ni porque hemos recibido favores, ni por obligación. Por eso, la alabanza es la oración más perfecta. Celebramos a Dios porque es bueno. Lo alabamos porque es grande y porque su misericordia es eterna. La alabanza no necesita más motivos ni justificaciones: reconocemos la belleza de Dios y lo celebramos.

    "La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que El es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios, da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: "un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8,6). Catecismo de la Iglesia Católica 2639.

    La alabanza brota de lo más profundo del corazón, está llena de afectos, de calidez, de alegría y es por tanto una oración fecunda. Es una forma de oración que nos ayuda a dirigirnos a Dios con espontaneidad, dejando que los afectos broten con toda naturalidad, sin formalismos ni esquemas hechos, con absoluta libertad.

    El último Salmo, el 150, nos enseña que al entrar al Tempo podemos alabar a Dios por sus obras magníficas, al ver el firmamento alabarlo por su inmensa grandeza. Y nos enseña a hacerlo de manera festiva, con instrumentos musicales, , con cantos y con bailes. Exhorta a todo ser que respira a alabar a su Creador.

    ¡Aleluya!
    Alabad al Señor en su templo,
    alabadlo en su augusto firmamento,
    alabadlo por sus obras magníficas,
    alabadlo por su inmensa grandeza.
    Alabadlo tocando trompetas,
    alabadlo con arpas y cítaras,
    alabadlo con danzas y tambores,
    alabadlo con laúdes y flautas,
    alabadlo con platillos sonoros,
    alabadlo con platillos vibrantes.
    Todo ser vivo alabe al Señor
    ¡Aleluya!


    Se parece mucho al Salmo 97:

    Aclama al Señor, tierra entera,
    gritad, vitoread, tocad:
    tañed la cítara para el Señor,
    suenen los instrumentos:
    con clarines y al son de trompetas
    aclamad al Rey y Señor.
    Retumbe el mar y cuanto contiene,
    la tierra y cuantos la habitan;
    aplaudan los ríos, aclamen los montes
    al Señor que llega para regir la tierra.
    Regirá el orbe con justicia
    y los pueblos con rectitud.


    Todo puede ser ocasión para alabar a Dios, la vida humana como tal, vivida en plenitud, puede ser una oración de alabanza: San Ireneo de Lyón nos dice que «la gloria de Dios es el hombre viviente y la vida del hombre está en dar gloria a Dios».

    Esto parece expresar el Salmo 8, otro extraordinario canto de alabanza:

    Señor, dueño nuestro,
    ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
    De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde.

    Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?


    Por ello, no se trata de alabar a Dios sólo en tiempos reservados para la oración, sino en todo lo que hagamos y en toda circunstancia:


    Al levantarte: ¡Alabado sea Dios!
    Al ver el amanecer y el rocío en la ventana: ¡Bendito sea Dios!
    Al escuchar el canto de los pájaros: ¡Alabado sea Dios!
    Al percibir el aroma del café: ¡Bendito sea Dios!
    Mientras vas de camino, alaba a Dios con cantos.
    Al comenzar las labores, bendícelo
    Al recibir buenas y malas noticias, di como Job: "El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor." (Job 1,21)
    Cuando experimentes el amor humano y también cuando te ofenden: ¡Alabado sea Dios!

    La gratuidad es otra de las características fundamentales de la oración de alabanza. Es como un abrazo: te lo doy porque te estimo, te lo regalo por el gusto de verte y de estar juntos; no pretendo pedir nada ni recibir nada, simplemente quiero darte un abrazo. Así ha sido Dios con nosotros: nos ha amado sin límites desde la creación del mundo sin más motivos que el amor, por pura benevolencia. Y así hemos de ser también nosotros con Él.

    Al hablar del amor, San Bernardo nos explica de manera magistral lo que ha de ser la oración de alabanza: "El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar."

    A la luz de todo lo dicho, vemos que la oración debe tener tres cualidades de las que no se oye hablar mucho: espontaneidad, libertad y gratuidad. Y estas tres cualidades son características de la oración de alabanza. 

    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES


    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES

    Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.

    Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…

    Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.

    Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.

    Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.

    Santa Bernardita, rogad por nosotros.
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