domingo, 1 de junio de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 2 DE JUNIO DEL 2014

Autor: Gustavo Velázquez | Fuente: Catholic.net
Confiad en mí, yo he vencido al mundo
Juan 16, 29-33. Pascua.Jesús, creo, pero aumenta mi fe para hablar de ti a toda hora, aun en el momento de la tempestad.
 
Confiad en mí, yo he vencido al mundo
Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.

Oración introductoria

Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero "Tú has vencido al mundo", y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona.

Petición

Jesús, creo, pero aumenta mi fe para hablar de ti a toda hora, aun en el momento de la tempestad.

Meditación del Papa Francisco

Muchos también arriesgan su vida por permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia, y les repito las palabras consoladoras de Jesús: "Confiad, yo he vencido al mundo".
Benedicto XVI exhortaba: "Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada": que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero". Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (S.S. Francisco, mensaje a 87ª Jornada Mundial de las Misiones, 20 de octubre de 2013). 

Reflexión apostólica

El mejor anuncio que podemos hacer de Jesús a los hombres, está siempre en el testimonio de vida. Las obras golpean e impactan con más fuerza que las palabras, porque se respaldan por sí mismas. No obstante, todos sabemos cuán costoso es este tipo de predicación. No sólo por la conversión del corazón o por la coherencia de vida, que, en sí, implican todo nuestro tiempo y esfuerzo, sino porque los cristianos estamos llamados a nadar contra corriente.

Muchos de los principios y virtudes que procuramos practicar y enseñar, son mal vistos o tachados de anticuados. Las críticas o habladurías llueven sobre el cristiano auténtico, porque sus actos despiertan las conciencias adormecidas y mueven a la reflexión. Sin embargo, este testimonio es el servicio más importante que podemos brindarles a nuestros hermanos.

Propósito

Usaré de 5 a 10 min. para repasar mis actos y ver si soy coherente con lo que digo.

Diálogo con Cristo

Jesús, ayúdame a aprender de tu ejemplo para ser luz que ilumine a mis hermanos. Concédeme imitarte con todas mis fuerzas, sin miedo alguno, pues la persona santa no vive menos que la que no lo es, sino que vive con mayor plenitud. Muchas serán las ocasiones adversas que se me presenten. Ocasiones que no deben ser causa de retroceso, sino ocasiones para predicar tu mensaje.


La virtud de esta luz no está sólo en brillar, sino también en conducir a los que la siguen. (San Juan Crisóstomo, Hom. Sobre S. Mateo, 15)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Gustavo Velázquez, L.C. 

    IMÁGENES DE LA ASCENSIÓN DE JESÚS A LOS CIELOS





















    EJERCICIO DE AMOR


    Ejercicio de amor


    Mostraré mi amor siendo paciente, aún cuando preferiría estar impaciente y desesperarme.

    Mostraré mi amor perseverando aún cuando podría ser más fácil renunciar:

    Mostraré mi amor sonriendo, aún cuando preferiría quejarme.

    Mostraré mi amor diciendo "gracias" por todas las cortesías y amabilidades que me demuestren, sin importar lo pequeñas o triviales que parezcan.

    Mostraré mi amor ofreciendo una actitud caritativa, aún cuando en realidad no quiera, desde situaciones simples como mantener una puerta abierta a alguien, ayudar a limpiar un desorden que yo no hice o tomar un momento para ser amable con un extraño que tenga un problema ( O no importando que sea el vecino que mas mal me cae).

    Mostraré mi amor buscando oportunidades de ofrecer una palabra o una acción agradable a alguien más a tener un día mejor o más bonito.

    Mostraré mi amor adquiriendo el hábito de decir frecuentemente "te amo" a quienes están cerca de mí, tales como los miembros de mi familia y amigos queridos.

    Mostraré mi amor trabajando con alegría inclusive cuando amanezca con mucha
    flojera.

    Mostraré mi amor siendo sincero, aún cuando una pequeña mentira se adaptaría mejor a mis propósitos.

    Mostraré mi amor llevando a cabo todas mis actividades con integridad.

    Mostraré mi amor manteniendo mi boca cerrada aún cuando preferiría chismorrear o criticar a alguien que esté cerca o me resulte antipático.

    Mostraré mi amor manteniendo en reserva un secreto, aún cuando referiría contarlo.
    Mostraré mi amor diciendo una palabra amable, aún cuando me parecería mejor mostrar una actitud de autoridad con una palabra dura.

    Mostraré mi amor siendo cortés en lugar de ser brusco o grosero.

    Mostraré mi amor perdonándome a mí mismo y a los demás en vez de culparme y condenarlos.

    Mostraré mi amor pensando en los demás en lugar de ser desconsiderado y desatento.

    Mostraré mi amor ofreciendo amistad a los desamparados y solitarios.

    Mostraré mi amor comprometiéndome en lugar de dar la espalda, desentenderme o justificarme.

    Mostraré mi amor diciendo y practicando el "puedo" en lugar de no se puede.

    Mostraré mi amor exigiendo justicia y rectitud para mí mismo y los demás.

    Mostraré mi amor aceptando nuevas ideas, aún cuando me sienta mas seguro teniendo prejuicios.

    Mostraré mi amor practicando todos los días una buena acción, aún cuando no esté obligado ni comprometido, simplemente porque quiero hacerlo.

    Mostraré mi amor controlando mi temperamento, aún cuando preferiría manifestarlo.

    Mostraré mi amor evitando riesgos que pongan en peligro a los demás o a mí mismo. (Incluye el hábito del tabaquismo, alcoholismo, gula, pereza, etcétera)

    Mostraré mi amor practicando la prudencia y el buen juicio en todas mis acciones.

    Mostraré mi amor evitando que abusen de mí, me maltraten o me pongan en ridículo y por supuesto evitaré abusar, maltratar o poner en ridículo a alguien.

    Mostraré mi amor practicando estas sugerencias de amor, hoy y todos los días de mi vida.

    ORAR CON CONFIANZA



    Orar con confianza
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 


    Juanito, de seis años de edad, quería remover de su lugar un enorme florero, pero no podía. Viéndole su padre, le preguntó:
    – Juanito, ¿utilizaste todos los recursos?

    – Todos, papá.

    – No es cierto; estoy mirándote, y no me has pedido que te eche una mano...

    El niño puede y debe aprender a orar, a contar con Dios en su vida. Es sensible a todos los gestos de amor que se tienen con él. Imita todo lo que ve u oye. Con sus padres debe aprender a juntar las manos, a hacer la señal de la cruz, a ir a la iglesia...

    Junto a las palabras papá y mamá, deberá aprender otras como Jesús, María, ángel, cielo... El niño debe acostumbrarse a hablar con Jesús como con un amigo, dándole gracias, pidiéndole cosas, acordándose de él frecuentemente a diario. Debe sentir que Dios, Jesús, María y los santos son seres cercanos a la vida de la familia.

    Hay muchas clases de oración. La que más abunda es la de petición. Para que ésta sea verdadera, se necesita sobre todo que el orante la haga con fe y que brote de la necesidad, del corazón.

    Y de la necesidad, de la confianza, nace la oración del niño. 

                Eric Marshall y Stuart Hample en el libro Children’s Letter to God citan cartas auténticas escritas a Dios por niños y niñas de un colegio. Éstas son algunas peticiones:

     – Dime, Dios, por favor: ¿De qué sirve ser bueno si nadie se entera?

     – En vez de dejar que la gente se muera y tener que hacer gente nueva, ¿no podrías dejar que siguiéramos viviendo los que ya vivimos?

     – ¿Cómo sabes que tú eres Dios?

     – ¿Eres rico, o sólo eres famoso?

     – ¿Cómo es que nunca apareces en la televisión?

     – ¿Por qué tenemos que pedirte cosas cuando ya sabes lo que queremos? Pero, en fin, si eso te hace sentirte mejor, lo haré.

     – ¿Te acuerdas cuando nevó tanto que no hubo colegio? ¿Podrías hacerlo otra vez?

     – ¿Existes de verdad? Hay gente que no lo cree...

     – ¿Cómo te las arreglas para meter cada alma en el cuerpo que le corresponde? ¿No te has equivocado alguna vez?

     – En mi casa somos muy de iglesia; así es que no tienes que preocuparte por nosotros.

     – ¿Son los chicos mejores que las chicas? Ya sé que tú eres uno de ellos, pero procura ser imparcial.

     – Fui a la iglesia y los novios se besaron en la iglesia. ¿Está bien eso?

     – ¿Por qué no dejas que el sol salga por la noche que es cuando más lo necesitamos?

     – ¿Por qué hiciste el cielo azul y la hierba verde?

     – Tengo que saber para antes del viernes quién es Shakespeare. ¿Lo sabes tú?

    El creyente sabe que está en las manos de Dios. Y aunque la noche sea negra y larga, “aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo” (Sal 23,4). Es importante, pues, que el niño tome conciencia de que necesita a Dios en su vida tanto como a sus padres.

    NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: 1 DE JUNIO



    JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
    Nardo del 1ro de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, Luz en este mundo de oscuridad!

    Meditación: Corazón Sagrado, enllagado y martirizado por nuestros pecados, sé nuestra Luz para vivir sólo en Ti, y así poder seguir nuestro camino para llegar un día a habitar junto al Padre Celestial

    Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

     ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Que sepamos plasmar en nuestro pobre corazón, lo que nos enseñó el Hijo de Dios. Meditemos cuán poco sabemos de El.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    JUNIO: 
    MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    Junio ha sido proclamado como el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, para que oremos por El con fervor y entrega.
    Les presentamos una devoción para orar cada día, inspirada en los nardos, esa flor que tanto agrada al Señor.

    Oremos para que el Sagrado Corazón de Jesús aumente nuestra fe.
    Recordemos que es primer Viernes el cual es la celebración del Sagrado corazón y primer sábado de mes el cual es consagrado a nuestra Madre la Virgen Maria.

    PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE




    PENSAMIENTO DE 
    SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

    "Un viernes, escribe más abajo, durante la sagrada Comunión, dijo estas palabras a su indigna esclava, si ella no se engaña: Yo te prometo, por el exceso de la misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulguen los primeros viernes nueve meses seguidos, la gracia de la penitencia final; que no morirán en mi enemistad, ni sin recibir los Sacramentos y que mi Corazón les será asilo seguro en su hora postrera".

    LOS SENTIMIENTOS QUE ACOMPAÑARON A LA ASCENSIÓN DE JESÚS




    Autor: P. Dennis Doren LC | Fuente: Catholic.net
    Los sentimientos que acompañaron a la Ascensión
    Los apóstoles pusieron su corazón en el cielo y siguieron trabajando en la tierra.


    Vemos en Cristo, la alegría porque vuelve al Padre. 

    Ya durante su vida terrena nos dejó ver la ternura con que se dirigía a su Padre. En el momento de la cruz, sus primeras palabras se dirigen al su Padre.

    Ahora ese deseo de estar con su Padre se ve realizado, con qué seguridad dice. Me voy al Padre , lo tenía clavado en su corazón, de El venía y a El iba, esta es la aspiración que todo deberíamos tener. Está sentado a la derecha de Él. Yo también un día estaré cercano a mi Padre ¡Cuánto gozo colmará el corazón de Jesús! 
    Alegría porque cumplió su misión. 

    Jesús no iba al cielo con las manos vacías. En ellas iba un racimo de obras cumplidas por indicación de su Padre. El todo está cumplido brilla en sus labios. Su corazón no cabe de gozo. Es la alegría de cumplir con la voluntad de Dios. Y si hay alguien que lo ha hecho en la historia de la humanidad es Cristo. 

    Alegría porque se va del mundo y se queda en el mundo. 

    Todos queremos permanecer en el tiempo, queremos que los demás nos recuerden: sea por la casa que hicimos, los árboles que plantamos o la obra que iniciamos. Pero nunca podemos satisfacer este deseo, pues la muerte lo rompe abruptamente. Cristo, Dios y hombre, si lo pudo cumplir. Se ha ido al cielo y sin embargo sigue con nosotros. Sí, se ha quedado con nosotros a través de la Eucaristía, de sus sacramentos, del Espíritu Santo. 

    Sentimientos con que se quedan los discípulos. 

    Tristeza porque los dejaba Cristo. 

    Este sentimiento cambió muy rápido en la Iglesia, pues los apóstoles fueron descubriendo cómo Dios estaba con ellos a su lado. Su presencia era tal que los hizo pasar de unos cobardes a intrépidos por el Reino: todos murieron de forma cruenta. 

    Esto fue un sentimiento fugaz pues el texto nos recuerda que volvieron llenos de gozo. ¿Por qué? Por que han visto lo real que es la Ascensión. No es teoría. Es algo totalmente real. Esto los ha llenado de alegría. 

    Alegría, ilusión por el cielo. 

    Los apóstoles pusieron su corazón en el cielo y siguieron trabajando en la tierra. La alegría de ellos no era hueca. Este sentimiento se metió hasta la médula del cristianismo. Tanto que los cristianos sufrían todo porque tenían una gran alegría: irían al cielo. Para ello valía la pena sufrir cualquier cosa con tal de ganar el cielo. Aquí, en este sentimiento nacen los mártires de la Iglesia; en este sentimiento nacen los santos; y en este sentimiento debemos nacer nosotros.
    Hoy tenemos que levantar los ojos al cielo y soñar con él: tenemos que darnos que vale la pena todo con tal de gozar de la total participación con el Padre 

    Certeza de que ya no estaban solos. 

    La tierra para los apóstoles viene a ser como el territorio donde Dios gobierna, por ello se saben dentro del territorio de su Señor. Esto los va a llenar de confianza y de alegría en su entrega, en su lucha. 

    LA ASCENSIÓN DE JESÚS A LOS CIELOS



    LA ASCENSIÓN DE JESÚS 
    A LOS CIELOS


    Llegamos al final del tiempo pascual: Jesús glorificado sube al cielo, y estamos a la espera de que envíe sobre nosotros el don del Espíritu Santo. Cristo resucitado "se manifestó a los apóstoles dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles por el espacio de cuarenta días, y hablándoles de las cosas tocantes al reino de Dios" (Hch 1,3); les fue instruyendo y nos pide también a nosotros: "Necesito tus manos para continuar bendiciendo; necesito tus labios para continuar hablando; necesito tu cuerpo para continuar sufriendo; necesito tu corazón para continuar queriendo. 

    Te necesito para continuar salvando los hombres, mis hermanos"; luego de esos últimos encargos, "se fue elevando a la vista de ellos por los aires hasta que una nube lo encubrió a sus ojos"
     (Hechos 1, 8). 


    "Ascensión" significa ascender, subir por virtud propia a diferencia de la Virgen que celebramos en la "Asunción" (ser subida por el poder de Dios). Jesús sube al cielo donde "está sentado a la derecha del Padre", es decir tiene la gloria igual a la del Padre, y allí como hombre es mediador e intercesor nuestro y quiere prepararnos tronos de gloria. Pero no podemos inhibirnos de las realidades terrenas, porque Jesús esté en el cielo y "donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su Cuerpo" (como si dijéramos: puesto que es imposible resolver los males del mundo, ¡vivamos la esperanza en el cielo!). Es la solución equivocada, fácil, de aquellos que se encierran en sí mismos, procuran resolver sus problemas personales, rozan sólo tangencialmente los de los demás... y su vida cristiana consiste en asegurar la propia salvación. Es el comportamiento de aquellos cristianos para los que la tierra y el tiempo en el que viven sólo tiene un valor relativo y su piedad, su salvación, lo es todo. 

    Podríamos preguntarles: ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?" Son muchos más de los que parece, porque son muchos los que dicen que aquí no se puede hacer nada, muchos los que actúan de modo que los problemas personales les hacen olvidar los deberes sociales. Tampoco es solución cristiana vivir los males de este mundo, olvidando que "no os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad" para establecer el Reino de Dios, que es justicia, libertad, paz y amor. Es la visión de aquellos para los que la vida futura no cuenta, y todos los males hay que resolverlos en el tiempo, y sólo con miras y medios humanos. Viven asfixiados por un presente sin trascendencia que, en la imposibilidad de solucionar los males, les conduce a un pesimismo, o a unos males tanto o más dolorosos que los que quieren remediar (R. Daumal).

    "La liturgia pone ante nuestros ojos, una vez más, el último de los misterios de la vida de Jesucristo entre los hombres: Su Ascensión a los cielos. Desde el Nacimiento en Belén, han ocurrido muchas cosas: lo hemos encontrado en la cuna, adorado por pastores y por reyes; lo hemos contemplado en los largos años de trabajo silencioso, en Nazaret; lo hemos acompañado a través de las tierras de Palestina, predicando a los hombres el Reino de Dios y haciendo el bien a todos. Y más tarde, en los días de su Pasión, hemos sufrido al presenciar cómo lo acusaban, con qué saña lo maltrataban, con cuánto odio lo crucificaban. 


    El Señor nos responde subiendo a los cielos. También como los Apóstoles, permanecemos entre admirados y tristes al ver que nos deja. No es fácil, en realidad, acostumbrarse a la ausencia física de Jesús. Me conmueve recordar que, en un alarde de amor, se ha ido y se ha quedado; se ha ido al Cielo y se nos entrega como alimento en la Hostia Santa. Echamos de menos, sin embargo, su palabra humana, su forma de actuar, de mirar, de sonreír, de hacer el bien. Querríamos volver a mirarle de cerca, cuando se sienta al lado del pozo cansado por el duro camino (cf Jn 4,6), cuando llora por Lázaro (cf Jn 11,35), cuando ora largamente (Lc 6,12), cuando se compadece de la muchedumbre (cf. Mt 15,32).



    Cristo nos espera. Vivamos ya como ciudadanos del cielo, siendo plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el saberse hijo amado de Dios. Perseveremos en el servicio de nuestro Dios, y veremos cómo aumenta en número y en santidad este ejército cristiano de paz, este pueblo de corredención. Seamos almas contemplativas, con diálogo constante, tratando al Señor a todas horas; desde el primer pensamiento del día al último de la noche, poniendo de continuo nuestro corazón en Jesucristo Señor Nuestro, llegando a El por Nuestra Madre Santa María y, por El, al Padre y al Espíritu Santo. 

    Si, a pesar de todo, la subida de Jesús a los cielos nos deja en el alma un amargo regusto de tristeza, acudamos a su Madre, como hicieron los apóstoles: entonces tornaron a Jerusalén... y oraban unánimemente… con María, la Madre de Jesús" (San Josemaría). Podemos estar seguros de que podemos llegar al Cielo: el que no llegue, no será porque no exista el camino o porque la puerta esté cerrada, sino porque no le da la gana seguir el camino. El cristiano es un hombre que vive de la esperanza firme e ilusionada del premio, en medio de gentes que no tiene esperanza porque no ven más horizonte que este mundo, que las cosas terrenas, que ponen sus metas y sus ilusiones aquí abajo, en cosas que no satisfacen, que se acaban y que empalagan. 

    La esperanza es una virtud sobrenatural que debemos fomentar. ¿Cómo vivimos la esperanza? ¿Pensamos en el cielo como un regalo que nos dará Dios o como un premio que tenemos que conseguir con nuestro esfuerzo hoy y ahora? ¿Infundimos esperanza en los demás, haciéndoles ver la maravilla que es vivir en paz con Dios y esperar el Cielo? 

    EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 1 DE JUNIO DEL 2014

    Autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
    La Ascensión del Señor
    Mateo 28, 16-20. Solemidad de la Ascensión Ciclo A. Jesús no les dejaba, sólo se les adelantaba, para prepararles el sitio, para infundirles esperanza.
     
    La Ascensión del Señor
    Del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

    Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

    Oración Introductoria

    Señor Jesús, hoy que celebramos tu ascensión me postro ante Ti confiando en tu gran misericordia. Haz de mi alma tu morada y permite que esta oración me ilumine y fortalezca para llevar tu Palabra con alegría.

    Petición

    Señor, te pido que no sea sordo o indiferente a lo que hoy me vas a decir en mi oración.

    Meditación del Papa Francisco

    Me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones" es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia.
    Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. (S.S. Francisco, mensaje a 87ª Jornada Mundial de las Misiones, 20 de octubre de 2013).

    Reflexión

    La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado. Sin embargo, adquiere especial importancia porque es parte de la Resurrección de Cristo. No se entendería la Resurrección sin la Ascensión. De entre las muchas enseñanzas de la Ascensión podríamos considerar estas dos: Cristo fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia Él (Jn 12, 32) y para sentarse a la derecha del Padre, como profesamos en la oración del credo cada domingo o con mayor frecuencia.

    "La elevación de Cristo en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo" (Catecismo de la Iglesia Católica no.662). Por ello encontramos en la cruz el inicio de su ascensión. Y todo con este único fin, atraer a todos los hombres hacia Él. Jesús aceptó subir a la cruz para mantenernos unidos a Él, para que ninguno se perdiera. He aquí la grande y única aspiración de Cristo en la tierra. Nosotros, ¿cuándo fue la última vez dirigimos una oración de alabanza, de gloria, de adoración como lo hicieron los apóstoles?


    "Los discípulos se volvieron con gran alegría y bendiciendo a Dios." Nosotros, después de leerlo, cerramos el evangelio y no podemos contener nuestra sorpresa, quizás alguno enarque las cejas y se pregunte por esta rara actitud de los apóstoles. ¿Es que no se dan cuenta de que se había marchado el Maestro? ¿de que ya no lo verían más en esta vida? ¿que ya nunca más podrían abrazar a su Amigo, mirarlo, disfrutar de su compañía y de su conversación? ¿Cómo se explica, entonces, esa alegría de los apóstoles?

    ¿Habrían entendido ya, por fin, lo que quiso decirles Cristo con aquello de Os conviene que yo me vaya porque, si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros (Jn 16, 7). ¿Recordaban, quizás, la promesa de Cristo: No os dejaré huérfanos, volveré (Jn 14,18); En la casa de mi Padre hay muchas moradas, voy a prepararos un lugar (Jn 14, 2)?

    Algo parece evidente: los discípulos no se alegran de que se marche el Maestro. No es lógico. Su contento estriba en el triunfo de Cristo, en su glorificación, en su majestuoso regreso al Padre. Los apóstoles, hombres con un poderoso sentido común, alcanzaban a comprender que, si Jesús había venido al mundo por ellos (y por todos los hombres), había muerto por ellos, por ellos había resucitado... ¿no subiría también al cielo por ellos? Sí, el triunfo de Cristo era el suyo también. Jesús no les dejaba, sólo se les adelantaba, les precedía para prepararles el sitio, para infundirles esperanza, para que, en medio de las persecuciones que tendrían que sufrir, miraran ese cielo donde Él les estaba esperando.

    Basta observar hoy las caras mustias, los hombros caídos de muchos cristianos, para percatarse de que se piensa muy poco en el cielo. ¿Cómo, entonces, vamos a desearlo? ¿Y no nos aterra la terrible incoherencia de una vida cristiana que sigue al Maestro, lo busca... y olvida dónde nos está esperando y dónde lo encontraremos de un modo definitivo? Si los ángeles que se aparecieron a los apóstoles mientras miraban boquiabiertos hacia arriba, se nos presentaran a nosotros, ¿no nos dirían exactamente lo contrario: "qué hacéis ahí mirando siempre hacia abajo"?

    Cuando realmente se comprende y se cree en el cielo, cambia el sentido de la muerte. Ésta ya no aparece como el esqueleto armado de guadaña que nos priva de tantas alegrías, de nuestras amistades, de esta vida tan hermosa. Se transforma en el amable portero que nos abre la casa del Padre, la casa de los hermanos que nos han precedido, nuestra casa. Y cada nuevo cumpleaños, se convierte en un trecho que nos acerca más a nuestra meta, a nuestro verdadero destino. ¿No sentirían los apóstoles una secreta alegría, íntima, al pensar en ese hermoso día cuando se reunirían de nuevo con Cristo?

    Pero la alegría de los apóstoles no se alimentaba sólo de esperanza. Habían comprendido también que, a la luz de ese cielo, se esclarecía y ensanchaba el horizonte de esta breve vida. Su existencia cobraba nueva vida y colores insospechados. Se convertía en una oportunidad magnífica de merecer, de completar la pasión de Cristo, de llevar su amor y su felicidad a miles de hombres, como les había mandado Cristo: Id y haced discípulos míos, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Se transformaba en un nuevo cielo pues no es verdad solamente que Dios esté en el cielo. No lo es menos que donde se halla él, el cielo le acompaña. Y Jesús se lo había prometido: Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).


    Propósito

    En este día de la AscensiónMe esforzaré por mostrar una especial alegría y bondad en mis relaciones con los demás, especialmente con mi familia. 

    INICIAMOS EL MES DE JUNIO - EL PENSAMIENTO DEL DÍA



    INICIAMOS EL MES DE JUNIO:

    Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible. 

    San Francisco de Asís

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