jueves, 12 de diciembre de 2013

MIRAR A BELÉN PARA APRENDER A MIRAR



Mirar a Belén para aprender a mirar


1. Desde la mirada de Dios

Dios mira, con su mirada cargada, y al fijar su mirada, fija su amor y se estremecen sus entrañas. De ahí que su mirada es mirada de Misericordia y de vida acunada. Es mirada que toca nuestra verdad y la levanta; que toma nuestra dureza y la hace blanda; y en vez de desnudar nos da su gracia, para poder arropar lo que en nosotros falta. Una mirada que tan sólo busca lo que es pequeño y nada. Una mirada fija, que como faro marca una promesa firme para el que va a buscarla, y en el continuo pausar de su mensaje clama: ¡Navega Amor adentro, con las velas de tu vida, desplegadas!


2. Desde la mirada de María

La Madre mira, del Padre, su mirada, que todo lo puede sin serle imposible nada; pero he aquí que descubre una inquietud algo rara: querer mirar al hombre desde una mirada humana. Y al oírle preguntarle: “¿Puedo?”, pudo entonces responderle: “¡Haga!” Así, la Palabra hecha carne, crecía como un “¡gracias!” y la madre del Hijo se hacía de todos Morada, para que toda vida fuera en su amor cobijada.


3. Desde la mirada de José

A San José le toca, en silencio, leer con la mirada, lo que la mano providente del Padre le mandaba. Mas no es fácil callar cuando las apariencias hablan.
Sólo quien sabe en silencio mirar, puede escuchar la verdad que al corazón se le dice, mientras los ojos se engañan. Por eso San José, no habla. Tan sólo trabaja. Trabaja con un Dios, que cuanto deba decir, dirá en voz baja, y cuando llegue al final, dirá que ha terminado el trabajo que lo clava a un madero hecho cuna, en el que todo se entrega a las manos del Abba.


4. Desde la mirada de Isabel

La mirada de Isabel dice que ser madre puede, aunque todos lo nieguen, a pesar de su vejez, pues es Dios quien lo promete, y aunque la llamen estéril, está esperando un bebé. Así, no hay cosa que ya no espere el corazón que tiene fe.


5. Desde la mirada del posadero

La posada mira satisfecha e indiferente, y poco le importa lo que ocurra tras la puerta con la gente. No sale a recibir, sólo sale a ver al que en sus reglas entre, y ahí mismo lo deje, si desea más amor  del que su amor se atreve. Así tiene segura su vida tras la puerta, cual prisión que le retiene, repleta de cerrojos, como ojos que no ven, de indiferentes. De ojos que se cierran a ver lo que hay enfrente. No hay lugar, repite, y sobre todo, si el otro es diferente; mas no es tanto su pobreza en los recursos, cuanto es la estrechez que hay en su mente.


6. Desde la mirada de Herodes

Todo es amenaza para el que todo quiere y retener no puede. A él deben darle, y darle como quiere, mas no le pidan que dé, que de eso, saber no quiere. No conoce la alegría; reír, reír, tan sólo puede, pues reír podemos solos; mas la alegría solo con otros nos viene. Tampoco sabe de paz, pues la paz encuentra sede, cuando un ‘gracias a Dios’, abiertas las manos nos tiene.


7. Desde la mirada del pastor

Por saber de cuidados, con su mirada atenta se detiene, a mirar por todos lados, por dónde la gracia llegue a sanarlo y cargarlo, mientras se ponga fuerte. No mira solo por sí, mira por lo que a otros conviene. Contempla la vida y sabe, que nada ocurre de repente. Los fríos de la noche pasa, recordando del día, lo caliente, y cobijo ha encontrado, aún en la intemperie, donde Dios se ha mostrado y le espera sonriente.


8. Desde la mirada del rey venido de Oriente

Sabio es el que encuentra lo que está, aunque a los ojos se oculte y no se muestre. Lo encuentra por buscar, a donde ya otros miraron prefiriendo lo aparente.
Sabio es el que en un inmenso espacio sabe marcar un punto trascendente que a todo da sentido y un mirar diferente. Sabio es el que ensancha el corazón para mirar aún mejor, cuando la luz desaparece. Sabio es el que sabe preguntar por lo que aún no entiende; se prepara a lo que ya presiente, y cuando lo ve llegar, se regala él mismo con su mejor presente. Sabio es el que descubre la grandeza, que esconderse puede, y adora al Dios nacido, entre su misma gente.


9. Desde la mirada del Dios-con-nosotros

Mira que te mira Dios; mira que te está mirando.
Mira que por ti ya es niño; mira que te quiere y tanto.
Mira cual te mira a vos; míralo en su amor llorando.
Mira que por ti es que vino; míralo, a morir va andando.

Javier Albisu sj

DIOS NO TOMA VACACIONES...


Dios no toma vacaciones


Te acompaña
Con su Palabra siempre eficaz y certera. Si la lees aprenderás que, una buena reflexión sobre tu vida, es el mejor oxígeno que puedes ofrecer a tu existencia.

Te habla
En el silencio. No lo busques en lo extraordinario. No lo reduzcas a la belleza que te seduce. Dios habla cuando se le busca en una atmósfera de paz y de sosiego.

Te protege
En las dificultades. El verano, por estar la familia más reunida, es proclive a los conflictos. No estamos acostumbrados a estar “demasiado juntos”. Dios es familia y nos ayuda a hacer más sólidos nuestros principios cristianos.

Te conduce
En los caminos que avanzas. Para descansar no es necesario ir muy lejos pero, allá donde estés, la mano de Dios te alcanza, su soplo te empuja, sus ojos te miran.

Desea tu recuperación
El Señor constantemente se retiraba para orar. Sus vacaciones preferidas eran esas: estar con Aquel que tanto le amaba. No olvides que, además de tu expansión física, tu alma necesita un alimento espiritual.

Disfruta estando contigo
Junto a Ti, en llano o en la montaña, Dios permanece alerta. Eres insustituible para Él. Te quiere y, por lo tanto, su mayor obligación mientras tú descansas… es que Él quiere estar contigo.

Te alimenta
En el desierto. Las vacaciones pueden ser un bien o un mal. Nos puede tentar el maligno o, por el contrario, bendecir Dios que habita en el cielo. No olvides la Eucaristía, una visita a la iglesia, una pequeña obra de caridad. El verano no puede ser cincelador de becerros de oro.

Te ofrece el cultivo de la fe
El verano, cuando no se vive como Dios manda, puede ser un “invierno para la fe”. Un descansar sin ser cristiano. No olvides lo que las agencias de viaje no te ofrecen: emplea algo de tiempo en amar a Dios y a los demás. Descansa no de Dios…sino con Dios.

Quiere tu crecimiento
En las vacaciones hay tiempo para lo más esencial: el testimonio (que a veces las prisas nos lo impiden), la conversación profunda y serena (que nuestras obligaciones nos evitan) o la preocupación por el estado de los otros que viven al lado. Dios nos ayuda cuando, también nosotros, lo hacemos con los que nos rodean.

Dios no guarda vacaciones
¡Y más vale! Lo necesitamos por cuanto que, en el descanso o en el trabajo, en el ocio o en deporte, en el mar o en el monte, en el conflicto o en la paz, en la alegría o en la tristeza, en verano o en invierno…necesitamos de una mano que nos indique nuestro camino a seguir.

P. Javier Leoz

ROSARIO A LA GUADALUPANA


Rosario a la Virgen Guadalupana 

En estos misterios se medita en las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Al iniciar cada misterio, se lee el pasaje y se hace la petición, se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria y al final, se canta alguna estrofa de las canciones propias de la Virgen de Guadalupe. 



Primer Misterio: La Virgen de Guadalupe trae un mensaje de paz a su pueblo. 

“Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador, en quien está todo; y es Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy su piadosa Madre”. 

Pedir a la Virgen María por todos aquellos que no la conocen y no la valoran como su Madre. 



Segundo Misterio: Juan Diego comparte a la Virgen su humildad y su pequeñez a los ojos de los hombres. 

“Te ruego encarecidamente, Señora y niña mía, que alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda.” 
Pedir a la Virgen que nos ayude a darnos cuenta del valor de la humildad y la sencillez de corazón. 



Tercer Misterio: María de Guadalupe escogió a Juan Diego por su sencillez y no por su sabiduría. 

“Oye hijo mío, el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad, pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y con tu mediación, que se haga mi voluntad”. 
Pedir a la Virgen que nos ayude a saber transmitir la palabra de Cristo a los demás. 



Cuarto Misterio: La Virgen María cura a Juan Bernardino como signo de que quiere salud y felicidad para su pueblo. 

“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas a esa enfermedad ni alguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa, no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó". 

Pedir a la Virgen que, como Juan Diego, sepamos acompañar en la enfermedad, la angustia y el dolor a los que están cerca de nosotros. 


Quinto Misterio: María nos deja su imagen para recordarnos su ternura, su amor y su constante protección. 

Juan Diego trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue a cortar; las que, así como las vio, cogió con sus manos y otra vez se las echó en el regazo diciendo: “Hijo mío, el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo, le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza.” 

Pedir a la Virgen que, como Ella, sepamos escuchar y ayudar a nuestros hermanos.












CANCIONES GUADALUPANAS

Canciones guadalupanas 

La Guadalupana 

Desde el Cielo, una hermosa mañana (bis) 
La Guadalupana (tres veces)bajó al Tepeyac. 
Suplicante juntaba sus manos (bis)
y eran mexicanos (tres veces) 
su porte y su faz. 

Su llegada llenó de alegría (bis) 
De luz y armonía (tres veces) el Anáhuac. 
Junto al monte pasaba Juan Diego (bis) 
Y acercóse luego (tres veces) al oír cantar. 

A Juan Diego la Virgen le dijo (bis)
este cerro elijo (tres veces) 
para hacer mi altar. 

Y en la tilma entre rosas pintada (bis)
Su imagen amada (tres veces)se dignó dejar. 

Desde entonces para el mexicano (bis)
Ser guadalupano (tres veces) es algo esencial.

En sus penas se postra de hinojos (bis)
Y eleva sus ojos (tres veces)hacia el Tepeyac. 



Himno a la Virgen de Guadalupe 

Mexicanos volad presurosos del pendón de la Virgen en pos, y en la lucha saldréis victoriosos defendiendo a la patria y a Dios. 

De la santa montaña en la cumbre apareció como un astro María ahuyentando con plácida lumbrelas tinieblas de la idolatría. 

Es patrona del indio, su mantoal Anáhuac protege y da gloria; elevad mexicanos el canto,alabanza y eterna victoria. 

En Dolores brilló refulgente cual bandera su imagen sagrada dando arrojo al patriota insurgente y tomando invencible su espada. 

Siempre así lucirá; invasores hollar quieren Anáhuac la tierra flameará nuevamente en la guerra. 

En redor de esa enseña brillante todo el pueblo luchará, volará,y por siempre en las lides triunfante con arrojo sacarlas habrá. 
   












ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE



Oración a la Virgen de Guadalupe 

Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar, porque si con ellos miro, nunca volveré a pecar. 

Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar. 

Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y santidad.

Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más. 

Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar. 

Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar. 

Si tu me das a Jesús, qué más puedo yo desear y está será mi dicha por toda la eternidad. Amén.











EL EVANGELIO DE HOY: 12.12.2013

Autor: Rodrigo Fernández de Castro De León, L.C. | Fuente: Catholic.net
Bendita tú entre las mujeres
Lucas 1, 39-48. Solemnidad de la Virgen de Guadalupe. Un amor fiel, un amor fresco, un amor de Madre, en el tiempo y en la eternidad.
 
Bendita tú entre las mujeres
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces, Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Oración introductoria

Señor Jesús, Tú sabes que llevo mucho tiempo buscándote; aquí estoy. Creo en Ti. Creo que estás realmente presente en la Eucaristía. Creo que estás presente en mi prójimo.

Petición

«María, háblanos de Jesús, para que el frescor de nuestra fe brille en nuestros ojos y caliente el corazón de aquellos con quienes nos encontremos, como tú hiciste al visitar a Isabel que en su vejez se alegró contigo por el don de la vida». (Benedicto XVI, Oración a la Virgen de Loreto, 14 de febrero de 2007).

Meditación del Papa Francisco

En el contexto del Evangelio de Lucas, la mención del corazón noble y generoso, que escucha y guarda la Palabra, es un retrato implícito de la fe de la Virgen María. El mismo evangelista habla de la memoria de María, que conservaba en su corazón todo lo que escuchaba y veía, de modo que la Palabra diese fruto en su vida. La Madre del Señor es icono perfecto de la fe, como dice santa Isabel: "Bienaventurada la que ha creído" [...]
En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto, y cuando nuestra vida espiritual da fruto, nos llenamos de alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe. En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo. Así, en María, el camino de fe del Antiguo Testamento es asumido en el seguimiento de Jesús y se deja transformar por él, entrando a formar parte de la mirada única del Hijo de Dios encarnado (S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 58).

Reflexión 

Es una realidad que todo ser humano busca la felicidad. Pero, si todos queremos ser felices, ¿por qué hay tantos problemas?, ¿por qué existen tantos males como las guerras, las injusticias y los odios? La respuesta es muy sencilla: porque no todos sabemos en qué consiste la felicidad. María nos enseña que la clave de la felicidad está en dos cosas: amar y ser amado.

Estas realidades no van contrapuestas, sino que están tan unidas como nuestra alma a nuestro cuerpo. María nos muestra el por qué. Ella ha experimentado el amor de Dios a tal grado que se ha convertido en el pilar que sostiene su vida. Sabe que pase lo que pase Dios no dejará de amarla. Con su actitud, nos invita a estar conscientes de que todo en nuestra vida es pasajero, excepto el amor de Dios. Podemos perder todo: casa, trabajo, familia… pero nunca perderemos el amor de Dios.

Es precisamente esto lo que lleva a María a la segunda parte de la felicidad: amar. Cuando un cristiano experimenta el amor de Dios, surge en su interior un sincero deseo de corresponder. María lo demuestra cuando, con alegría y sencillez, va en busca de su prima Isabel, para llevarle a Jesús.

Éste es el reto de los cristianos: amar y ser amados. La segunda parte ya la tenemos: Dios nunca dejará de amarnos. ¿Estamos dispuestos a vivir la primera?

La Iglesia en México, en América, en el mundo entero, celebra la Virgen de Guadalupe, y tendrá siempre presente un cerro en el que la Virgen nos alentó con su cariño: "¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?" Son palabras que nos unen directamente al Calvario, cuando Cristo, el crucificado, le dijo a María: "He ahí a tu hijo". Son palabras que nos alivian en las mil aventuras de la vida, en los peligros, en las pruebas, en los fracasos.

María nos espera a todos, como a hijos. México estará muy cerca de Dios si sabe conservar, en la fe de cada mexicano, su amor a la Virgen, Nuestra Señora del Tepeyac. Cuando rompamos las fronteras de la muerte y encontremos al Dios de la justicia y del perdón, sentiremos en lo más profundo del corazón el cariño de María de Guadalupe. Un amor fiel, un amor fresco, un amor de Madre, en el tiempo y en la eternidad.

Propósito

El día de hoy voy a rezar un misterio del rosario, agradeciendo a María la ayuda silenciosa que me ha dado durante toda mi vida, encomendando a mis familiares y seres queridos.

Diálogo con Cristo

Jesús, en este día dedicado a la Virgen de Guadalupe, te doy gracias por haberme dado a María como Madre. Ayúdame a imitar a la Virgen en sus virtudes, especialmente la generosidad y la servicialidad. Dame la gracia de tener un alma profundamente eucarística, para que toda mi vida pueda transformarse en un Magníficat.


"Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María.
Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella invoca a María.
Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios.
Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial”.
 (San Bernardo de Claraval)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Rodrigo Fernández de Castro De León, L.C. 

    NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, ADVOCACIÓN MARIANA, 12 DE DICIEMBRE

     


    Autor: . | Fuente: Catholic.net
    Nuestra Señora de Guadalupe
    Advocación Mariana. 12 de diciembre

    Nuestra Señora de Guadalupe

    Historia de la fiesta 
    Aunque las diferentes advocaciones de la Virgen María son muy numerosas, la Iglesia le da especial importancia a las tres apariciones de la Virgen María en diferentes partes del mundo:

    Aparición de la Virgen de Guadalupe: 12 de Diciembre de 1531 en México.

    Aparición de la Virgen de Lourdes: 11 de Febrero de 1858 en Francia.

    Aparición de la Virgen de Fátima: 13 de Mayo de 1917 en Portugal.

    Debemos recordar que es la misma Virgen María la que se ha aparecido en los distintos lugares, en estos tres momentos para ayudarnos y animarnos a seguir adelante en nuestro camino al cielo. En estas apariciones, la Virgen nos ha pedido rezar el Rosario, acudir al Sacramento de la Penitencia y hacer sacrificios para la salvación del mundo. 

    La Virgen de Guadalupe es muy importante para la fe de todos los mexicanos, pues en ella nuestra Madre del Cielo manifestó claramente su amor de predilección por este pueblo, dejando un hermoso mensaje lleno de ternura y dejando su imagen grabada en un ayate como muestra de su amor. 

    En el Nican Mopohua se puede encontrar la historia completa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero aquí presentamos un resumen de la misma: 

    Hace muchos años, los indios aztecas que vivían en el valle de México, no conocían a Jesús. Ellos tenían muchos dioses y eran guerreros. Los misioneros eran unos sacerdotes que vinieron de España y que poco a poco fueron evangelizando a los indios. Les enseñaron a conocer, amar e imitar a Jesús en la religión católica y los bautizaron. 

    Entre los primeros que se bautizaron, había un indio muy sencillo llamado Juan Diego, quien iba todos los sábados a aprender la religión de Cristo y a la misa del pueblo de Tlatelolco. 

    El sábado 9 de Diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el Cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa. 

    La Señora le dijo: "Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. He venido hasta aquí para decirte que quiero que se me construya un templo aquí, para mostrar y dar mi amor y auxilio a todos ustedes". 

    La Virgen le dijo a Juan Diego que fuera a ver al Obispo y le contara lo que Ella le había dicho. 

    Juan Diego salió de la casa del Obispo muy triste porque no le creyó. Entonces fue al Cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían. 

    La Señora le dijo a Juan Diego que volviera el domingo a casa del Obispo. Esta vez, el Obispo le dijo que le trajera una señal, es decir, una prueba de que la Señora de verdad era la Virgen. 

    Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino se puso muy enfermo y fue por un médico. Fue hasta el martes, cuando al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: "Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su ayate. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Se las llevó y Ella le dijo: "Hijo mío, el más pequeño, estas rosas serán la prueba que llevarás al obispo". 

    Juan Diego fue de nuevo a ver al Obispo y le dijo que la Virgen le había mandado la prueba de que Ella era realmente la Virgen. 

    Al soltar su ayate, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe. 

    Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo. 

    El ayate permaneció un tiempo en la capilla del Obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 lo trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac.

    En 1754, Benedicto XIV nombró a al Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva España, desde Arizona hasta Costa Rica.

    El 12 de octubre de 1895 se llevó a cabo la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII.

    En 1904, San Pío X elevó el santuario de México a la categoría de Basílica y en 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe, Patrona de toda América Latina.

    En 1945, Pío XII le dio el título de la Emperatriz de América. El 12 de Octubre de 1976 se inauguró la nueva Basílica de Guadalupe.
    Miles de personas de México y del mundo entero, visitan cada año la Basílica de Guadalupe, en donde está la hermosa pintura que la Virgen pintó a Juan Diego en su ayate para pedirle a Nuestra Madre su amor, su protección y su ayuda. 

    Las peregrinaciones no sólo se llevan a cabo en México, las hay en todos los países del mundo a diferentes templos. Algunas personas van de rodillas, porque le hacen una promesa a la Virgen cuando le piden un favor. En las peregrinaciones, la gente va haciendo oración, sacrificios y cantando. Muchas veces, las peregrinaciones vienen de muy lejos y se tardan varios días en llegar a darle gracias a la Virgen por algún milagro o favor que les concedió. El amor a la Virgen es lo que mueve a todas estas personas a irla a visitar desde su ciudad. 
    En las peregrinaciones, las personas suelen llevar estandartes con la imagen de la Virgen y mantas donde escriben el nombre de su pueblo, de su familia, de su empresa. 











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