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domingo, 20 de diciembre de 2020

NAVIDAD CON TODOS - MEDITACIÓN DE HOY 4° DOMINGO DE ADVIENTO 2020, 20 DE DICIEMBRE DEL 2020



 Navidad con todos


En un ensayo una interna médica atestigua la soledad sentida durante la pandemia Covid. Cuenta de una mujer que tiene problemas visitar a recién nacido que queda en el hospital. Relata otra historia de un agonizante cuya familia no puede despedirse de él por las restricciones de visitantes. Describe la frustración de una mujer que no se permite acompañar a su madre anciana en el departamento de urgencia. Estas historias nos ayudan entender por qué el evangelio hoy constituye “buenas noticias”.

La Navidad nos ayuda superar el sentido de soledad en cualquier tiempo. Pero es particularmente provechosa cuando estamos sometidos a restricciones agudas como ahora. La fiesta celebra la venida del Salvador quien levanta al espíritu para nueva esperanza y consolación. Para apreciar cómo pasa esta maravilla tenemos que sondear quién es este Salvador. Afortunadamente el evangelio según San Lucas nos lo identifica en el pasaje hoy. Además, que contarnos cómo tendrá lugar el nacimiento del hijo de María, ello proclama que es el hijo de David y el Hijo de Dios.

Cuando el ángel Gabriel se le dirige a la virgen María, él da eco a las palabras de Dios a David en la primera lectura. Dice Gabriel Dios dará a su hijo “el trono de David, su padre”. Añade que “su reinado no tendrá fin”. David era el gran rey de Israel. Fue invencible en batalla, pero sometido a Dios en la lucha contra el pecado. Aunque cometió grandes errores, tenía la humildad a pedir perdón a Dios. No obstante, la gloria de Jesús sobrepasará la de David. Con las naciones apoyándolo, él vencerá todo mal. Ni Covid, tan mortal como sea, puede vencerlo.

La victoria puede ser detectada en la producción de las vacunas. La vemos también aún más en los trabajadores que rehúsan a dejar sus puestos en la primera línea. Entre otros muchos médicos, enfermeras, y técnicos cristianos se arriesgan la salud todos los días. Otras personas muestran la victoria de Cristo sobre el mal como voluntarios que ayudan a los marginados en el nombre de Cristo. Nos llena de esperanza ver la repuesta humana a la amenaza del virus. Porque es “hijo de David”, el gran rey, se puede identificar a Jesús como el líder del movimiento.

El evangelio nos muestra la respuesta apropiada a la iniciativa de Dios en hacerse humano. María no evita el llamado de ser madre de Jesús, el Salvador. Dice con firmeza: “’Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho’”. Si la medida de un discípulo es poner en práctica lo que diga el maestro, María se prueba de ser el discípulo modelo. Nosotros podemos seguir a Dios-con-nosotros con tal voluntad. El discipulado en estos días requiere en primer lugar que alabemos al niño Jesús como los pastores de Belén. Queremos rezar en la casa y, si es posible, asistir en la misa del 24. Entonces, ser discípulo nos obliga a apoyar a familiares y amistades celebrar la Navidad beneficialmente. Mucho más que Santa, la Navidad presenta oportunidad de olvidar rencores y buscar la reconciliación. Finalmente, no podemos desconocer a los pobres en este tiempo de bondad. ¿Podríamos hacer alguna cosa en que socorremos a una persona pasando la necesidad verdadera?

 

(Padre Carmelo Mele O.P.)

domingo, 13 de diciembre de 2020

¡ESTEMOS ALEGRES! - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3° DE ADVIENTO 13 DE DICIEMBRE DEL 2020



 ¡Estemos alegres!


En estos días, ya cercanos a la Navidad, hay muchas cosas que nos invitan a la alegría. Y está muy bien. Desgraciadamente muchos se quedan sólo en la parte externa, material. Y, como son cosas pasajeras y a veces muy deficientes, la alegría se deshace como un pedazo de hielo puesto al calor del sol. En este domingo 3º de Adviento la Iglesia quiere que en la misma liturgia resuene la palabra alegría. Hoy lo vemos un poco en las tres lecturas. En la primera sentimos al profeta Isaías que invita a la esperanza alegre, a pesar de que el pueblo está en el destierro, porque Dios, que es nuestro creador, no puede querer en definitiva el mal, sino la alegría, para la cual debemos colaborar con el arrepentimiento y el acercarnos al Señor.

San Pablo en la segunda lectura es más explícito y nos dice: “Estad siempre alegres”. A veces nos empeñamos en creer que Dios quiere el mal para nosotros. Es necesario que afiancemos nuestra fe en Dios, que es nuestro Creador bondadoso y que por lo tanto desea siempre nuestro bien y nuestra felicidad. Este mundo es imperfecto, porque es de paso, y hay dificultades, que son para todos, buenos y malos; pero para el que está con Dios, en todo sabe hallar la alegría de corazón, aunque sepa que la perfección de la felicidad estará en la vida futura. Pero si se busca la alegría por caminos que no llevan a Dios, al final sólo se halla la infelicidad y la tristeza. La experiencia de las personas entregadas a Dios nos dice que el hecho de conocer a Cristo y vivir con Él es una fuente continua de alegría. Ello requiere diálogos con Dios Padre, o con Cristo, que nos espera en la Eucaristía.

La tristeza nace del egoísmo, de buscar compensaciones materiales, que muchas veces no llegan. La alegría es verdadera, cuando uno procura hacer alegres a los demás. Este es uno de los grandes mensajes de Navidad. La alegría perfecta es un don de Dios; por eso hay que estar en continua acción de gracias. Como salmo responsorial de este día, nos presenta el “Magnificat” de la Santísima Virgen. Ella siente su alma desbordar de gozo, que quiere transmitir a su prima Isabel, y ante ella proclama la grandeza del Señor. En ese momento se siente agradecida y humilde.

Esta virtud de la humildad aparece, para nuestro ejemplo, en la figura de San Juan Bautista, que hoy nos trae el evangelio. Juan no era la luz, sino que daba testimonio de la luz. Fueron gentes importantes a preguntarle quién era y él declaró que no era un profeta, aunque su misión era hablar a favor de otro. Para esto se requiere mucha humildad o conocimiento de la realidad. Tanta humildad, que afirmaba no ser digno ni de “desatar la sandalia del Mesías”. Su mensaje era: “Preparad el camino”. Hoy, en las vísperas de la Navidad, también nos dice a nosotros que preparemos el camino. Para ello debemos estar en una especie de “desierto”, que significa un cierto silencio en nuestro interior. Hay muchos que en estos días navideños sólo quieren mucho ruido, mucha bulla externa; pero con ello no dejan que penetre el mensaje de Jesús.

San Juan se parecía a los motoristas que van por delante de una carrera ciclista anunciando que la carrera ya viene. A la gente no le interesa mirar a los motoristas, sino sólo saber que ya vienen los ciclistas, que es lo que quieren ver. Así a veces nos quedamos sólo con los festejos externos de la Navidad y no atendemos para nada a aquel que realmente festejamos en la Navidad, que es Jesús, Dios hecho hombre.

Es lo que les decía el Bautista a aquellos sacerdotes y levitas: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. ¡Cuántas veces se puede decir esto a muchos cristianos en la Navidad! En medio de tanto ruido y gasto no conocen al Redentor. Nos empeñamos a veces en ver tinieblas donde hay luz y esplendor. La Navidad es el mensaje de Dios, que se hace hombre por amor. Dios muestra su compasión y misericordia y nos enseña que, a pesar de los sufrimientos de esta vida, su mensaje es de optimismo y alegría para los que están dispuestos a acogerle en su corazón.

 

(P. Silverio Velasco)

viernes, 4 de diciembre de 2020

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 4 DE DICIEMBRE DEL 2020 - PRIMER VIERNES DE MES, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Lecturas de hoy Viernes de la 1ª semana de Adviento

Hoy, viernes, 4 de diciembre de 2020


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (29,17-24):


ESTO dice el Señor:

«Pronto, muy pronto,

el Líbano se convertirá en vergel,

y el vergel parecerá un bosque.

Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro;

sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.

Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor,

y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel;

porque habrá desaparecido el violento, no quedará rastro del cínico;

y serán aniquilados los que traman para hacer el mal:

los que condenan a un hombre con su palabra,

ponen trampas al juez en el tribunal,

y por una nadería violan el derecho del inocente.

Por eso, el Señor, que rescató a Abrahán,

dice a la casa de Jacob:

“Ya no se avergonzará Jacob,

ya no palidecerá su rostro,

pues, cuando vean sus hijos mis acciones en medio de ellos,

santificarán mi nombre,

santificarán al Santo de Jacob

y temerán al Dios de Israel”.

Los insensatos encontrarán la inteligencia

y los que murmuraban aprenderán la enseñanza».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 26,1.4.13-14


R/. El Señor es mi luz y mi salvación.


R/. El Señor es mi luz y mi salvación.


V/. El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿Quién me hará temblar? R/.


V/. Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R/.


V/. Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,27-31):

EN aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:

«Ten compasión de nosotros, hijo de David».

Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:

«¿Creéis que puedo hacerlo?».

Contestaron:

«Sí, Señor».

Entonces les tocó los ojos, diciendo:

«Que os suceda conforme a vuestra fe».

Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:

«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».

Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.


Palabra del Señor 




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 4 de diciembre de 2020

Rosa Ruiz

Queridos amigos y amigas:


Quizá el secreto de que el tiempo de adviento nos resulte tan entrañable es el continuo mensaje de paz y esperanza que nos propone. Desde los profetas, en Adviento no dejamos de escuchar en la Palabra que las cosas pueden cambiar: ¡van a cambiar! ¿A quién no le consuela esto? ¿Quién no se emociona pensando en un mundo donde los ciegos ven, los sordos oyen, los desiertos son vergeles y se hace justicia con los cínicos, los violentos, las malas personas?

Adviento es el tiempo de cuantos ansiamos que las cosas cambien y sobre todo, es el tiempo de los pequeños, de los que ya ahora se sitúan del lado de la concordia, del diálogo, de la mirada limpia, del gesto fraterno.

Y, sin embargo, la realidad se empeña tozudamente en recordarnos que las cosas no cambian tanto como querríamos. Ni siquiera nosotros mejoramos tanto como nos gustaría. Somos ciegos a los que Jesús toca en medio del camino y nos pregunta: ¿creéis que puedo hacerlo? La respuesta está en cada uno. La ceguera también. Quizá la clave sea no olvidar que también en nosotros está la luz y la salvación, al menos en germen. Porque nos habita el Señor, la defensa de nuestra vida.


Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz

domingo, 22 de noviembre de 2020

LO DECISIVO - SOLEMNIDAD DE CRISTO REY 2020 - REFLEXIÓN DEL EVANGELIO



 Lo decisivo

El relato no es propiamente una parábola sino una evocación del juicio final de todos los pueblos. Toda la escena se concentra en un diálogo largo entre el Juez que no es otro que Jesús resucitado y dos grupos de personas: los que han aliviado el sufrimiento de los más necesitados y los que han vivido negándoles su ayuda.

A lo largo de los siglos los cristianos han visto en este diálogo fascinante "la mejor recapitulación del Evangelio", "el elogio absoluto del amor solidario" o "la advertencia más grave a quienes viven refugiados falsamente en la religión". Vamos a señalar las afirmaciones básicas.

Todos los hombres y mujeres sin excepción serán juzgados por el mismo criterio. Lo que da un valor imperecedero a la vida no es la condición social, el talento personal o el éxito logrado a lo largo de los años. Lo decisivo es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda.

Este amor se traduce en hechos muy concretos. Por ejemplo, «dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado». Lo decisivo ante Dios no son las acciones religiosas, sino estos gestos humanos de ayuda a los necesitados. Pueden brotar de una persona creyente o del corazón de un agnóstico que piensa en los que sufren.

El grupo de los que han ayudado a los necesitados que han ido encontrando en su camino, no lo han hecho por motivos religiosos. No han pensado en Dios ni en Jesucristo. Sencillamente han buscado aliviar un poco el sufrimiento que hay en el mundo. Ahora, invitados por Jesús, entran en el reino de Dios como "benditos del Padre".

¿Por qué es tan decisivo ayudar a los necesitados y tan condenable negarles la ayuda? Porque, según revela el Juez, lo que se hace o se deja de hacer a ellos, se le está haciendo o dejando de hacer al mismo Dios encarnado en Cristo. Cuando abandonamos a un necesitado, estamos abandonando a Dios. Cuando aliviamos su sufrimiento, lo estamos haciendo con Dios.

Este sorprendente mensaje nos pone a todos mirando a los que sufren. No hay religión verdadera, no hay política progresista, no hay proclamación responsable de los derechos humanos si nos es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y restaurando su dignidad.

En cada persona que sufre Jesús sale a nuestro encuentro, nos mira, nos interroga y nos suplica. Nada nos acerca más a él que aprender a mirar detenidamente el rostro de los que sufren con compasión. En ningún lugar podremos reconocer con más verdad el rostro de Jesús.

 

(Padre José Antonio Pagola)

domingo, 15 de noviembre de 2020

DESPERTAR LA RESPONSABILIDAD - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DEL 2020



DESPERTAR LA RESPONSABILIDAD


La parábola de los talentos es un relato abierto que se presta a lecturas diversas. De hecho, comentaristas y predicadores la han interpretado con frecuencia en un sentido alegórico orientado en diferentes direcciones. Es importante que nos centremos en la actuación del tercer siervo, pues ocupa la mayor atención y espacio en la parábola.

Su conducta es extraña. Mientras los otros siervos se dedican a hacer fructificar los bienes que les ha confiado su señor, al tercero no se le ocurre nada mejor que «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando el señor llega, lo condena como siervo «negligente y holgazán» que no ha entendido nada. ¿Cómo se explica su comportamiento?

Este siervo no se siente identificado con su señor ni con sus intereses. En ningún momento actúa movido por el amor. No ama a su señor, le tiene miedo. Y es precisamente ese miedo el que lo lleva a actuar buscando su propia seguridad. Él mismo lo explica todo: «Tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra».

Este siervo no entiende en qué consiste su verdadera responsabilidad. Piensa que está respondiendo a las expectativas de su señor conservando su talento seguro, aunque improductivo. No conoce lo que es una fidelidad activa y creativa. No se implica en los proyectos de su señor. Cuando este llega, se lo dice claramente: «Aquí tienes lo tuyo».

En estos momentos en que, al parecer, el cristianismo de no pocos ha llegado a un punto en el que lo primordial es «conservar» y no tanto buscar con coraje caminos nuevos para acoger, vivir y anunciar su proyecto del reino de Dios, hemos de escuchar atentamente la parábola de Jesús. Hoy nos la dice a nosotros.

Si nunca nos sentimos llamados a seguir las exigencias de Cristo más allá de lo enseñado y mandado siempre; si no arriesgamos nada por hacer una Iglesia más fiel a Jesús; si nos mantenemos ajenos a cualquier conversión que nos pueda complicar la vida; si no asumimos la responsabilidad del reino como lo hizo Jesús, buscando «vino nuevo en odres nuevos», es que necesitamos aprender la fidelidad activa, creativa y arriesgada a la que nos invita su parábola.



Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (25,14-30)

domingo, 8 de noviembre de 2020

ANTES QUE SEA TARDE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE DEL 2020




ANTES DE QUE SEA TARDE


Mateo escribió su evangelio en unos momentos críticos para los seguidores de Jesús. La venida de Cristo se iba retrasando. La fe de no pocos se relajaba. Era necesario reavivar de nuevo la conversión primera recordando una parábola de Jesús.


El relato nos habla de una fiesta de bodas. Llenas de alegría, un grupo de jóvenes «salen a esperar al esposo». No todas van bien preparadas. Unas llevan consigo aceite para encender sus antorchas; a las otras ni se les ha ocurrido pensar en ello. Creen que basta con llevar antorchas en sus manos.


Como el esposo tarda en llegar, «a todas les entra el sueño y se duermen». Los problemas comienzan cuando se anuncia la llegada del esposo. Las jóvenes previsoras encienden sus antorchas y entran con él en el banquete. Las inconscientes se ven obligadas a salir a comprarlo. Para cuando vuelven, «la puerta está cerrada». Es demasiado tarde.


Es un error andar buscando un significado secreto al «aceite»: ¿será una alegoría para hablar del fervor espiritual, de la vida interior, de las buenas obras, del amor…? La parábola es sencillamente una llamada a vivir la adhesión a Cristo de manera responsable y lúcida ahora mismo, antes de que sea tarde. Cada uno sabrá qué es lo que ha de cuidar.


Es una irresponsabilidad llamarnos cristianos y vivir la propia religión sin hacer más esfuerzos por parecernos a él. Es un error vivir con autocomplacencia en la propia Iglesia sin plantearnos una verdadera conversión a los valores evangélicos. Es propio de inconscientes sentirnos seguidores de Jesús sin «entrar» en el proyecto de Dios que él quiso poner en marcha.


En estos momentos en que es tan fácil «relajarse», caer en el escepticismo e «ir tirando» por los caminos seguros de siempre, solo encuentro una manera de estar en la Iglesia: convirtiéndonos a Jesucristo.


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (25,1-13)


ESTAR PREPARADOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 


Estar preparados...

Este año no ha habido ninguna carencia de exhortación para ser previsor. Desde marzo todo el mundo entero ha sido exhortado a limpiar sus manos, mantener la distancia social, y llevar una mascarilla. Se insisten estas medidas para limitar la propagación del virus Covid-19. Porque se valora la salud, es necesario que se cuide en estas y otras maneras. En el evangelio Jesús exhorta a sus discípulos que sean previsores con la parábola de las diez jóvenes. Pero, Jesús no tiene pensado la salud del cuerpo sino la del alma.
 
La parábola advierte que nos preparemos para el regreso de Jesús al final del tiempo. Después de casi dos mil años nos preguntamos si va a volver Jesús. Algunos cristianos dicen “no”, que el regreso refiere a su resurrección de la muerte. Pero nosotros cristianos católicos esperamos su venida al final del tiempo, aunque no tenemos ninguna idea cuando suceda. Nos interesa que la parábola menciona una tardanza del regreso.
 
Nos preparamos para su venida por hacer obras buenas. Las cinco jóvenes traen aceite extra para mantener sus lámparas encendidas si el esposo tarda. Lámparas encendidas son un símbolo para obras buenas. En el Sermón del Monte Jesús enseña a sus discípulos: “’Brille… la luz de ustedes ante los hombres, de modo que cuando ellos vean sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que está en el cielo’”. Con la parábola de las jóvenes Jesús dice a los mismos discípulos: si no han hecho muchas obras buenas por los demás, van a quedar fuera del reino de Dios.
 
Siempre se ha considerado visitar a los enfermos como obra buena. Ahora con la pandemia se ven todos los ancianos como enfermos en un sentido. Si les toca el Covid, están en peligro de la muerte. Por eso, se aíslan en sus casas fuera del trajín de personas. Sin embargo, al aislarse de sus familias y amistades los ancianos a menudo experimentan la soledad profunda. Les puede deprimir particularmente durante los festivos del fin del año. Por eso, deberíamos pensar en modos de comunicarnos con los ancianos en noviembre y diciembre.
 
Pero nuestra caridad tiene que extenderse más allá que la familia si nuestra luz brillará “ante los hombres”. Hay muchos ancianos solitarios en los asilos, sean de los ricos o de los pobres. Algunos no tienen a hijos para visitarlos. Otros sí tienen a hijos, pero ellos los han abandonado. Tenemos que buscar modos de consolarlos aun con las restricciones de Covid.
 
Dentro de poco vamos a estar preguntado a uno a otro si están preparados para la Navidad. Por supuesto, significaremos si han comprado regalos y decorado el árbol navideño. Este año querremos prepararnos para la Navidad también por hacer obras buenas por los ancianos, nuestros familiares y aquellos todavía no conocidos. Pues, se puede pensar en la Navidad como ensayo para el regreso del Señor al final del tiempo. Estaremos preparando para Jesús.
 
(Padre Carmelo Mele O.P.)


lunes, 2 de noviembre de 2020

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 2 DE NOVIEMBRE DEL 2020 - CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 



 Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

2 de noviembre de 2020


Conmemoración de los Fieles Difuntos


Lecturas del día:

Primera opción


Primera lectura

Sabiduría 3:1-9

1 En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno.

2 A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida,

3 y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.

4 Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad;

5 por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí;

6 como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó.

7 El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán.

8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente.

9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.

__________________________

Salmo responsorial

Salmo 27:1, 4, 7-9, 13-14

1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?

4 Una cosa he pedido a Yahveh, una cosa estoy buscando: morar en la Casa de Yahveh, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de Yahveh y cuidar de su Templo.

7 Escucha, Yahveh, mi voz que clama, ¡tenme piedad, respóndeme!

8 Dice de ti mi corazón: «Busca su rostro.» Sí, Yahveh, tu rostro busco:

9 No me ocultes tu rostro. No rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.

13 ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh en la tierra de los vivos!

14 Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón, espera en Yahveh.

_____________________________

Segunda lectura

Romanos 5:5-11

5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -

7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;

8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!

10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

11 Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

_________________________

Evangelio

Juan 11:17-27

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»






Segunda opción

Primera lectura

Sabiduría 3:1-9

1 En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno.

2 A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida,

3 y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.

4 Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad;

5 por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí;

6 como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó.

7 El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán.

8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente.

9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.

_________________________

Salmo responsorial

Salmo 23:1-6

1 Salmo. De David. Yahveh es mi pastor, nada me falta.

2 Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,

3 y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

4 Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.

5 Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.

6 Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.

__________________________________

Segunda lectura

Romanos 5:5-11

5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -

7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;

8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!

10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

11 Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

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Evangelio

Juan 11:17-27

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»

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«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino»

Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.

Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.


Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».

domingo, 1 de noviembre de 2020

LA FELICIDAD DE JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY 1 DE NOVIEMBRE 2020 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS



 LA FELICIDAD DE JESÚS


No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?


Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.


En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.


No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.


Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.


Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».


La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (5,1-12)

martes, 27 de octubre de 2020

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 27 DE OCTUBRE DEL 2020



 Lecturas de hoy Martes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, martes, 27 de octubre de 2020


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,21-33):

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 18,2-3.4-5


R/. Dichosos los que temen al Señor


Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien. R/.


Tu mujer, como parra fecunda,

en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa. R/.


Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,18-21):


En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»

Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»


Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 27 de octubre de 2020

CR

Queridos amigos y amigas:


Hoy en la exhortación a los efesios, San Pablo es muy directo con el tema de la familia. Aunque algunos lo tachen de misógino, de machista y en contra de la mujer, la realidad es otra. Al contrario,  él está llamando la atención severamente sobre la unidad entre hombre y mujer, y las carga seriamente respecto al hombre, indicándole la mayor responsabilidad de cuidar, valorar y respetar a la mujer como se respeta, se valora y se cuidad a sí mismo. No sin sugerir que de la otra parte,  la mujer, respete, ame y valore a su marido. Hemos de saber dialogar los temas tan candentes que se presentan en la actualidad y no seguir permitiendo que la soledad del hombre y de la mujer, minen y desbaraten lo más trascendental del proyecto de Dios para los dos: La corresponsabilidad de la pareja en la salvaguarda de la creación y de la dignidad del ser humano en su totalidad. Esto es prosperidad para todos los pueblos, partiendo de Israel, como dice al salmista: “Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén”.


La comunidad lucana hoy reflexiona sobre la pedagogía de Jesús para dar a comprender de lo que tanto viene hablando: El Reino de Dios. Y la comparación como metodología que abre los espacios para analizar, comprender y sacar conclusiones, es lo que más usa Jesús para que los pequeños y sencillos comprendan el misterio de su propuesta. Y su propuesta se centra en un reino sin grandezas, sin dominio sobre otros, sin protagonismos aplastantes, sin explotados y sin explotadores, sin víctimas y sin victimarios. Un reino que como la pequeña semilla, vive el proceso natural, e invisible bajo la tierra y con su calor, pacientemente se deja transformar en eso que acoge, que protege, que se dona y se da sin exigir nada a cambio. Como sugiere el dicho popular”: Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”. Ese es el Reino de Dios, como el árbol frondoso, donde todas las culturas, las razas, los pueblos se cobijan y se organizan.


Y las comparaciones se tornan más sugerentes, más sorprendentes con la desproporción que reflejan: Una levadura, tan frágil, resulta ser la fuerza vital y transformadora de esta masa, es decir que lo débil es capaz de cambiar la realidad de una sustancia en algo tan significativo como la vida misma de una persona, de una familia, de una comunidad. Eso es el Reino de Dios que Jesús está señalando con su vida. Un Reino que sin hacer ruido, sin violentar a nadie, es capaz de dar sentido a la vida, al proyecto del ser humano integralmente. Eso es lo que ha hecho la levadura, ha transformado la totalidad de la masa, así es el Reino de Dios.


¿Cómo colaboraré hoy para empujar el Reino de Dios en mi ambiente familiar, pastoral y  de trabajo?

domingo, 25 de octubre de 2020

NO OLVIDAR LO ESENCIAL - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY



NO OLVIDAR LO ESENCIAL


No era fácil para los contemporáneos de Jesús tener una visión clara de lo que constituía el núcleo de su religión. La gente sencilla se sentía perdida. Los escribas hablaban de seiscientos trece mandamientos contenidos en la ley. ¿Cómo orientarse en una red tan complicada de preceptos y prohibiciones? En algún momento, el planteamiento llegó hasta Jesús: ¿Qué es lo más importante y decisivo? ¿Cuál es el mandamiento principal, el que puede dar sentido a los demás?

Jesús no se lo pensó dos veces y respondió recordando unas palabras que todos los judíos varones repetían diariamente al comienzo y al final del día: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Él mismo había pronunciado aquella mañana estas palabras. A él le ayudaban a vivir centrado en Dios. Esto era lo primero para él.

Enseguida añadió algo que nadie le había preguntado: «El segundo mandato es: amarás a tu prójimo como a ti mismo». Nada hay más importante que estos dos mandamientos. Para Jesús son inseparables. No se puede amar a Dios y desentenderse del vecino.

A nosotros se nos ocurren muchas preguntas. ¿Qué es amar a Dios? ¿Cómo se puede amar a alguien a quien no es posible siquiera ver? Al hablar del amor a Dios, los hebreos no pensaban en los sentimientos que pueden nacer en nuestro corazón. La fe en Dios no consiste en un «estado de ánimo». Amar a Dios es sencillamente centrar la vida en él para vivirlo todo desde su voluntad.

Por eso añade Jesús el segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir olvidado de gente que sufre y a la que Dios ama tanto. No hay un «espacio sagrado» en el que podamos «entendernos» a solas con Dios, de espaldas a los demás. Un amor a Dios que olvida a sus hijos e hijas es una gran mentira.

La religión cristiana les resulta hoy a no pocos complicada y difícil de entender. Probablemente necesitamos en la Iglesia un proceso de concentración en lo esencial para desprendernos de añadidos secundarios y quedarnos con lo importante: amar a Dios con todas mis fuerzas y querer a los demás como me quiero a mí mismo.


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (22,34-40)

domingo, 18 de octubre de 2020

LA TRAMPA DE LA CONFUSIÓN - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 18 OCTUBRE 2020



 La trampa de la confusión


Cuando leemos el evangelio, sobre todos los que se las dan de antirreligiosos y modernos, pensaremos y pensarán que pone a la Iglesia en su justo lugar.

Pero, en cambio, ni los políticos son dioses para hacer un mundo a su antojo ni, la iglesia misma, pretende ordenarlo todo desde ella misma. En la sana distancia, ciertamente, puede estar el respeto. Pero no siempre, el callar ante todo, es sinónimo de respeto sino –tal vez– de cobardía.

Dar a Dios, lo que es de Dios, es ofrecerle nuestra adoración y nuestra entrega. Aquello que espontáneamente y sinceramente brota desde lo más hondo desde nosotros mismos. Luego, esa misma fe, hará que nos comprometamos allá donde sea necesario para que el mundo sea poco a poco un pedazo de ese cielo que Dios, a través de nosotros, intenta llevar a cabo.

Mal servicio haríamos a la Palabra del Señor, si la entendiésemos con tan excesiva literalidad que nos inhibiésemos de toda conflictividad social, económica o cultural que nos rodea y nos urge. A veces, el dar a Dios lo que es de Dios, conlleva no dejar al capricho de ciertos legisladores y de la coyuntura dominante aquello que consideramos que es inmutable, valioso y decisivo para un justo orden o para una humanidad mejor.

Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios es vivir atentamente los signos de los tiempos. Es valorar, en su justo término, el respeto de los unos con los otros. Es, no imponer, pero si proponer otros modos de entender la vida del hombre, sus relaciones, su trabajo, su dignidad evitando que caiga todo ello bajo el mazazo del absolutismo relativista.

Han cambiado los tiempos. La iglesia no busca ni puede erigirse como la única institución para moldear toda la trama social desde los postulados que conserva, predica y sostiene en su afán evangelizador. Pero, la iglesia, tampoco puede sustraerse y replegarse sobre sí misma para que algunos actúen a su propio antojo, sin tener en cuenta otras voces que nos alertan o nos iluminan por dónde podemos ir mejor o peor.

¿Quién es el César? ¿Acaso las fuerzas poderosas que manejan la sociedad con sus propios hilos y con variados intereses? ¿Los sistemas políticos que fracasan a la vuelta de la esquina? ¿Las ideas dominantes que fragmentan la paz social?

La iglesia puede jugar ese papel fundamental de recuperar un espacio que tal vez algunos le niegan. Y nosotros, como católicos, somos sabedores que de Dios venimos, que de Dios es todo y que pasan modas y costumbres, personas e instituciones, césares y poderosos y que El, por el contrario, permanece inmutable, firme y vivo.

Muchas tentaciones podemos tener los agentes de pastoral en este momento. Una de ellas es el, por no complicarnos la vida, hablar con un lenguaje tan divino que nos alejemos de todo lo humano. Ello, ciertamente, nos traerá un camino más dulce en la tierra, pero una cuesta más empinada para alcanzar el cielo.

Qué bien lo reflejaba el Papa Juan Pablo II en el siguiente texto: “Vivid vosotros e infundid en las realidades temporales la savia de la fe de Cristo, conscientes de que esa fe no destruye nada auténticamente humano, sino que lo refuerza, lo purifica, lo eleva”.(Nou Camp Barcelona 82)

 

(Padre Javier Leoz)

domingo, 11 de octubre de 2020

IR A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS - REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE OCTUBRE DEL 2020



IR A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS


Jesús conocía muy bien la vida dura y monótona de los campesinos. Sabía cómo esperaban la llegada del sábado para «liberarse» del trabajo. Los veía disfrutar en las fiestas y en las bodas. ¿Qué experiencia podía haber más gozosa para aquellas gentes que ser invitados a un banquete y poder sentarse a la mesa con los vecinos a compartir una fiesta de bodas?

Movido por su experiencia de Dios, Jesús comenzó a hablarles de una manera sorprendente. La vida no es solo esta vida de trabajos y preocupaciones, penas y sinsabores. Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos e hijas. A todos nos quiere ver sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.

No se contentaba solo con hablar así de Dios. Él mismo invitaba a todos a su mesa y comía incluso con pecadores e indeseables. Quería ser para todos la gran invitación de Dios a la fiesta final. Los quería ver recibiendo con gozo su llamada, y creando entre todos un clima más amistoso y fraterno que los preparara adecuadamente para la fiesta final.

¿Qué ha sido de esta invitación?, ¿Quién la anuncia?, ¿Quién la escucha?, ¿Dónde se pueden tener noticias de esta fiesta? Satisfechos con nuestro bienestar, sordos a todo lo que no sea nuestro propio interés, no creemos necesitar de Dios. ¿No nos estamos acostumbrando poco a poco a vivir sin necesidad de una esperanza última?

En la parábola de Mateo, cuando los que tienen tierras y negocios rechazan la invitación, el rey dice a sus criados: «Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda». La orden es inaudita, pero refleja lo que siente Jesús. A pesar de tanto rechazo y menosprecio habrá fiesta. Dios no ha cambiado. Hay que seguir convidando.

Pero ahora lo mejor es ir a «los cruces de los caminos» por donde transitan tantas gentes errantes, sin tierras ni negocios, a los que nadie ha invitado nunca a una fiesta. Ellos pueden entender mejor que nadie la invitación. Ellos pueden recordarnos la necesidad última que tenemos de Dios. Pueden enseñarnos la esperanza.


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (22,1-14)


INVITADOS AL BANQUETE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11/10/2020



 Invitados al banquete


Frecuentemente, la Biblia compara a Dios con un esposo casado con Israel. En el Evangelio, el festín, la música, la danza y la fiesta celebran la alegre alianza que une para siempre a Jesús con sus discípulos; no es el momento de ayunar (Marc 2,19). He aquí otra parábola sobre el juicio, cuyo fin es atraer la atención sobre la orientación y el fin último de toda vida humana.

El elemento de sorpresa es que en lugar de entrar alegremente en la sala de bodas, los invitados no van. Uno vuelve a su campo, otro a su comercio, y el rey se queda solo ante la mesa de fiesta, desbordante de frutos y manjares sabrosos. ¿Qué hará?

Esta alegoría es la historia de todo ser humano. Todos están invitados a este encuentro alegre del Hijo de Dios: el Reino en el que se realizan la justicia, el servicio fraterno, en el que los pobres y marginados tiene por fin su parte de felicidad. Pero cada uno retarda su participación en la fiesta, a pesar de la presión ejercida por el rey.

Los primeros rechazan ir sin explicación. Insiste una vez más: “Mi comida está preparada... venid a la boda.” Pero los invitados van a maltratar y hasta matar a los mensajeros. Encolerizado el rey “hizo perecer a los asesinos quemando su ciudad.”

En fin, envía a otros servidores al cruce de los caminos para vinieran todos, los buenos y los malos. La sala se llenó, y a pesar de un despliegue de fuerza y autoridad, se encuentra todavía un hombre que resiste y se opone hasta el final. Es un elemento de sorpresa en esta parábola.

Sería erróneo ver aquí a personajes lejanos o ficticios. Se trata de nosotros. Somos invitados a la comida del Señor. Con mucha ternura y fidelidad, el Maestro ha preparado el festín de bodas de su Hijo. Cada vez que rechazamos su llamada, nos dice: “Ven.” Pues las amenazas bíblicas son ante todo una forma de insistencia: lo que más desea Dios es compartir su felicidad con nosotros.


(Padre Felipe Santos SDB)

jueves, 8 de octubre de 2020

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 8 DE OCTUBRE DEL 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 27ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, jueves, 8 de octubre del 2020



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (3,1-5):


¡Insensatos gálatas! ¿Quién os ha embrujado? ¡Y pensar que ante vuestros ojos presentamos la figura de Jesucristo en la cruz! Contestadme a una sola pregunta: ¿recibisteis el Espíritu por observar la ley o por haber respondido a la fe? ¿Tan estúpidos sois? ¡Empezasteis por el espíritu para terminar con la carne! ¡Tantas magníficas experiencias en vano! Si es que han sido en vano. Vamos a ver: Cuando Dios os concede el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿por qué lo hace? ¿Porque observáis la ley o porque respondéis a la fe?


Palabra de Dios



Salmo

Lc 1,69-70.71-72.73-75


R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado a su pueblo


Nos ha suscitado una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas. R/.


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza y el juramento

que juró a nuestro padre Abrahán. R/.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,5-13):


En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.” Y, desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.” Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»


Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 

8 de octubre de 2020

CR

Queridos hermanos:


En el Evangelio de hoy nos dice Jesús que pidamos con confianza lo que necesitamos a nuestro Padre celestial. Y que confiemos en que él nos va a dar lo que verdaderamente necesitamos. 


El problema viene a veces con lo que pedimos. Porque muchas veces lo que le pedimos a Dios es que nos arregle la vida, es que nos haga lo que es de nuestra responsabilidad. Un ejemplo. ¿Cuántas veces de jóvenes pedimos que nos ayudase a aprobar un examen? Se nos olvidaba que Dios nos había regalado el mejor instrumento para eso: nuestra inteligencia y tiempo. Y que es cuestión nuestra sentarnos y trabajar. Él ya ha hecho su parte. Ahora nos toca a nosotros. Dicho en otras palabras: Dios no es una especie de remedio para todo mediante el cual nos podemos tumbar a la bartola libres de responsabilidades porque él nos va a sacar de todos los apuros. 

Podemos poner otros ejemplos. Si tenemos problemas en la familia, en la relación de la pareja o con los vecinos, hay que rezar pero también hay que aplicar los remedios que Dios mismo ha puesto a nuestro alcance: nuestra inteligencia, nuestro coraje, nuestra capacidad de diálogo, nuestra capacidad de perdón y reconciliación... todo eso es lo que Dios nos da y nos regala. Todo eso es su respuesta a nuestra oración. Todo eso lo tenemos que poner a trabajar para resolver los problemas. En ningún caso es cuestión de que podamos cerrar los ojos y en un momento Dios va a hacer el milagro, de tal manera que, cuando abramos los ojos, ya estará todo resuelto. 

Dios nos da su Espíritu Santo. Dios nos da su fuerza y su gracia. Dios ha puesto el Evangelio en nuestras manos. Nos ha hecho libres y capaces de tomar decisiones. Le tenemos que pedir que nos ayude a ser más libres, a madurar como personas, a ser más responsables de nuestras vidas, a incrementar nuestra capacidad de perdón. Todo eso le podemos pedir con la seguridad de que nos lo dará. Lo que seguro que no va a hacer es el examen por nosotros.


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