lunes, 6 de junio de 2011

¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?

 ¿Quién es el Espíritu Santo?

Pregunta: "¿Quién o qué es el Espíritu Santo? He visto este nombre en vuestra web y en unos cuantos sitios mas"

Nuestra respuesta: El Espíritu Santo es una persona real que vino a vivir dentro de los verdaderos seguidores de Jesucristo después de que Jesús resucitara de la muerte y subió a los cielos (Hechos 2). Jesús dijo a sus discípulos...

"Y yo pediré al Padre que os envíe otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y permanecerá siempre en vosotros. No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros." (Juan 14:16-18)

El Espíritu Santo no es superficial ni una sombra celestial, tampoco una fuerza impersonal. Es una persona igual del mismo modo que Dios el Padre y Dios el Hijo. Es considerado el tercer miembro de la trinidad. Jesús dijo a sus apóstoles...

"Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré todos los días, hasta el fin del mundo." (Mateo 28: 18-20)

Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y todas las cualidades divinas atribuidas al Padre y al Hijo, son igualmente atribuidas al Espíritu Santo. Cuando una persona nace de nuevo por creer y recibir a Jesús (Juan 1:12-13; Juan 3:3-21), Dios habita en esa persona a través del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16). El Espíritu Santo tiene intelecto (1ª Corintios 2:11), emoción (Romanos 15:30), y voluntad propia (1ª Corintios 12:11)

La función principal del Espíritu Santo es ser el testigo de Jesús (Juan 15:26; 16:14). Él habla a los corazones de la gente la verdad de Jesús. El Espíritu Santo además actúa como maestro de los cristianos (1ª Corintios 2: 9-14). Les revela la voluntad de Dios y la verdad de Dios. Jesús dijo a sus discípulos...

"Pero el Espíritu Santo, el Defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho." (Juan 14:26)

"Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas que van a suceder." (Juan 16:13)

El Espíritu Santo ha sido dado para vivir dentro de quienes creen en Jesús, con la función de reflejar el carácter de Dios en la vida de un creyente. De forma que no podamos hacerlo a nuestra manera, el Espíritu Santo impartirá en nuestras vidas amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23). Por encima de intentar ser amado, paciente, amable, Dios nos pide que dependamos en Él para que reflejemos estas cualidades en nuestras vidas. De esta manera, los Cristianos lo llaman vivir en el Espíritu (Gálatas 5:25) y ser llenados con el Espíritu Santo (Efesios 5:18). Y el Espíritu Santo da las fuerzas a los cristianos para cumplir los tareas o misiones ministeriales que dan lugar al crecimiento espiritual en los Cristianos (Romanos 12; 1ª Corintios 12; Efesios 4)

El Espíritu Santo además hace una función para los no son cristianos. Él los convence hablando directamente a los corazones de la gente de la verdad de Dios respecto a que son pecadores -y que necesitan el perdón de Dios; la honradez de Jesús - Él murió en nuestro lugar, por nuestros pecados; y que Dios juzgará al mundo y aquellos que no le conocen (Juan 16: 8-11). El Espíritu Santo habla directamente a los corazones y mentes, pidiéndonos que nos arrepintamos y nos volvamos a Dios para que nos perdone y nos dé nueva vida.

UN CORAZÓN QUE ESCUCHE...

Un corazón que escuche

Un médico psicólogo atendía una consulta en un hospital... sus pacientes eran adolescentes... Cierto día le derivaron un joven de 14 años que desde hacía un año no pronunciaba palabra y estaba internado en un orfanato...

Cuando era muy pequeño, su padre murió... vivió con su madre y abuelo hasta hacía un año... a los 13 muere su abuelo, y tres meses después su madre en  un accidente... Sólo llegaba al consultorio y se sentaba mirando las paredes, sin hablar. Estaba pálido y nervioso...

Este médico no podía hacerlo hablar. Comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse, y él, por más que le dijera algo,  tampoco serviría de mucho.

Optó por sentarse y observarlo en silencio, acompañando su dolor.... Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se retiraba, el doctor le puso una mano en el hombro: "Ven la semana próxima si gustas... duele ¿verdad?..." El muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada... sólo lo miró y se fue...

Cuando volvió a la semana siguiente... el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez... así pasaron varios meses... sin hablar... pero él notaba que David ya no parecía nervioso... y su palidez había desaparecido... Un día mientras el doctor miraba la cabeza del muchacho mientras él estudiaba agachado en el tablero... pensaba en lo poco que sabemos del misterio del proceso de curación... De pronto... David alzó la vista y lo miró: "Le toca" - le dijo.

Ese día empezó a hablar, hizo de amigos en la escuela, ingresó a un equipo de ciclismo y comenzó una nueva vida ... su vida. Posiblemente el médico le dio algo... pero también aprendió mucho de él... Aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente insuperable... a estar presente cuando alguien lo necesita... a comunicarnos sin palabras.Basta un abrazo, un hombro para llorar, una caricia... un corazón que escuche.

INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS

Instrumentos en las manos de Dios
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD  


I. Bergman, en su película Jueves de verano nos hace ver una escena macabra. María acaba de perder a su novio en un accidente estúpido. Ella reacciona con violencia. Blasfema: “Si Dios no se interesa por mí, yo tampoco me intereso por Él: le escupo a la cara”. Y el gesto acompañó a la palabra.

“Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades enigmáticas. Nadie nos puede describir ese vacío que nada lo llena” (Ruth Coughlin). El dolor es un misterio. Las preguntas se agolpan y no hay una respuesta a todo el dolor que sufre el ser humano. Uno de tantos ejemplos de sufrimiento fue el de Job, hombre bueno, pero al que le llovieron desdichas de toda clase. Él siempre respondía con gran paciencia y fe: “Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornaré. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Sea bendito el nombre de Yahvé” (Job 1,2ss).

Asegura san Pablo: “Sabemos que para los que aman a Dios todo sucede para su bien” (Rm 8,28). Así lo experimentó él y así lo han vivido todos los que se han adentrado en el misterio de la fe. “Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir con dignidad” (G. Marañón). La fe y el amor llenan de sentido cualquier sufrimiento.

En 1998 el cardenal de Milán publicó un libro con este título En qué creen los que no creen. En el lugar del simposio se leía en letras grandes esta verdad proclamada por un obispo español: “Los seres humanos pueden dejar de creer en Dios, Dios no deja de creer en los seres humanos”.

Es necesario desterrar las falsas imágenes de Dios, para que, en los momentos más difíciles podamos encontrar luz en la fe y consuelo en la esperanza. “El Dios en quien creo no nos manda el problema, sino que nos manda la fuerza para sobrellevar el problema” (H. S. Kushner). Y Dios consuela, da fuerzas, renueva la esperanza, es “el Padre siempre misericordioso, el Dios del que viene todo consuelo, el que conforta en toda tribulación” (2 Co 1,3-4). Los que esperan en Yahvé sentirán que se les renuevan sus fuerzas y que les crecen alas como de águilas (Is 40,31).

“Amemos nuestras cruces. Son todas de oro, si se ven con los ojos del amor”, decía Isabel de la Trinidad. En medio del dolor, la gente que lo acepta, descubre su valor y mira el futuro con esperanza.

 El cardenal de Chicago, Joseph Bernardin, dos semanas antes de fallecer de cáncer escribió en su libro El regalo de la Paz: “Lo que quisiera dejarles es una simple oración: que todos encuentren lo que yo he encontrado, ese regalo especial que Dios nos da a todos, el regalo de la paz. Cuando estamos en paz, nos sentimos libres para ser más plenamente quienes somos, aún en los peores momentos. Nos vaciamos y así Dios puede trabajar dentro de nosotros más profundamente. Nos convertimos en instrumentos en las manos de Dios”.

¿Después de la Ascensión, qué?

Autor: Karime Alle | Fuente: Catholic.net
¿Después de la Ascensión, qué?
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! Ahora nos toca a nosotros ser la voz de Jesús para alentar y consolar.
 
¿Después de la Ascensión,  qué?

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo)con la palabra, los laicos predicando(sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno.

Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.

Después de la Ascensión:
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo!
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