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domingo, 10 de noviembre de 2024
domingo, 7 de julio de 2024
LA LITURGÍA DE LA PALABRA - EXPLICACIÓN
La Liturgia de la Palabra
La santa Misa está estructurada en dos grandes partes que forman un todo, donde Dios derrama inmensas gracias sobre quien asiste y participa con devoción, comenzando con darnos el pan de la Palabra.
El mismo Señor Jesucristo se lo manifestó al demonio, citando el libro del Deuteronomio (8, 3) cuando se le apareció en el desierto para tentarlo: "Jesús le respondió: Está escrito: 'El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios'" (Mt 4,4).
Quien acude asiduamente a la santa Misa, sabe que el culmen de la celebración llega cuando el sacerdote transforma el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo (Liturgia de la Eucaristía).
Pero para entender la magnitud de este acto, la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, entendió que para cumplir con el mandato del Señor "hagan esto en memoria mía", no podían simplemente decir las palabras y comer. Supieron que debían estar preparados adecuadamente para participar de estos magníficos Dones.
De ahí la importancia de llegar a la Misa desde el principio y escuchar las lecturas, que, como bien sabemos, son distintas cada día.
La instrucción general del misal romano dice: "Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio”.
Por eso las lecturas de la Palabra de Dios, que proporcionan a la Liturgia un elemento de máxima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración. Aunque la palabra divina en las lecturas de la sagrada Escritura se dirija a todos los hombres de todos los tiempos y sea inteligible para ellos, sin embargo, su más plena inteligencia y eficacia se favorece con una explicación viva; es decir, con la homilía, que viene así a ser parte de la acción litúrgica" (IGMR 29).
La riqueza inconmensurable de las lecturas bíblicas disponen el corazón de los fieles, que escuchan la explicación del sacerdote sobre ellas para aplicarlas a la vida diaria y para poder recibir a Cristo en la comunión.
Entender y vivir la liturgia de la Palabra nos ayudará a amar cada vez más la santa Misa y desear comulgar el Cuerpo de Cristo.
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(Mónica Muñoz – Aleteia)
miércoles, 1 de mayo de 2024
domingo, 7 de abril de 2024
jueves, 15 de febrero de 2024
¿QUÉ ES MINISTRO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNIÓN?
Ministros Extraordinarios de la Comunión
Los laicos pueden ayudar en una forma activa a los párrocos en la distribución de la Comunión, tanto en la misa como fuera de ella. Esas personas son los así llamados Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión (MEC).
Es un ministerio laical contemplado en la Iglesia Católica y estipulado en el Canon 230, párrafo tercero del Derecho Canónico y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.
El MEC es instituido con un rito especial que generalmente realiza en obispo del lugar o bien su propio párroco en la Misa dominical para que la comunidad conozca a los nuevos MEC y se le puede otorgar una credencial que lo acredita como tal.
El origen del nombre es el siguiente:
- MINISTROS: porque son servidores (eso significa la palabra).
- EXTRAORDINARIOS: porque sólo se requieren cuando lo solicitan los ministros ordinarios (obispos, sacerdotes y diáconos).
- DE LA COMUNIÓN: porque ayudan a distribuirla en Misa o bien la llevan a quienes no pueden acudir a la iglesia a recibirla.
(No son Ministros Extraordinarios de la Eucaristía, sino de la Comunión. Solo el sacerdote es Ministro de la Eucaristía porque es el único que puede consagrar).
¿Qué puede hacer un MEC?
1. Distribuir la Comunión en la Misa.
2. Darse a sí mismo la Comunión.
3. Exponer y reservar el Santísimo.
4. Llevar la Comunión a quien por enfermedad o ancianidad, no puede acudir a la iglesia a recibirla.
¿Qué no puede hacer un MEC?
1. No debe recoger la colecta en la Misa (para no tocar el dinero antes de dar a los fieles la Sagrada Comunión).
2. No debe detenerse en ninguna otra parte cuando lleva el Señor a un domicilio, hospital, etc.
3. No da la bendición con el Santísimo.
Durante la Misa el Ministro Ordinario del lugar siempre debe administrar la Comunión, pero puede llamar en su ayuda a Ministros Extraordinarios solamente si está indispuesto o el número de comulgantes es muy grande.
Para administrar la Comunión fuera de la iglesia, deberá llevar siempre la Eucaristía en una cajita u otro recipiente cerrado, vestido y con los modos apropiados a las circunstancias de cada lugar. Además existe un ritual con las oraciones que se aconsejan para rezar antes de dar la Comunión a un enfermo en su domicilio u hospital.
Requisitos
Los requisitos para ser designado Ministro Extraordinario de la Comunión son:
1. Especial amor y devoción por la Eucaristía.
2. Ser miembro de la Parroquia al menos un año.
3. Ser mayor de edad y que sea reconocido como un católico activo y virtuoso.
4. Haber recibido los sacramentos de la iniciación cristiana (incluso la confirmación) y ser practicante activo de la religión.
5. Si está casado, que su matrimonio sea reconocido como válido por la Iglesia.
6. Dar a conocer al obispo la intención y presentar una carta solicitud con la firma del párroco.
7. Tomar un curso de formación, que suele ser impartido en las vicarías y que dura un cierto tiempo.
8. Su ministerio debe ser renovado a criterio del párroco, quien evalúa su servicio durante un año (o el período que se fije)
domingo, 15 de enero de 2023
¿CUALQUIER VINO SE PUEDE CONVERTIR EN LA SANGRE DE CRISTO?
¿Cualquier vino se puede convertir en la Sangre de Cristo?
Los estándares del vino han cambiado con el paso del tiempo, estas son las características que tiene el vino de consagrar.
En las comunidades parroquiales puede surgir esta duda, y es importante destacar que no cualquier vino se puede convertir en la Sangre de Cristo, únicamente los que son vinos para consagrar.
Aunque puedan ser ampliamente conocidos por los sacerdotes, no todos los fieles saben lo que representa su elaboración.
¿Qué vino se usa hoy?
El Misal Romano señala que el “vino para la celebración eucarística debe ser ‘del producto de la vid’ (cfr. Lc 22, 18), natural y puro, es decir, no mezclado con sustancias extrañas”.
“Ordinariamente la misión de certificar el vino así como las botellas, y de asegurarse que cumplan con las normas de la Santa Sede y que puedan ser utilizadas por los sacerdotes para la celebración de la Eucaristía, recae en la Diócesis donde se produce y por lo general lo hace el Obispo. Aunque quién debe aprobar las características del vino idóneo es la conferencia episcopal de cada país.
Actualmente, en México se encuentran vinos de la casa Domecq”, certificados por la CEM y obispos residenciales.
“Ahora bien, aunque además de la firma vitivinícola arriba mencionada hay otras que ofrecen vino con semejantes características, mencionadas como requisitos para el vino que se usa en la celebración de la misa, la ‘responsabilidad litúrgica’ recae sobre quien lo certifica o en última instancia sobre el sacerdote que lo usa, tomando en cuenta que, para quien sepa distinguir, en general un vino de cepa no mezclado puede cumplir con las características antes mencionadas”, explicó el padre Jesús María Sánchez Montejano, especialista en liturgia de la Arquidiócesis de México.
Origen del vino de consagrar
Para el mundo cristiano, el primer milagro obrado por Cristo corresponde a la transformación del agua en vino en las Bodas de Caná; y en la Última Cena, Jesús pasa una copa de vino a los doce apóstoles y en ese momento instituye la Eucaristía, sella la Nueva Alianza y promete no beber del vino de la vid hasta que sus discípulos beban con Él, el vino nuevo del Reino del Padre.
“La utilización del vino en la Eucaristía se origina en el relato de la Última Cena del Señor, que se encuentra en los evangelios, donde el Señor Jesucristo celebró la cena pascual compartiendo como lo hacen los judíos, el pan y el vino con sus discípulos, como signo del compromiso que él hacía de entregar su vida, su Cuerpo y su Sangre, en la cruz, para el perdón de los pecados y la salvación”, explicó el padre Sánchez Montejano.
El fermentado de uva ya ocupaba un lugar importante en el esquema moral del Antiguo Testamento, prohibiendo su consumo en ciertas circunstancias y celebrando con él notables acontecimientos.
La conmemoración cristiana del Santo Sacrificio a lo largo de los siglos mantuvo sin variaciones la obligatoriedad de utilizar el vino y el pan ácimo. Con los años, las regiones vitivinícolas tuvieron un auge económico importante y comenzaron a existir condiciones cada más expresas sobre la elaboración del vino para Consagrar.
Una de ellas, es legendaria: los campos en donde habrían de ser sembradas las uvas debían ser bendecidos; para la vendimia sólo podrían ser cosechadas las vides por manos de niños o jóvenes vírgenes y, finalmente, cuando el mosto reposaba para su fermentación, un diácono debía velar los toneles cantando salmos sin cesar.
Esta leyenda es semejante a la que dice que sólo los diáconos podían lavar los lienzos del altar y que debía entonar salmos mientras éstos se secaban al sol.
Comercio y competencia
La aparición del sistema feudal y, posteriormente, del libre comercio, conllevó a generar nuevas reglas entorno al vino aprobado para ser utilizado en la Misa. La primera fue en relación a que sólo el obispo de la tierra en donde se cultivara la vid y se elaborara el vino tenía capacidad de otorgarle su venia para que éste fuera utilizado en la celebración.
El sello episcopal que aprobaba el vino sirvió para controlar que los sacerdotes usaran el vino de un lugar particular y que los monasterios pidieran al obispo que aprobara el vino que se elaboraba dentro sus muros. Finalmente, el comercio y tráfico de toneles de vino de Consagrar entre regiones distintas también era estrechamente vigilado por las autoridades eclesiásticas.
El avance del vino
El avance científico, principalmente en la química orgánica, contagió a especialistas y a miembros de la Iglesia para que se analizaran las propiedades moleculares y dinámicas de los vinos que la Iglesia Católica utiliza en la consagración.
Uno de los primeros registros de estos análisis en México, sucedió en los albores del siglo XX, en las navidades de 1903, un cargamento de varios barriles de vino procedentes de España llegó a México, el nombre del licor era “Vino Virgen Superior Especial para Consagrar” y parecía que podía ser usado en Misa; sin embargo, para evitar suspicacias se mandó a analizar.
Posteriormente, el Arzobispo de México, Mons. José Mora y del Río mandó analizar los vinos “Santo Tomás” y “Angélico” y el 15 de junio de 1909, publicó su autorización para que ambos pudieran ser utilizados para la Eucaristía.
La Iglesia no dejó en manos de improvisados el estudio de los vinos, uno de los primeros analistas fue el ingeniero químico José D. Morales, catedrático de Farmacia de la Escuela Nacional de Medicina y miembro del Consejo Superior de Salubridad; incluso, se preferían los laboratorios extranjeros como el Texas Testing Laboratory de San Antonio para hacer los estudios.
Constantemente, las gacetas diocesanas publicaban en sus páginas desplegados de las casas vitivinícolas con los vinos que contaban con autorización eclesiástica.
La importancia del vino de consagrar no sólo para su fin último sino para el comercio nacional e internacional quedó revelado durante la Segunda Guerra Mundial. En 1941, en medio de la etapa más cruda del enfrentamiento bélico, el presidente del Catholic Supply Company (Compañía Abastecedora Católica) en Nueva Orleans escribió a los obispos de México para “advertirles” de los riesgos de la guerra en la compra y traslado de vino de Consagrar y les “invita” a adquirir sus vinos antes de que cierren los puertos a la navegación comercial como en California, España y Portugal. El comerciante amaga: “hay vino para todo 1942 mientras no haya cambios pues la amenaza de la guerra podría anular esta oportunidad”.
Al inicio de la guerra, en 1939, un cargamento de vino para Consagrar llegó desde Burdeaux, Francia, supuestamente autorizado y comenzó a distribuirse por todo el territorio nacional. El Arzobispo de México solicitó la aprobación episcopal del vino al Arzobispo de Burdeaux y éste respondió “esta Arquidiócesis no garantiza que el vino en cuestión cuente con los requisitos para la celebración”. Al parecer se trató de otro intento de abuso ante el miedo y desconcierto por el conflicto bélico y la invasión nazi a Francia.
La empresas importadoras de artículos religiosos (incluidos vinos en toneles provenientes de Europa) tuvieron un gran auge en esta época aunque no siempre era sencillo obtener el plácet de un obispo para validar el vino para la Consagración.
El caso del Valle de Santo Tomás
El Archivo Histórico de la Arquidiócesis de México resguarda un amplio pasaje sobre la importancia que le daban los obispos al vino a utilizar en la Consagración dentro de sus diócesis. El caso del vino “Gemini Vitis” que comercializado en la ciudad de México, embotellado en Guadalajara y elaborado en Ensenada, Baja California levantó sospechas del Primado de México sobre la calidad del vino y designó en 1956 al P. Luis Reynoso Cervantes a revisar cuidadosamente el proceso e informar a la Arquidiócesis sobre sus resultados.
El P. Reynoso fue hasta Valle de Santo Tomás, en Baja California, y allí se entrevistó con los administradores y productores del vino, les hizo firmar una declaración juramentada sobre cómo se realiza el vino para Consagrar. Corroboró que el vino se realizara según lo especificado por la Sagrada Congregación para el Culto Divino de Roma. La uva, de tipo moscatel, era celosamente vigilada desde el viñedo hasta su reposo en barricas. En la vendimia se supervisaba la pureza de la vid, en el proceso de secado y trituración se vigilaba que no fuera contaminada con sustancias ajenas a la uva; la fermentación se hacía según los cánones vitivinícolas para que el azúcar del fruto se degradara en el justo grado de alcohol, el cocimiento al fuego y reposo y refrigeración por un año eran labores impecables; según documentó el sacerdote, los religiosos franciscanos de la localidad resguardaban las llaves de las barricas en añejamiento para evitar que se les mezclaran sustancias ajenas.
Con muestras de las barricas, el padre Reynoso hizo peritajes químicos en la Universidad de Loyola, en Los Ángeles, EU. Pero, como el vino se embotellaba en Guadalajara, siguió su investigación.
En Guadalajara, el Cardenal José Garibi Rivera otorgaba el sello episcopal a las botellas de vino de consagrar desde 1953; la cancillería tapatía daba ‘contados’ los sellos para las botellas del vino. La inspección del P. Reynoso dio por terminado la sospecha del vino “Gemini Vitis” y, de paso, corroboró que los vinos “Episcopal” y “Misión de Santo Tomás” aprobados por el obispo local, provenía de las mismas barricas y por ello, también era lícito su uso en la Santa Misa.
El P. Soto y su aguardiente de uva
José Hidalgo Tagores en su “Tratado de enología” detalla el proceso de producción de los vinos de Misa: la fermentación se realiza en cubas de gran capacidad de 11 mil litros. Una vez fermentado el vino es trasegado a cubas de 6 mil litros de roble para su envejecimiento; la ‘crianza’ se realiza en estas cubas de 6 meses a 1 año. Las uvas que con frecuencia se utilizan para este vino son: tipo salvador, feherszago, malvasía, carignane y moscatel.
El proceso es, largo y en ocasiones costoso, por ello en 1965 el P. José Raúl Soto (Misionero del Espíritu Santo y reconocido químico quien llevó estudios de vinos como el de las Bodegas de Lourdes, San Juan del Río en 1961) propuso algunas ‘mejoras’ al proceso de elaboración que consistían en “añadir colorante artificial al vino” y la creación de un vino a partir de aguardiente puro de uva destilado al 80 por ciento y rebajado con agua al 55 por ciento. El estudio presentado al Arzobispo de México es impecable en su análisis científico pero no prosperó su iniciativa. La intención del P. Soto era facilitar la elaboración, traslado, conservación del vino y una notable reducción de precio del producto.
¿Cuáles son las normas de un vino idóneo para la Consagración?
La investigación del vino del Valle de Santo Tomás (Baja California) de 1956 enumera los requisitos de un buen vino para el Santo Oficio:
–Grado Alcohólico. Su valor debe ser de entre 7 y 16% de alcohol, pues ninguna uva fermentada naturalmente puede generar menor ni mayor cantidad de alcohol.
–Un vino natural (seco) tiene ente 17 y 25 gramos por litro. Un vino dulce hasta 250gr/lt.
– Entre 1.5 y 4.4 gr/lt.
–Entre 4 y 10 gr/lt.
–No mayores a 2 gr/lt.
–Acidez total. Entre 5 y 9 gr/lt.
–Acidez volátil. No menor a 1.2 gr/lt. Más ácido es un vino ‘enfermo’.
–Ácido tartárico libre. Entre 0.00 y 0.105 gr/lt.
–Sin ninguna azúcar añadida. Su valor debe ser igual a cero.
–Sin conservadores presentes.
–Los adquiridos naturalmente.
El estudio químico sugiere un estudio para descartar adición de arrope (aguamiel) o adición de alcohol de otras fuentes.
jueves, 6 de octubre de 2022
martes, 11 de enero de 2022
viernes, 26 de noviembre de 2021
viernes, 27 de agosto de 2021
¿QUÉ HACER CON IMÁGENES RELIGIOSAS QUEBRADAS O ROTAS?
¿Qué hacer con imágenes religiosas quebradas o rotas?
Un desastre natural o un accidente doméstico puede dejarnos con un objeto religioso roto o deteriorado ¿Qué hacemos con él?
Por: Hno. Ramón Gutiérrez Pavez, a.a. | Fuente: SantuarioLourdesChile.cl
En muchos templos y santuarios se crea una seria dificultad con las imágenes de yeso, en mal estado, que los peregrinos dejan por diversos lugares.
Eso habla de un respeto por lo que la imagen representa y por lo sagrado que la imagen recuerda. Es como las fotos antiguas de los padres, las madres, los abuelos, los hijos ya fallecidos. Se guardan con respeto y cariño aunque estén dañadas o borrosas.
El paso del tiempo, los temblores y otras causas hacen que en nuestras casas se nos destruyan las imágenes del Señor, de la Virgen y de los santos. Actualmente el yeso no es trabajado con materiales que lo refuercen (alambres, estopa, etc.), por lo tanto, al menor golpe tenemos en casa una imagen destrozada.
Pareciera que lo primero que surge en la mente es llevarlas a un templo. Sin embargo, en los templos hay que eliminarlas con respeto y cuidado. Es tarea a veces complicada, por la cantidad de yeso que se acumula.
Tampoco es bueno llevarla a los cementerios.
La Iglesia nos enseña:
“La veneración de las imágenes, sean pinturas, esculturas, bajorrelieves u otras representaciones, además de ser un hecho litúrgico significativo, constituyen un elemento relevante de la piedad popular: los fieles rezan ante ellas, tanto en las iglesias como en sus hogares. Las adornan con flores, luces, piedras preciosas; las saludan con formas diversas de religiosa veneración; las llevan en procesión; cuelgan de ellas exvotos como signo de agradecimiento; las ponen en nichos y templetes en el campo o en las calles”.
”Sin embargo, la veneración de las imágenes si no se apoya en una concepción teológica adecuada, puede dar lugar a desviaciones. Es necesario, por tanto, que se explique a los fieles la doctrina de la Iglesia, sancionada en los concilios ecuménicos y en el Catecismo de la Iglesia Católica, sobre el culto a las imágenes sagradas”. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, principios y orientaciones. Ciudad del Vaticano, 2002).
Es conveniente que desterremos de nosotros la idea, muy generalizada, de que una imagen dañada es algo mágico, que tenerla en casa trae mala suerte, que es malo tenerlas. No es malo ni bueno.
“Es necesario, sobre todo, que los fieles adviertan que el culto cristiano de las imágenes es algo que dice relación a otra realidad. La imagen no se venera por ella misma, sino por lo que representa. Por eso a las imágenes se les debe tributar el honor y la veneración debida, no porque se crea que en ellas hay cierta divinidad o poder que justifique este culto o porque se deba pedir alguna cosa a estas imágenes o poner en ellas la confianza, como hacían antiguamente los paganos, que ponían su esperanza en los ídolos, sino porque el honor que se les tributa se refiere a las personas que representan”. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, principios y orientaciones. Ciudad del Vaticano, 2002).
Así como nos enseña la doctrina de la Iglesia Católica, nos vamos acercando a la forma cómo debemos actuar con una imagen destruida. Nunca con miedo, nunca pensando o actuando como si nos fuera a pasar algo malo. Nada de eso. La imagen se destruyó, se rompió y nada nos va a pasar, fuera de la pena que a veces sentimos porque era imagen que teníamos desde niños.
¿Qué son las imágenes sagradas?
Según la enseñanza de la Iglesia, las imágenes sagradas son:
- Traducción iconográfica del mensaje evangélico, en el que la imagen y palabra revelada se iluminan mutuamente; la tradición eclesial exige que las imágenes estén de acuerdo con la letra del mensaje evangélico.
- Signos santos, que como todos los signos litúrgicos, tienen a Cristo como último referente; las imágenes de los Santos, de hecho, representan a Cristo, que es glorificado en ellos.
- Memoria de los hermanos Santos que continúan participando en la historia de la salvación del mundo y a los que estamos unidos sobretodo en la celebración sacramental.
- Ayuda en la oración: la contemplación de las imágenes sagradas facilita la súplica y mueve a dar gloria a Dios por los prodigios de gracia realizados en sus Santos.
- Estímulo para su imitación, porque cuanto más frecuentemente se detienen los ojos en estas imágenes, tanto más se aviva y crece en quien lo contempla, el recuerdo y el deseo de los que allí están representados; el fiel tiende a imprimir en su corazón lo que contempla en sus ojos: una “imagen verdadera del hombre nuevo, transformado en Cristo mediante la acción del Espíritu y por la fidelidad a la propia vocación”.
- Una forma de catequesis, puesto que a través de la historia de los misterios de nuestra redención, expresada en las inturas y de otras maneras, el pueblo es instruido y confirmado en la fe recibiendo los medios para recordar y meditar asiduamente los artículos de fe.
No podemos olvidar que actualmente hay en el mercado muchas imágenes feas, decadentes, deformes. Hay que evitar esas imágenes para nuestras casas y comunidades. Las representaciones del Señor, de la Virgen y de los santos deben ser de materiales nobles y deben transmitir belleza.
¿Qué hacer con las imágenes en mal estado?
- No llevarlas a los templos, santuarios ni cementerios.
- Si se trata de telas (pinturas), hay que buscar una persona entendida que nos oriente en la forma de devolverle la belleza a esas pinturas. Algunas pueden ser muy valiosa.
- Cuando se trata de imágenes de madera, bronce, mármol o piedra, hay que conservarlas en casa y buscar algún buen restaurador. Si no se tiene los medios para hacerla restaurar, hay que entregarlas a algún museo, de preferencia religioso (católico). O bien, a un convento o parroquia.
- Si son imágenes de yeso, hay que ver si es posible restaurarlas, porque se puede hacer, especialmente cuando se trata de imágenes con alambres o estopa al interior. Esas imágenes son valiosas. Hay que conservar con cuidado todos los trozos, de manera particular los rostros. Un buen artesano en yeso hace maravillas con esos pequeños trocitos. En el Santuario de Lourdes tenemos las direcciones de algunos artesanos que trabajan muy bien porque conocen las antiguas técnicas.
Cuando la imagen está totalmente destruida...
- Si es yeso, se coloca en un tiesto hasta que se deshaga, y con cuidado se vierte en algún lugar del jardín de la casa donde no haya cultivos de hortalizas, arboles frutales ni de flores ornamentales. Con el paso del tiempo se mezcla solo con la tierra. Tarda un poco el proceso.
- Si se da el caso de alguien que viva en departamento o en casa sin patio, pues se muele completamente la imagen, se reduce a polvo y se elimina en un lugar adecuado, conforme cada persona lo estime. Se ha sabido que algunas personas hacen artesanías con el yeso molido. Lo mezclan con arena de diversos colores y hacen hermosos adornos en botellas blancas.
Consultado un fabricante de imágenes, nos ha señalado que el yeso ya procesado no sirve. No se puede reutilizar, no sirve para estucos, es material inútil que daña bastante la tierra. Por eso es bueno tratar de cuidar las imágenes, y las que pueden ser restauradas hay que repararlas para que duren mucho.
Rosarios, Libros y otros artículos bendecidos: Lo mejor es reparar o restaurar lo que se pueda reparar. Muchos Rosarios pueden ser desarmados de tal manera que sus cuentas terminen formando las de uno nuevo y listo; sus cruces, también, son susceptibles de ser separadas para usarlas con una cadena. Con relación a los libros una nueva encuadernación puede ser la solución.
Cuando se reciclan Rosarios, puede que sobren partes, también puede que la restauración de los libros sea mas costosa que comprar uno nuevo, algo similar puede ocurrir con las imágenes. Para estos casos, lo mejor es conseguir un recipiente de plástico lo suficientemente grande para contenerlos y colocar en él estos objetos o restos de los mismos.
Siempre hay alguna Capilla, Templo, Colegio Católico, Centro de Atención Católico, etc. que esté en construcción. Pues habla con el sacerdote responsable de esta obra y ofrécele tu caja con los objetos para que sean colocados en los cimientos de la edificación.
Recordemos que, aunque rotos o desgastados, siguen siendo benditos, por lo que seguirán bendiciendo esa construcción.
sábado, 20 de febrero de 2021
lunes, 9 de noviembre de 2020
¿QUÉ ES UNA BASÍLICA Y POR QUÉ ES IMPORTANTE?
¿Qué es una basílica y por qué es importante?
Este artículo fue creado especialmente para responder a sus dudas.
Por: María Ximena Rondón | Fuente: ACI Prensa
Muchos católicos se han preguntado por qué en la Iglesia Católica hay algunos templos con el título de basílicas y por qué son tan importantes para la vida de fe.
Este artículo fue creado especialmente para responder a sus dudas.
La palabra “basílica” proviene del latín basílica, que deriva del griego basiliké. Significa “casa real”.
En los tiempos del Imperio Romano, una basílica era el lugar donde se ubicaba el tribunal de justicia.
A lo largo de la historia, los Papas han otorgado el título de “basílica” a un templo por su importancia espiritual e histórica.
Una basílica es el centro espiritual y de evangelización de una comunidad y sirve también para difundir una devoción especial a la Virgen María, a Jesús o algún santo.
Las celebraciones litúrgicas que se realizan en ellas deben también oficiarse en las demás iglesias de la diócesis.
Las basílicas también acogen tesoros sagrados de la Iglesia Católica, como las tumbas y reliquias de santos; y promueve la difusión de los documentos de la Santa Sede.
Tipos de basílica
Existen cuatro templos que llevan el título de “basílica mayor”. Se encuentran en Roma y son: la Basílica de San Pedro, la Basílica de Santa María la Mayor, la Basílica de San Pablo de Extramuros y la Basílica de San Juan de Letrán.
Una basílica mayor posee un altar mayor en el que solo el Papa y sus delegados pueden celebrar la Misa. Además, se distingue porque tiene una Puerta Santa que los fieles pueden cruzar durante un Año Santo para ganar la indulgencia plenaria.
Las “basílicas menores” son los templos que obtuvieron ese título por una concesión del Papa o de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.
Suelen ser en su mayoría santuarios y catedrales que reciben una gran cantidad de peregrinos por los tesoros sagrados que custodian o por su importancia histórica. En total, existen más de 1500 basílicas menores en todo el mundo.
Algunas de las más conocidas en Italia son la de San Lorenzo Extramuros, en Roma; la de San Francisco y la de Santa María de los Ángeles en Asís.
En otros países son conocidas la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, la Basílica del Sagrado Corazón (Sacré-Coeur) en Francia, la Iglesia de la Sagrada Familia en Barcelona, la Basílica de Nuestra Señora de Luján en Argentina y la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá en Colombia.
La parte exterior de una basílica se llama atrio. El vestíbulo interior se llama nártex y luego le siguen la nave central, donde se congregan los fieles, y las naves laterales, donde suelen estar los confesionarios, las capillas y el baptisterio.
En el ábside, la cabecera del templo, se encuentra el altar mayor, que suele estar cubierto por un baldaquino, una suerte de cúpula sostenida por cuatro columnas. El baldaquino más famoso es el de Bernini que está sobre el altar mayor de la Basílica de San Pedro.
En algunas basílicas, como San Pedro y San Pablo de Extramuros, debajo del altar mayor está la tumba de un santo o mártir.
En la parte trasera del ábside está el trono donde se sienta el Obispo o el Papa, en caso de que este visite el templo.
En la parte lateral del ábside están las sacristías.
La Basílica más antigua del mundo es la de San Juan de Letrán. Fue edificada sobre el palacio de la familia noble de los Lateranos que le obsequió el emperador Constantino a la Iglesia Católica. El Papa San Silvestre consagró el templo en el año 324.