Las cuatro clases de perdón
Sin perdón hay dolor, hay rencor, hay resentimiento y amargura.
1. Perdonarse a uno mismo.
Hay situaciones que producen una desilusión de nosotros mismos.
Hay actitudes y hechos cometidos por nosotros que nos humillan, nos denigran y avergüenzan.
Esta clase de fallas requieren de un auto-perdón.
Sé libre hoy de tus propias fallas. ¡Perdónate! Nadie es perfecto, la misma esencia defectuosa propensa a fallar existe en todos los seres humanos.
Perdonarte reconociendo tus errores es un acto de humildad.
Perdonarte a ti mismo te hará depositar la confianza en Dios para recibir la fortaleza y no volver a fallar.
2. Perdonar a otros
Las heridas duelen y a veces mucho. Pero alguien dijo: “La mejor venganza es el perdón” porque la falta de perdón te auto-esclaviza.
Te lastimas a ti mismo cuando no perdonas, mientras el ofensor no se percata de tus sentimientos.
Tu falta de perdón hacia otros te mantiene preso y atado a esa persona. ¡Sé libre perdonando!
Este es un mundo con injusticias, con seres humanos que tienen libre albedrío.
Pero serán libres y felices quienes cruzan la barrera del perdón.
Quienes saben perdonar y olvidar, poseen una virtud suprema.
Cualquier mediocre puede ser violento, matar, abusar o lastimar, pero no cualquiera posee el supremo valor de perdonar.
Esto solo es un rasgo de los seres sabios e inteligentes.
Confiesa el perdón con tus labios, ¡Hazlo y serás libre por siempre!
3. Perdonar a Dios
Si, así como lo lees, perdonar a Dios.
Esta es muchas veces una actitud inconsciente.
¿Acaso Dios se equivoca? No, en absoluto.
Pero nosotros percibimos por nuestro orgullo e ignorancia que Dios nos ha fallado en algunas ocasiones.
Es que nuestra mente y percepción espiritual son demasiado pobres y estrechas como para comprender la magnitud de algunas cosas.
4. El Perdón De Dios
Además de fallarnos entre nosotros mismos, también fallamos muchas veces a Dios.
Él es el creador de todo y juez del universo.
Y Dios, a pesar de ser juez no se complace en juzgar, sino en perdonar.
Dios es amor, no tiene amor… ES AMOR. Por eso su naturaleza es perdonar las fallas de sus hijos. No importa lo que hayas hecho, Dios te perdona.
Donde hay verdadero arrepentimiento, hay un perdón de Dios asegurado.
Algunos preguntan: ¿Dónde está Dios que no lo veo?
Pero Dios ya se hizo visible en la persona de Jesús, su Hijo. Quién vino a perdonar.
La misión de la venida de Cristo a la tierra fue esta: Perdón.
El dijo antes de Morir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Es una dicha muy grande saber que Dios nos perdona cuando se lo pedimos.
Dios respondió con perdón ante las fallas de La humanidad. Envío a su Hijo para que seamos perdonados y aceptados.
La solución es Jesús, el Hijo de Dios, quién murió en la agonizante cruz para derramar su sangre inocente.
Y la sangre pura e inocente de Cristo es la que nos brinda la limpieza de todos nuestros pecados cuando creemos en Él.
Recibe hoy el perdón de Dios.